35. Averígualo.
Capitulo 35.
Cambié de canal en la TV una y otra vez hasta que lo deje en una película de zombies.
—No me gustan los zombies.— se quejó Noah con las piernas de May sobre las suyas. Estaban acostados en el otro sofá, que por suerte hay dos.
—Me quedan horas de humana. Cállate.— lo miré enojada y él entrecerró los ojos.
Ya habían pasado dos semanas desde que me metieron aquí. Estaba distraída porque ellos no se iban pero no podía dejar de pensar en lo que ocurría en el exterior.
Sentí un beso en la mejilla haciendo que el enfado se me vaya. Volteo a Ojos Grises y él me observa divertido.
—Ya no serás humana.—
—Que tú lo veas de forma divertida esta muy mal porque literalmente estoy muriendo y odio tener los oídos y ojos sensibles.—
—Son parte de los cambios.—
—Si, lo recuerdo.—
—Yo también.— dio una mordida suave al oído y cerré los ojos. —Recuerdo lo que sucedió antes de que bebieras mi sangre.— susurró y besó la parte descubierta de mi cuello.
—Oigan.— habló Noah con voz dura. Quería reír. Noah es como el profe de los bailes del instituto.
—Sí no fuera por que esta es tu cabaña y es el lugar donde Skyler esta a salvo, juro que no verías la luz del sol nunca más.—
—¡Oye! No le hables así. Terminen los dos con esto.— los observe y seguían enfadados. Joder.
Suspire mas tranquila ya que se callaron y aliviaron el zumbido de mis oídos. Mire el vaso con agua que había en la mesita y me pregunté: ¿Podía comer como la gente siendo licántropo? ¿Podía tomar agua o comer dulces?
—Alguien ¿Tiene caramelos?— susurré con la voz apagada. Hubo silencio por ambos lados y miré que ella buscaba en su cartera.
—Ten.— sonreí.
—Gracias.— era de fresa. Amaba ese sabor. Con un poco de miedo a que sea mi último caramelo en toda la vida, lo comí.
—Sky, todavía hay algo que debes hacer antes de tu transformación.— miré a Ojos grises.
—¿Qué debo hacer?— suspiró tomando mi mano.
—Deberás despedirte de Ellen. Ella debe olvidarte, no puedes continuar con ella.— sentí mis ojos humedecerse.
—¿Por qué? Ella es... no puedo.— susurré. Ellen era mi supuesta madre. No puedo despedirme de ella tan fácilmente. —¿Le borrarás tú la memoria? ¿Le dirás que jamás me conoció?—
—Ella jamás te conoció.— fruncí el ceño confundida. —Sólo despídete.— me entregó un teléfono negro y me quedé sin habla.
Siempre había pensado que Ellen era la que me cuidó, crío y protegió. Pero no era así. Hubo un hombre que lo hizo y no se quién pudo ser. Pensaba que ella se preocupaba por mí, que cuando me contaba lo que hacía de niña era real y quizás lo era pero ella no le presenció, sólo fueron cosas que le dijo ese hombre por que sé que era un vampiro. Mi madre no me dejaría con un humano. O eso creo yo.
Con las manos temblorosas marqué en número de Ellen y esperé a que contestara mientras que una idea cayó sobre mi mente. El hombre con el que me dejó mi madre era de confianza pero ese mismo hombre me dejó con Ellen y Ojos grises dice que siempre me vigila.
¿Será que conozco al hombre que me cuidó de niña y lo sigue haciendo hasta ahora pero nunca me... habla?
—¿Hola?— preguntó del otro lado.
—Soy yo. Skyler.— susurré.
—¡Skyler! ¡Dios santo! ¿Cómo estás? Dylan me ha dicho que estás mejor con tu enfermedad y no puedo ir a verte, cariño.— miré extraña a Ojos grises y el asintió de acuerdo.
—Ellen, yo... quizás... no vuelva.— mis ojos picaban.
—Oh, Skyler. Sé que mejorarás. Dylan te ayudará.—
—Si, lo sé. Lo hará.— acaricie el dorso de su mano.
—Déjame decirte que estoy muy orgullosa de ti. Por todo lo que has pasado y me encanta que seas así de fuerte. Debes serlo hasta tu último día.— sonreí.
—Gracias, Ellen.—
—Mejorarás y saldrás en los periódicos cómo lo buena persona que eres. Serás la primera en salir de esa clínica. Te lo prometo.—
Sentí un hueco en mi pecho.
—Te quiero Ellen. Gracias por todo.— susurré mordiendo mis labios. No quiero que sepa que estoy por llorar.
—Yo también, Sky. Eres como una hija para mi.— cerré los ojos dejando escapar unas lágrimas.
—Recordé a tu nieto. Por favor, debes cuidarlo y mimarlo. A tu hijo sólo repítele que necesita un trabajo digno. Y no dejes que te use, Ellen.—
—No lo dejaré. Esta claro lo que quería de mi hace muchos años pero no podía negarlo. Soy su madre.—
—Y el único amor verdadero que tendrá en su vida es el de su madre.—
—Gracias. Debo irme, me necesitan.— asentí aun que no pudiera verme.
—Adiós Ellen.— se despidió y colgó.
¿No la veré más? ¿No estaré en contacto con ella? ¿Jamás me recordará?
—No le borres la memoria, por favor.— sujete sus manos mientras miraba sus ojos.
—Sky... es un riesgo...—
—Por favor.— hubo duda en ellos y algo de decisión.
—No quiero que te sientas culpable si le ocurre algo.— no le preste atención.
—Ella piensa que estoy en una clínica. No creo que la busquen sí no sabe dónde estoy.—
—Sí quieres que te recuerde, no la veas. Debes dejar de verla y menos hablarle. Ella te recordará pero tú no te acercarás. Es peligroso.—
Es cómo lo había pensado en un principio. Estar con ella es un peligro a que le ocurra algo.
—¿Quieres ir a dormir?— susurró despacio y asentí como niña pequeña.
Me levanté del sillón y me despedí de May y Noah que me miraban preocupados pero les sonreí con pocas fuerzas. Caminé hacia el baño y comencé a bañarme. Mi última ducha como humana. Estoy siendo ridícula pero siento nostalgia. Siento que perderé muchos privilegios y no quiero dañar a nadie. Ese es mi mayor miedo. Dañar a los que tengo cerca mío y más cuando no sé sobre este estúpido poder.
Salí del baño con una toalla envuelta y antes de que entre Ojos grises, sujeto su cintura y lo abrazo. Mi cálido cuerpo se adhiere al frío cuerpo de él. Que impresionante diferencia. Besa mi sien y lo dejó que vaya a bañarse.
Me acuesto en la cama cuando ya tengo el pijama puesto. Por lo que sé los vampiros duermen pero no sé sí sueñan. Los licántropos comen normal pero creo que yo también deberé beber sangre.
Cerré los ojos y recordé mi vida de humana. No era tan hermosa pero era común o eso creo.
Hace unos meses creía que Ellen me había mandado de casa en casa por su decisión pero ahora sé que la estuvieron manipulando.
Sentí que se undio la cama a mi lado y unos brazos me envolvieron.
—No llores.— besó mis mejillas que hasta ahora no sabía que tenían lágrimas.
Escondí mi cabeza en el hueco de su cuello y él acarició mi cabello.
—Ella te recordará, lo prometo y no es tan mala la vida de un vampiro o licántropo ¿Sabes? Quizás tienen más leyes o autoridades pero es como ser humano.—
—Entonces me concentraré en la parte licántropo para comer porque no beberé sangre.— frunció el ceño.
—¿Segura que no quieres beber sangre?— giró mi cuerpo y quedó sobre el mío. —¿No beberás mi sangre?— fue hacia mi cuello y lo besó.
—Lo... pensaré.— sus manos acariciaron mis piernas y sin previo aviso mordió mi cuello haciendo que suelte un jadeo. Comenzó a beber y acariciar todo mi cuerpo mientras yo deliraba. La sensación era extraña pero muy placentera.
—Basta... beberás de más.— sujete su cabello soltando un gemido.
Se separó y me observó, pequeños hilos de sangre se deslizaban por su boca y barbilla. Sus labios estaban rojos y quizás algunos lo encuentran terrorífico pero para mi lo encontraba muy sexy.
Me aproxime a él y junte nuestros labios. Mordí y besé los suyos con ganas mientras acariciaba sus mejillas. El sabor de mi sangre y con sus labios me volvían loca.
—Te amo, Skyler.— susurró sobre mis labios y abrace su cuello.
—Yo también.— con sus labios ya limpios por mi causa, besó mi frente.
Descansó a mi lado y me apoyé sobre él. Sólo recuerdo que acariciaba mi espalda mientras yo me dormía muy tranquila en sus brazos.
[*]
Sentí un dolor en mi parte baja ¿Será mi abdomen? Lancé un gruñido, eran como puntadas.
—Mierda.— susurré agarrándome el abdomen. Miré la ventana y ya podría decirse que recién estaba amaneciendo. A mi lado no estaba Ojos grises y me alarme.
Intenté bajar de la cama pero me dolía mucho.
