Capítulo 26: "Juntos... aquí, y ahora"
Me congelé por un segundo. Su sonrisa fue la primera en recibirme, aquella hermosa sonrisa hecha por los mismísimos ángeles. Estaba casi irreconocible ante mis ojos, su cabello estaba más alborotado que de costumbre, y un ligero color rosáceo se encontraba pintado en sus labios.
Y ahora que lo veo, ¿Ese... Es el piercing del que me había dicho?
Santa cachucha... Agárrenme que me desmayo.
—¿En verdad eres Camus? —él es el primero en hablar. Me mira de arriba abajo, entre sorprendido y maravillado, puedo notar casi por milisegundos como sus pupilas se dilatan.
Una vez leí un artículo, decía que las pupilas se dilatan cuando vemos algo que nos gusta mucho y es de nuestro agrado. Y si lo pude ver imperceptiblemente, entonces eso significa qué...
Se encandiló por la luz que provenía de mi casa. Por supuesto, ¿Por qué habría otra razón?
—Te ves... Increíble... —su aliento sale de su boca lentamente, mientras me veía con una mirada que nunca le había visto.
Mi mente vuela por otros lugares, todavía no puedo despegar mi mirada de ese piercing. Se veía tan, pero TAN PERFECTO, JESÚS.
Él parece percatarse de eso pero lo único que hace es sonreír coqueto y agachar su mirada.
SANTA PAPAYA DE CELAYA.
No me mires así cariño, no con esos ojitos de ternerito degollado que solo me provoca unas inmensas ganas de comerte a besos, y más con ese arete en el labio.
Después de ese pequeño trance, siento como las palabras y la saliva vuelven a mi boca. Primero pienso lo que voy a decir, porque para dejarme en ridículo y meter la pata, soy el mejor.
—Bueno... Sé que es una presentación en un bar restaurante con gente adulta con excelente gusto para la música, así que... Supuse que esto sería suficiente, no es la gran cosa —comencé a mascar chicle moderadamente para ayudarle a mis nervios—. Más bien mírate, Milo, estás... Como todo un príncipe encantador jaja —río para no dejarme en evidencia.
Dégel que se encontraba al otro lado de la puerta apoyado en la pared, trataba de esconder su risa con una mano en su boca.
«¡No me estás ayudando en nada, hermano!» dije para mis adentros, mirándolo fijamente. Él encogió sus hombros como respuesta. Milo aún no sabía que estaba tan cerca de nosotros.
— ¿Príncipe encantador? ¿No crees que es demasiado? —suelta una carcajada.
—Nunca es demasiado cuando se trata de tí —dije seriamente. Inconscientemente llevo mis manos a su piercing.
Dios mío no sé cómo se me escapó pero no hay vuelta atrás. Más bien siento que este look me está dando poder para hacer y decir cosas que estando en mis cinco sentidos nunca podría. Y como lo supuse, él me mira entre sorprendido y sacado de onda.
—¿Por qué lo piensas de esa manera? —mira mi mano que aún acariciaba aquel pedazo de metal para después dedicarme una mirada juguetona.
—Porque eres la persona de la que todos quisieran compartirte —mando la indirecta a propósito, sin saber si captaría el mensaje o no.
En lugar de avergonzarme y pedir perdón como el torpe que comúnmente soy, comencé a mascar el chicle que aún permanecía en mis boca. Aún tenía el sabor, por lo que no se me hizo muy díficil hacer una bomba de tamaño medio, tampoco quería que me explotara en la cara y hacer el ridículo. Conociéndome, todo era posible, así que antes de que sucediera lo inimaginable, me acerqué con coquetería a su rostro y cuando supe que era una distancia considerable, la exploté con mis dientes, quedando muy cerca de sus labios.
—Y siendo sincero a mí tampoco me importaría —continúo.
Milo queda atónito, y con más fuerzas de las que no tengo, lo agarro de la camisa, acortando más la distancia.
—¿Camus...? —pregunta. Noto el nerviosismo en su voz. Eso me encanta—. ¿Qué haces?
Sonreí acercándome. Traga saliva nervioso y yo río para mis adentros.
