Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 7

Chloé miraba con incredulidad a su acompañante, las palabras no salían de su boca y lo único que podía hacer era parpadear una y otra vez.

—Bromeas, ¿no?

—Solo si tú lo haces, Chlo —Nathaniel canturreó el diminutivo de la rubia.

—Pero... O sea... Yo...

—¿Creías que no aceptaría?

—Pues... Sí... Es que... ¡Ni siquiera lo pensaste!

—¿Qué parte de "necesito dinero" no se entiende?

—Pero hablamos de matrimonio... Eso no se toma a la ligera.

—Uno, lo planteaste como un negocio. Dos, ¿en serio sigues creyendo en el matrimonio? Ya no estamos en el siglo veinte —mencionó el pelirrojo riéndose.

Bourgeois se cruzó de brazos apretando la mandíbula, Nathaniel estaba en lo cierto con su primer punto, pero el que se burlara de sus ilusiones no era muy agradable que digamos.

—No es mi culpa si te hirieron en el pasado o que tus padres se hayan separado...

—Bah... Nunca han estado en mis planes esas formalidades, toda relación es pasajera. Es más fácil decir adiós y marcharse de una que estar negociando propiedades y custodias.

Chloé no pudo evitar recordar las veces que escuchó a sus padres discutir por cuestiones monetarias, apenas era una niña y no entendía cómo el dinero importaba más que el supuesto cariño que se tenían entre ellos a ella misma.

Aunque en su adolescencia permanecieron juntos, el dolor de ver a su madre irse de la casa sin ella en más de una ocasión nadie lo borraba.

—¿Entonces preferirías seguir casado?

—¿Qué?

—Dices que quieres evitar el proceso de divorcio, mi propuesta implica ese paso final después de un año aproximadamente, para evitar estar en la mira de los noticiarios.

—Bueno... —Nathaniel apoyó sus manos en las piernas y miró directo a los ojos azules de la muchacha—. Tomándolo más como un simple contrato no tendría sentido pelear en tribunales, desde el principio llegamos al acuerdo de bienes separados y ya está, total, no hay mucho que me puedas quitar.

—Nathaniel, ¿en serio no prefieres pensarlo unos días? —inquirió Bourgeois mordiendo el interior de su mejilla.

—¿Tú sí?

—Eso creo...

La rubia bajó la vista apenada, sin duda se reprochaba por ser tan impulsiva. Apenas se le metía algo en la cabeza era muy difícil que lo desechara por completo, por muy estúpido que fuera. Como aquella vez que retó a Kagami, creyó que por aprender rápido podría derrotar a la esgrimista, sin embargo, la diferencia de experiencia le jugó en contra y perdió la apuesta.

Aun odiaba recordar cómo estuvo a sus servicios cual sirvienta, desde entonces dejó de abusar de la lealtad de Sabrina, algo bueno salió de esa anécdota desagradable.

—Está bien, Bourgeois. Llámame en unos días —dijo el pelirrojo poniéndose de pie, la nombrada lo imitó rápidamente—. Y de nuevo gracias por auxiliarme, aunque nadie te lo pidió, eres una buena persona después de todo.

La rubia frunció el ceño y retuvo sus ganas de brindarle un golpe al ver los vendajes sobre su piel. Caminó a la isla de la cocina y tomó la chamarra que había intentado limpiar con agua del grifo, tal vez logró quitar la tierra, pero con la sangre no tuvo la misma suerte.

—¿Estarás bien? —Se atrevió a preguntar extendiéndole la prenda al más alto.

—Por un rato al menos, tu cafetera será de gran ayuda. Literalmente no tengo como pagártelo.

—No pienses en eso, solo considera acudir al médico.

—Muchas gracias Chloé, en serio.

La rubia quería responder con algún comentario típico de ella, no obstante, se quedó en blanco al notar la mirada sincera de joven, sus ojos turquesas tenían un brillo especial y la gran sonrisa en su rostro era cautivadora. Poco importaban los golpes que había recibido, seguía siendo atractivo y para su mala suerte no era inmune a sus encantos.

Regresó a la realidad al notar que se acercaba a ella, en cuestión de segundos sintió como le plantaba un beso en cada mejilla a modo de despedida y salía del departamento dándole las buenas noches.

Esa noche Chloé se fue a la cama con un sentimiento extraño y su cabeza siendo bombardeada por numerosas preguntas. Sin embargo, también estaba presente la satisfacción de haber ayudado a alguien que lo necesitaba.


Tres días después Nathaniel se encontraba sentado en una mesa apartada, la noche anterior Chloé le había texteado citándolo en la cafetería que solían frecuentar en su época de estudiantes, al parecer la muchacha ya había meditado y tomado una decisión que quería comunicarle cuanto antes.

Faltando tres minutos para el mediodía alcanzó a distinguir una cabellera rubia atravesando el umbral de la puerta, Bourgeois buscaba con la mirada y al lograr divisar una nata roja se acercó a la esquina donde se encontraba el joven.

—Hola Nath.

—Hola Chloé.

El pelirrojo levanto la vista y mostró una sonrisa amigable, misma que logró relajar los nervios de la recién llegada.

—¿Le traigo café, señorita? —preguntó una mesera de tez morena sosteniendo una libreta en su mano.

—Sí por favor, algo de panqueques también.

—Enseguida se lo traigo, ¿y para usted? —Volvió a preguntar la morocha esta vez dirigiéndose a Nathaniel.

—Más café estará bien, gracias.

La mesera asintió anotando en su libretita y se dio la vuelta para regresar a la cocina.