—¿Qué te ocurre?— Ojos grises vino rápidamente hacia mi.
—Duele... duele mucho mi abdomen.— besó mi cabeza.
—Sky, tu cuerpo esta cambiando.—
—Lo sé pero... duele mucho.—
—Tu cuerpo en completo esta cambiando. Tus órganos, todo.—
—Pero... ¡Ah!— grité de dolor por mis huesos, estaban calientes y dolía el agarre de Ojos grises. —Suéltame.— susurré y dejó mi cuerpo. Caí en el suelo respirando agitado y sosteniéndome.
Todo mi cuerpo dolía y me costaba respirar. Me dolía la panza ¿Era hambre? ¿Quería sangre o qué? Sentí mí garganta seca. Quería sangre, maldición. No puede ser.
—¿Qué ocurre?—
—Le duele todo, Noah. No sé que hacer.— escuché su voz un poco desesperada.
—Estoy bien... yo... duele pero estoy bien.— murmuré y me senté con cuidado. —No me toques.— dije cuando May se aproximaba.
—¿Qué sientes? ¿Quieres algo o necesitas algo?—
—Sangre.— murmuré de inmediato. —Quiero sangre.— un silencio se apoderó de la habitación pero no podía negarlo. Quería sangre y no cualquiera. Quería la de él.
—Por favor cuídala.— murmuró May hacia Ojos grises o eso creo.
—¡Ah!— grité de dolor por mi espalda. Los huesos se habían hecho grandes pero luego se achicaron. Lo sentí dentro de mi.
—¡Joder Dylan! ¡Dale tu maldita sangre!— gritó Noah y sujete mi estómago fuertemente.
Al rato olí su sangre. Dios, es riquísimo. Lo busqué con la mirada y estaba allí, con la herida en su brazo, ofreciéndome. Joder. Me acerqué y cuando mis labios tuvieron contacto con su sangre se me fue difícil retener un gemido y poner mi rostro de satisfacción.
Cada vez que bebía, mi cuerpo se relajaba. Sentía todo tranquilo y en su lugar. Todo estaba bien en mí, por dentro y por fuera. Pasé mi lengua por la herida saboreando cada milímetro de sangre y evitando para que no se cierre rápido. Me separe cuando estuve satisfecha y observé mi alrededor.
—De alguna u otra forma, la sangre de Dylan te curó, por eso no hay dolor.— murmuró May al verme algo... con temor. Miré a Ojos grises que estaba más calmado.
—¿Estas bien?— él sonrío y sentí derretirme.
—Sí, Sky. Estoy bien. ¿Ya no te duele nada?— negué con la cabeza e inmediatamente sus brazos me rodearon.
—Linda manera de empezar mi cumpleaños.—
—Me asustaste.— miré sobre su hombro y vi a May sujetando la mano de Noah. Sonreí en su dirección y ellos también. Salieron de la habitación, cerrando la puerta mientras yo veía a Ojos grises.
—Yo también me asusté.— dejó una mecha detrás de mi oreja y acercó su rostro a mis labios. Mordió mis labios y besó cada parte de ellos haciendo que me pierda en él.
—Vas a matarme.— besé sus labios lentamente.
—Ya estas muerto.— rió. Esa risa es hermosa, me llena de alegría. —Me encanta escucharte reír.— sus ojos seguían en los míos y juré ver un brillo en ellos.
—Tú lo provocas.— me besó otra vez dejándome sin respirar.
[*]
—Comerás el pastel. Yo misma lo hice y Noah siempre trató de comer algo de él.—
Suspire al ver ese hermoso pastel de chocolate con crema sobre él y unas velitas improvisadas. Miré a Ojos grises que me veía con una sonrisa.
—¿Qué?—
—¿Qué de qué?—
—¿Por qué sonríes? ¿Es gracioso para ti?— niega sonriendo.
—Luces tierna.— miré sus ojos y vi la verdad en ellos. Me decía la verdad y eso me lleno de cariño todo el cuerpo. Le sonreí de vuelta y me incorporé cuando May quería encender las velas.
—No me gusta que lo canten...—
—¡Enana! ¡Es tu último cumpleaños por favor!— gritó Noah desde la cocina y luego vino corriendo hacia nosotros.
—¿De veras piensas que no lo cantaremos? Corrijo. ¿De veras piensas que te haremos caso?— rodé los ojos.
—Ya, préndela. Se hace tarde.— recordé al ver el reloj.
Eran las cinco de la tarde. Se habían tomado el tiempo de irse, dejándome con Ojos grises mientras ellos salían a no sé dónde. El pastel ya estaba listo desde la mañana porque May se levantó temprano y mi problemita sucedió cerca de la una de la tarde. Sí, me había levantado tarde.
