Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

💉| Capítulo 2. |💉

PAIN-OFF
CAPÍTULO 2.
POCAS

Karasuma estaba de nuevo el en su oficina, haciendo revisión de unos papeles como era de costumbre. Encargándose del papeleo, revisando la hoja de vida de nuevos reclutas, firmando solicitudes, etc. Es normal para alguien que trabaja en el Ministerio de Defensa.

Sin embargo, él sólo esperaba terminar para llegar al hospital y poder volver a ver a su pequeña sobrina. Las enfermeras lo mantenían al tanto, y por lo visto cuidaban muy bien de ella. Al menos eso lo tranquilizaba.

—–Bien... Gracias.—colgó la llamada. Suspiró con pesadez y se recostó a la silla, observando al techo.—–¿Debo avisarles, verdad?—se cuestionó a sí mismo.

Días después de que Kira sufriera ese accidente, se sabe que sus padres estaban fuera de la ciudad por un viaje de negocios. El hospital ya ha intentado contactarse mucho con ellos, sin éxito alguno, y Tadaomi Karasuma es el único que tiene sus números privados sin embargo, prefiere no contarlo. Desde entonces Tadaomi se ha estado preguntando si debería avisarles a sus padres o no lo que había sucedido.

—–No... No creo que le presten atención...—murmuró para sí.

Lo he repetido varias veces ya, pero esta vez lo diré directamente. Los padres de Kira son una mierda, personas que no les importa la vida de su pequeña y ni se preocupan por su bienestar. Ni siquiera estaban enterados de que Kira se encontraba en el hospital y que estaría internada al menos por 40 días. Tadaomi no les había informado aún.

Pese a eso, y a que no quería que los padres se aparecieran, debía hacer lo correcto. De todas formas, él ya estaba planeando pedir ante un juez que juzgue a la pareja y le arrebate la custodia de su pobre sobrina enferma. El siguiente en la línea sería al él, puesto que también es el padrino, así que no tendría mucho de que preocuparse de todos modos. El siempre ha querido a Kira como si se tratara de su propia hija.

—–Me arrepentiré de esto...—asintió y marcó en el teléfono el número privado de su hermana.—–¿Hola, Tsuki?—habló al escuchar que le respondían.—–Habla Tadaomi... Hay algo que debo decirte...—observó la fotografía sobre su escritorio, sonrió inconscientemente. La foto retrataba a él y a su sobrina cuando apenas tenía meses de nacida. Cargandola en su bautizo como su padrino.—–Es sobre Kira...

ೋ❀❀ೋ═══ • ═══ೋ❀ೋ

ೋ❀❀ೋ═══ • ═══ೋ❀ೋ

Las cosas en el hospital en donde Kira se encontraba ocurrían normalmente como en cualquier otro. El sonido de camillas rodar en los pasillos, los reportes de los doctores y por supuesto, las enfermeras llegando a ver a Kira en compañia de doctores para monitorearla cada treinta minutos.

Kira tenía una habitación para ella sola, apartada con el dinero de su seguro médico. La pequeña observaba televisión tranquilamente, mientras escuchaba a las enfermeras correr de un lado a otro, estando estas muy ocupadas. Río bajamente, después de todo, no era muy distinto a como era en su casa.

Por su enfermedad, las enfermeras que sus padres contrataron para atenderla y cuidarla en todo momento eran muy controladoras con respecto a las actividades que Kira realizaba. De hecho, Kira prefería estar en su habitación todo el día mirando televisión o jugando con sus peluches que estando afuera soportando las molestas voces de las enfermeras diciéndole que hacer y que no.

Si... Definitivamente no es muy distinto a casa...“—– Pensó la pequeña, soltando un suspiro. -Al parecer estoy condenada a este estilo de vida tan monótono...

Y de hecho, lo era.

Cuando eres tratado como si fueras de porcelana y un adefesio a la vez, comienzas a perder la confianza en la gente poco a poco. Cuando te conocen y te preguntan ¿Por qué no sentiste eso? Cuando estabas jugando tranquilamente con otros niños, es normal que des tu respuesta. Lo que suele fastidiar es el hecho del cómo su forma de verte a ti cambia tan drásticamente. Las personas ya no suelen acercarse a ti por miedo, porque eres diferente a ellos. Kira se sentía como un fenómeno en todos lados, todo el tiempo, llegando a considerar no escapar en el incendio para acelerar su muerte y ya. Pero existía una persona que lo evitaba: Su tío, Karasuma. Gracias a él, Kira entendió al menos de un sólo ser que sí podría llegar a importarle a la gente y que no siempre la iban a despreciar.