Me encanta esto, creo que si no fuera por como voy vestido, jamás tendría el coraje de hacerlo. Los espíritus de los rockstar me poseyeron.
—Tenías esto —llevo mis manos a sus mejillas y le recojo una pestaña. Gracias al cielo la tenía, porque no sabía cómo justificar lo que estaba haciendo—. ¿Listo? —lo miro directamente a los ojos.
Lo escucho titubear pero finalmente me responde.
—Sí sí... Kanon está afuera, esperándonos —señala el auto sin despegar su mirada de la mía.
—Muy bien, entonces, ¿Qué estamos esperando?
Me encanta este juego de miradas, donde soy yo quien lo intimida. Pero no de una mala manera, señores, en realidad, es muy divertido observar su reacción porque finalmente me estoy arriesgando a algo más con él.
Si bien era cierto que ya pasó un tiempo desde que lo besé, no había nada más satisfactorio que eso que mirarlo desorientado y a su vez consciente de que le estoy coqueteando.
—Te ves muy bien. Cualquier chica, e inclusive chico moriría por ti, eso te lo puedo asegurar.
—¿Cómo lo sabes? — pregunta suavemente.
—Porque yo conozco a uno —confieso.
«Pero no te diré quién soy». Me dije a mí mismo, riendo.
Me mira fijamente como si quisiera decirme algo más pero que no se atreve. Y antes de que pudiésemos seguir, el auto que iba repleto con los chicos de la banda, tocó el claxon.
—¡Milo! —se escucha. El arruga la cara y contesta.
Tal vez estaba por decir algo importante.
—¡Ya vamos! —grita de vuelta—. Espera... ¿Estás seguro que me veo bien? —inquiere repentinamente.
Si él ya es un dios griego que no necesita absolutamente nada para lucir genial, solo imagínenlo ahora frente a mí. Su cabello está muy alborotado, pero eso no importa porque justamente lleva puesto un pañuelo en la frente, dejando algunos mechones afuera, y no olvidemos los largos pendientes en forma de estrella.
Algunos podrían decir: "Uy no, ¿Pero qué clase de hombre que se haga llamar "hombre", usa pendientes y pañuelos sin verse femenino?
Jaja, PUES DÍGANME ESO CUANDO VEAN A MILO.
Solo él podía lucir tan delicado y varonil al mismo tiempo con aquellos botines negros, chaqueta de cuero, pantalón ajustado, y camiseta roja.
Oh Jesucristo bendito que estás en los cielos ampáranos señor, que me desmayo.
—Como Bon Jovi en el ochenta y siete —respondo con gracia. No estaba exagerando, realmente se veía muy guapo.
Él ríe.
—Dime que haré contigo... ¿Llevas todo?
Inmediatamente recuerdo lo que Dégel me había puesto en el hombro, y reacciono.
¡No puedo dejar que me vea con ella! ¿Pero cómo demonios se supone que la voy a esconder cuando estoy a centímetros de él?
—Claro, ¿Qué más podría llevar? —río nervioso, escondiendo la chaqueta detrás de mí espalda.
Para mi gran suerte, Dégel estaba escondido del otro lado de la puerta, escuchando completamente toda nuestra conversación y Milo ni siquiera se daba cuenta que se encontraba cerca de mí.
—Ejem... —tosí para llamar su atención.
Le hice señas para que tomara la chaqueta y Milo no se diera cuenta que aún mantenía una prenda que le pertenecía a su "enemigo". Pero el muy traicionero se cruzó de brazos y en lugar de atender a mi llamado discretamente, apareció de su escondite.
—Muuuy buenas tardes, ¿Interrumpo algo? —saluda.
Claaaaro, ahora se venga de mí de esta manera. La traición, la decepción, hermano.
Fruncí el ceño y veo como extiende su mano para saludarle con un apretón de manos.
—Hola, joven Dégel. Un placer volver a verlo —Milo contesta con cortesía.
—Fuera de formalidades, solo dime Dégel —le guiña el ojo.
¡Hey, eso era mío!
—Okay, creo que se nos hace tarde. Muchos saludos y el tiempo corre —agarro su mano y lo alejo de mi hermano.
