💉| Capítulo 8. |💉
PAIN-OFF
CAPÍTULO 8.
“ENFERMEDAD”
Es temprano, hora de entrar a clases de hecho. Como siempre, todos esperaban ansiosos a que llegara el sensei para intentar atacarlo y asesinarlo de una vez por todas. Sólo lo necesitaban.
Kira llegó al salón, con vendas en las manos y comiendo dangos. Tarareaba de vez en vez la canción de los dangos, sintiendo por dentro una pequeña felicidad, el sólo comer su bocado favorito la hacía sentir mejor. Al ver a Nagisa sólo, quiso acercarse para saludar, pero fue detenida por un libro que terminó por impactar en su rostro.
El golpe de oyó en toda el aula, y todos ellos quedaron perplejos cuando se giraron a ver a la violeta con preocupación. El primero en ir a verla alarmado, fue Nagisa, quien era el único que era conocedor de su condición. Kira sin embargo, no decía nada.
El libro que impactó en su rostro, se deslizó lentamente hasta caer al suelo, seguido de unas cuantas manchas rojas que goteaban y caían rápidamente.
—–¡Kira!—habló preocupado Nagisa, acercándose a verla.
—–¡Uy, l-lo lamento mucho, Kira-san. El libro no iba para ti. . .!
La chica de cabello corto y cola alta solamente intentaba auyentar al pervertido de la clase, pero en lugar de eso, el libro fue a parar al rostro de la violeta.
—–¿Uh?—mencionó Kira, sin poder entenderla.
La violeta estaba bien, de todas formas, no sintió; pero su nariz decía otra cosa. Estaba sangrando, a montones. Era algo preocupante, porque o podía significar una fractura del hueso en la misma, o bien, podría ser el fuerte impacto contra su cabeza y la sangre saldría por ahí. Quizás y para temor de muchos, era la segunda, pues de su oído izquierdo también hilos de sangre comenzaban a bajar, manchando sus hombros y su camisa. Lo más aterrador era que Kira, parecía más preocupada por haber tirado su dango en el suelo que por su propia salud.
—–¿Qué pasó?
Los delegados, Kataoka Megu, de cabello corto atado en una cola con fleco recto; e Isogai Yuma, chico de cabello negro y ojos ámbar, también se acercaron a Kira preocupados. Ellos pensaban que quizás Kira estaba en estado de shock, pero en realidad, a ella no le importó hasta ver la sangre manchando su labio.
—–¡Kira-san! ¡Debemos llevarte con Karasuma-sensei, ahora!—dijo Megu, tomando con cuidado a la chica.
Yuma hizo lo mismo, pero con el otro brazo y juntos la ayudaron a caminar hacia la puerta. Mientras tanto, Nagisa se frustró y suspiró con cansancio, viendo cómo su amiga de iba sin decir nada. Se sentía un poco culpable, porque desde siempre debió cuidar de ella. Y había fallado. Llegó a su asiento, y suspiró, siendo calmado por Kayano quien palmeaba su espalda.
—–¿Nagisa? ¿Estás bien?
—–Ella no puede sentir nada.—suspiró Shiota, llamando la atención de todos entre el silencio.
—–¿Qué, como que Kira no puede sentir nada?
Entre ellos, el pelirrojo estaba más que interesado en ello.
Nagisa se dispuso a explicar su historia con Kira. La conoce desde que es una niña, agregando todo acerca de su síndrome y que aveces suele acomplejarse por ello, sintiéndose sola y poco aceptada entre los demás. La llamaron fenómeno muchas veces, y ni hablar de la horrible relación que tiene ella con sus padres. Muchos se conmovieron por la historia. Entendieron que ella los ignoraba no por grosera, sino porque no se sentía segura de entablar amistades, ya que no quería volver a sufrir los abusos y rechazos que ella vivió en el otro bloque. Aún así, ellos eran un salón unido, y harían que ella se sintiera aceptada siempre.
—–Pobrecita. . .
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En la sala de profesores, cundió un poco el pánico por parte de Irina cuando encontró a Kira en ese estado de heridas, soltando un chillido ya que justo cuando ella iba a abrir la puerta, los chicos la estaban abriendo.
Karasuma que estaba en un lado, revisando su computadora y terminando unos cuantos informes, no prestó atención al chillido, ya que Irina solía ser así de escandalosa desde que la conoce. Pero, al girar la mirada cuando escuchó la voz de los delegados, sintió que su corazón se detuvo por unos cuantos segundos al ver a su sobrina herida, derramando sangre por la nariz y los oídos. Fue muy rápido, tiró lo que estaba haciendo y fue corriendo hacia ella, tomándola por los hombros.
