027
―Oh mi ―Felix farfulló en un tembloroso gemido―. Mierda, Chris.
El castaño se mantenía tumbado en la cama, con el pecoso montado a horcajadas sobre él y con los ojos brillosos por lágrimas del placer. Los ojos del menor rodaban hacia atrás mientras perseguía su propio orgasmo, rodando sus caderas sobre la polla del rizado.
El mayor mantenía sus ojos cerrados y soltaba gruñidos
por la inmensa satisfacción del pomposo culo de Felix
sobre su polla. Sus manos agarraban su cintura con
firmeza, sus piernas flexionadas y sus talones anclados
para encontrar dónde sostenerse. Los suspiros y gemidos de el contrario lo deleitaban, lo hacían sentirse emocionado y satisfecho por saber que él estaba causando ese placer en él.
―¿Lo sientes, ángel?" Farfulló entre dientes Christopher, el menor soltó un jadeo justo cuando se dejó caer de nuevo sobre la hombría del contrario y el rizado levantó las caderas en una embestida exacta. Fue un jadeo aqudo, un chillido de placer ―Mi precioso Lix, ¿ lo sientes, cariño?
―S-Sí,―Titubeó, autenticas corrientes eléctricas subiendo por su espina dorsal mientras que las grandes manos del mayor eran como fuego grabándose en su piel. Sus manitas viajaron a su pancita, con sus piernas abiertas a cada costado de su acompañante mientras llevaba sus manos a su abdomen― A-Aquí.
Christopher gruñó complacido, más que encantado por como ambos trataban de satisfacer al otro ―Claro que sí, cariño ―Murmuró totalmente encantado por los lloriqueos y gemidos de Felix en la habitación. El pecoso era todo lo que él necesitaba, estaba muy seguro; era humilde y lo quiso antes de enterarse que era alguien famoso.
―Voy a llenarte tan, tan bien ¿Verdad que sí, ángel? Y lo vas a tomar todo, todo para mí.
―Sí, Chan ―Suspiró complacido Felix, tirando su cabeza hacia atrás mientrtas de e esos labios aterciorlapelados y roios salían esos ruiditos ahodados que iban dirección a la erección del mayor. Parecía un gatito, pensó, un gatito que parece un tigre frente a todos, pero que él es el único que lo puede ver vulnerable. Como ahora, sobre su polla, y rogando por ser llenado del único hombre al que quiere ―Todo para ti.
―Eres tan bueno, Felix ―Lo elogióen un ronco
gemido, El pecoso gimoteó complacido mientras rodaba sus caderas en busca de sus orgasmos. El menor lloroso por el placer y la excitación y sensible era una de sus facetas que más amaba ―Un chico tan bueno, ¿quieres ser bueno para mí, Lou?
―Sí, señor ―El ojiazul lloriqueó, las abrumadoras
sensaciones llenándolo. El sexo con Harry era fascinante, Louis lo había notado por experiencia. Llevaban cada uno dos orgasmos esa tarde ya, y este sería su tercer orgasmo para ambos ―Lo intento, intento ser bueno para ti.
Una de las manos de Christopher bajó a su muslo mientras la otra seguía agarrando su cintura. Acarició su muslo de arriba a bajo, mientras Felix continuaba montando su polla.
―Claro que lo haces, lo haces tan bien ―Al mayor le
parece demasiado excitante que el pecoso sea tan ruidoso y lloroso durante los orgasmos, es muy diferente al castaño. Él tan solo gruñe y se deja caer sobre Felix mientras sus músculos se relajan cuando termina de follarlo y hacerlo tocar las estrellas; el rubio, sin embargo, es lo más ruidoso y excitante que haya visto en una mamada o montada.
―Lléname, por favor ―Pidió patéticamente el rubio, sus piernas temblaban y sentía que ardían por los azotes que el rizado le propinó en la segunda ronda anterior. El mayor había follado en las dos rondas al principio, y él quiso que en la tercera que lo montara. Un gemido ahogado se quedó en la garganta del suave ojiazul cuando sintió la pelvis del castaño levantarse de nuevo para embestirlo a la vez que él bajaba ―Christopher, por favor.
―Por supuesto, mi ángel ―murmuró, sus labios
entrándose los suaves de Felix cuando el menor se inclinó en busca de un beso. El pecoso gimió agudamente cuando sintió los dedos del contrario apretar su muslo lleno―. Voy a cuidarte, cariño, dejame cuidarte.
Cuando Christopher gime ronca y fuertemente mientras se derrama en Felix por tercera vez en la tarde, el ojiazul disfruta al sentir su pancita
hinchándose por el semen dentro de él. Toca su propia pancita, porque le gusta esa sensación de sentirse lleno y completo por el castaño; sobre todo sentir como tira de él para acostarlo sobre él y cuidarlo y mimarlo.
Chan sabe que que el rubio disfruta con esa sensación, y él disfruta el doble llenando y cuidando al menor. Esperan unos minutos a que su orgasmo baje, Felix se sientebmareado pero tan complacido, que Christopher se limita a acariciar sus muslos para tartar de quitar el ardor y lo rojizo que los envuelve.
El rizado besa su hombro, cabeza y frente y le pide
disculpas por ser tan intenso y cruel durante el sexo
a veces, el menor le habría dicho que le encantaba eso,
pero simplemente estaba agotadoy no tenía fuerzas
ni siquiera de decir coherencias. Un simple beso corto
y sonoro en los labios, es suficiente para hacer saber a
Chan que está perdonado.
El mayor notó cómo el pequeño cuerpo del rubio se
relajaba cada vez más, dando indicios de un posible
cansancio. El castaño lo abrazó contra él, respirando suave y feliz. Esa noche dormiría con Felix.
―Hueles muy bien ―Refunfuñó quejoso y con los ojos
cerrados―. Estúpido, yo estoy hecho un desastre.
Christopher besó su cabeza un par de veces, vaciló unos
segundos para cuestionarse si debía de preguntarle al pecoso si podría quedarse el fin de semana con él. Podría asustarlo, o sonar raro; abrió la boca lentamente, muy listo para hablar y muy decidido de pedírselo.
Sin embargo, la puerta principal se oyó abrir, y un par de voces conocidas hicieron que el rizado abriera los ojos como dos platos. Felix se sobresaltó y miró horrorizado al mayor; esas voces mayores, de un hombre y una mujer, sólo podían significar una cosa.
Los padres de Chan.
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