031
Felix quería que las cosas con Chan fueran oficiales
Él lo necesitaba, necesitaba saberlo porque todo era
demasiao confuso. Chan le decía que podía dejar ropa en su casa, incluso varias zapatillas de Felix estaban guardadas al lado de los zapatos de Chan. Varias de sus prendas estaban guardadas en el armario del contrario, y a veces Chan recogía al rubio del trabajo.
Parecían novios, pero no lo eran. Eso desesperaba e irritaba al pequeño.
Felix se estaba impacientando, y lo había hablado con Seungmin. Su mejor amigo le recomendó hablarlo con Chan como los dos adultos que eran; ya no eran adolescentes, sino adultos formados que vivían en el mundo maduro.
―Ve y háblalo esta misma noche con él ―le había sugerido Seungmin, que limpiaba el suelo con una fregona. Felix toqueteaba sus uñas mientras mordía su labio pensativo―. Ya han hecho de todo, ¿qué más da?
Felix asintió, armándose de valor.
―Tienes razón ―concordó riendo suave―. Parezco una maldita chica adolescente nerviosa, lo siento.
―Hey, está bien. Se ve que estás tan locamente enamorado ―se burló el pelinegro, Felix le sacó el dedo de en medio. Seungmin soltó una carcajada.
―Vete a la mierda, gracias ― Refunfuñó rodando los ojos,
suspirando exasperado― ¿Qué clase de mejores amigos son Dori y tú? Horribles, definitivamente
―Hey, Dori y yo somos un gran equipo ―lo acusó Seungmin, volviendoa su labor mientras lo miraba―. Sólo te sugerimos que, si vas a salir con alguien famoso, mejor salgas con un sexy y caliente jugador de futbol americano.
―Yo no voy a hacer eso ―se rió―. No cuando tengo a Chan. Además, lo probé... no es muy satisfactorio.
―Pequeño perverso, tú y tu trasero pueden tener a un millón de musculosos jugadores en un solo suspiro ―fanfarroneó Seungmin con envidia fingida. Felix aleteó sus rizadas y preciosas pestañas, sonriendo con suficiencia
y estirando su cuello orgulloso. Sacó su lengua rosada como un gatito, con los ojos azules como el agua cristalina― ¿Qué hay de ese jugador cuando fuimos al super bowl? ¿Cómo se llamaba...?
―Seo Changbin ―contestó Felix, resoplando al recordarlo. Arrugó la nariz un poco―. Era muy, muy bajito, y gracioso. Demasiado torpe... fue unnbuen polvo.
―Te estuvo llamando semanas enteras ―le recordó Seungmin.
―Ahora está casado.
―Lloró por ti. Santa mierda Lix, trajo un montón de rosas, cartas, hasta un maldito coche ―acusó indignado― ¿Qué hay de ese conjunto negro que te compró?
―Coche y conjunto que por supuesto rechacé amablemente.
―Eres idiota.
―Ahora está casado.
―Infelizmente, porque túy tu culo están por ahí lejos de él.
―Me superó...
―En una entrevista dijo que su color favorito es el azul, y obligó a su prometida a casarse en febrero o no se casaría. Dori, tú y yo sabemos que esa fue la fecha en la que estuvieron juntos.
―Está empezando a preocuparme el hecho de que mi hijo
sepa mi vida sexua ―ironizó el rubio burlón―. Y no tuvimos nada en serio... fueron polvos y ya. Buenos polvos.
―Gemías como si la vida te dependiera de ello.
―Eran veintiséis centímetros, estúpido.
―Pequeña mierda, tu culo hace maravillas ―se rio Seungmin― ¿Qué le echas?
―Cremas, lo cuido muy bien.
Parecía que Felix hubiera tenido un imán para los famosos desde siempre. A Seungmin le regalaron unas entradas para la Super Bowl, y aunque su mejor amigo no entendía nada, porque eso es lo que hacen los amigos. Si van a hacer el ridículo en América, lo hacen juntos. En el descanso Felix dijo que iría por un refresco, porque necesitaba acompañar sus donas con una Coca-Cola, cosa que a su amigo le pareció asqueroso.
Se cruzó con un fornido, alto y muy despistado chico
ligeramente castaño claro vestido con sus hombreras y una equitación azul. Casi deja caer los refrescos de
Felix, que eran para él, y el ojiazul se irritó furiosamente. Se puso rojo de la rabia, regañando al preocupado y avergonzado jugador que no paraba de pedirle disculpas y jurándole comprar dos nuevos refrescos.
Felix no tenía ni idea de quien era, y se marchó de allí indignado, ignorando al enorme hombre, y llendo regreso a las gradas. Y no tenía ni idea de quien era, hasta que lo vio entrar al juego. Y lo vio anotar un touchdown; y vio cómo el público lo aclamaba eufórico, y cómo juagaba tan bien.
Ellos follaron, de acuerdo. Changbin lo encontró cuando terminó la Super Bowl, cuando Felix lo rehuía totalmente avergonzado y trataba de pasar desapercibido muy
inútilmente.
Por supuesto que Seo le llevó el desayuno a la cama al día siguiente, y lo estuvo cuidando, y fue muy agradable. Esas, y las ocho veces más que follaron; el pecoso fue esa pequeña cosita descarada que encendió los fetiches más perversos y escondidos de Changbin, y claro que lo disfrutó.
Pero, mierda, él no estaba listo para la fama. Y no podría aguantar la presión de estar junto a alguien tan famoso, aunque le gustaba Seo. Changbin lo tomó bastante mal, o eso cree el rubio, porque no le encuentra mucho sentido al hecho de que el resto de sus partidos durante los próximos meses fueron a peor.
Seo sigue llevando una bandana en la mano antes de sus partidos, Felix sabe que esa es su bandana de cuando él estuvo con su cabello más largo. Según ha oído en las noticias, Changbin llama a esa bandana su amuleto de la suerte.
―¿Así que no a Seo Chabgbin? Sabes que lo llamamos y en un segundo se presenta con los papeles del divorcio y-
―No ―lo cortó Felix irritado―.He dicho que no. Voy a
llamar a Chan, no la cagues ―lo señaló con una mirada filosa―. Porque sé que él me quiere, y es mutuo esta vez.
A Felix le aterroriza ahora pensar en qué hubiera pasado si hubiera aceptado cuando Changbin le juró una vida juntos y felices. Con el jugador de fútbol americano también fue
mutuo, pero estaba aterrorizado en esos años.
―Sé que él no me vaa hacer daño, ni su fama nos perjudicará.
Su mejor amigo no dijo nada más y dejó al rubio escabullirse para llamar a su aún-no-novio.
Seungmin se tragó el mal presentimiento que llevaba
teniendo desde por la mañana.
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