—–¿¡Qué sucedió!?—preguntó, intentando conservar la calma.
Los delegados le explicaron lo que había sucedido, sólo había sido un accidente, pero el rostro serio y temeroso de Karasuma era suficiente para indicar que no sería pasado así como así. Por órdenes de él, regresaron a su aula, fueron inmediatamente recibidos por los demás, especialmente por Nagisa, quien se preguntaba cómo estaba su amiga.
—–Bueno. . . Creo que Karasuma sensei está molesto. . .
—–En realidad. . . Lo ví asustado.—corrigió Yuma, pensativo.—–Él dijo que se encargaría de Kira-san.
—–Bueno. Es evidente que debemos castigar a quien le hizo eso a la pobre Kira-chan.–interrumpió Karma, con una leve sonrisa sádica.—–Debemos castigar a Tōka-chan.~—burló apareciendo de un lado a otro, detrás de la chica de cola alta.
Ella tembló con mucho temor y negó, juntando las manos pidiendo perdón por eso. Aunque, técnicamente, la culpa fue de Maehara, pues él la estuvo molestando desde siempre.
—–Deberíamos hacerle un regalo.—dijo Sumire, la chica con un poco de sobrepeso, aún así amable y dulce.—–Para que Issei-san no se sienta sola. Ella debe entender que todos nosotros estamos aquí para ser sus amigos, ¿Qué mejor que un regalo?
—–No es mala idea.—sonrió Kataoka.—–Podríamos reunir dinero y comprarle algo entre todos. ¿Qué es lo que más le gusta a Kira-san?
El pulpo llegó, con su típica sonrisa, sudando un poco por lo que vió hace un rato. Con cierto nerviosismo, él explicó que Kira tuvo que irse directamente al hospital, para asegurarse de que todo estuviera bien dentro de su cuerpo y no hubieran fracturas, ya que como a ella le es imposible sentir algo, era imposible también identificar si se sentía bien o no. Era una triste noticia, pero los estudiantes ya le tendrían a ella un regalo.
—–¿Un obsequio para Issei-chan?—preguntó Koro sensei, interesado en la idea.—–No estaría mal. Además de que Karasuma me dejaría de ver con esos ojos que quieren matarme. . .
Bueno, seamos realistas, Koro sensei, todos quieren matarlo, no joda.
—–¡Podríamos darle un montón de peluches!—sugirió Kayano, sonriente.
—–Dangos.
Nagisa sabía bien lo que ella necesitaba. Amigos, aún si fueran amigos Dangos.
—–¡Podríamos comprarle cada uno un Dango, y que se parezca a nosotros mismos! Kira-san sabrá que somos sus amigos ahora.—mencionó Kanzaki, en voz tranquila.
—–Me parece una gran idea. . . ¡Iré a conseguirlos!—prometió el sensei, yendose otra vez por la ventana y dejando a muchos de los chicos confundidos.
El plan, era buscar un dango que se pareciera a cada uno, para que Kira los recordara y cuando volviera, fuera más abierta y confiada de que ellos son sus amigos. La idea no era mala, y el pelirrojo lo sabía.
—–Conseguiré uno. . . Que haga que piense en mí todo el tiempo.-susurró Karma, apoyando su cabeza sobre su mano.
Tampoco podía evitar ver un poco mal a Tōka, pues había sido ella quien causó todo ese revuelo.
—–Lo del castigo lo decía en serio. . .
—–¡BASTA!
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Por otro lado, en el bloque de la escuela, los rumores vuelan como el aire, siendo éstos los protagonistas de muchos chismes y llegando a oídos de todos los estudiantes. Creo que ya saben de qué se habla, Issei de nuevo en el hospital. Para muchos era algo que dejarían pasar, no les importaba en realidad, pero, para alguien en particular, era demasiado estrés y provocaba paranoia. Asano no sabía bien como tomarse lo que uno de sus amigos, Ren le estaba diciendo.
—–Issei está en el hospital. . . ¿Eh. . .?—murmuró, apoyado en el casillero de pronto.—–Si puedes averiguar más, avísame.
Sakakibara de fue, un poco asustado por el estado de Gakuushu. Lo dejó solo, mientras él ahora, observaba al fondo de su casillero.
Claro que estaba preocupado por ella. No amenazó a más de la mitad de la escuela para que la dejaran en paz en vano.
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