💉 |Capítulo 17.|💉
|𝐏𝐀𝐈𝐍–𝐎𝐅𝐅|
CAPÍTULO 17.
“FRÁGIL”
—–Descansemos un momento. Kira-san necesita sentarse.—mencionó Kanzaki, deteniendo el paso frente a una tienda.—–Puedes sentarte aquí y descansar tus pies, Kira-san.
La violeta simplemente suspiró sin poder hacer otra cosa, sentándose en la banca y acomodando su paraguas para quedarse en la sombra que éste le brindaba. Miró a la azabache por un momento. Ella siempre era amable y callada, no se le hacía extraño su gesto, pero Kira sentía que los estaba retrasando mucho en la pequeña “excursión”. Ella nisiquiera pedía las paradas, siempre eran pedidas por Nagisa o Kanzaki, o Sugino muy de vez en cuando, diciendo que necesitaban descansar para no agitar mucho a su compañera.
La hacían sentir algo inútil.
Al sentarse en el banco, Kira suspiró con pesadez y acomodó por consiguiente el paraguas de color lila que la ayudaba a cubrirse del sol. Comenzaba a sentirse un vampiro que a duras penas podía salir bajo el cálido sol del día. Aún así, sabía que por mucho bloqueador que se echara, no podría evitar quemarse un poco gracias a los rayos UV que lanza el gigante amarillo. También sabía que no tenía otra opción, así como sus compañeros que debían seguir la meticulosa lista de cuidados que su tío, y también profesor de su salón, les había dado como condición para dejar que Kira fuera con ellos. La hacían sentir como una muñeca de porcelana, pero por ahora sólo debía mantener la cabeza gacha y no decir nada. Debía agradecer que por lo menos, pudo salir sin tener a su tío como escolta.
—–Kira-chan.~
La violeta levantó la mirada al escuchar que la llamaban por su nombre. Su rostro no demoró en encontrarse con otro, el cuál aviolaba su espacio personal y por lo tanto mostraba una sonrisa tanto divertida y triunfal, expectante a ver cómo reaccionaría por la cercanía tan repentina e incómoda. Aún así, por muy cerca que estuviera, Kira no se inmutó por motivo alguno, en su lugar ladeó la cabeza un poco y esperó atenta y en silencio, a que dicho pelirrojo comenzara a hablar y le diera razones del por qué la llamó.
Dicho pelirrojo de ojos ámbar reconocía haberse sorprendido por la reacción de la pelilila. Por ninguna circunstancia se había esperado dicha reacción tan corta de ánimo y sentimiento, llena de total desinterés y sequedad. Quizá Kira no lo sabía, pero a los ojos de Karma como para otros chicos con gustos raros, la volvían realmente atractiva. ¿O a qué chico no le gustaría tratar con una linda chica misteriosa, de la que no tienes ni idea, ni siquiera de su pasado pero bastante que se habla? No suelen encontrarse así. Karma volvió a enderezar su postura, mostrando aquella juguetona sonrisa que lo caracteriza como siempre, para después acercarle a la inexpresiva chica un vaso con helado. El color de dicho era igual al de su cabello y ojos, violeta, lila, un lindo color de mora, que a la vez era dulce muy en el fondo, así como Kira.
—–Se te va a derretir. Yo invito, no te preocupes.—ofreció sonriente, esperando a que la joven lo recibiera.
Kira al ver dicho postre se sorprendió un poco, cosa que sólo y únicamente sus ojos expresaron al abrirse más de lo normal. Lo recibió con gusto, pero a la vez intentaba descifrar con recelo si aquel postre tenía algo dentro, algo que pudiese hacerle daño o algo por el estilo. Kira era desconfiada, y después de todo lo que le ha pasado aquel actuar es algo normal, pero aún así, por muy desconfiada ella decidió recibirlo y tomar la cuchara de plástico dispuesta a probarlo y arriesgarse. Le confundía un poco el hecho de que Karma se haya tomado la molestia de darle uno, pero después de notar que el resto también disfrutaba de un helado como el suyo, volvió a la normalidad y decidió entonces confiar.
