¡Ahhhhhh!
—Megan.

No es necesario que lo escribas, puedo escuchar tus gritos desde aquí.
—Matt.

¡Al diablo Getrudith! ¡Le preguntaste a Nina! Dijo que sí.
—Megan.

Mis niños crecen tan rápido...
—Megan.

Dramática.
—Matt.

Deja de fingir, Matt. Estas emocionado, admítelo.
—Megan.

Vamos, admítelo.
—Megan.

Sí, estoy emocionado.
—Matt.

¿Feliz, chica hipster?
—Matt.

Aja.
—Megan.

¿Tú con quien iras?
—Matt.

Mierda. No lo había pensado....
—Megan.

Mientras no sea con Kendall.
—Matt.

¡Claro que no! Ya conseguiré a alguien.
—Megan.

De todas formas, no necesito a nadie para ir a un estúpido baile. Tengo brillo propio como para unas veinte personas.
—Megan.

Sí, tanto que me dejas ciego.
—Matt.

No me gusta tu yo sarcástico.
—Megan.

Soy un debilucho de unos 65 kilos, el sarcasmo es lo único que tengo.
—Matt.

Y tus gafas, no te olvides de tus gafas.
—Megan.

¿Qué dices? ¡Son sexys!
—Matt.

Wow, tienes razón, me vuelven loca.
—Megan.

Olvídate de ser mi primera dama.
—Matt.

Ya veremos ;)
—Megam.

Tal vez yo sea tu contrincante.
—Megan.

¡No te rías!
—Megan.

¡Oh Dios mío!
—Megan.

¿Yo acabo de pedirte que no te rías? Normalmente es al revés.
—Megan.

Me gusta tu risa, Matthew. Tendrías que reír más seguido.
—Megan.

Awww, tus cachetitos están rojitos.
—Megan.