Al menos, eso esperaba.

—–Tío...—susurró, observando el peluche con una pequeña sonrisa.—–Más que eso, eres como un papá para mi...

Tocaron a la puerta de su habitación. Sonrió emocionada esperando a ver la silueta de su tío entrar...

Pero en lugar de eso, se encontró con sus padres, llevándose una gran decepción y una sorpesa. ¿Qué hacían ellos aquí? ¿Cómo se enteraron? Le molestó un poco verlos entrar. Eso era, les fastidiaba verlos.

Los odiaba.

Nunca se habían preocupado por ella, siempre la consideraron un estorbo. Ella también los consideraba de esa forma.

—–Mamá, papá.—murmuró al verlos entrar. Apretó las manos, clavando sus uñas en sus palmas. No sentía absolutamente nada, pero capaz ya han de estar marcadas.—–¿Qué están haciendo aquí?—preguntó dudosa, enarcando una ceja.

Su madre suspiró con una mano en el pecho y se acercó a su hija, con una pequeña sonrisa.

—–No tienes amnesia... Que alivio.—sonrió levemente.—–Estoy feliz de que no nos hayas olvidado...—juntó sus manos.—–Bien, levántate. Es hora de irnos.—ordenó, acercándose a ella rápidamente y comenzando a guardar sus cosas.

Sus peluches, su ropa de cambio que le había traído Karasuma, pijamas y su querido peluche de Papá Dango.

—–¿A donde nos vamos?—cuestionó Kira, aún en cama. Sintió como su madre comenzaba a quitar la intravenosa que le suministraba suero y proteínas. Pero no sintió dolor, de nuevo.—–¿¡Mamá!?—casi chilló. Exigía una respuesta.

La mujer suspiró y forzó a que Kira se levantara. Podía sentir como sus piernas estaba temblando, Y ni aguantaba mucho el estar de pie. Estaba mareándose. Su madre por otro lado, la observó con desdén.

—–¡No te hagas la víctima! Vámonos, debemos irnos si queremos tomar el vuelo a tiempo.—ordenó, tomando a la niña de la muñeca, y literalmente comenzó a arrastrarla por el suelo en direccion a la puerta como si fuera una muñeca de trapo.

—–¿¡Pero a donde nos vamos!?—exigió Kira, frunciendo el ceño. No podía sentir nada, simplemente miraba a la nada molesta y como si fuera algo normal el hecho de ser arrastrada por el suelo.

Comenzaba a pensar entonces en su vida ahí, quizás no era la mejor pero al menos ver a cada enfermera entrar a cambiarle las sábanas o aplicarle medicina le recordaban que estaba viva. No deseaba cambiar eso. Miró hacia arriba encontrándose con la apurada de su madre, tenia mucha mas prisa que antes. ¿Intentaba escapar de algo? O quizás sólo quería evitar que nuevamente su hermano, Tadaomi Karasuma, se interpusiera entre sus malignos planes de bruja.

—–¿Qué está pasando aquí?—exclamó, fuertemente, el hombre que los había llamado.—–¡Tsuki, que demonios haces! ¡Ella no puede viajar en ese estado! ¿Quieres matarla acaso?—insistió. Con molestia, Karasuma.

—–¡Tío!—llamó la niña, casi en ruegos, estirando su mano hacia el y con lágrimas infantiles que no dejaba de derramar.

Pedía por favor que la salvara de las garras de esa bruja. Vivir con sus padres sólo significaría una tortura más día a día, sentir que te desprecian por todo lo que haces y escuchar que deberías morirte pronto para reclamar el dinero de tu seguro finalmente. Sus padres no la querían viva, y aunque a Kira no le importaba mucho lo que otras personas le dijeran sobre su enfermedad, con sus padres llegaba a ser distinto, porque ellos le recordaban aquello todo el tiempo. Fue por un milagro que Kira logró soltarse del agarre de su madre, quien frunció el ceño irritada al ver a su hermano. Pensaba con rabia “Demonios, tenías que aparecer”. Tsuki ya estaba harta de que él siempre este tratando de robarse a su hija. O al menos así, es como ella lo consideraba. Solamente quería divertirse, que le dijera "mamá" o cosas así de madre he hija, no comprendía el hecho de que su pequeña quisiera más a su tío que a su propia madre. Se sentía opacada y celosa ante eso.

