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(7) F R Í O

Gustavo lamentaba muchas cosas de su vida cada que la mente se le aburría y lo llevaba a vagar por todos los males acontecidos en su existencia. Pero no sólo lamentaba tragedias, ahora, por ejemplo, mientras corría hasta quedar sin aliento, con las piernas ardiendo por el esfuerzo, lamentaba muchísimo no saber manejar un auto y lamentaba todavía más que ese fugitivo al cual trataba de seguirle el paso, fuera un inútil de su misma clase y que tampoco supiera conducir.

          Las patrullas con sus muy escandalosas sirenas lo tenían harto y sólo le aliviaba el hecho de que no daban con ellos porque los policías de la zona nunca habían vivido una situación como esta antes y no estaban ni remotamente capacitados para sortearla con éxito. Gustavo sonrió para sus adentros y agradeció por primera vez a la policía corrupta, violadora y asesina que los resguardaba falsamente, ya que ahora, y gracias a su reprochable conducta anterior, podían librarse de los uniformados con una efectividad bochornosa.

          Supo exactamente cuándo dejaron atrás la frontera de Aninat, ya que una vez la cruzó y jamás se le borró de la memoria la vista poco alentadora; lejos quedaron de ellos los autos que daban vueltas de un lado para otro como si estuvieran persiguiendo fantasmas capaces de desvanecerse a su antojo y mucho más lejos sintió que dejaba ese trabajo extenuante como el demonio, agotador y siniestro que le quitaba la vida y no le brindaba más que unos pocos pesos para mantener el vicio.

          ⸺Mierda.

          ⸺¿Qué pasa?

          ⸺Debí traerme la tele⸺ se quejó el hombre.

          Corrieron un poco más para no tentar a la suerte, Gustavo se dio cuenta de que el híbrido tenía una resistencia imponente, que no perdía el aliento y que no lucía ni mínimamente agitado por la carrera que parecía no tener fin. La idea de un supersoldado como él era realmente lógica, sólo que terrible si el tipo no estaba de tu bando. Gustavo se preguntó sin mala intención qué haría falta para detenerlo, pues había visto al tipo recibir tiros y no dejar ver siquiera una mueca de molestia.

          Se detuvieron al adentrarse en un bosque que seguro se había formado durante el tiempo que Gustavo permaneció sometido en Aninat, pues para nada podía recordar haber visto árboles cerca de la zona; una vez conformes con su avance, se sentaron a descansar, aunque el humano lo requería muchísimo más que el híbrido.

          La fortuna parecía a su favor, pues las hojas de los árboles no habían caído durante el otoño, el hombre apenas recordaba cómo cambiaba la naturaleza ante el paso de las estaciones, así que mucho menos podía saber que había árboles de hojas caducas y otros de hojas perennes. En su mente ignorante, sólo se dejó llevar por la conveniencia del escudo natural con el que se habían topado.

          Los árboles eran altos en su gran mayoría, aunque parecía ser que el bosque había crecido a distintos tiempos, algunos eran muy jóvenes y delgados y otros gruesos y enormes, tanto como para hacer que C-04 se viera pequeño, aunque ninguno era lo suficientemente frondoso y Gustavo atribuyó cualquier presumible defecto al tiempo en que comenzaron a crecer, no mucho tiempo después del cese al fuego. Se preguntó entonces si acaso esa zona había sido dañada colateralmente durante el bombardeo nuclear y para nada le extrañó que la ciudad de los obreros fuera erguida conscientemente en una tierra contaminada.

          La naturaleza era extraña y creaba vida en zonas inhóspitas que los humanos descartaban sin remordimientos y, sin embargo, ellos levantaban sus edificios, pavimentaban las calles y creaban sus horrendas ciudades grises, pequeñas y tristes. No tenían el toque estético de la madre tierra y nunca lo tendrían, porque los humanos que quedaban habían perdido el respeto por la vida y le habían quitado el gusto de vivir a otros.

          Gustavo acarició el tronco del árbol que tenía al lado, luego buscó una hoja caída y también se entretuvo con ella en sus manos, hacían demasiados años ya que no estaba en contacto con la flora, sintió entonces una extraña nostalgia. C-04 lo observó sin interrumpirlo, su habilidad para quedarse perfectamente quieto y su calmada respiración le permitía pasar desapercibido y apreciar sin molestar la interacción curiosa del hombre con el bosque.

          El híbrido no entendía la fascinación que suscitaba el contacto con la naturaleza en el humano, así que él mismo tocó con la yema de sus dedos corteza, aunque su ejercicio no le permitió comprender; de todos modos, él sí estaba disfrutando del acercamiento juguetón del hombre con el ambiente, era agradable ver cómo intentaba disimular el disfrute que le causaba juguetear con lo que tenía a su alrededor, sin ser capaz de opacar el brillo que se había apoderado de sus ojos. C-04 esperaba que ese momento se grabara en su memoria.

          Luego de su reencuentro con la naturaleza, el humano rebuscó en su mochila, dolía no contar con agua, pero debía saciarse de algún modo, así que sacó un cigarrillo, un encendedor y a su hermano a la espera de que pudiera tomar aire, porque el encierro seguro no le haría bien. C-04 no hizo ningún comentario, negó con la cabeza el cilindro que le ofreció Gustavo y luego lo dejó fumar, esperó a que guardara todo y se puso de pie al mismo tiempo que él.

          ⸺No actúes como un perro frente a mí. Eres tú el que manda, así que dime qué hacer.

          ⸺¿Por qué mando yo?

          ⸺Porque eres el tipo que dijo "si no vienes conmigo, no me moveré de tu lado".

          ⸺Significa que tú eres lo más importante.

          ⸺Voy a ignorar tu extraña forma de expresarte de aquí en adelante. Debes tener algo en mente, mmm... Bien. Dime algo de ese laboratorio, ¿dónde estaba? Mi hermano no trabajaba en Aninat, así que debió estar...⸺ Gustavo esperaba que C-04 terminara la frase, sólo que él parecía no comprender⸺ en.... ¿en...?

          ⸺¿Otro lugar?⸺ el segundo intento fue tan decepcionante como el primero.

          ⸺Sí. ¿Cuál? ¿Estaba en Larrieu?

          ⸺No lo sé.

          ⸺Me lo pones muy difícil⸺ Gustavo se frotó el rostro, cansado del sonido de su propia voz⸺. Creo que deberíamos buscar un refugio, si nos quedamos en la intemperie, el frío nos hará querer regresar. Al menos es temprano todavía, tenemos tiempo de sobra.

          ⸺Está bien.

          ⸺Había un campamento de refugiados en algún lugar cerca de Aninat, pero no tanto, y tengo la esperanza de que algo quede, aunque también será, probablemente, el primer sitio que registrarán. Tal vez podamos pasar la noche ahí, tal vez nos atrapen antes de llegar. Honestamente no sé qué pase, pero si algo sucede, debes correr. Escapa y ya.

          ⸺No.

          ⸺No más cursilerías, en serio⸺ advirtió el hombre frunciendo el ceño y comenzó a caminar.

          Gustavo era uno de los que creían que no habría más días soleados sin importar el tiempo, pero ahora se sentía extrañamente vivo. Había algo único en su huida, que era, sin importar cómo se la mirara, una clara decisión suicida y todavía así le llegaban esas emociones preciosas que le parecían tan abrumadoramente ajenas. Era extraño querer sonreír, incluso con Vicente metido en la mochila y con ese sujeto raro que le seguía los pasos. No podía renegar de esas emociones estimulantes y deliciosas que venían luego de captar una brisa por muy fría que fuera, luego de pisar algunas hojas y ramas, de tocar troncos y sentir la tierra por primera vez en más de una década.

          El campamento estaba en el lugar que recordaba de milagro, había sido levantado en la miseria y así se había mantenido, pero Gustavo habitó en lugares más deplorables, así que buscó el mejor peor sitio y allí los instaló, hizo fuego con lo que encontró, puso sus manos bien cerca y se las frotó al calor de las llamas con exageración para enseñarle al híbrido lo que debía hacer con las suyas y, así, quitarles el enrojecimiento evidente causado por el frío.

          El invierno iba a matarlos antes que la policía si no encontraban un mejor lugar y tal vez ese extraño sujeto era un verdadero embustero, porque estaba temblando, con sus oscuros labios morados y una expresión dolorosa en el rostro.

          ⸺Si un supersoldado muere de frío, entonces nunca fue super⸺ comentó Gustavo acomodándose junto a C-04.

          ⸺Mi raza es débil al frío⸺ aclaró temblando⸺, pero somos resistentes al calor.

          ⸺La mitad de tu raza⸺ le corrigió como si fuera un entendido en el tema el hombre y sonrió por sus propias palabras⸺. Quédate a mi lado, no hay ruido por aquí, nadie nos siguió, así que podemos dormir tranquilos. Mañana buscaremos algo mejor.

          ⸺Bueno.

          El híbrido actuó diligentemente, nada de trabas, Gustavo sabía que sería así, parecía obedecer sus palabras sin problemas, excepto sus negativas en Aninat, claro; tampoco rehuía del contacto físico y, aunque el hombre no apreciaba tal proximidad con nadie, incluyendo a su hermano, no le molestaba del todo mantenerse cerca del extraño sujeto. Era otra persona cuando estaba junto a él. No había duda de ello.

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