033
Dori miraba al furioso y dolido Felix que estaba sentado en el sofá mientras recibía mimos por parte de su prácticamente hijo.
Sus ojos no estaban rojos por ningún llanto, pero sí empapados y llorosos. Rascaba la cabeza de Dori y frotaba su espalda.
Tenia llamadas perdidas; dos de Seungmim, cuatro de Hyunjin, tres de Jeongin y trece de Chan. Sin contar con los mensajes, que eran innumerables. Felix sentía que la presión dolorosa en su pecho terminaría rompiendo sus costillas y aplastando su corazón, incluso eso suena mucho menos doloroso a lo que siente. Lo siente en carne y hueso, lo siente en su pobre corazón ahora muerto y desilusionado.
Él creyó que, por una vez, sería real eso del amor mutuo.
Pero es una total y vil mentira. La vida a veces es una total hija de perra y se ríe en la cara de los demás; ellos son tan ingenuos como bebés, mientras que la vida era sabia y maliciosa.
Seungmin lo ha llamado un par de veces, las únicas veces que se ha decidido limpiar las lágrimas saltadas y leer la pantalla de su teléfono. El rubio simplemente apagó el teléfono y lo silenció, decidiendo quedarse él y sus animales solos.
El insistente golpeteo en la puerta lo estaba empezando a poner de peor humor ―Felix ―o llamó Seungmin―. Felix abre ―su amigo no pararía hasta que abriera, él lo sabía―. Felix, ábreme. Necesitamos hablar, sé que estás mal. Fe... por favor.
Todo se quedó en silencio por unos instantes, Seungmin
suspiró ―Sé que....sé que ha sido un golpe muy bajo. Sé que es muy duro ver en los periódicos la cara de quien amas con otra mujer, pero... ―frotó su rostro frustrado―. Felix, estoy dispuesto a que te relajes y lo tomes bien. Pero no puedes estar llorando por ello, llora lo justo, pero no
más lamentos. Llora hasta que te desahogues, pero no te ates a ese horrible sentimiento.
Et sitencio to estaba matando, pero también sabía que su amigo estaba al otro lado de esa puerta blanca del apartamento ―Lo que él te hizo es... no tiene palabras para describir esa sucia jugada. Jugó con tus sentimientos, ingenuidad y... es un saco de mierda por ello. Él ganará
fama, pero habrá perdido un vedadero y sincero amor.
Nada, ni siquiera se oía algún ruido. El pelinegro bufó, sus hombros.cayendo, negó con suavidad sacudiendo su cabeza y se giró para irse. El sonido de la puerta abriéndose tras él lo hizo girarse al instante.
―Me siento estúpidoy engañado ―Felix murmuró, cabizbajo―. Supongo que la jugada me salió mal. Yo sólo quería molestarlo y...y terminé enamorándome de él,
supongo.
Parecía tan débil así; con sus manitas tirando de la manta azul que estaba sobre sus hombros para cerrarla. Sus cabellos estaban revueltos y sus ojos azules llorosos, su voz temblaba por el dolor y la tristeza. La risa rota y apenada de el rubio hizo que el corazón de Seungmin se
estrujara dolorosamente, que lo estaba mirando casi
anonadado.
―Estuvo jugando conmigo todo este tiempo y yo ni siquiera lo noté ―se rió de él mismo, un patético sollozo se coló quebrando la ya muy inestable risa―. Nunca le importé, nunca signifiqué lo suficiente. Dios, fui tan... t-tan estúpido al creer que alguien como yo podría estar con
alguien como él. De veras que lo crei, Minnie, y-yo...
El pelinegro no lo dejó terminar, abalanzándose a abrazarlo y estrujarlo entre sus brazos. Felix, lejos de apartarse, se aferró a los brazos de su mejor amigo,
soltando un angustiado sollozo mientras sus pupilas casi
temblaban y las lágrimas nublaban su vista. Dejó caer las lágrimas que llevaba oprimiendo tanto tiempo, sintiéndolas como si fueran lava corriendo por sus mejillas pálidas.
―¿Por qué él no me quiere, Seungmin? ―Felix inquirió entre sollozos.
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