¿Tan malo había sido yo con él para que me vendiera así de rápido? Vean, pero ni Judas con Jesucristo.
—¿No te vas a despedir de tu hermano? —me pregunta Milo cuando salimos de ahí.
—Ese traidor no merece mi despedida —camino más rápido, llegando al portón. Lo escucho reír.
—¿No querías que cuidara de ella? —Dégel me pregunta malicioso, haciéndose la víctima.
Me giro para encararlo, él me sonríe de medio lado y yo entrecerré mis ojos susurrando un ligero: "Traidor", él se carcajea y levanta sus pulgares, como dándome ánimos.
—Vámonos antes de que pierda la paciencia.
Milo negó riendo y se montó al auto que nos esperaba desde hacía un buen rato. El primero con el que me topé fue Shura y luego Aioria, al ser un carro bastante espacioso, todos los chicos de la banda iban cómodos, incluso un amigo de ellos, creooo que le conocían como Afrodita.
—Al fin, creí que nunca llegarían —comentó Aioria mientras nos sentábamos, por suerte sobra un asiento a mi lado, y antes de que Milo se percatara, escondí la jacket a mi lado. Quizá pueda mantenerla ahí hasta llegar nuevamente a casa.
—Lo que pasa es que eres un exagerado —Milo se sienta a la par mía. El auto era un Range Rover de los noventa, gracias a eso podíamos vernos frente a frente.
—Camus, ¿Pero que te ha pasado? ¿Acaso fuiste poseído por el espíritu de Axl Rose? ¡Te ves increíble! —exclama, mirándome.
No estoy acostumbrado a que me halaguen de esa manera, siempre había sido el patito feo con lentes y frenillos, gracias al señor hace cuatros años ya no los necesitaba, y los lentes solo lo usaba para refrescar la vista.
—¿De verdad lo crees? —me crucé de piernas, observándolo con una ceja enarcada y una expresión coqueta.
¡¡En verdad que está pasando conmigo!! Parece que todos se percatan de ello puesto que Aioria se nota sorprendido unos segundos y después se encoge de hombros.
—Tal vez porque estaba escuchando Welcome to the Jungle —río—, aunque la verdad me falta muchísimo para llegar a ese nivel, empezando por la voz, el cabello, el cuerpo... —enumero con mis dedos y él se carcajea.
Milo me mira de reojo, y sonríe.
—Claro que no, eres delgado como él, tienes una cara andrógina. Además, lo demás se puede arreglar con maquillaje... ¿Te gustaría? Personalmente tienes todo el estilo de una rockstar — confiesa.
—¿Eso crees? —pregunto, haciendo otra bomba con el chicle— Bueno... Tal vez no pierda nada con intentarlo.
—¡Genial! —vocifera—. ¡Hey, Afrodita! Creo que tengo trabajo para ti, vas a transformarlo en todo una rockstar —el chico se voltea desde el asiento de copiloto y me mira de arriba abajo.
Luego de un escaneo completo de su parte, finalmente siento su aprobación cuando sonríe, y sube sus lentes de sol. Cosa que me parecía ridículo cuando ya era de noche, fuera de eso admitía que le sentaba de maravilla.
—Tengo los colores y las sombras perfectas para tí, cariño —me habla—. Serás toda una diva.
Bien, esto comienza a asustarme. Pero considerando que todos ellos se veían de un estilo tan ochentero, pues supongo que ese bar estaría igual así que yo... Seré uno más de la lista.
O eso espero.
Mientras les echaba un vistazo en general, me percaté también de la mirada de Aioria. Este nos veía a mí y a Milo, pero más a mí. No sé cómo describirla, era como si estuviese sumergido en sus propios pensamientos pero a su vez mostraba un deje de coquetería.
No me incomodaba pero... Sí me sentía extraño.
—¿Qué tanto ves? —Milo fue el primero en decirle a Aioria sobre su mirada no tan discreta. En el instante me asusté pero lo dejé pasar.
—¿Qué? ¿Ya no puedo mirar? —se defiende.
—No, si quieres vas a tener que pagar —Aioria suelta una carcajada, como si estuviera poniendo a prueba algo que pronto va a descubrir.
—Yo no te estaba viendo a tí, estaba viendo a Camus —me señala, y pronto se hace un silencio, un silencio que yo catalogaría como pesado o tenso—. Es que me parece increíble que este sea el Camus que todos conocemos, ¿Acaso no lo ves? —noto que me mira de reojo pero no dice nada—, su cabello está alocado, se ve rebelde, atrevido... Incluso su actitud es más abierta. Imposible no destaque entre todos.
Milo frunce el ceño.
—Con mucha más razón vas a tener que pagarle. Lo vas a gastar —desvía la mirada molesto.
Aioria solo se limita a reír, mientras codea a Shura, como si quisiera decirle algo corporalmente. Él solo asiente entre una pequeña risa y yo me doy cuenta de lo que estaban haciendo.
Lo están poniendo a prueba, con algo. ¿Cómo no?
Pero... ¿Exactamente con qué?
El camino no fue pesado como yo pensaba que sería con esa última escenita. En realidad fue tranquilo gracias a Shura y Aioria, que conversaban alegremente conmigo, mientras Milo iba más callado de lo usual, solo metía la cuchara cuando era necesario. No se veía enfadado pero... Tampoco de buen humor.
—Hey, Antares. ¿Por qué tan callado? ¿Qué tienes? —se burla DeathMask, este fue el último que faltaba en el auto.
—Estoy preocupado... Chicos, ¿Acaso no lo han pensado? —levanta su mirada—. Esta es una gran oportunidad para debutar como banda, algún promotor importante puede reconocernos y... Hacer nuestro sueño realidad. Es algo complicado, lo sé, pero ese bar restaurante es nuestra única oportunidad, escuché que estará lleno de gente importante en busca de caza talentos. Sé que hemos estado practicando muchísimo, pero... ¿Y si no somos suficiente? ¿Y si fallamos?
Los chicos se miraron entre sí, meditando exactamente sus palabras. Es cierto, esa era una oportunidad única que tendrían, siempre soñaron con ser una gran banda y presentarse fuera del país, lo más alto que habían llegado era a esa presentación que tendrían. Una gran cantidad de personas estarían ahí, y sólo unas cuantas importantes que estarán dispuestos a impulsar desde cero a unos chicos novatos.
Entendía su ansiedad. Prácticamente su carrera como músicos dependía de un hilo, y ese hilo sería hoy. O despegaban como un avión, o se hundían como el Titanic.
—Wow... —susurro, sintiendo una presión en el pecho. Podía comprender esa gran preocupación.
Observé el rostro preocupado de todos y me adelanté en hablar.
—Escuchen, chicos. Si algo he aprendido de ustedes es sobre el fuerte lazo de hermandad que los unen, ustedes son capaces de lograr muchísimas cosas si se lo proponen. Han practicado muchísimo para este día, se saben la letra y los signos a la perfección, ¿No? Entonces no hay nada de qué preocuparse. Sí, sé que siempre estará esa incertidumbre de qué pasará si se falla, si se cae, pero nunca lo sabrán si no lo intentan. Solo suban a ese escenario y muestren todo el talento que poseen, no toquen solo por saber qué un promotor importante los está viendo, toquen con el corazón.
Por primera vez no me sentí incómodo con tanta mirada sobre mí, al contrario, la satisfacción de ver sus rostros un poco más expresivos fue lo suficiente para saber que sí escucharon mi consejo.
—¿Saben qué? Camus tiene toda la razón —menciona Aioria, sonriéndome—. ¡Así es chicos! Esta noche será la de nosotros, vamos a mostrarle a todo el mundo de lo que estamos hechos. ¿Uno para todos? —puso su mano, para terminar con la famosa frase.
Los demás lo siguieron, poniendo sus manos alrededor.
—Hey, Camus —Shura me da la señal para qué también ponga mi mano ahí, y antes de que me negara, Milo me codea amistosamente.
Rodeo los ojos y sonreí.
—¡Y todos para uno! —contaron.
Finalmente el auto se estaciona frente a un gran restaurante, su fachada era como la de un hard rock café, mesas separadas pero llenas de gente por doquier, lo que le daba al restaurante un aspecto llenísimo, por otro la barra de los licores era bastante extensa.
—Hey, Milo ayúdanos con esto quieres —menciona una chico de larga cabellera azul.
—Claro, ya voy.
—¿Quién es él? —divago con curiosidad. De todos fue el único al que aún no conocía, tenía entendido que él iba a la universidad y era el mayor de todos.
—Kanon, es nuestro baterista —sonríe—. Bueno, creo que vamos a tener que ir a preparar el escenario. Espérame aquí.
Abrí la boca para responder pero el otro chico que iba de copiloto llegó a mi lado y respondió por mí.
—Olvídalo, cariño. Él se viene conmigo para camerinos. Necesito pulir su aspecto —me toma del brazo y me empuja dentro del restaurante.
Oh Dios... Ellos son los que van a presentar y yo soy el que se siente. nervioso.
—Camus, ¿Verdad? —yo asentí—. Vi esto en la camioneta, ¿Es tuya? —me muestra la chaqueta.
¡Ayyy noooo! ¿Por qué demonios el destino quiere que todos se den cuenta sobre esa prenda? Maldita sea, es como la jacket de la discordia.
—Pues sí y no... Es decir, sí es mía por el momento porque venía con ella, pero no me pertenece. En realidad...-
—Es de Rígel, lo sé —me interrumpe, dando en el clavo. Demonios, este chico lo sabe y lo ve todo, o sea que si hubiera querido pegarle una mentira piadosa yo quedo en ridículo—. Acaso... ¿Estás saliendo con él? —enarca una ceja curioso y yo me sonrojo.
Cuando llegamos a la entrada el guardia pidió nuestras entradas. Gracias al señor solo fue eso porque si hubiera sido nuestra credencial, estaría muerto. Aunque bueno, con este aspecto nos vemos con mayor edad. Esa es la gran ventaja que se esconde en este cabello.
—No es como te lo estás imaginando... Lo que pasa es que hace un tiempo él me la prestó porque accidentalmente vertió jugo en mi camisa. Sí, sé que eso fue hace un montón pero... — "no he tenido tiempo" iba a decir.
¿Cómo que no? Eso sí es engañarme a mí mismo cuando estoy consciente de que Rígel siempre me sale hasta en la sopa.
—Se me olvida —termino por responder. Eso se ajustaba un poco más a la verdad.
—Ya veo, es curioso que le agrades a un tipo como él. No es por ofenderte es que... Las cosas como son.
—Descuida.
Sí, es cierto. Hasta yo me asusté cuando Rígel no tenía la intención de pegarme, al contrario de eso, me besó...
Oh Dios... En el problema en el que estoy metido.
Después de charlar, entramos a los camerinos donde solían quedarse las bandas que se presentaban ahí frecuentemente. Era bastante espacioso, con grandes espejos, cambiadores, e incluso un sofá.
—Muy bien, creo que tengo muchísimo que trabajar contigo —me obliga a sentarme, mientras pone sus manos frente a mí y comienza a medirme con sus dedos—. No te ofendas, así como estás, estás perfecto, pero creo que podríamos hacer un buen trabajo con las sombras y el lápiz labial.
Este chico en verdad sabía todo sobre look y moda. Me sentía sorprendido, aunque bueno, no por nada era uno de los más codiciados en el instituto. Sus vestuarios eran tan fashion que de algún modo u otro siempre lograba llamar la atención.
—¿Sabes que te iría genial? Un piercing —arrugo mi cara en señal de desaprobación y el suelta una risa—. Pero no uno real, mira estos, son simuladores.
Me saca una cajita llena de aretes especiales para dar el efecto de un piercing sin serlo exactamente.
—Tu nariz es muy fina y respingona, así que uno de estos en ella te dará un efecto único —habla emocionado. Tan pronto como lo saca, lo prensa en mi nariz. Ciertamente es algo incómodo, pero la curiosidad por saber cómo me veía, era más fuerte—. Ahora, vamos con el maquillaje, voy a remarcarte estas cejas un poco más, usaré algo de rímel en tus pestañas, y algo de delineador.
—Ehm... Afrodita, ¿No crees que es mucho? —lo miro con preocupación—, tampoco quiero parecer una drag queen, sabes.
—Cariño, ¿Alguna vez has visto los integrantes de Poison? ¿Warrant? ¿Motley Crue? ¿Guns N' Roses? Sus maquillajes eran tan femeninos, que los hacía lucir con mucha masculinidad.
—Si bueno...
—Mira, voy a maquillarte lo más varonil posible, y si aún así no te convence del todo, eres libre de quitártelo, ¿Okay?
De alguna manera confiaba en su palabra, así que... Me dejé llevar, después de todo cuando entramos al restaurante, pude ver por las ventanas algunas chicas con peinados extravagantes y ropa rasgada. Perfectamente equilibrado, supongo que me arriesgaré por esta vez.
—Bien, entonces a trabajar se ha dicho.
Pronto comenzó con lo que dijo. Primero, sentía como marcaba mis cejas para darle más profundidad y un efecto de misterio a mi rostro, luego continuó con las sombras, de un ligero color lila, sin ser tan repintado ni nada, solo por encima para darle belleza a la mirada. Así continuó con el rímel, las pestañas un poco hacia abajo para dar el efecto de un rostro con facciones fuertes, y algo felinas. Todo fue perfecto, hasta llegar a la parte del lápiz labial, donde solo fue un brillo por encima.
—Creo que estás listo. ¡He creado a un segundo Axl Rose! —exclama mirándome emocionado. Aún no me había visto al espejo, me lo dejó prohibido para que al final viese el resultado— ¿Quieres un accesorio extra? ¿Un pañuelo? ¿Pendientes?
—No... Creo que así está bien.
—Entonces la misión rockstar ha terminado. Mírate —le dio vuelta a la silla para que pudiese verme al espejo.
Wooo. ¡Vaya sorpresa que me di!
Estaba totalmente irreconocible, y no porque fuese extraño o malo, en realidad me veía... Bien. Por primera vez en mi vida puedo decir que lo que estoy vistiendo y usando me queda excelente. Todo, los colores, los accesorios... Y aunque el maquillaje me diese ese aspecto femenino, mis aspecto seguía siendo totalmente varonil, y gracias a las sombras y el rímel, mi rostro se veía más remarcado, con expresiones fuertes y...
—Sexys —me comenta Afrodita, apoyando sus manos en mis hombros—. Te ves como el sueño húmedo de toda mujer de los ochenta.
Siento mis mejillas arder y él solo se echa a reír.
—¿Afrodita, ya acabaste? ¿Podemos entrar? —una voz fuera del camerino se escuchó. Era Milo.
—¡Sí! Pero no puedes pasar, aún no pueden ver a Camus —comenta, y yo lo volteó a ver confundido.
—¿Qué estás haciendo? —pregunto.
—Shhh... Voy a dejar que te vean pero hasta que estés en el público, sino, ¿Entonces que chiste tendría? Es casi lo mismo que el novio vea a la novia antes de casarse. ¡No va con el orden natural de las cosas!
—Ya, ya entendí. Entonces los veré en el escenario. No se vayan tan lejos — avisa desde afuera.
Me quedo unos segundos en silencio con Afrodita. Esperando alguna señal, cuando resulta que realmente se han ido, entonces me levanto de la silla.
—Camus, ¿Puedo decirte algo?
Miro hacia los lados extrañado, como si hubiese otro Camus en la habitación. Respecto a eso, él ríe suavemente y me dice.
—Sí, es a ti.
—Pues, claro... Soy todo oídos.
Me asusta el hecho de estar en una misma habitación con él. No porque me hiciera o dijera algo malo, sino que en momentos como estos, siento que está a punto de revelarme secretos como la ubicación de bombas nucleares del gobierno de los Estados Unidos.
Se aclara la garganta, y comienza.
—¿Sabes por qué estaban molestando a Milo en el auto? —yo niego con la cabeza, atento a sus palabras. Ah... era algo más sencillo—. Por muy increíble que parezca y él trate de ser la persona más amable y correcta contigo, lo cierto es que nosotros lo conocemos lo suficiente para saber que el trato que tiene hacia tí es diferente. Te preguntarás, ¿Por qué?, Y eso es porque aún no lo ves, pero cuando algo se trata sobre tí, cambia por completo. Lo pudimos comprobar cuando Aioria decidió ponerlo a prueba, y como lo supusimos, él se puso celoso.
—Celoso de... ¿Mí? —abro mis ojos con sorpresa, incrédulo por lo que estaba escuchando.
—No de ti, sino POR ti —corrige—, él contigo no lo dejará en claro porque de algún modo trata de hacerse el chico perfecto —ríe—, pero nosotros lo conocemos hace tiempo, y probablemente él siente algo especial que no siente por un amigo cualquiera. No sé qué podrá ser, tampoco él parece darse cuenta. Lo ví cuando se molestó mucho con Aioria por observarte sin descaro.
—Espera, Afrodita... ¿Por qué me dices todo eso?
—Porque te estoy diciendo que tienes una oportunidad, Camus. Siento que él ha comenzado a verte con otros ojos, y no es porque quiera darte falsas ilusiones o porque sea un exagerado. En realidad esto es muy sencillo de ver, con solo observar cómo es él cuando está contigo, es suficiente.
—P-Pero... ¿Quién te dijo que yo... Que Milo...? —no podía articular media palabra de lo avergonzado que estaba.
Genial, ahora todos sabían de mis sentimientos por él. Aioria traidor.
—Todos nosotros lo sabemos —me mira comprensivo—. Tú no lo ves pero... Ustedes son bastante obvios, cariño. Todos vemos cómo ustedes necesitan y buscan cualquier ambiente para estar juntos, además ¿Crees que las miraditas y sonrisitas pasan desapercibidas? Yo creo que no.
Cerré los ojos con fuerza. ¿Por qué todos se dan cuenta menos él?
—Bueno, pero... ¿Eso que tiene que ver? Milo tiene novia, yo no puedo discutir con eso, además él parece amarla y... - me interrumpe con una risa.
—En verdad no estás enterado de nada... Mira, mejor disfruta esta noche con él, porque parece que ustedes necesitan muchas excusas para estar juntos. Eso se nota a lenguas. Así que ve y muestra esa belleza que posees.
Demonios, Afrodita es tan observador. No me sorprendería que supiera de mi plan a vida futura con Milo.
—Gracias, Afrodita. Te lo agradezco — sonrío—. Pero... ¿Qué hago con esto? —señalo la chaqueta.
—Úsala.
—¡¿Qué?! Estás loco yo no puedo usar esto con Milo presente.
—¿Y qué? ¿Le tienes que dar explicaciones? Úsala a tu favor, ponlo a prueba y míralo tú mismo —me guiña el ojo y me toma de la mano, guiándome hacia las mesas, cerca del escenario.
¿Saben que voy a hacer? Ponérmela solo por diversión. De todas maneras nunca me había sentido tan libre como hoy.
Cuando entramos noté como la mayoría de miradas se posaron en mí. ¿Y cómo no? A pesar de que las personas alrededor estaban vestidas casi igual, de alguna manera llamé la atención con mi look, en especial para las chicas.
Solo espero que no sea por mucho tiempo.
—Sentémonos aquí —señala una mesa vacía, no estaba ni tan cerca, ni tan lejos, sino perfectamente para tener una vista increíble.
Estuvimos unos cuantos minutos charlando. La banda de Milo aún no se presentaba, sin embargo, el escenario estaba repleto de luces y música de fondo, para mantener a los clientes entretenidos de aquí a que se presentaran ellos.
Sentía las miradas en nuestra mesa, no es que estuviésemos haciendo un ridículo ni mucho menos. ¡Pero hay demasiada gente metiche! No lo soporto, nunca había tenido tanta atención a lo largo de mi vida.
Miro discretamente hacia los lados sin quebrar mi expresión de seriedad, algunas mujeres voltean a verme con un deje de coquetería, jugando con su cabello y alzando alguna ceja.
Sonreí de medio lado.
Nada que me interese si no son las miradas de mi amorcito.
—¡Ya van a empezar! —Afrodita aplaude emocionado cuando las luces se apagan y se reúnen al centro de la frazada, algunos silbidos se escuchan, esperando ansiosos el momento en que se presenten.
