¡Matt, distrae al profesor!
—Megan.

¿Qué? ¿Por qué haría eso?
—Matt.

No me deja ir al baño, tengo que salir.
—Megan.

¿Y no te puedes aguantar?
—Matt.

¡No!
—Megan.

Distráelo.
—Megan.

No, Megan, no.
—Matt.

Trata de aguantártelas.
—Matt.

¡Hombres! Nunca pueden entender esa maldita indirecta.
—Megan.

¿De qué hablas?
—Matt.

¡Andrés!
—Megan.

¿Andrés? ¿Quién es ese?
—Matt.

¿Te verás con él en el baño?
—Matt.

¡No!
—Megan.

¡Andrés, tomate asesino, cascada roja!
—Megan.

No entiendo, chica hipster. ¿Quieres que te preste la tarea de matemática?
—Matt.

Matthew, eres un idiota para ser tan inteligente.
—Megan.

¡Menstruación! ¿Conoces eso?
—Megan.

Uh...sí.
—Matt.

¿Cómo quieres que lo distraiga?
—Matt.

No lo sé, haz algo que llame la atención.
—Megan.

¡Bájate los pantalones!
—Megan.

¡No! ¡No haré eso!
—Matt.

Matthew, mancharé la maldita silla si no lo haces.
—Megan.

Eh, de acuerdo. Lo haré....
—Matt.

Me debes una.
—Matt.

Gracias.
Y por cierto, lindos calzoncillos de Superman.
—Megan.