Observó con furia como su hija, a duras penas lograba levantar las piernas para caminar y llegar a los brazos de su tío; quien la recibió con un abrazo y un gesto de arrepentimiento. Nunca debió llamar a sus padres para avisarles. Sabía que ellos tratarian de hacer algo como eso, fue por esa razón que él decidió aparecer. Gracias a Dios, logró llegar a tiempo.

—–Ya estás bien...—murmuró, envolviendo a la niña entre sus brazos. Sintió que su corazón dio un vuelco por la culpa al abrazar y sentir que Kira temblaba completamente.—–¡Está temblando, Tsuki! ¿¡Que demonios pasa por tu cabeza, quieres asesinar a tu propia hija!?

El fuerte sonido de la voz de Karasuma atrajo a enfermeras, doctores y pacientes cercanos. Fueron alarmados al lugar, a ver el porqué de tanto alboroto. Ya consideraban algunas enfermeras llamar a seguridad.

Kira suspiró, entrecortada, el frío del suelo y descalza no eran buena combinación. Le había entrado y recorrido por el cuerpo, y el aire acondicionado no ayudaba mucho. En efecto, temblababa y tiritaba de frío.

Tsuki, por otra parte, apretó los puños bastante molesta. ¿Quién se creía que era Karasuma? ¿Tenía derecho acaso?

—–¡Cállate! ¡No tienes por qué decirme cómo criar a mi hija!—insistió la madre molesta.—–Ella me pertenece, ¡Yo la traje al mundo! , y lo que haga con ella y cómo la trate no debe ser de tus asuntos.—gruñó.

—–¡Lo que haces con ella no está bien, Y siendo su tío y su padrino yo tengo derecho a encargarme de ella si los padres no pueden!

El barullo y los insultos reinaron en la habitación. Las personas presentes observaban con curiosidad y preocupación hasta dónde podría llegar aquel drama familiar. La pequeña pelimorada no aguantó más la presión, y por un momento decidió olvidarse de sus modales y gritar fuertemente para que fuera escuchada.

Todas las miradas se centraron en ella, quién aún temblando, con un ademán le pidió a su tío que la dejará en el suelo. Estaba harta de tanta tontería.

—–¡Ya dejen de pelear!—chilló, molesta. Abrazandose a sí misma, ignorando el hecho de que su cuerpo necesitaba algo de calor lo más pronto posible.

Karasuma y su madre la miraron fijamente. Tsuki tenía una mirada hueca y llena de frialdad e indiferencia. Por otra parte, su padre acomodaba sus lentes con un semblante parecido.

—–¿Qué te he enseñado, mocosa mal educada? ¡Cuando los adultos hablan, los niños callan!—se acercó peligrosamente a Kira.

Los guardias estaban apunto de acercarse a dividir la escena, y Karasuma no se esperó a prepararse también. Sin embargo, la joven niña ya tenía la situación controlada.

—–¡Cállate, Madre!

La audiencia soltó un jadeo asombrado. Tsuki apretó los puños, llenándose aún más de ira, enseñando a todos la verdadera personalidad detrás de esa cara bonita. Una mujer explosiva, intolerante y egocéntrica.

—–¿¡Qué me dijiste, mocosa!?

—–¡Que me escuches!—interrumpió, frunciendo el ceño.

Ese semblante y gesto determinado en sus palabras hicieron que su madre se relajara y mordiera su lengua, con fastidio, para escuchar a su hija.

—–¡No me iré contigo! Desde que recuerdo nunca tienes tiempo para mí o para escucharme, y ¡No me gusta estar contigo! Prefiero que te vayas a vivir a otro lado con papá, sin mí.—manifestó.—–Me gusta estar con el tío Tadaomi, él siempre se preocupó por mi y me escuchó cuando debía. Me cuidó y, aunque su trabajo le impida mucho más tiempo conmigo, él hace un esfuerzo para poder estar conmigo. ¡Lo quiero!—exclamó.—–¡Quiero quedarme aquí, con el tío Tadaomi!

