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💉| Capítulo 9. |💉

|PAIN–OFF|
CAPÍTULO 9.
“QUIZÁS... ”

—–Bien, camina con cuidado...

—–Está bien, tío...

Habia pasado un día, Kira se quedó en el hospital por observación, pero afortunadamente el golpe que recibió no fue tan grave y el tratamiento no duró más de doce horas. Recién llegaban del hospital, de vuelta a casa. Tadaomi ayudaba a Kira a llegar a la puerta, enteraron al departamento y la sentó en el sofá con cuidado. Luego se fue a buscar el resto de cosas que tenía en su auto.

Kira observó al techo con inexpresión como siempre lo hacía con todo. Tenía en su nariz una bandita que el doctor le había puesto. Abrió sus brazos y se recostó completamente en el espaldar del sofá, comenzando a pensar en lo absolutamente nada. Su conejo la recibió con alegría, y apenas sintió unas pequeñas y suaves patitas sobre sus piernas, bajó la mirada para acariciar a su mascota con amor, a pesar de que no podía sonreír. De todas maneras, el pequeño conejo podía sentir por las caricias que su dueña de verdad lo amaba con su vida.

Al escuchar que la puerta se abría y unos cuantos quejidos de su tío, Kira dirigió su mirada hacia la entrada, encontrándose con un pulpo/humano. Bueno, ella no era tonta, sabía bien que ese intento de disfraz era Koro sensei, simplemente llevaba sobre su cabeza una fea peluca para ocultar su calva amarilla y una nariz grande y graciosa que hacía que se viera ridículo. Ladeó un poco la cabeza, observando que el pulpo entraba sin el permiso de su tío, acercándose después a ella con unas cuantas bolsas.

—–Hola, Kira-chan.—saludó Koro sensei, con su típica sonrisa.

Kira simplemente colocó a un lado a su conejo, tomando entonces las bolsas que el pulpo sostenía en sus tentáculos. Era obvio que esas bolsas eran para ella, había visto desde que llegó aquella etiqueta típica de un regalo, un “de, para” que decía su nombre por todas partes.

—–Koro sensei, mi nombre se escribe “Kira” nada más, no “Kirah”—corrigió ella. Había reconocido su letra.

—–¡Ay, no!—se lamentó él.—–Lo siento tanto, Kira-chan... Pero yo no los escribí...

Ella no le dio importancia, simplemente abrió las bolsas con una ceja levantada levemente. Al observar lo que había dentro, no pudo evitar sentir cómo sus ojos se aguaban levemente por la pequeña emoción que aquel detalle le propinaba.

—–Son dangos ... Pequeños dangos...—murmuró ella, sintiendo cómo su voz se quebraba.

Esas lágrimas que corrían por sus mejillas como un leve río eran solamente de felicidad, y aunque se odiaba por llorar en frente de un extraño, alguien más que su tío, lo ignoraba mientras abrazaba a los dangos con incluso una suave sonrisa mientras sus sollozos se escuchaban en la habitación. Karasuma no evitó sentir como su corazón se retorcía de ternura en ver a su querida sobrina tan feliz, incluso estaba sonriendo y llorando. Él sonrió, debía admitir que había sido un lindo gesto por parte del pulpo.

—–Todos en la clase lamentan lo que te pasó, Kira-chan. Por eso, compré estos dangos lo más parecidos a todos nosotros. Incluso hay uno mío.

—–Me encantan...—ella interrumpió, como una pequeña niña, abrazando sus dangos sin querer soltarlos.—Gracias... Koro sensei...

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Por los efectos de la medicina y acompañada de las lágrimas, Kira se quedó profundamente dormida en el sofá, abrazando a sus nuevos peluches dango y a su conejito mascota. Se veía tan tranquila recostada. Karasuma por otra parte, estaba afuera con Koro sensei, guardando unas cosas en su auto y organizando mejor la cajuela.

—–Debo agradecer por eso, hace mucho que Kira no sonríe así.

—–¿De verdad?—preguntó Koro sensei, incrédulo.—–Eso es algo impresionante...

—–Bueno, si te pusieras en sus zapatos... Tampoco habrían razones para sonreír...

Tenía una madre alcohólica y violenta, un padre que no se preocupaba por ella, una enfermedad que en cualquier momento podría acabarla, una vida social colapsada... Quizás haberla cambiado a la clase E no había sido mala idea. Los chicos han mostrado que ella les importa, y ahora, Karasuma puede estar más tranquilo con respecto a ello. Aunque aún no dejaba de fastidiarle el hecho de que mañana ella debía de regresar a la escuela, y por ende comenzar por primera vez con los arduos entrenamientos de educación física.

