💉| Capítulo 0. |💉
|P̷a̷i̷n̷-̷O̷f̷f̷|
CAPÍTULO PILOTO.
“EL NACIMIENTO DE UNA MISERABLE”
En los pasillos de un hospital de alguna parte de Japón podían escucharse los gritos de dolor de una madre, aquella se encontraba en pleno trabajo de parto, y tantas emociones encontradas en su mente no eran para menos.
Estaba a punto de recibir a su pequeña, que llegaría al mundo.
El esposo, por otro lado, esperaba pronto a los avisos de los enfermeros caminando de un lado a otro impaciente y nervioso, acompañado de su cuñado que tranquilamente esperaba a la llegada de su sobrina.
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Dentro de la sala de partos, por fin entre los gritos de la mujer pudo escucharse un pequeño alarido, una ligera voz y un tierno llanto que derramaba la bebé, al haber salido finalmente del vientre de su madre.
—–¡Es una niña!—gritaron las enfermeras con emoción.
La doctora que atendía a la madre primeriza tomó a la bebé en brazos. Era tan pequeña, tan delicada y tan frágil que sentía que hasta el ruido podría destrozar su pequeño y quebradizo cuerpo. La pasó a las enfermeras quienes se encargaron de limpiarla para así pasarla a su madre.
La bebé aún no paraba de llorar.
—–Muchas felicidades.—expresó la doctora a cargo.
Los ojos de la madre no tardaron en cristalizarse, no podía creerse el hecho de haber dado a luz a una pequeña tan linda y adorable.
—–Shhh... Ya ya pequeña...-calmó su madre, arrullando a la niña con dulzura, meciendola en sus brazos.
La pequeña había nacido con el color de cabello igual al de su padre, violeta, siendo sus ojos al abrirlos también de ese color.
Compartía los rasgos físicos tanto de su madre como el de su padre, heredando también los ojos violeta pálido de su madre.
Las enfermeras corrieron a la orden de la mujer a llamar a su esposo y hermano que estaban en la sala.
—–¿Disculpe señor?—pregutó la enfermera, llamando la atención de ambos caballeros.
—–¿Ya nació?—intrigó su padre.
—–¡Así es, y es bellísima! Pueden pasar a verla si gustan...—sugirió la joven enfermera, haciéndose a un lado para dar paso a los hombres.
Ambos se levantaron emocionados, intrigados de como era la apariencia de la bebé. Estaban inundados por la alegría.
Al acercarse, aún se escuchaba el llanto de la pequeña, que sin cesar seguía derramando tiernas lagrimitas. Su madre la mecía para calmarla, con algo de impaciencia, sin embargo al ver entrar a los hombres sus llantos cesaron y los observó fijamente.
—–¡Querida, mirala!—exclamó su marido, acercándose a su esposa e hija como si de un monumento se tratase.
—–Es... Maravillosa...—susurró su hermano.
La mujer de aspecto cansado y agotado asintió, aún meciendo a la bebé entre sus brazos, que aún seguía observando con curiosidad. Con un ademán le pidió a ambos hombres que se acercaran más a ellas.
—–¿Quieres cargarla, cariño?—sonrió su esposa, ofreciendo tal oportunidad.
Su esposo asintió y la cargó, la bebé aún seguía callada, observando fijamente a su padre. Tal vez era curiosidad de parte de la criatura, pero el hecho de que no demostrara otra emoción era extraño, al menos para su padre.
—–¿Quieres cargarla, Tadaomi?-sugirió la pareja.
El hombre de imponente aspecto y semblante serio se sorprendió por la oferta. En silencio asintió y acercó sus brazos para que pudieran pasarle a la bebé.
La cargó. Pudo sentir como el liviano cuerpecito de la pequeña hacía una débil presión en sus brazos. Tenía miedo de dejarla caer, Y temblaba un poco al verla tan pequeñita y frágil, parecía una muñequita de porcelana nada más. Era sencillamente preciosa.
—–Tiene tus ojos, hermana.—comentó el hombre, esbozando una ligera sonrisa ladina ante la criaturita.—Bienvenida al mundo... Kira...
La pequeña sonrió, estirando las manos al rostro de Tadaomi. Esta acción sorprendió a sus padres, más que todo a la mujer.
—–Pareces agradarle, Tadaomi-Onii-san.—sonrió comprensiva.
Aquel momento fue interrumpido por las enfermeras, llegando una de las enfermeras con tapabocas y una jeringa. Era hora de aplicarle las vacunas a la pequeña como el orden lo indicaba.
—–Es hora de aplicarle la vacuna contra la Hepatitis.—explicó la enfermera al ver las caras de confusión.
Tadaomi Karasuma pasó la bebé a su madre, siendo ésta la que sostendría a la bebé para que la enfermera pudiera hacer mejor su trabajo.