—Malhumorada.— murmuró al prender las velitas. —Muy bien, prepárate.— cerré los ojos. ¡Qué incómodo!
Comenzaron a cantar los tres. Noah estaba a mi lado derecho aplaudiendo increíblemente fuerte mientras que May se hacía la cantante. A la hora de mi nombre escuché un susurro. Miré a Ojos grises pidiéndole ayuda pero él sólo me veía con dulzura como si quisiera abrazarme pero a la vez sentí dolor en mi pecho y supe que era debido a él ya que su voz era... emocionada.
—¡Oh! ¡Si! ¡Rostro en crema!— gritó Noah y me corrí hacia un costado antes de que su mano me empuje al pastel.
—¡No idiota! ¡Las velas están encendidas!— May le pegó en la cabeza y me miró con una sonrisa. —Pide los deseos, Sky.—
Suspire muy profundo. ¿Qué iba pedir? Miré las velas que se derretían muy lentamente. Quizás pida un auto, o una casa, o que Ellen este bien.
Por lo que sé son tres. Asique aquí vamos. Deseo que Ellen este bien. Deseo que...pueda superar esta mierda que me tocó ser. Y deseo...
Miré a Ojos grises que me observaba. Todavía con ese sentimiento de lástima. Sonreí.
Y deseo que él se quede conmigo.
Soplé las velas e inmediatamente Noah toma el pastel.
—Vamos May, córtalo de una vez.— ella rió y comenzó a repartir porciones.
—Ten.— murmuró May al dejar de repartir. Era un regalo.
—May.—
—Sólo acéptalo.— abrí la caja y eran unas zapatillas converse de tela negra en botitas. Me encanta.
—Gracias. No era necesario.— la abracé.
—¿Te adelantaste? Joder, May.— se quejó Noah y me giré a él. —No es el mejor regalo pero lo hicimos entre Jean y yo.— sacó una pulsera de su bolsillo con un dije de la luna bien tallado en él. Había pequeñas estrellas a su alrededor y no pude más que sonreír.
—Es hermoso, Noah.— salí del agarre de May y abracé a Noah muy fuerte. —Dile gracias a Jean, también.—
—Le gustará saberlo.—
May llevó el pastel a la heladera seguida de Noah ya que el niño quería un poco más de crema.
—¿Te olvidas de mí?— abrazó mi cintura y me giré a él.
—Jamás.— besé cortamente sus labios y una mano me soltó. Bajé la mirada y en ella había una cajita azul. —¿Me propondrás matrimonio?— lanzó una carcajada acompañada de la mía.
—Averígualo.— negué sonriendo y abrí la cajita. Casi se me cae de las manos.
Era un collar plateado, brillaba a más no poder y en su centro tenía mi nombre con unas hermosas letras y era tan delicado que pensé que se rompería con solo respirar cerca de él.
—Es perfecto.—
—Bueno, alguien perfecto debe tener algo perfecto ¿No crees?— miré sus ojos emocionada y besé sus labios.
—Te amo.— dejé varios besos en su rostro mientras él reía.
Las horas pasaban y comíamos el pastel. May y Noah volvieron muy felices de la cocina. No quiero ni pensar que es lo que hicieron. Estábamos en ronda, Ojos grises tenía una de mis piernas sobre las suyas mientras la acariciaba y yo comía mi pastel de chocolate. May me contaba lo que Noah apostó con él sobre Zoe y Jean. Quería reír por lo que dijo.
Habían apostado sobre dejarla un momento a solas con Jean para ver que ocurría. Sí se besaban o no. Noah sabía que jamás se besaron pero al hacerlo hicieron más que eso entonces May no podía dejar de reírse en silencio mientras que Noah se tapaba los oídos.
A mi no me gustaría escuchar a mi hermano tener sexo con alguien.
Reían entre ellos y me sentí feliz. Nunca necesite a mis padres y creo que jamás lo haré.
Miré a Ojos grises y me sonrió, le devolví la sonrisa y sujete su mano junto con mi collar. Me encantaba. Y a él lo amo. Mucho.
—¿Alguien quiere más para beber?—
—Yo, por favor. Y no le des a May que seguramente estará borracha en dos minutos.— reí y me levanté de mi asiento.
Y en ese momento la felicidad se esfumo.
El dolor de huesos había vuelto y la sed de sangre aún peor.
Vi el rostro de Ojos grises contraerse al ver que me caía al suelo pero fue lo suficientemente veloz para sostener mi cabeza.
Mi espalda se encorvó haciendo que suenen todos mis huesos y duela hasta la muerte.
Ya había comenzado.
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