Cuando estaba a punto de llevarse la cuchara a la boca, ya con algo de helado, la fuerte pero a la vez cuidadosa mano del pelirrojo la detuvo. Lo primero que Kira hizo fue dedicarle una mirada fulminante y molesta, ¿entonces para qué demonios se lo había dado? Pero tan pronto el pelirrojo hizo un movimiento de cabeza para señalarle algo, la violeta notó con vergüenza que él sólo intentaba protegerla.
Del trozo de postre que Kira había tomado para comer, una abeja intentaba liberarse con fuerza y también preocupación. Ahora Kira entendía porqué tanto preámbulo. Hubiese sido una tragedia tanto para la abeja como para ella si llegase a ingerir dicha cuchara del mal.
—–Permiteme ayudarte.—habló el pelirrojo, tomando la cuchara de Kira con dicha abeja, para después votar dicha a un cesto de basura cercano. Después de unos segundos la abejita inocente salió revoloteando de ahí, sin hacer daño a nadie.—–Listo.
—–¿Y con qué cuchara voy a comer el helado? Está comenzando a convertirse en sopa.—murmuró la violeta, dejando a un lado el potesito con helado. Ahora Karma se le acercaba.—–¿Qué?
—–Acabo de recordar que Karasuma sensei me dio una cuchara.—sonrió al mostrar una, parecida a las que se usaban para darle a un bebé su papilla, de color morado y con un dango plasmado.—–Usa ésta. Al fin y al cabo, es tuya.
—–Ya no tengo cuatro años.—se quejó, negándose a comer con esa cuchara.
Demonios. Se suponía que ella había desechado esa cuchara en los rieles del tren cuando su tío no estaba viéndola, ¿cómo carajos pudo atraparla a tiempo? Bueno, Querida Kira. Tu tío te conoce muy bien.
Él tiene más de una de esas cucharas.
—–Él me dijo que con una cuchara convencional se te pueden lastimar las encías, así que es mejor evitar.—dijo el pelirrojo, sentándose junto a ella para después tomar el helado lila.—–Vamos, abre la boca Kira-chan~
Los ojos de Kira se abrieron más de lo normal al ver la pequeña burla que él le estaba haciendo, obviamente le tomaba del pelo, pero aún así, tenía razón. Por otra parte, no se atrevería a recibir dicho trozo de helado si provenía de esa cuchara. Estaba harta de esa cuchara. Se sentía muy apenada gracias a esa cuchara. Aveces no justificaba porqué su tío se preocupaba tanto por ella, y por mucho que la quiere y ella sabe que sólo quiere protegerla de los daños de la vida cotidiana, la hiere tanta protección porque la hace sentir muy inútil, frágil. Pero, tendría que continuar acostumbrándose a esos cuidados si quería ver a su tío feliz y también, sin estrés.
—–Kira-chan~ se me cansa el brazo.
Kira viendo que Karma no desistiria, ella suspiró y le quitó la cuchara junto con el helado, girando sus ojos después con alta molestia, pues por el tono de voz de Karma —que de hecho, es igual al de siempre, así que sólo se lo imaginaba así— podía inferir que se burlaba de ella.
—–Como sea. Pero no me darás el helado como si fuera una bebé.—insistió en voz baja, comenzando a comerse el helado con la cuchara de papilla.
Karma acomodó su mano sobre su rodilla para acomodarse y apoyar su cabeza en ella, sonriendo un tanto perdido al ver a Kira comer el helado con un brillo de emoción en sus ojos violetas, casi grises, pero con un rostro completamente expresivos. Comenzaba a notar que lo único que permitía a la gente averiguar qué sentía ella realmente eran sus ojos. Recordó aquella vez que logró salvarla de ser aroyada por las vías del tren, notando después en sus ojos que ese brillo no estaba. Su mirada apagada la mostraba muy triste esa vez, pero cuando jugaba con su pequeño conejito en el tren mientras llegaban a Kioto, tenía un brillito deslumbrante en sus pupilas, lo cual demostraba lo mucho que disfrutaba jugar con su pequeña mascota. Cuando está enojada, como cuando enfrentó a Terasaka, el brillo de sus ojos nuevamente se esfumó, pero esa vez, a diferencia de su expresión triste, su mirada era más oscura y siniestra que alguna otra expresión.
Bien se dice que los ojos son las puertas o ventanas del alma, y que mucha gente suele expresar lo que siente por medio de ellos, aunque no quiera, es un acto que se realiza involuntario. Pero en el caso de Kira, los ojos lo eran todo, éstos expresaban más que un alma completamente rendida que sólo vaga por la vida sin objetivo alguno. Éstos mostraban a una Kira atrapada, con ganas de solamente encontrar la eterna felicidad.
“Quizá por eso es que suele emocionarse por cosas tan pequeñas e insignificantes...”—concluyó Karma.
Notó que la violeta volvió a colocarse las gafas oscuras con vidrio de color morado, cubriendo entonces sus ojos y su alma. Al parecer, Kira ya había notado la incesante y curiosa mirada del pelirrojo, aquello no le gustaba para nada.
—–¿Mmm...? Kira-san.—llamó entonces la voz de Kayano.—–Karma-kun. Es hora de seguir.
—–Aunque si Issei-san quiere descansar un poco más, no hay problema.—agregó Kanzaki, mostrándole una sonrisa a los dos que estaban en la banca.
Kira no respondió ni tampoco las miró. Solamente dejó el helado a un lado en la banca, se acomodó sus lentes oscuros y se levantó para comenzar a caminar, alcanzando pronto a Nagisa y Sugino quienes estaban unos pasos más adelante de las chicas. Viendo que nadie se movía y esperaban de ella una opinión, Kira acomodó su sombrilla y continuó caminando en dirección a quien sabe dónde, sin esperar en realidad que la siguieran. Aunque, sabía bien que lo harían.
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Soltando un suspiro, la mujer vestida de negro con las manos estiradas sobre la cama en la que estaba acostada, se dignó a levantarse y sentarse, para después regresar su brazo y tragar el humo del cigarro. Acto seguido, en un suspiro volvió a soltarlo. Todo, cuando se supone que en las habitaciones del hotel no se puede fumar, pero como ella es, de hecho la dueña, nadie puede contradecirla. De hecho, le temen a hacerlo. Al escuchar la puerta ser tocada, ella dejó el cigarro. Lo apagó y acomodó su cabello un tanto desordenado, para después aclarar su garganta y con su voz ronca pese a sus esfuerzos de ocultarlo, dio permiso a la persona de afuera para que pasara.
Una sonrisa maliciosa pero a la vez un tanto lasciva se mostró en su rostro al encontrarse al fin con la persona a la que ella esperaba ver.
—–Finalmente estás aquí.—habló recogiendo su negro cabello, para después levantarse de la cama.—–Que gusto ver que mi mano derecha atendió a mi llamado.
—–Siempre. Señora.—murmuró en respuesta.—–Vine para informarle que mis hombres ya están listos para la misión que usted planteó.
Te estarás preguntando de qué misión está hablando ese hombre, y claro que sí es una idea malvada. De esa bruja nada bueno puede esperarse. Pero te explicaré a continuación su plan entonces.
—–Fantástico. Ya saben que deben tratar a nuestra... Invitada... Como a una muñeca de porcelana...—mencionó juntando sus manos con guantes, tomando un gesto un tanto más “emocionado”.—–Ella es una princesa.
—–Lo sé, señora.—agregó él, retrocediendo unos cuantos pasos.—–Nos encargaremos de traerla... Sana...
Cuando él dejó la habitación, la mujer cayó de rodillas al suelo sin evitar poder borrar una sonrisa genuina, pero con un porte tan macabro que a quien la viera ahora, se le detendría el corazón por tanto temor.
—–Je... Vaya... Eres mi única salida...
Ella nunca pensó que necesitaría la ayuda de ese fenómeno... Pero ahora, lo entendía, y no obtendrá un “No” como una respuesta de esa niña malcriada.
—–Me darán tanto... Tanto... Me lo debes...
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De vuelta con nuestros queridos amigos, tras caminar mucho más por todas las calles y partes recóndita de Kioto para buscar algún lugar en el que Koro sensei no se esperara un ataque o emboscada, se detuvieron a tomar un delicioso té bajo la sombra de un acentamiento solitario, pero a la vez misterioso y atrayente. El distrito Gion para ser más exactos. No había mucha gente dentro de dicho, era solitario y también, muy silencioso. Para Kira, era el paraíso. Nada podía agradarle más que el silencio, el único sonido que se escuchaba apenas era la brisa fría que corría por ahí, pero a Kira le encantaba dicha sensación. Tanto que cerró los ojos e hinchó sus pulmones de aire fresco, llegando a quitarse los lentes oscuros para tener una mejor vista de la Sombra. Le traía tanta dicha...