El padre cruzó los brazos y la madre cerró los ojos esperando al momento del que el llanto aparecería de nuevo. Pero esta vez, no hubo nada.
—–¿Qué le pasa a mi bebé, por qué no llora?—cuestionó la madre preocupada a la enfermera.
Al haber clavado la aguja en su delgada piel, la bebé no pronunció ningún tipo de queja o movimiento. Es más, simplemente miraba a la enfermera fijamente.
—–Es como si... No hubiera sentido algún dolor...—analizó Tadaomi.
—–¡Qué significa esto, llame a un doctor! ¡Haga algo!—pidió el padre, señalando a la bebé.
La enfermera nerviosa asintió y salió a correr en busca de la pediatra. Quien enseguida llegó para llevarse a la bebé en compañía de enfermeros y realizarle exámenes.
Pasaron horas en el hospital esperando, pero pronto la doctora regresaría para darles diagnóstico impactante.
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—–¿Qué no puede qué?—preguntó la madre.—–¡No es posible!
—–Me temo que así es, señora Tsuki... la pequeña Kira nació con la incapacidad de sentir el dolor.—explicó la doctora.
—–¿Está completamente Segura?—angustió su padre.
Tadaomi observó a la bebé, que yacía ya vestida y arropada. Dormidita en el pecho de su madre. ¿Esa criaturita había nacido con esa enfermerad?
—–El diagnóstico es éste: Su hija nació con el Síndrome de Riley-Day. O al menos eso parece.—explicó.-%—Le realizamos varios exámenes, no tiene problemas para digerir la leche materna, sus sentidos parecen estar bien desarrollados, y no presenta complicaciones respiratorias. Esos son todos los síntomas que definen al síndrome de Riley-Day. Sin embargo su hija sólo presenta un síntoma, el cuál está más que obvio expresar.
—–¿A qué se refiere con eso doctora? ¿Es algo positivo?—preguntó un Tadaomi asustado. Le preocupaba el futuro de su pequeña sobrina.
—–Realmente no sabría explicar muy bien que pasó. Este síndrome es de característica genética y normalmente presenta todos los síntomas al nacer. Es sólo que... Su bebé apenas presenta uno, el cuál es ese fallo en las terminaciones nerviosas que dan la sensación del dolor. Es algo que nunca se había visto antes en la historia de la medicina, y a mi parecer podría presentar una ventaja a su favor.
—–¿Ventaja?
—–Las personas que padecen estos síndromes no pasan de los 10 años. Por problemas múltiples de salud y complicaciones que son graves al juntarse todos los síntomas. Y por lo que veo, ésta pequeña podría ser una excepción.
¿Era bueno? No sentía dolor. Ni físico, ni interno ni externo. ¿Podría eso presentar una ventaja? Tanto los padres como su tío quedaron impactados ante la noticia, y mucho más al escuchar la expectativa de vida que le daban. Era de 14 años.
¿Era una broma acaso?
—–No se ha encontrado cura. Pero si tiene tratamiento. Claro que, exige un control médico bastante apretado. Tendrían que venir al menos dos o tres veces al mes para realizarle revisiones y exámenes y ver que tal avanza. Siempre y cuando no dejen que se lastime estará segura. Si la dejan caer no llorará, si le duele la panza no lo sentirá. Este tipo de niños da una alta responsabilidad.
Complicación 1. Sus padres trabajaban mucho, estaban todo el tiempo ocupados, no tendrían el tiempo para cuidar de ella. Tadaomi por más que quisiera tampoco podría, pero al menos y al contrario de los padres de Kira, a él si se le notaban las ganas de pedir permiso para quedarse a cuidar a la pequeña.
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Fue así como los padres de Kira Issei, decidieron prácticamente abandonarla a su propia suerte contratando niñeras y enfermeras que la cuidaran mientras ellos estaban ocupados. Y sin embargo, la pequeña pelivioleta crecía normalmente como todo niño pequeño. Jugaba, reía, y disfrutaba de su niñez, en compañía de su querido tío, Tadaomi Karasuma quien sin importar qué estuviera haciendo respondía cualquier llamado de las enfermeras.
Es asi, como la pequeña Kira crecía, siendo la única figura paterna para ella su propio tío.
—–Tío Tadaomi... ¿Por qué mis padres no pueden venir a las citas médicas conmigo..?
Preguntó la pequeña, Moviendo sus piecitos que quedaron al aire pues no alcanzaba al suelo.
Tadaomi no sabía bien que responder, así que simplemente se dedicó a sonreír pequeñamemte y a abrazar a su pequeña sobrina.
—–Ellos están ocupados Kira... Pero no te preocupes... Yo siempre estaré contigo pequeña... Siempre estaré para cuidarte...
El abrazo fue correspondido rápidamente por la pelivioleta, que alegremente asentía.
—–¡Sí! ¡Te quiero, tío Tadaomi!
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