La rubia se quitó los lentes obscuros y los guardó en un estuche, sentía la mirada de su acompañante, pero no quería demostrar que esta acababa con su seguridad que tanto la caracterizaba.

—¿Has podido recuperar tu cafetera?

—No, he preferido juntar para una lavadora, sé que Sabrina me apoya en su casa, pero no quiero aprovecharme.

—Hace años no hubiera creído eso.

—Sí bueno, hace años no estaríamos tomando algo en la misma mesa.

That's right.

La mesera llegó con su pedido y los colocó frente a cada uno.

—Ya que nombraste el pasado, Chlo... ¿Cuál es tu recuerdo más valioso?

—Mmm... Creo mi cumpleaños número diez —respondió echando una cucharada de azúcar a su café—. Fue la última fiesta que realmente me sentí querida... Tanto por amigos como por... Mi familia.

—¿Las cosas se pusieron feas después?

—Así es, los problemas de mis padres se extendieron hasta llegar a mí y me terminaba desquitando con medio mundo —La ojiazul miraba el líquido obscuro en el interior de su taza, bebió un poco y luego miró al pelirrojo—. Y tú Kurtzberg, ¿cuál es tu recuerdo más doloroso?

—Seis años, jugaba con mi vecina que era mi mejor amiga, la pelota se nos fue a la avenida y no fui lo suficientemente rápido... Un camión la empujó, ahí quedó —contestó tomando la taza frente a él.

Chloé se quedó boquiabierta al escucharlo hablar con tanta normalidad, casi podía jurar que lo dijo con un deje de ironía.

—Ya dejé que me afectara bastantes años, no esperes que rompa en llanto apenas recuerde su nombre.

—Yo... Nath, lo siento tanto, nadie debe vivir algo como eso y menos a tan corta edad —por instinto la rubia llevó sus manos a la del contrario en un intento de demostrarle apoyo, pensó en apartarse, pero Nathaniel correspondió el gesto y empezó a acariciar el dorso de una.

—Todos tenemos cicatrices que marcan de una u otra forma nuestro futuro, ¿no?

—¿Qué quieres decir?

—A veces pienso que fue una señal, perder a Alice fue el principio de mi caída al hoyo del que jamás saldré —mencionó el ojiturquesa con una mueca parecida a una sonrisa forzada—. Obscuridad y decepción que nunca me abandona.

—Que pesimista eres —Chloé lo miró con el ceño fruncido—. Tal vez en el fondo creas que no mereces lograr algo porque tu amiga no tuvo la oportunidad, pero no debes desperdiciar tus capacidades para llegar lejos. Siempre he sabido que eres un chico muy talentoso que tendrá a la gente a sus pies.

—¿Tanta fe tienes en mí?

—Sí, y tú también deberías.

—Me gusta eso de ti.

—¿Qué cosa?

—Tanta amabilidad y benevolencia que jamás tuve la oportunidad de notar en el instituto.

Kurtzberg sonrió, Chloé enmudeció y sintió sus mejillas arder, le había hecho un cumplido y el hecho de que viniera de él hacía que lo tomara de forma distinta a la que solía.

—Pues... A mí me gusta tu sentido del humor, sí.

La contestación de la muchacha hizo que Nathaniel soltara una sonora carcajada, en consecuencia, el rubor de su cara se incrementó.

—Vale, ya paro. Te has puesto rojita, que linda.

—Bueno ya, deja de burlarte de mí.

—Créeme que no lo hago, Chlo.

La rubia tronó la lengua y se cruzó de brazos desviando la mirada, una luz proveniente de su bolso llamó su atención. Rápidamente sacó su celular para ver que se trataba de un mensaje de Adrien, lo leyó rápidamente y volvió a meterlo en su bolso.

El aparato chocó con algo, lo hizo a un lado y sacó una pequeña caja.

—No he olvidado la razón principal de nuestra reunión...

—¿Qué no era una salida normal de amigos? —preguntó el muchacho dando el último sorbo a su taza—. Es broma, ya suelta tu respuesta.

—¿En serio no te molesta que sea arreglado?

—Ya te dije, no esperaba mucho... Pero igual está mejor casarse con alguien que ya conocía, aunque fuera una bruja conmigo.

—¡Oh vamos, Kurtzberg! Pasado pisado.

—Sí, sí, lo que digas Bourgeois. ¿Cuál es el trato?

—Engañar a todo mundo, dividir las ganancias, después de un año decirnos adiós y fin de la historia.

—Me parece bien.

—¿Presente de frente?

En el campo de visión de Nathaniel apareció una caja rojiza decorada con un moño plateado. Miró a la rubia que le sonreía con un brillo en los ojos y entonces tomó la caja, la abrió encontrando en su interior un reloj plateado, se veía bastante costoso.

—¿Y esto?

—Es el símbolo de propuesta, no me des un anillo, no lo necesitamos —dijo observando cada gesto del pelirrojo—. Era de mi padre, espero que lo cuides muy bien.

Nathaniel sintió por un instante como su garganta se cerraba, tenía en sus manos un objeto muy valioso monetario y sentimentalmente hablando. Además, aceptarlo significaba formalizar una propuesta, aunque fuera un supuesto negocio no podía dejar de pensar en lo que realmente significaba decir "sí".

Pero Chloé si lo entendía y aun así le confiaba algo que atesoraba, ya no podía defraudar a la chica que tanto se preocupaba por él. Ambos necesitaban del otro para solucionar sus problemas, estaban en el mismo barco.

—Futuro sin apuro.

Bourgeois amplió su sonrisa, Kurtzberg rió y dejó que le colocara el accesorio. Iniciaron formalmente una sociedad, o bien, un compromiso.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro