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💉|Capítulo 16.|💉

|PAIN–OFF|
CAPÍTULO 16.
“KIOTO”

—–Ah. ¿Entonces, los padres de Issei viven aquí? ¿¡En éste Hotel!?

—–Sí. Hay rumores de que le pusieron a Issei una orden de alejamiento para que  se apartara de ellos, porque tenían miedo de que ella los asesinara.

—–¡Ya veo! Con esa cara de psicópata que se manda,no los culpo. Yo habría hecho lo mismo que sus padres...

Llegando a Kioto, los de la clase A a la clase D, los estudiantes entraban y caminaban en el loby del hotel lujoso en el que se hospedarán durante los días que pasen en su viaje escolar. Sentadas en el sofá había un grupo de chicas que de nuevo, pese a las amenazas del presidente de la clase, seguían hablando y chismeando sobre los rumores que habían escuchado sobre Kira y su familia. Los inventos eran muchos.

—–Yo escuché que su padre es el dueño de éste hotel y de algunos otros en la ciudad.—agregó Ren, el castaño poeta amateur que escuchó al grupo de las jóvenes hablar.—–La familia de Issei-san tiene mucho dinero, mirese por donde se mire.

Una de las tres chicas asintió a su respuesta, frunciendo el ceño y sonriendo de forma arrogante.

—–Claro que sí. Su padre es Francois Issei. Un gran negociante y líder en la franquicia de hoteles de lujo y turismo... Y su madre es la super modelo Tsuki Karasuma.—explicó.—–Me sorprende que alguien como Issei pudiera provenir de ellos. Son muy buenas personas... Hace unos años, la señora Tsuki donó mucho dinero a varias  campañas de Estados Unidos para enviar comida y medicamentos a Vietnam.

—–¡Esa mujer es un ángel!—exclamó una de sus amigas realmente emocionada.—–¿Cómo es que esa fenómeno tiene tanta suerte? ¡Y más encima es una malagrecida al intentar asesinar a sus padres!

Cotilleaban ahora en compañía del guapo castaño, quién pronto fue llamado por su amigo Asano para preguntarle sobre lo que había escuchado y él con gusto le explicó. El de cabello naranja no se sorprendió hasta que mencionó el falso rumor de que su querida e inocente Issei intentó matar a sus padres en repetidas ocasiones y por eso fue que desde hace años ella no vive con ellos. Aquello tan falso y denigrante lo hizo rabiar, pues él sabía perfectamente que Kira jamás sería capaz de un acto tan atroz, o siguiera tocar un arma. Sin embargo, pese a que ese horrendo rumor logró acabar con su buen humor prefirió mantenerse tranquilo y simplemente esperar a que los maestros dieran la orden de ir a sus habitaciones. Ya dentro de su lujosa habitación que compartía con sus otros cuatro compañeros y aliados, Gakushu sacó el dibujo que había hecho para pasar el viaje, sonriendo al haber capturado perfectamente el rostro de Issei. Pasó sus manos por él, como si de verdad acariciara el rostro de la trenzada violeta y suspiró enamorado, volviéndolo a guardar en la carpeta para que no pudiera doblarse.

—–Iré abajo a comprar dulces.—anunció al terminar de dejar su equipaje ordenado junto a su cama. Sus amigos asintieron y lo dejaron ir sólo.

Él salió de la habitación pensando en lo horrible que lo habrá de estar pasando Kira, estando con esos marginados. Pero sobretodo, la idea de que ella ahora estaba más cerca del pelirrojo Akabane hacía que él saliera de sus casillas por un instante. Ya en el loby compró una bebida y un par de galletas, observando antes de irse como una mujer alta, de cabello negro y vestida de ese mismo color muy elegante, entraba al hotel sin siquiera pasar por la revisión respectiva. De inmediato todo el personal del hotel se quedó en un silencio profundo, sin mencionar a los presentes que también estaban ahí registrándose. Todos inclinaron sus cabezas hacia ella como si se tratara de una reina. Esa misma se acercó al lugar en donde él estaba, hondeando su bufanda llena de plumas de seguramente un ave muerta, mientras sólo observó con atención.

—–Mi señora.—oyó mencionar al hombre que lo atendió al inclinarse ante la madura pero conservada mujer.—–¿Lo de siempre?

—–Por favor.—la oyó hablar, con una voz realmente dulce y pegajosa.

El hombre rápidamente se retiró después de dar una reverencia, para ir a buscar “lo de siempre” para su señora.

La “madame” de vestido negro, largo pegado al cuerpo resaltando sus curvas se quedó esperando, acomodando un poco su gran sombrero de color blanco que contrastaba con toda su ropa. Era lo único que llevaba diferente al negro. Asano aún esperaba su cambio, pero pese a que él estaba ahí, la señora parecía ignorarlo.

—–Aquí está.—mencionó el hombre, trayendo consigo una botella de vino y dos copas grandes.—–Mi señor la está esperando en la sala privada.

—–Oh. Lo sé... Tenemos que arreglar unas cosas ¿Sabes?—contestó ella mostrando su tarjeta de crédito para pagar.—–Estamos preparando unas cosas especiales. Ya sabes... Para nuestra chiquita.

—–¡Si, por supuesto! La señorita Kira.—asintió amistoso. Le regresó la tarjeta y de paso, le dio el cambio a Gakushu.—–Disculpa la tardanza.—le dijo esta vez a él.

Asano le recibió su dinero de vuelta, retirándose finalmente después de agradecer. Se quedó pensativo por un momento.

“¿chiquita?” “¿señorita Kira?” quizá se trataba de otra Kira. Quizá era otra huésped poderosa que pasaba el rato en el hotel, pero esos ojos grises y sin vida le hacían recordar muchísimo a alguien.

—–¿Será ella la madre... De Issei?

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Volviendo con la clase E. Koro sensei estaba postrado sobre el sofá del pequeño hostal en donde ellos se quedarían. Un hostal al estilo tradicional. El ser amarillo yacía ahí, sufriendo por el horrible mareo que el viaje le había traído, mientras esquivaba a los otros persistentes estudiantes que intentaban lo posible por apuñalarlo.

Kira estaba sentada junto a Kanzaki y a Kayano. Ellas charlaban sobre la agenda perdida de la azabache, mientras la violeta acariciaba a su pequeño conejo que por cierto, ya había despertado.

Tadaomi por otra parte, observaba a su sobrina de lejos con una pequeña sonrisa, viendo como ella se divertía con su pequeña mascota. Pero el sonido de su teléfono lo distrajo, viendo el contacto que lo llamaba. Suspiró pesado y decidió colgarlo al darse cuenta de quién se trataba.

—–... Ojalá no intentes nada raro esta vez...

Se mostró un poco preocupado por ver el nombre de la persona que realizaba su llamada. Hace tiempo que no tenían contacto, además habría jurado que él se había asegurado de cambiar su número precisamente por eso. Suspiró viendo a Kira, viéndola con cierta preocupación desde lejos luego a su celular. Al final decidió ignorar el suceso y se concentró en lo importante, pues mañana tendría que reunirse con alguien más.

Al día siguiente, los equipos de estudiantes de la clase  E se preparaban para salir a explorar y también para buscar sitios estrategicos para el asesinato de su maestro. Kira estaba en la habitación de su tío, mientras este le daba las medicinas para el camino y también el medicamento de todos los días. La peinó y perfumó poco, así como cuando Kira era más pequeña. Ella aún así no se quejaba y sólo se dejó, estandose quieta. Tadaomi la observó algo pensativa, pero cuando cruzaron miradas Kira le sonrió y eso le dio a él un alivio. Él también le sonrió y simplemente se acercó a su sobrina sacando una crema blanca para colocar un poco en su dedo y empezar a huntarla en el rostro de Kira, con mucha delicadeza y suavidad.

—–Huele asqueroso...—mencionó ella.—–Tío. No es necesario que me huntes tanto protector solar...

—–Sí lo es.—dijo él al terminar, tomando de su equipaje una un paraguas de color lila.—–Y tendrás que llevar ésto también si quieres caminar sola por ahí con tu equipo.

Era necesario. Después de todo, la piel de Kira era muy sensible y más si se trataba del sol. No podía estar por ahí sin bloqueador solar porque de pronto su piel comenzaba a despellejarse, o incluso, podría llegar a sufrir quemaduras horribles. Él sólo tomaba precauciones.

—–Y ésto también.—dijo, mostrándole a Kira unos lentes de sol morados, con marco de corazón.

—–... Me estás avergonzado...—le dijo Kira con seriedad, pero aún así tomó los lentes y el paraguas.

Los estudiantes viendo la escena sintieron algo de incomodidad, pero una mirada de Karasuma bastó para que ellos volvieran a hacer lo suyo. Kira se cruzó de brazos negándose a ello, pero Tadaomi logró convencerla.

—–Ya estoy lista. Voy a estar bien.—habló ella para calmar a su tío que ya parecía una madre preocupada.—–Tío...

—–¿Llevas las medicinas?—ella asintió.—–¿Agua fría?—Kira asintió.—–¿Tu teléfono está cargado y con datos?—ella de nuevo asintió.—–Bien...

Koro e Irina se quedaron perplejos observando aquello por un momento, mientras que por su sien bajaba una gota de vergüenza ajena. Jamás imaginaron ver al serio de su colega en esa situación.

—–Nagisa. Cuidenla bien.

—–¡Adiós tío!—dijo insistente, caminando ya a la salida.

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Kira giró los ojos un momento y suspiró, abriendo el paraguas antes de salir para así cuidarse del sol. Sin más, ellos se fueron comenzando a caminar por la ciudad de Kioto y visitando varios lugares y puntos en donde figuras históricas de su país habían sido asesinadas en tiempos de antaño. La ciudad de Kioto que alguna vez fue la capital del país, era también el epicentro de muchos asesinatos que casi parecían desatar otros miles de más. Sin duda, una ciudad rica en historia y apropiada para la tarea que la clase 3-E tiene que cumplir.

Nagisa se encargaba de guiar a todos, cuidando que el paso no fuera muy rápido para que Kira no se llegara a agitar demasiado, haciendo también leves pausas para descansar. En una de esas paradas el teléfono de Kira comenzó a sonar. Ella lo buscó para contestar pensando que era su tío preocupado por ella, pero en realidad se trataba de un número desconocido. Ella se extrañó un poco, pero decidió no contestar e ignorar la insistencia de ese número. Por un instante Kira se imaginó lo peor. Se imaginó a la horrible persona que estaba detrás del teléfono, cusando en su rostro una mueca de asco y molestia. Pero, la voz juguetona de un pelirrojo la distrajo por completo de sus pensamientos.

—–¿Te llama un pretendiente, Kira-chan?—preguntó Karma, alarmando a la violeta.

Ella negó en silencio. Levantando la ceja después.

—–No. Es un número desconocido... Y... ¿Eso a ti qué?—preguntó mirándolo, él se inclinó un poco a su altura.

—–¡Oh nada! Que bien que no tengas pretendientes.—bromeó amistoso, estirando sus manos para acomodar los lentes de la de trenzas.—–Esos lentes te hacen ver más bonita, Kira-chan... Eres muy adorable~

La violeta se tensó por un instante, viendo a Karma de reojo. ¿Bromeaba, verdad? Ya comenzaba a preguntarse qué querría él a cambio. Pero después negó al considerar que de hecho, él tampoco había sido malo con ella, es decir, hasta salvó su vida aquel día en el metro. Estaba tan inmersa en sus pensamientos que no se fijó en sus mejillas, las cuales comenzaban a enrojecerse.

—–¿Eh? Kira-chan. Te estas poniendo roja.—mencionó Karma, quitándole a Nagisa la botella de agua.—–Quizá estés sufriendo un golpe de calor.

—–Estoy bien—insistió la violeta, tomando sus lentes y acomodandolos sobre sus ojos un poco.—–Igual... Dámela...—murmuró antes de quitarle el agua para comenzar a beber con lentitud.

Karma seguía mirándola, perdido en sus actos. Esa gatuna sonrisa ya había descubierto el porqué Kira actuaba de esa manera, pues él no era tonto. Sin embargo, se centró más en seguir jugando con la chica y sus reacciones graciosas. Él se acercó y tomó su paraguas para sostenerlo por ella, luego, la atrajo con su brazo y lo colocó sobre los hombros de la más baja. Kira seguía extrañada, pero aún así se mantenía inexpresiva.

—–Espero que no te moleste que compartamos tu paraguas...~

Ella se quedó en silencio, simplemente comenzando a caminar en compañía del pelirrojo.

—–Parece que Karma y Kira se llevan muy bien.—mencionó Sugino, mientras se giraba a ver a los otros dos.

—–¿Eh?—exclamó Nagisa sorprendido.—Vaya...—soltó antes de sonreír un poco, riéndose después.—–No. Sólo la está molestando. Esas cosas la ponen incómoda.

—–Tú cierra la boca.—mencionó la violeta, mirándolo con mucha seriedad.

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Mientras los seis jóvenes se divertían paseando por Kioto, buscando un lugar indicado para llevar a cabo el asesinato posible de Koro sensei, en un lugar recóndito de Kioto, más exactamente en una gran sala lujosa, una mujer de elegante porte y vestimenta negra casi completa de no ser por un sombrero blanco, gritaba muy molesta a su torpe empleado por teléfono, preguntándole el porqué su hermano no le contestaba las llamadas. Pese a las respuestas de su asistente, ella seguía estando inconforme, remordiendose los labios con mucho fastidio y de forma frenética. Mujer enferma, algo ebria, deseaba a toda costa conseguir su cometido y se frustraba con las múltiples fallas de su plan.

—– Tadaomi...—murmuraba ella para sí misma, apretando el teléfono con mucho enojo.—–Maldición... ¡Déjame ver a mi hija!

Su cólera estaba por las nubes.

Todo el día había estado intentando llamar a su hermano para conseguir de esa forma al menos una pequeña conversación con su hija. Era SU hija. Necesitaba hablar con ella, saber cómo estaba... Quería convencerla de quedarse con ella en Kioto, quería tener a su bebé de nuevo.

En su arranque de furia, pateó la mesa que estaba cerca a ella, rompiendo dicha y derramando también las botellas y copas que estaban ahí. Se había vuelto tan alcohólica en esos últimos años que ya ni le interesaba lo que dijera la prensa, que la tildaban de una mala madre y también una mala persona.

—–Necesito a Kira... Si me ven con ella... Cambiará mi reputación...

Kira sería su boleto al estrellato de nuevo, pues ya ninguna revista quería contratarla para sesiones y otras cosas por varios rumores sobre ella que la difamaban entre otras cosas. Kira, su hija, su única hija, era la única solución que tenía para que la gente volviera a confiar en ella.

Se desplomó en el sillón de la habitación, suspirando con cansancio y fijándose en el techo ya más tranquila.

—–No culpo a Tadaomi.—escuchó hablar a su esposo, quien estuvo con ella en la habitación durante todo su arranque del capricho.—–Tú eres una arpía, una mala madre.

—–¡Cierra la boca!—le cayó, aumentando su rabia y al borde de lanzarle lo que tenía más cerca. Que, por cierto, era una botella rota.—Yo no soy mala madre... ¡Ella es mala hija, y todo es culpa de Tadaomi! Él... Desde que Kira nació se esforzó en acapararme. En robarme a mi hija.

Aunque así se sentía, celosa por su hermano menor, aquel a quien culpaba por haberse robado el amor de su única, primera y última hija, no quiere decir que haya sido cierto. La cosa es que Tsuki no es consciente de que siempre trató a Kira como una mascota, como un ser sin emociones, esforzándose en torturarla y regañarla a muy temprana edad para enseñarle a su hija que ella era su madre... Que ella era la única persona a la que podía amar...

Tsuki se levantó del sillón, acercándose a su esposo peligrosamente, con una mirada frívola en sus ojos.

—–Sabes que cuando me enojo no soy la esposa más sumisa que puedes pedir...—le dijo, aumentando su aura sombría.—Así que será mejor que tú le digas a tus hombres que me traigan a mi hija a la fuerza, de lo contrario...

—–Ya no creeré más tus amenazas, Tsuki.—le interrumpió levantándose.—–Estás loca. No permitiré que secuestres a Kira. ¡También es mi hija!

—–¡A callar!

Tsuki tenía fuerza, tanto de palabra como física. Haciendo uso de ésta, le tomó del cuello de la camisa a su esposo, acercándose después a darle un beso bastante profundo pero a la vez algo obsesivo, mordiendo en el proceso su labio inferior hasta verlo sangrar.

—–Eres un idiota. Pero aún así te necesito para complacerme.—le susurró después de separarse, empujandolo para apartarlo.—–Vas a hacer lo que te dije, y lo harás ahora... ¡Trae a mi maldita hija!

Okay, espero les haya gustado este nuevo Capítulo ^^
Me convence lo suficiente como para que sea publicado :'3

Ustedes opinen. De todas maneras estoy editando todas mis historias.

¡Por cierto! ¿Que tal los separadores? Haré una nueva portada para que combinen xD

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