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💉|Capítulo 15.|💉

PAIN–OFF
CAPÍTULO 15.
“VIAJE ESCOLAR”

—–Vamos Kotaro. Entra.

Dejó la mochila en el suelo, a la altura del pequeño conejito curioso que movía su nariz con ternura, viendo la mochila sin saber bien que hacer. Cuando vio a su ama chasquear los dedos y señalarle el interior de la mochila, el conejito ingresó acomodándose para sacar su cabeza y no quedar de revés (o patas arriba), asomando sus largas y blancas orejas.

Su dueña tomó el peluche de zanahoria, no había riesgos porque le había quitado el silbato, así que ya no sonaría. Lo mostró en el a su conejo y le sonrió metiendolo en su mochila para que el conejito no se aburriera.

—–Ahora. Lo que tienes que hacer es quedarte en silencio, Kotaro. No chilles, sólo duérmete.—le susurró, cubriendolo entonces al cerrar su mochila, aunque no la abrochó para que no se ahogara. Hace media hora le dio una pastilla, que lo dormiría, así que, todo bien. El conejito no traería problemas.

Y la mejor parte, su tío no se dará cuenta de que ella lo lleva consigo.

—–¡Kira! ¡Es hora de irnos!—escuchó anunciar a su tío desde abajo. La violeta se apresuró a bajar con su mochila.—–¿Dejaste a Kotaro con Dieter, cierto?—le preguntó viendo su mochila con una ceja levantada.—–Kira...

Al escucharlo reprenderla, Kira se maldijo a sí misma con molestia, haciendo entonces un gesto culpable y triste en su rostro.

—–Perdón tío... Pero Dieter no puede cuidarlo, su madre es alérgica y... Ahora no podemos encontrar a nadie que cuide de Kotaro porque se nos hace tarde...

Hacia una cara tierna y buscaba acomodar sus labios en un puchero. Tadaomi ya sabía lo que ella estaba intentando hacer, por lo que frunció su ceño levemente.

—–Kira... Esta vez no caeré en eso. Dejaremos a Kotaro con la vecina.

Kira sin embargo, no respondió y bajó la cabeza, mirando a su conejito quien le regresó la mirada. Ambos sabían que Tadaomi iba a caer, él no puede resistirse nunca a la ternura de su sobrina; tal vez sea frío con muchos, pero con ella simplemente es muy diferente.

Al ver que Kira comenzaba sollozar, Tadaomi soltó un fuerte suspiro mientras se llevaba una mano a su frente, pensando en lo caprichosa que la había vuelto por cumplirle todos sus deseos y querencias. Pero en fin, se les hacía tarde, además Kotaro era un conejo entrenado y disciplinado. No haría nada mal que lo llevaran consigo.

—–Está bien. Lo llevaremos.

—–Oki doki.—murmuró la violeta, tomando a su conejo para subirse al auto con él.

Karasuma se quedó perplejo. ¡Demonios! Había caído de nuevo.

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Llegando a la estación, Kira se separó un momento de su tío, quien se quedó atendiendo una llamada. Ella simplemente caminó hasta encontrar a su grupo, sus compañeros de salón. Llevaba en la mochila a su pequeño conejito, y sólo miraba a los demás en silencio, esperando a que se dieran cuenta de su presencia.

—–Vaya. Los de la clase A hasta la D irán en primera clase...—mencionó uno de ellos, sonriendo un poco. Aunque deseaba ir ahí.

—–Y nosotros en los normales. Siempre igual.—habló la rubia, Nakamura, con incomodidad en su sonrisa.

Miraban a los de la clase A a la D subir a los vagones de primera clase, hasta que uno al escucharlos se detuvo, buscando insultarlos. Junto con él, se aparecieron otros dos tipos a los que Kira conocía muy bien. Esos dos estúpidos casi nunca la dejaban en paz.

Kira iba a hablar, quería mandarlos a callar, pero en ese momento, Irina llegó derramando glamour por sus poros a diestra y siniestra, llamando la atención de todos y de todo lo que había a su alrededor. Kira se quedó peroleja, pero cabe decir que también le resultaba un poco molesto por su parte. Bueno, era libre de vestirse como quisiera, pero se supone que no sólo estaban ahí para cumplir con el protocolo escolar y ella arruinaría todo yendo vestida de esa manera. Por suerte, Karasuma apareció para regañarla como siempre.

Ya hasta se le hacía gracioso ver a Irina decepcionarse por los regaños del serio de su querido tío. A fin de cuentas, Irina tuvo que cambiarse por órdenes de Karasuma.