Karasuma no pudo evitar esbozar una sonrisa orgullosa ante la valiente actitud de su sobrina, después de todo, ella ha tenido que pasar por muchas cosas que asustarían a un niño. Ha tenido que estar sola y hablar por sí misma gracias a la ignorancia de sus padres, y ha aprendido de sus errores para asegurarse de no repetirlos. Todo eso, incluyendo que debe lidiar con aquella enfermedad que la acompaña de su mano. Los padres de Kira, por otro lado, no soltaron palabra. Su semblante era serio, y sus ojos estaban grises, como sin vida. Sabían muy bien que su hija tenía razón en todo lo que decía, Y se avergonzaban por ello. Se escuchó un suspiró sin ganas por parte de su padre.

—–Si eso es lo que quieres...

Su madre con frialdad en su mirada relajó sus puños y cerró los ojos, soltando un chasquido de lengua. Ellos habían perdido la batalla.

—–Está bien.—finalizó su madre, volteando a darles las espaldas.—–Quédate con Tadaomi entonces.... Nos aseguraremos de enviar 5.M¥ cada mes para cubrir tus gastos. Sólo espero que algún día puedas perdonarnos, por ser tan malos padres.—murmuró, y procedió a caminar, saliendo de la escena y alejándose de la multitud.

—–Eso no pasará, Tsuki.—murmuró Kira, poco audible.

No tenia intenciones de perdonarla ni aunque estuviera loca. Lo que esa bruja le ha hecho ni tiene perdón, y desde pequeña siendo tan obstinada ten por seguro que no la perdonará hasta el día en que la vea agonizando en una camilla.

O quizás ni así.

El padre de Kira acomodó sus lentes y esbozó una pequeña sonrisa a su hija, gesticulando un "Cuidate" para después dar la vuelta e irse justamente por donde vino.

Así fue como ambos monstruos de padres abandonaron la habitación. Ahora Kira estaba bajo custodia de Karasuma, y nadie podria apartarla de nuevo.

—–¡Kira!—sonrió, el hombre imponente abrazando a su sobrina de rodillas en el suelo. Kira correspondió el abrazo, con una pequeña sonrisa.—–¡Estás muy fría!—exclamó con preocupación.

Kira esbozó una sonrisa, indicando de que estaba bien y que no se preocupara por nada. Lo peor ya había pasado. Aunque, sus labios morados indicaban lo contrario.

—–No te preocupes Tio... Yo estoy... Bien...—murmuró con fuerza, sintiendo como su cuerpo comenzaba a irse en su propio rumbo. Fue cuestión de segundos para que sus pies le fallaran, y sus ojos se cerraran dejándose caer.

Se había desmayado.

—–¡NO!—exclamó Karasuma, abrazando a la niña que yacía desmayada entre sus brazos. Colocó su oreja en el centro del pecho de su sobrina y escuchó atentamente, su corazón y su pulso eran lentos.—–Por favor, ayudenme!

Entre tanto, una enfermera se acercó y se agachó tocando el hombro de Karasuma mientras sonreía amablemente.

—–Nosotros nos encargaremos señor.

Como ángeles guardianes, llegaron doctores en compañía de más enfermeras corriendo a la escena y se llevaron a Kira. Los de seguridad disiparon a la gente, y otra enfermera guió a Karasuma a la sala de espera, diciéndole por último que no se preocupara de mucho, y que Kira estaba en buenas manos.

ೋ❀❀ೋ═══ • ═══ೋ❀ೋ

ೋ❀❀ೋ═══ • ═══ೋ❀ೋ

Desde esa vez, se dice que los padres de Kira volaron a Gran Bretaña para rehacer su vida allá. En esos días, Kira se mudó definitivamente con su tío una vez le dieron salida del hospital, y cada domingo los padres de la pelimorada llamaban a Karasuma para asegurarse de que su hija estuviera bien.

Kira no volvió ha hablar con sus padres desde entonces, pues aún les guardó rencor y no quería saber nada de ellos.

Pero el tiempo todo lo perdona, y Kira era consciente de que, por más que quisiera que no fuera así, eran sus padres y debía aceptarlo.

Por otra parte, cosas positivas comenzaban a ocurrir en su vida, y le daba a Kira una nueva perspectiva de la vida.

—–Existen las buenas personas...—asintió, con una sonrisa.—–Pero, desgraciadamente, son muy pocas...

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro