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Capítulo 4: "Eres el único"

Después de un largo día de clases, al fin me encontraba en el receso más largo. Daban una hora de almuerzo. Ahí los estudiantes escogían si querían comer cualquier comida chatarra, o ir hasta la cafetería, algunos solo pasaban el tiempo libre escuchando música, charlando, o haciendo otra cosa que no fuera almorzar.

En estos momentos yo era del último círculo, uno de mis pasatiempos era dibujar como lo dije anteriormente, por lo que me adelanté a hacer el trabajo de las clases de artes plásticas. El profesor siempre nos exigía cualquier trabajo que incluyera manualidades, dibujos, o arte abstracto.

—¿Qué dibujas esta vez?— Surt me miraba con curiosidad mientras le daba una mordida a su sándwich.

—El trabajo de artes está cerca, decidí adelantarme —contesté mientras trazaba más bocetos en la hoja—. Creo que ya está.

Extendí mis brazos con el cuaderno, lo alcé al aire observando si tenía algún error que se viera mal, o si las sombras tenían manchas de grafito por culpa de mi puño. Ese no era un borrador, era el proyecto verdadero por lo que tenía que tener más cuidado.

—No se por qué no me sorprende —rodó los ojos—. Faltan como... No lo sé, ¿Cinco días tal vez?

—Exacto. Y no hables de más, Surt. Los días están pasando y yo aún no veo tu avance— le miré de soslayo con una sonrisa burlona.

Él no era de manualidades, o dibujos. Su mente era tan cuadrada que no tenía imaginación ni para hacer una casa con un sol en la esquina. Ya saben, los típicos dibujos de niños de cinco años.

Si no fuese por mi ayuda, creo que hubiera reprobado una materia tan fácil como aquella.

—Agh, no fastidies. Sabes que no soy creativo. Estoy pensando seriamente si vender mi alma al diablo para lograr una pintura tan perfecta como tú las sueles hacer— me respondió— O quizá solo pida tu ayuda como de costumbre.

—Ja, olvídalo. Yo estoy muy ocupado con lo mío— articulé— Le llamaré: una lágrima y un recuerdo.

¿Una lágrima, un recuerdo?— preguntó confundido— ¿Y eso que tiene que ver con lo que estás dibujando?

—Lo cierto es que no sé con exactitud por qué le puse ese nombre. Pero supongo que con el tiempo yo mismo lo iré descubriendo.

Surt me miró cuan bicho raro, pero no me dijo nada.

—Viendo de tí, puedo esperar cualquier cosa— atacó— Oye, Cam...

—No tengo, no presto, y no lo haré. Ahora sí, ¿Qué deseas?

—¡Oye, pero si ni me dejaste terminar lo que te iba a pedir! ¿Cómo lo supiste?

Reí ante su comentario.

—Que lamentable para tí es que yo pueda descubrir cuáles serán tus artimañas, ¿Verdad?— sonreí— Oh vamos, siempre que me pides algo, lo haces con el "Cam" como si ese apodo evitara que pueda negarte lo que sea que me vas pedir.

—Okay... admito que debo cambiar eso.

—¿Tu favor implica levantarme de aquí?

—Sí...

—Entonces no.— en verdad que este pelirrojo no entendía cuando uno estaba haciendo cosas importantes. Pareciera que él nunca estaba en una.

Ah pero, cuando esté en una situación así va a ver. Me la voy a cobrar.

—Ve a la cafetería y cómprame un té frío sabor limón, por favor— junto sus manos como súplica.

Estábamos en una de las bancas más alejadas de donde se encontraba la cafetería. ¿Qué creía?

—¿Y por qué debo ser yo?

—¿Porque eres un solcito resplandeciendo en la oscuridad que ayuda a esta pobre alma en desgracia?— respondió dudoso con una expresión graciosa.

No aguanté más y solté una carcajada. A veces podía ser tan pendejo que me sorprendería si me dijeran que tenía un límite. No es que le esté diciendo tonto literalmente, más bien era un chico lleno de carisma, carácter, muy sarcástico y directo, quizá por eso se convirtió en mi mejor amigo desde hace años, podíamos ser tan diferentes y tan iguales a la vez, que hasta yo mismo admitía que daba algo de miedo.

Negué con la cabeza y le arrebaté el dólar que me estaba dando.

—La próxima no va a funcionar, oíste— él sonrió y se encogió de hombros.