Hasta que todo se fue al caño por la chillona voz de Kayano. Al escucharla hablar, Kira no pudo evitar volver a su rostro tan serio y poco agradable. Incluso se atrevió a morderse la lengua como muestra de frustración.
—–Vaya. El distrito Gion apenas y muestra señales de vida.—alegó con impresión.
Se habían encaminado por un callejón silencioso. Un lugar perfecto para un asesinato o secuestro.
—–Sí. El distrito está hecho para las tiendas que no quieren turistas. Nadie suele pasearse por estos lares, así que por eso escogí esta ruta... Es perfecta para un asesinato.—soltó Kanzani, con una mano bajo su barbilla.
Mientras Kayano felicitaba a Kanzaki por su ingeniosa sugerencia, Kira detuvo su paso al sentir de pronto que la atmósfera oscura del callejón se ensuciaba con presencias no deseadas. La violeta se tensó, hasta ver que sus sospechas fueron confirmadas. No estaban solos, y los tipos con aires de bravucón frente y detrás de ellos lo confirmaban. Sin embargo, pese a que el resto de las chicas se asustó, Kira se dispuso solamente a cerrar su sombrilla, con un gesto muy sereno en su rostro.
—–Son los del tren.—murmuró la violeta, llamando la atención de sus compañeros.
En efecto. Algunos de ellos Kira los reconoció por su uniforme de color negro. Eran parte de una escuela, y también se veían más mayores que ellos.
—–¡Vaya! ¡Pero si resulta que la chica kuudere no es tan tonta como se ve!—exclamó un extraño, mostrando entre sus dedos un par de marcadores.—–Eso me dolió, maldita.
Kira no respondió. No se inmutó. No dijo palabra alguna. Solamente, ni siquiera sabe qué fue lo que hizo. Solamente se quedó ahí, como una zariguella finge morir para salvarse del peligro.
Sólo se quedó ahí parada detrás de Karma, Nagisa y Sugino, en medio de Kayano y Kanzaki, observando de forma muy frívola a quien le hablaba. En seguida al notar tal cambio de miradas, Karma se atrevió a sonreír un poco; aprovechó que quien estaba frente a él se acercaba, para simplemente hacerlo caer al suelo de cara, con mucha fuerza. Buscaba impresionar a Kira, pero ella ya estaba inmersa en una burbuja negra que le impedía ver el exterior, ver la realidad. Lo único que podía ver, era aquel bravucón que le sonreía con lascividad además. Aquello le hacía sentir tan asqueada, que ni siquiera se dio cuenta de cómo otros dos se acercaban desde atrás para tomar a las indefensas y frágiles chicas del grupo como un trofeo, queriendo llevársela para hacerles quien sabe qué. Pese a que las otras luchaban, Kira permanecía inerte completamente. Únicamente se aferraba a su sombrilla violeta, a la cuál necesitaría pronto.
¿Quizá estaba en shock? ¿Quizá tenía miedo, quizá estaba angustiada por su propia seguridad? Kira estaba completamente paralizada frente al peligro, escuchando nada más con ojos abiertos cómo esa pandilla se libraba de Karma, Nagisa y Sugino con completa facilidad, como si no fuesen más que unas moscas molestas. Quería ayudar, quería gritar, pero tampoco podía. Estaba completamente ida del mundo.
Kira, ¿a qué esperas?
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Sintió como unas manos fuertes pero indeseadas la rodeaban de su pequeña cintura, levantaban atrevidamente su gran suéter de lana de aquel uniforme, y la levantaban del suelo. Otro brazo rodeaba su cuello y también, le impedía seguir respirando.
—–¡CHICOOS!
Fue ese grito de la voz chillona de su compañera, quien logró regresarla a la realidad. Pero, para la desgracia, ya era demasiado tarde. Solamente podía ver el interior de un auto, y aferrada a sus manos su paraguas. Cuando levantó la mirada, observó que a un lado, atadas de manos, Kayano y Kanzaki estaban también, aferradas en contra de su voluntad a un chico grande y gordo, con un corte horripilante. Apenas ella parpadeó, sintió la mala vibra de algo baboso recorrer su cuello hasta su oreja. Quería soltar algún ruido, pero algo más no se lo permitía.
—–... Jezz... —ahogó un pequeño jadeo, asqueado. Logró sentir en un instante cómo todo su cuerpo se estremecía de tanto repudio.
—–¡Ja, miren! ¡La Morita ya volvió en sí!
¿Cómo demonios la llamó? ¿Acaso le puso un apodo? Ella nunca le dio permiso para ponerle un apodo. Le daba asco.
—–¡Hey! Hace un rato no eras muda.—sintió susurrar cerca a su boca.
Kira apartó su rostro de inmediato, dándose cuenta de que estaba sobre las piernas de un chico mayor, el mismo al que ella miraba con desdén: cabello largo y castaño claro, un rostro para morirse de un infarto, pero de horror. Vaya que era feo. Y aunque ella aún no quería girarse a mirarlo por completo, gracias al soplido de uno de ellos a su oído, que por cierto, tenía mal aliento, Kira se giró mirándolo con más odio. Ahora, comenzaba a sentir dentro de sí una sensación bastante extraña.
En eso, Kira finalmente se decidió por soltar una palabra, que más bien serían dos. Ambas dirigidas hacia el indeseable y feo chico, con una sinceridad tajante y con odio incluido.
—–Necesitas mentas...—interrumpió ella rápidamente.—–Tu aliento... Está del asco...
Aquello dicho logró avergonzar tanto al chico indeseable, que causó risas entre algunos otros que iban con él en el auto negro. Claro que él los mandó a silenciar seguido de una amenaza prometedora, pero aún así, lo hecho ya estaba. Ahora Kira podía disfrutar de verlo a él rabiar.
—–Tú vas a ser la primera...
¿La primera? Ya sabía bien a lo que se refería.
Él se esperaba por parte de Kira alguna muestra de odio: un ceño fruncido o tal vez un gruñido. Pero ella estaba ahí, con su vista hacia las chicas que a su parecer eran compañeras. Ella no miraba a ningún lado más que ese. No miraba a nadie, ni a los ojos, ni al rostro. Es como si estuviese muerta, pero en vida, pues aún respiraba.
Debía admitirlo. La actitud de esa víctima era extraña, pero eso tampoco evitaría o ahuyentará las ganas que tiene de divertirse con ella.
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Quién sabe cuantos minutos habrán pasado desde que esas tres chicas se subieron a la fuerza a un auto con hombres desconocidos. Para ninguna era un secreto de que no querían estar ahí, pero para aquellos sólo aumentaba más sus ansias de hacerles algo peor.
Fueron llevadas a un lugar recóndito. Parecía un salón o una bodega abandonada, como tal, no había nadie más que ellas y ellos. Las tres fueron dejadas a merced de un sofá viejo y de color negro, hecho con cuero. Kira sobre él, alejada de su paraguas y Kayano y Kanzaki a los pies.
En ese momento por obras del destino, y de el feo que una vez tuvo a nuestra Kira en sus brazos, el pasado de la perfecta chica Kanzaki se vio revelado ante la tenue luz del misterio disipandose como neblina. Kayano se mostraba sorprendida al escuchar que, después de que estos las dejaran apartadas de ellos para planear quién sabe qué cosa, la historia de que la chica idol nunca fue tan callada o tímida como lo demostraba a todos. Tuvo una faceta de la que quizá no se arrepiente, pero que sí detesta contar, y al igual que todos nosotros hemos tenido una así, desearíamos borrar de nuestra vida como si fuera un rayón de lápiz en una hoja de papel. Sin embargo y lo sabemos, las cosas no son ni serán así.
—–...
A la violeta le llegó rápidamente un recuerdo. Uno de cuando era niña y apenas y podía pensar en qué podría hacer con su vida después de tantas limitaciones que le traía su condición. Recordó las llamas de su ira, abrazando y llenando todo el lugar en donde ella solía habitar de gritos y llanto, de lamentos y miedo, mientras que ella sólo quería salvarse de la realidad, arruinando su propia realidad.
