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» uno «

  Yuuri suspira, intenta esconderse las orejas entre el pelo.

—Así no se hace, niño—le reprocha Mari, quien está recargada contra el marco de la puerta de su cuarto. Lleva el pelo suelto, corto a la altura de los hombros. Los rizos castaños se le pegan a la nuca por el sudor y su hermano suspira, le enseña los colmillos esperando que eso la asuste.

  La chica resopla, ladra y saca los colmillos, dos picos blancuzcos y completamente afilados con los que se ha mordido el interior de la mejilla por accidente más de una vez.

—Tienes que aprender a controlarlo—dice la chica, sacando una mano de su bolsillo y dejando que la palma de su mano cambie poco a poco hasta convertirse en la pata de un lobo, y después a mano humana nuevamente.

—Lo sé—suspira Yuuri, agachando la cabeza y escondiendo la cola entre las patas. Sabe, lógicamente, que podría conseguir cambiar sus transformaciones si se esforzara un poco más, pero toma demasiada energía el intentar esconder sus orejas y en ocasiones termina haciendo las cosas mal. Como hoy en la mañana, que al intentar cambiar sus orejas —dos cosas largas de piel negra, notorias y valiosas— por orejas normales accidentalmente terminó creciendo una cola.

  Su hermana lo mira con lástima y una sonrisa de complacencia poco convenenciera, con cuidado lo ayuda a disimular las orejas entre el pelo y arregla un poco sus mechones azabache para que el espacio de su cabeza en donde sus orejas de humano deberían estar quede completamente tapado por el pelo.

  Le mete la cola en el pantalón y hace lo mejor que puede por esconderla en la pierna derecha, guardada dentro del pantalón azul gris del uniforme. 

—Vas a tener que arreglar esto pronto o va a dolerte tanto que no llegarás al recreo—dice, señalando en el espejo la manera en la que la línea de pelo cae no tan agraciadamente por su pierna hasta la parte trasera de su rodilla. Sentarse en eso va a ser un infierno.

—Iré a los baños antes del primer periodo—dice Yuuri, palpando sobre el pantalón su cola de Husky—. Me las arreglaré allá dentro.

  Mari le besa la frente y sale de la habitación sin decir nada más, cola de lobo meneándose detrás de ella.

  Yuuri suspira, se arregla la corbata del uniforme y le reza a cualquier santo que quiera escucharle para que pueda encontrar una manera de solucionar todo esto antes de que sea demasiado tarde.

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