Me encaminé hasta la cafetería, entré y todo era un caos, como siempre. Todas las bancas estaban repletas de gente conversando y gritando, la fila era enorme y no dejaban de empujarse entre ellos.

—Ja, suerte de ilusos— murmuré con gracia. Caminé hasta la máquina expendedora y coloqué el billete.— Oh vamos, funciona.

Apreté los botones con fuerza. ¡Se había tragado el billete!

—Al fin, máquina tonta.

Recogí la bebida que compré para Surt y me dí media vuelta. No me di cuenta en qué momento pasó, tampoco logré reaccionar a tiempo cuando choqué contra alguien que era el doble de alto.

—Oh... lo lamento, no te vi —. Se disculpó.

—No es...— sentí mi camisa mojada, y el líquido que bajaba por mi abdomen era tan frío, que me dio una sensación horrible.

—Hasta ahora te das cuenta... Fue mí culpa, en verdad lo siento — repitió.

—No te preocupes. Estoy acostumbrado a las humillaciones— murmuré por lo bajo, él pareció no entender.— Si bueno... ¿Jugo de fresas? Creo que será muy difícil de quitar la mancha

—¿Andas algo con qué cubrirte eso?— señaló el parchón rosa que había en mi camisa blanca.

—No. Olvidé mi saco.

—Ten.

No me dio tiempo de responder cuando me tendió una chaqueta negra, a penas y pude tomarla en brazos por lo pesada que era.

—¿Qué estás haciendo?— me sorprendí.

—Después de todo fue mi culpa, ¿No?— no dije nada— Ve al baño y trata de quitarle un poco el color, déjala secar y después ponte la chaqueta encima, así nadie lo notará.

—Gracias, pero no quiero llamar la atención con ropa de malandro —contesté con seriedad. Vi que frunció el ceño y me apresuré a continuar—. Perdón pero sabes que es verdad, no puedo ir por la vida tratando de no llamar la atención, cuando más bien parezco salido de una secta de motociclistas matones.

—Te las va a llevar porque yo lo digo. No soy ese tipo de persona que piensas.

—¿Tienes motocicleta?

—¿Cuál es el punto de esta conversación?

¡Ja! Lo sabía, le atiné.

—Gracias desconocido, pero no, no quiero tu ropa de maleante. Aunque tu intención es apreciada —le tendí nuevamente la prenda en sus manos, y él solo suspiró. Antes de que pudiera alejarme, me volvió a tirar del brazo, y lo que hizo fue tirarme la chaqueta de mala gana.

¡Que obstinado es!

—¿Es un chiste? —fruncí el ceño.

—¿Me ves con cara de estar bromeando?

Tragué grueso. La verdad no... Se veía más como un chico de esos matones, pero a decir verdad... No me trató como si él fuese uno de ellos, inclusive cuando le restregué en la cara que él debía ser uno.

Su cabellera era corta de color gris, sus ojos eran azules, y era muy, muy alto.

—N-No... —titubeé— Pero escucha, aunque quieras dármela, esta chaqueta es tuya, no podría llevármela, apenas y te conozco, ¿Qué no te da miedo que me la robe para venderla o cambiarla por drogas? Me han dicho que es una vida por esos lados, eh —codeé su brazo, molestándolo un poco a ver si le veía una pizca de indecisión. En lugar de eso, soltó una risa.

—No te ofendas, pero no tienes cara de chico malo. Además, si no me equivoco eres Camus, el chico ganador del proyecto de ciencias de nuestra escuela. Eres como un nerd o algo así.

Le miré neutral. Mierda, me descubrió.

—Ya, ¿Y es qué los nerds no pueden ser badboys?

—Tú no. Además, eso iría contra el orden natural de las cosas.

—¿Cómo lo sabes?

—¿Estás bromeando?— Preguntó con burla.

—¿Me ves con cara de estar bromeando?— respondí su pregunta a propósito.

Vi como desvió la mirada con una risa contenida.

—Para ser de esos chicos listos, sabes jugártela. Bien, entonces, ¿Qué vas a hacer con mi chaqueta? ¿Disolverla en algún químico? ¿Averiguar el ciclo por el que pasó?

Maldito.

—Olvídalo. No la quiero — me negué, orgulloso.

—No seas orgulloso. Llévatela, cuando nos volvamos a ver me la regresas.

—¿Y cómo sabes que nos volveremos a ver?

Él pareció pensarlo.

—Intuición.