Ya dentro del tren, Irina se encontraba postrada en el asiento con frustración por no vestir tan hermosa y elegante como estaba antes. Tadaomi leía un libro y Kira por otra parte, estaba a su lado jugando con Kotaro, tomando sus patitas con calma.

—–¿Por qué no vas con tu grupo?—escuchó decir por parte de su tío, quién desvió la mirada del libro para verla.—–Ve con Nagisa y los demás. Yo cuidaré a Kotaro.

—–Yo puedo cuidar de él tío. Además, ya dormirá.—murmuró ella, levantándose del asiento.

—–¿Ya tomaste la pastilla para el mareo?—preguntó de nuevo, sólo para asegurarse.–—No queremos...

—–Accidentes. Sí.—se vio en Kira una linda sonrisa, para después volver nuevamente a su estado inexpresivo y neutral.—–Iré con ellos.—habló cargando a Kotaro sobre su hombro como un bebé, para después caminar hacia sus amigos.

Al verla, Nagisa la saludó tranquilamente invitándola a sentarse.

—–Que bueno que llegas, Kira-san.

—–Pensamos que te sentarias con Karasuma sensei.—comentó Kayano, sonriendo un poco.

—–¿Acaso te molesta mi presencia?—cuestionó ella inexpresiva, sentándose a un lado de la ventana.

Kayano sonrió un poco incómoda, pero Nagisa le tocó el hombro sonriendole, explicando que ella simplemente era así de desconfiada con muchos. Sin más, se entretuvieron en el viaje jugando a las cartas.

—–Sólo dale unas semanas... Ya le agradarás.—murmuró Nagisa, animando a Kayano.

—–Nunca.—respondió Kira desde su asiento, acariciando a su conejo, que ya estaba dormido sobre su regazo.—Aunque, bueno. Me caes un poco mejor que antes.

—–Eso es un halago viniendo de ti, ¿no Kira-chan?

Al escuchar es avoz juguetona y un poco aguda con una pizca divertida, Kira se paralizó un poco.

¿Karma? ¿Hace cuánto tiempo que estaba ahí? ¿Y porqué ella estaba sentada junto a él?

Vaya. No había notado bien su presencia.

“Pup...”

Ahi está de nuevo, ese recuerdo. Tal vez tendría fiebre ahora, sintiendo sus mejillas un poco calientes. Más sin embargo, su rostro permanecía serio.

—Supongo.—murmuró en respuesta. Ahora sintiéndose un poco incómoda con su presencia.

Se quedaron jugando cartas todo el rato, incluso Kira participó ganando en varias partidas. Se podía decir que ella tenía mucha suerte en realidad, pues, le logró patear el trasero varias veces a Sugino por andar de distraído mirando a Kanzaki.

Todo iba bien, pero era cuestión de tiempo para que las pastillas que Kira ingirió hicieran efecto y terminaran por dormirla, así evitarían mareos en el viaje.

—–¡Oh! ¡Gane!

—–Shhh.... —calló Nagisa a Kayano, señalando con la mirada a Kira.

Ella se había quedado dormida, cabeceando todo el tiempo, intentando volver a despertarse. Pero, si Karma que estaba a su lado, tomó cuidadosamente su cabeza para recostarla sobre su hombro, así Kira iría más cómoda en el viaje.

Ahora, ella yacía dormida tan tierna como el conejito que llevaba en su regazo.

Y eso Karma vaya que lo sabía. Se sentía afortunado de estar presenciando tanta ternura.

—–Se ve muy tranquila cuando duerme. Casi ni parece que te mirara con odio cada vez que la llamas.—murmuró Kayano mirándola, sonriendo un poco.

—–No digas eso de ella, Kayano-san.—corrigió Karma, recostado su cabeza sobre la de Kira al tenerla en su hombro.—A la única que mira con odio es a ti, sólo a ti~

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Los brillos en el aire, el escenario, la gente aplaudiendo. Su cuerpo girando y moviéndose al compás de la música. Definitivamente no había mejor sensación de paz que la de estar parado en el escenario, moviendo tus pies de forma sincrónica junto con tus brazos para hacer más elegantes tus movimientos, soltando todo lo que acumulaste en todo ese tiempo que sólo eras una chica normal.

Pero ahora no, ahora eres una bailarina.

Como quiso siempre ser una hermosa bailarina, vestirse elegante, dar acrobacias ¡y de hecho lo es!

Hizo una reverencia, escuchando los aplausos del público. Señal de que su presentación les había encantado sin dudas. El telón se cerró, regresando entonces a la hermosa bailarina a un mundo sin apreciación.

—–Lo hizo muy bien, srta Kira. Vamos, su madre nos está esperando para irnos.—llamó su niñera, manteniendo una sonrisa.

—–Pero aún no han dicho quién ganó. Si llegó a ganar... Y no estoy... No me darán el trofeo...

Pido sentir con impotencia como esa mujer la tomaba del brazo y la arrastraba hacia la salida, antes de meterla en el auto. Nuevamente había pasado, la bruja de su madre interfiriendo en su sueño, poniendo sus gustos por delante de la felicidad de su propia hija.

—–Todo eso ya estaba aburriendome. Llevanos a comer.—ordenó con voz fuerte la mujer al conductor, quien sólo encendió el auto y asintió.—–Ballet. Un arte tonto. No entiendo porqué te gusta tanto.

“tonto...”

—–¿Por qué tienes que arruinar todo lo que amo, madre?

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Despertando de repente, Kira se vio bastante agitada, sudando frío e intentando recuperar su respiración poco a poco.

—–¿Todo bien?—a su lado estaba el pelirrojo, los demás no estaban.

Kira lo miró y sólo asintió en silencio, recostandose al espaldar de su asiento y mirando a la ventana. Todavía podía sentir su conejito sobre sus piernas, así que bueno, ahora su única preocupación era llegar pronto para poder estirarse.

—–¿A dónde fueron los demás?

—–Fueron a comprar chucherías. ¿Quieres ir también? No querían despertarte, así que me quedé yo para asegurar de que estuvieras bien y no te golpearas dormida o algo parecido.—respondió el pelirrojo, acomodándose en su asiento también.

Kira lo pensó un momento, quería ir a comer, vaya que sí. Hacía mucha hambre y no tenía dangos para sobrevivir, así que no tenía más opción. Pero eso significaba estar acompañada del chico pelirrojo, que ahora la hacía sentirse realmente extraña.

—–¿Quieres ir? Puedo acompañarte si quieres.—murmuró tranquilo, sosteniendo el mazo de cartas.

—–No. Está bien.—dio Kira al levantarse, cargando a Kotaro y dándoselo a Karma.—–Cuidalo bien. Si se despierta y no me ve, entonces muéstrale ese pequeño juguete, ¿bien...?

—–Relájate. Soy bueno con los animales, Kira-chan.

Kira simplemente asintió en su respuesta, dándose la vuelta para comenzar a caminar en busca de una mujer empujando el carrito en donde hay chuches y bebidas deliciosas para comer durante el viaje.

Caminó con lentitud, pasando de vagón en vagón, con su mismo rostro de siempre. Al menos hasta que se encontró con un par de chicos no pertenecientes a la escuela, que obstruian el paso. Kira los miró un momento, viendo que los más altos hablaban sin importarle que ella estuviera ahí.

Que molestia.

—–Oye.—llamó Kira, entonces llamando la atención de uno de ellos.—–Muevete.

—–¿Qué?—preguntó, antes de mostrar una mofa.—–Ah, otra niña rica de Kunugigaoka.

—–¿Crees que puedes hablarnos así, eh, niñata?

La mirada de Kira ahora era seria, oscura. Necesitaba pasar y no quería molestar, pero éstos tipos hacían que su paciencia pendiera de un hilo muy delgado que pronto se rompería.

—–Dije que te movieras. Desgraciadamente, la carne de un tonto es intangible, así que, por favor, muévete.—insistió Kira, manteniendo su rostro serio y sereno.

Eso logró molestar a esos tres chicos más altos. Uno de ellos se inclinó a la estatura de Kira, quedando rostro con rostro casi juntos. A la violeta ya se le estaba haciendo muy aburrido ese tonto juego, por lo que se propuso a actuar de una vez.

Sacó de los bolsillos de su suéter un par de marcadores, con su respectiva tapa.

—–Muévete.—repitió Kira nuevamente, como última oportunidad.

—–Oh.—se le vio confuso un momento, más luego, se burló y tomó un mechón de cabello de la chica, comenzando a enrroscarlo.—–¿O qué?...

La pupila de Kira se encogió rápidamente, y sin consentimiento alguno, procedió a clavar los marcadores en ambos orificios de la nariz del muchacho. Literalmente, clavandolos, hasta el fondo. Sólo se veía asomada la mitad de los marcadores. Los otros dos que acompañaban al tipo, intentaron sostener a Kira para que no espacara y hacerla pagar, pero ella prefirió pisarle los pies a uno y darle con dos dedos a sus ojos al otro.