—–Sé que ella es una chica especial...—soltó Koro entre el silencio incómodo, hizo que Karasuma se tensara.—–Creo que lo mejor que haz hecho por ella es juntarla con esos chicos.

Después de todo, era la clase E, la clase de marginados. Un lugar en donde ella podría pertenecer tal vez.

—–Si...—murmuraba él, terminando de acomodar unas cajas pequeñas.—–Oye, te faltó uno.

Al final de la cajuela, había una pequeña caja. En ella traía un dango un poco más grande que los otros, además de ello, tenía a su lado a un peluche de oso blanco que decía “mejorate” y sus dulces de dango preferidos abrazándolo. Se le hizo algo extraño, pero, simplemente lo sacó de la cajuela para mostrarlo al pulpo.

—–Eso no es mío...

Aquellas palabras fueron aún más raras, pero, Karasuma decidió ignorar aquello y simplemente llevarlo a la casa. Le cerró la puerta a Koro sensei no sin agradecerle por el detalle, y sin más llevó a Kira a su habitación para dormir, luego, dejó a un lado ese regalo.

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Bien, ¿hiciste lo que te pedí?

Gakushuu hablaba por teléfono en su habitación, encerrado. Preguntaba si su encargo ya estaba hecho.

—–Seguramente le gustará, gracias...

Sé lo que están pensando, y sí, es así, él fue quien le dejó el misterioso regalo a la pelo violeta, quin aún descansaba tiernamente en su cama entre muñecos. Cuando se enteró de que ella había sido llevada al hospital, casi colapsó por la histeria que sentía al tan sólo imaginar un mundo sin su querida violeta, una muchacha que lo tenía todo para volverlo loco. Tal vez lo llamas enfermizo, pero para él, eso era amor y genuino amor.

Tan sólo esperaba que le gustara, luego, continuaría averiguando más sobre ella para buscar con qué otras cosas podría conquistar a la sería y estoica chica.

Su padre se interpondrá entre ellos si se llega a enterar, pero en realidad no le interesaba si contaba con la felicidad de su querida violeta.

Mientras tanto y por otro lado, estaba en su solitaria mansión un pelirrojo solitario quien veía hacia la ciudad en plena noche, con una sonrisa juguetona y un poco escalofriante. Él pensaba en lo que había sucedido en esos dos días de conocer a Issei. En tan solamente dos días compartidos, ella demostraba ser genuina, única, irrepetible. No dejaba de pensar en su lindo cabello largo y en su potente olor a uva. Casi se volvía como una droga. Bueno, quizás exagero. Aún así, a pesar de su apariencia, demostró también ser tan hábil como para herir al sensei en tan poco tiempo que rápidamente la estoica chica demostraba potencial. Tan sólo quería seguir preguntándole a Nagisa, quien era el más cercano a Issei, más cosas sobre ella.

—–Es simplemente una chica interesante... Nada más...

Y el hecho de que lo hubiera rechazado, de que no le temiera como otros...

Llamaba más su curiosidad...

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Nuevamente, el sol chocó contra el rostro de la suave y cuidada piel de la peli violeta, quien a diferencia de otros días, ella despertaba con un gesto de agrado y de querer caminar y saludar. Observó a su alrededor a su mascota y a sus muñecos, que agradable se sentía el tenerlos a todos a su lado, se sentía casi como si conviviera más con sus peculiares compañeros. Pero, llamó su atención aquel muñeco en el nochero, ese no lo había visto ayer. Tal vez había sido un regalo que llegó tarde. Se sentó en la cama con cuidado y lo observó, que confusión, no traía el nombre, solamente decía “mejorate” y no pudo ser de Nagisa, puesto que él la conoce casi como su tío, y sabe bien que no le agrada mucho que los osos lleven corazón. Aun así, ignorarla eso, lo que interesaba era el detalle. Bajó de la cama, puso sus pantuflas y se encontró con su tío quien además de contento, estaba sorprendido por verla despierta. Su mañana ocurrió como siempre.

Cuando llegó al salón sintió como todos la abordaba con sonrisas y saludos, ella correspondía, pero de manera inexpresiva. Claro que eso no evitaba que ella se sintiera agradecida por ellos, y que les agradaba su presencia y saludos. Vio a lo lejos a su querido amigo Nagisa, lo saludó desde su puesto y fue a su asiento. Se sentó donde siempre, pero esta vez no ignoró a la chica de cabello negro y corto que estaba a su lado, Kirara, con quien intercambió palabras y  con quien de hecho tenían muchos pensamientos en común. A ambas les gustaba asustar, las películas de terror y cosas relacionadas con la muerte y asuntos paranormales, además de que según compañeros, eran casi parecidas.

¡Vaya, miren eso! Kira tiene una nueva amiga.

Quizás las cosas no sean tan malas en su vida después de todo, tal vez si hayan cosas buenas.

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