♒️💓♏️

Entré al lavabo de los hombres con frustración. Definitivamente hoy no era mi día, me agarró tarde, me comenzaba a doler la cabeza por el buen rato que llevo sin mis lentes, mi uniforme estaba incompleto, y había chocado con un... ¿Con quién? Ahora que lo pienso ni le pregunté el nombre, ¿Cómo se supone que lo encontraré y le daré esto? Me veo como si fuera un maleante. Cabello suelto, uniforme incompleto, y una chaqueta negra con parches y picos pequeños metálicos.

Ohhh pequeño, Camus. ¿Qué has hecho?

—Esto me pasa por inútil— me dije.

Agradecí que no había nadie en el baño porque no iba a permitir que me vieran así.

Desabotoné mi camisa y me la quité.Abrí el grifo y dejé que el agua se llevara un poco del jugo de fresas que habían derramado en mi camisa.

—Genial, esto no se quita —froté la mancha tratando de quitarla pero era inútil.

Escuché unos pasos cerca, y antes de pudiera reaccionar, la persona ya había entrado.

—Espérame solo voy a...-

¡Demonios! ¿Qué hago? Debería esconderme en un cubículo. No me dio tiempo y ahogué un grito, volteé para observar quién era.

—¿Camus?

Sí, definitivamente el mundo me odia. Matenme.

—Hey...— a penas articulé. Vi que me observaba confuso, y caí en cuenta que estaba casi semidesnudo. Bueno, aún conservaba mis pantalones, ¡Pero así me sentía!

Por instinto, tomé la chaqueta que tenía a la par y me tapé como si fuera una chica.

—¿Por qué te tapas como una chica?— preguntó con gracia. Yo solo deseaba que me tragara la tierra, sé que fue algo muy tonto pero no pude evitarlo— No es como que tuvieras algo que nosotros no— dice riendo.

No es el hecho de que me vean otros chicos, sino es porque se trata de tí.

—Fue un impulso estúpido— expliqué, y agaché la mirada.

Él sonrió, y me miró.

—Bueno, me alegra encontrarte.

—¿A qué te refieres?

—Quería decirte que papá llamó para avisarme que no está en casa y desgraciadamente no me traje las llaves. Por lo que tendremos que estudiar en otra parte... Estaba pensando en la biblioteca. ¿Qué te parece?

Me quedé en blanco.

—En realidad... Suena bien.

—De acuerdo está hecho, entonces... ¿Nos vemos ahí?

—Así será.

Estuvo por irse pero algo lo detenía. Era como si se quisiera decir o preguntar algo pero no sé atrevía.

—Por cierto... ¿Qué hacías?

—Oh... Uh... Mi camisa —la señalé—, se manchó de un jugo de fresas infernal que seguro fue hecho de sangre de unicornio porque estoy tratando de quitarla y no sirve. De hecho, creo que empeoró — formulé, mirando con tristeza la gran mancha que ahora cubría parte del pecho y el abdomen.

Él rió por mis ocurrencias. A veces decía cada tontera que yo mismo me cuestionaba si realmente era un nerd.

—Eres divertido —dice, parando de reír. Yo desvié la mirada avergonzado—. ¿Quieres que te preste una camisa? Tengo unos repuestos en mi casillero— señaló la salida, dispuesto a irse.

—¡No!— me corregí mentalmente. Observa con quién estás hablando— N-No... así está bien, te lo agradezco mucho. Probablemente me quede algo grande.

—¿Quieres quedarte con esa camisa empapada de sangre de unicornio? —. Obviamente puedo ver su risita burlista escondida detrás de esos perfectos y blancos dientes.

Dejando de lado lo estúpido que sonaba lo de "sangre de unicornio", él tenía razón... Maldita sea. Este día no podía ser peor, o bueno... Mejor. ¡No sé! ¿Se supone que es bueno o malo?

—De acuerdo. Tienes razón —accedí finalmente.

—Cool. Iré por una a mi casillero —me sonrió y salió.

¿Acaso podía ser más perfecto? Es lindo, amable, carismático, y me está ayudando sin conocerme muy bien. Di un largo suspiro y me miré al espejo.

Eso, o la verdad es que solo lo hace porque sabe que los parciales se están acercando y necesita ayuda. Necesito caer en la tierra, y seguramente lo está haciendo por eso. ¿Verdad?

Solo espero poder sobrevivir las próximas horas en la biblioteca junto a él. Porque para ser sincero, está por darme un paro de tantas emociones.

—Si solo supieras, Milo... —murmuré.


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Nos leemos bellas, tengan linda tarde✨💕

—Luz

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