De una forma rápida, Kira pudo espacar de ellos comenzando a correr hasta perderse de vagón, encontrándose después con la mujer que vendía alimentos en el tren.

Compró tres cajas de dangos y una botella de agua. Suspiró un poco comenzando a beberla mientras caminaba de regreso a su vagon, pero cuando llegó, se encontró entonces con la figura imponente de su tío. Estaba de brazos cruzados y también le veía bastante molesto. Kira en cambio, caras no hizo, simplemente lo miró mientras bebía de la botella sin parar hasta terminarsela muy rápido.

Tadaomi suspiró con frustración.

—–Kira...

—–Sólo fui a comprar comida tío. Estoy bien.—murmuró ella, mirando a Tadaomi con serenidad.

Tadaomi simplemente prosiguió a revisar las manos de Kira, los brazos, el cuello y cualquier rastro de piel visible para asegurarse de que no se hubiera hecho daño en el transcurso de caminar. A fin de cuentas, todos sabemos que ella no puede sentir el dolor, por lo que darse cuenta de si está herida o enferma es realmente imposible.

—–Parece que no tienes nada.—murmuró Tadaomi, inclinándose un poco a la altura de ella, para sonreír con pequeña preocupación.—–Eres una chica valiente y especial, Kira. Pero debes entender que...

—–Soy diferente a las demás personas.—continuó ella, asintiendo.—–Lo sé tío. No quise preocuparte, perdón.

—–Está bien. Vuelve a tu asiento. Ya casi estamos por llegar.—habló, levantándose. Acompañó a su sobrina hacia su grupo, y la dejó ahí volviendo a su lugar.

Retomó su lectura tranquilamente, aunque sintiendo que era observado por Irina. Bueno, le daba igual.

—–¿Que tanto estás viéndome?

Irina se sorprendió un poco por su pregunta, pero frunció levemente el ceño sin responder.

—–Eres demasiado estricto con esa chica, aún para ti. ¿Dónde están sus padres? ¿Porqué siempre te encargas de ella?

—–Lo que yo haga con mi sobrina es cuestión mía. Kira requiere de cuidados especiales porque no es como las otras personas. Ella no es como tú o como yo.—pausó, bajando su libro para ver a la rubia.—–Tampoco espero que lo entiendas.

Irina levantó una ceja, suspirando un poco. Aún consideraba que él debía dejar que Kira se divirtiera un poco más.

—–Vas a volverla dependiente de ti.

—–Sí es la única manera de mantener a mi sobrina a salvo, entonces eso haré. Correré el riesgo.—murmuró, volviendo a su lectura, ignorando las quejas de Irina.

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—–Pronto llegaremos...

La voz tranquila por parte de Sakakibara alertó al pelinaranja, que dibujaba algo sobre un cuaderno en la mesa. Imagino que ya sabrán lo que él está dibujando.

—–¿De nuevo dibujas a esa chica?—preguntó una voz femenina, asomándose por su asiento para ver lo que su compañero dibujaba.—–Por favor, ella no está a tu nivel, Asano-san.

Asano dibujaba el rostro serio de Issei, a quien ya conocemos mejor que nadie. Su dibujo era sencillamente perfecto, no se espera menos de un multitalento como él. Lo tenía todo, sus ojos grisáceos, su cabello violeta y las largas trenzas iconicas en ella.

—–Cierto. Sólo es una tonta, plana que usa relleno.—murmuró su amiga, asomándose también.—–Ella está donde debe estar, con los marginados.

Asano se detuvo de colorear el cabello violeta, para después sonreír tranquilamente, mientras que por dentro se sentía lo molesto que estaba por ellas haber ofendido a la chica que más adora desde siempre.

—–Sí vuelven a decir algo en contra de Issei, yo mismo me encargaré de que ustedes también terminen allá con todos esos marginados.—musitó el chico, sin mirarlas aún. Pero claramente no mentía y mucho menos jugaba con ello.—–¿Han entendido?

Ambas chicas sintieron un poco de miedo ante las palabras de Asano. Nadie se metía con él, principalmente por ser el mejor estudiante de toda la escuela y porque era el hijo del director. Aunque les molestaba y confundía que un chico como él prefiriera a una fenómeno, ellas decidieron retroceder y quedarse calladas, volviendo a sus asientos.

Asano por otra parte, continuó terminando su dibujo.

—–Se ve bastante bien... —murmuró el chico, mirando los resultados finales.—–Captura a la perfección tu belleza...






CAPÍTULO DEDICADO A:

@LUNAYYUKKI
¡HAPPY CUMPLEAÑOS!🎂

^^

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