Parte 4
Era un lindo atardecer, que muy pocas veces se podía apreciar. Un fuerte naranja rozaba el horizonte y se fusionaba con un oscuro, pero suave azul, creando un hermoso purpura entre el medio. De alguna forma se podían observar muchas estrellas que llenaban el cielo, creando un hermoso paisaje. En la extensa llanura se encontraban un joven Inglaterra y un América de diez años observando el bello escenario.
—Arthur... —Comenzó el pequeño Alfred. —Quiero quedarme así para siempre... contigo. —El pequeño volteó su cabeza para encontrarse con los ojos esmeralda buscando una respuesta, y Arthur recibió a los hermosos ojos azules con una cálida sonrisa, provocando que Alfred se ruborizara y devolviera la sonrisa.
—Yo también lo deseo, Alfred. —Al escuchar esto, el pequeño se lanzó en un abrazo de alegría hacia Inglaterra.
—Arthur, es una promesa. Nunca la olvides...
Se escuchaba el eco del sonido de un teléfono, que cada vez se hacía más fuerte. El inglés despertó en su cama con una expresión de desilusión y un poco de tristeza en su rostro. Un sueño... Quería que fuera real. Inglaterra se tomó su tiempo antes de levantarse y dirigirse al baño, en el espejo podía ver su rostro como si no hubiera dormido en días. Ese fue uno de los pocos sueños casi agradables que ha tenido durante estos días, las pesadillas no lo dejaban en paz y ya se estaba cansando. «Aún no es julio, esto no debería suceder antes de tiempo. Estoy seguro de que Oliver ya lo ha notado.»
Después de lavar su rostro, se observó en el espejo de nuevo y notó las lágrimas que corrían por sus mejillas, aunque las limpiaba, no dejaban de salir, aún no lo había notado, pero tenía un gran sentimiento de vacío en su pecho. Cayó rendido al suelo con sus manos ocultando su rostro y dejó salir el llanto que estaba ocultando, se sentía muy débil y lo único en su mente eran los recuerdos del pequeño América. «No puedo seguir así, esas cosas están en el pasado, se supone que ya lo superé, pero no puedo evitar recordar. ¿Cuánto tiempo he estado engañándome? Quiero acabar con esto ya.»
El inglés perdió la noción del tiempo y al darse cuenta, la luz parecía estar en su punto más alto. «¿Medio día? ¿A qué hora desperté? Bueno, no importa, de todas formas no tengo fuerzas para levantarme.» —¡Arthur! —Una voz familiar lo llamaba desde el primer piso. —¡¿Dónde estás?! —Se escuchaban muchos pasos acercarse a la ubicación del inglés. Cuando Francis y Oliver entraron en la habitación de Arthur, lo encontraron sentado contra la pared del baño con sus piernas contra el pecho y su cabeza hundida en sus manos.
—Arthur... ¿Qué sucedió? —Dijo Oliver levantando la cabeza de Inglaterra para poder observar su rostro.
—Fue un sueño... sólo un sueño. —Fue la única respuesta que dio Arthur.
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—No contestabas el teléfono, así que decidimos venir. —Francis se encontraba sentado en frente de Arthur en el comedor, mientras Oliver les servía un poco de té.
—Siento las molestias... también me disculpo por lo de hace un momento, no controlé mis emociones y me dejé llevar, ahora me siento mucho mejor. —Decía Arthur mientras observaba el suelo. Ciertamente se encontraba mejor que antes, pero aún sentía un extraño vacío en su pecho, casi como si no sintiera nada.
—¿Estás seguro Inglaterra? Sabes que puedes hablar con nosotros.
—No, es mejor que me olvide de ese sueño. Y ¿Para qué me necesitaban? vinieron aquí para hablar de algo, ¿no es cierto? —Finalmente levantó su rostro y observó al francés delante suyo.
—Bueno, hoy es tu cumpleaños, pensamos que sería buena idea que salieras con nosotros un rato, para distraerte un poco y te sientas mejor antes de la próxima conferencia, —Francis hizo una pausa al ver el cansado rostro de Arthur, «Al parecer es peor de lo que Oliver dijo, pero es extraño, aún no es julio.» —Queríamos llevarte a la antigua casa del Reino Unido, la vista de allí es muy bella y podrías descansar mejor.
—Gracias, me hace muy feliz que se preocupen por mí, —Arthur dijo con una pequeña sonrisa que se formó en su rostro—. Hace mucho que no paso por allí, me vendría bien. y tal vez pueda olvidarme de... Alfr- América.
—¿Alfred? Creí que lo habías superado. —Oliver se sentó al lado de Arthur y tomó su mano.
—También creía eso, pero no puedo dejar de sentirme culpable por lo que pasó, —La sonrisa en su rostro se desvaneció. —Sé que Oliver lo sabe, las pesadillas han vuelto; lo siento, a pesar de que ambos se esforzaron para que lo superara...
—No tienes que disculparte, sabes que siempre vamos estar aquí para ti. Ahora ve a darte un baño y borra esa expresión de tu rostro. Hoy es tu día y la vas a pasar bien. —Arthur sonrió y terminó su taza de té, después subió las escaleras y se dirigió al baño.
—Espero que esté bien. —Murmuró Francis mientras terminaba su té.
—No lo está —respondió Oliver con una voz seria—. se está culpando de nuevo por el pasado y los malos pensamientos lo están cosumiendo.
—Espero que el regalo que le preparaste funcione, no quiero entrar en su cabeza de nuevo.
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