“Ya la muerte no es una opción, Kira”—se dijo a sí misma, ahora observando a la azabache y peliverde.
—–Así que... La sería Kanzaki tuvo una de esas facetas.—habló la voz dulce, pero molesta de Kayano. Jira levantó la mirada y las observó a ambas charlar.—–Me impactó... Ver eso.
—–Bueno... Sí...
Pese a que su pasado se haya mostrado, Kanzaki no se veía ni molesta, ni frustrada. Al contrario, se veía completamente tranquila y serena. Aquello, a Kira le llamó mucho la atención, pues si ella estuviese en los zapatos de Kanzaki, se habría mostrado en realidad, avergonzada.
—–Mi padre es muy estricto. Sólo le interesaba que tuviera una buena formación académica, trabajo y un buen título...—comenzó a explicar.—–Quería escapar de todo eso. Así que una noche viajé a otra ciudad a divertirme un poco... Pero bueno. Eso solo logró que terminara en la clase E.
Kayano sonrió comprensiva, mientras que Mira permaneció en silencio mirándola, para después concentrarse en algo más importante. Lo cual era, salir de ahí vivas e intactas. Kira soltó un pequeño suspiro, girando un poco su cabeza hacia atrás para ver mejor las ataduras de sus muñecas. Necesitaba un objeto contundente para poder liberarse de ello.
—–¡Pst!—llamó la violeta, buscando llamar la atención de Kanzaki o Kayano.
Como sus secuestradores se acercaban a ellas, Kira debía actuar rápido, pero si las otras no hacían bien su trabajo entonces de nada podría servir el arriesgado plan que acaba de pensar.
—–Kanzaki-san.
Al volverla a llamar, Kanazki sí respondió a su nombre, mirándola de reojo. Sin embargo era tarde, pues sus verdugos estaban ya muy cerca, y de nada serviría. Fue entonces que Kira tuvo que aplicar su “plan B”. Por supuesto. Si quieres que algo salga bien y como quieres, entonces debes hacerlo tú sola y sin ayuda. Así que mientras esos cerdos le daban a Kanazki y a Kayano un discurso del porqué ellos odiaban tanto a la clase alta y etc, Kira tuvo que estirar sus piernas hacia su espalda, aprovechaba que estaba recostada y ellos estaban distraídos. Ahora mismo, Issei agradecía por ser tan flexible. Pero ¿qué buscaba con fango afán? Tan sólo deseaba que eso estuviese ahí, de lo contrario, todo su esfuerzo sería en vano. Hasta que finalmente, pudo agarrar de su media una daga que tenía ahí, oculta. Esta tenía su pequeño estuche para que no se lastimara, y en el agarre tenía una “K” grabada.
Era un regalo, para ella muy preciado, pero no se atrevan a creer que fue por parte de Tadaomi. Si por él fuera, desaparecería a todos los objetos filosos y peligrosos con tal de que Kira viviera segura. Aquel fue un obsequio de ella misma para ella, ¿porqué? Las calles están muy peligrosas últimamente, y no iba a quedarse de brazos cruzados a esperar a que alguien la fuese a rescatar.
Cuando Kira logró agarrar la daga, cortó las viejas cuerdas que aprestaban y habían dejado marcas en sus muñecas. Casi se pudo ver en ella como una sonrisa victoriosa era dibujada. Pero no había tiempo de celebrar, vamos Kira. Es tiempo de actuar:
Mientras ella se concentraba en cortar las cuerdas, Kayano estaba siendo estrangulada por el mismo líder, sin ella poder hacer nada para liberarse. Fue en ese preciso instante que la escena se mancharia de un color vivo, un color carmesí, con sabor metálico y también temperatura caliente.
Sangre.
—–¡Kira-san!...
HELLO
HELLO
HELLO
Como están? Espero que bien. Espero que hayan disfrutado del. Capítulo, porque, créanme que me tomó mucho.
Como se habrán dado cuenta, este cap tiene segunda parte, pero no se preocupen ^^ la publicaré en seguida, así tendrán para disfrutar y compensar el tiempo que tardé en escribir xD
¡Gracias por leer! Digan si les gustó
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