Después de unos segundos, el presentador sube al escenario y hace la entrada.
—Buenas tardes, caballeros, señoritas, amantes de la buena música. Esta noche tenemos a una banda especial invitada. ¡Denle la bienvenida a... Boulevard of Dreams! —se hace a un lado y se abre el telón.
El escenario aún está a oscuras, lo primero que se escucha es el rugido de motocicletas, seguido de las cuerdas de la guitarra eléctrica.
¡Reconozco esa canción!
—¡Milo! —exclamo cuando sé que es él quién dio la apertura. Aunque no se pueda ver porque las luces están apagadas, noto las cinco siluetas. Se preguntarán como pude reconocerlo si todo estaba a oscuras... Bueno, es obvio que es el único que tiene el cabello largo, a parte del baterista, pero ese no cuenta porque está sentado y no me interesa, ja.
Después de unos segundos, la batería le acompaña junto con la voz de Aioria. Y ahí es donde finalmente las luces se encienden y dejan ver finalmente a los cinco chicos en ella.
//Friday night and I need a fight
My motorcycle and a switchblade knife//
Los gritos y silbidos no se hacen esperar por parte de los clientes. Miro directamente a Milo y este aún se mantiene cabizbajo, jugando con sus dedos y dando un buen espectáculo con la guitarra.
¡Mi amoooor!
—Se ve increíble, ¿Verdad? —me susurra al oído.
Yo rodeo los ojos y Afrodita ríe. No hay que preguntar algo tan obvio cuando lo es. Desde los pies a la cabeza, y encontrándose ahí en el escenario dando lo mejor de él, riendo mientras se acerca a Aioria para dar parte del coro... Es simplemente perfecto.
Y es ahí, cuando sus ojos se topan con los míos, un chispazo que lo hizo abrir ligeramente su boca, sorprendido.
Ante esto, reí porque eso había sido muy obvio, tanto así que Aioria tuvo que codearlo disimuladamente para que no enfocara su vista en un solo lugar, y mirara a los clientes por igual.
—Eso fue muy obvio —comenta Afrodita, quién también se había dado cuenta—, le encantas.
Milo sonríe y voltea a ver a la audiencia, tratando de enmendar su error. Sin embargo, algo siempre lo hacía voltear su mirada hacia mí.
Y en todos esos jueguitos de mirada, me atreví a guiñarle un ojo y mandarle un corto beso, lo suficiente para que lo viera.
//Crazy Horse, Paris, France
Forget the names, remember romance//
Caballo loco, París, Francia.
Olvida los nombres, recuerda el romance.
//I got the photos, a manage et trois
Musta broke those Frenchies laws with those//
Tengo las fotos del trío
Debimos romper las reglas de esos franceses con esas...
//Girls Girls Girls//
Chicas chicas chicas.
Y es justamente en esta estrofa donde levanta su mirada, sin dejar de tocar. Me mira con una sonrisa, como esperando a que Aioria cantase la parte más "emblemática".
Lo pude saber porque justo cuando terminó la frase "debimos romper las leyes de esos franceses" me dedica una mirada traviesa y me devuelve el beso que antes le lancé.
—¡¿VISTE ESO?!
Me sonrojo de inmediato. Gracias al juego de luces entre azul y verde, esa acción pasó desapercibida, excepto para mí y para Afrodita, quién estaba al tanto de todo.
Después de eso, las siguientes canciones fueron "normales" me atrevería a decir que también hubieron juegos de miraditas, solo que esta vez más discretas.
Sabía que mi look lo impactó, pero al menos debía aprender a disimular, ¿No creen?
—¡Chicoooos! ¡Muchas felicidades! — Afrodita es el primero en felicitarlos cuando llegan al camerino donde nos encontrábamos.
Busque a Milo con la mirada pero al parecer no venía con ellos aún.
—Estuvieron geniales, chicos —me uno a la conversación, sonriéndoles con una diminuta sonrisa.
—¿Quiénes? ¿El coqueteo entre Milo y tú o...? —Afrodita le mandó un codazo y yo me sonrojé hasta el copete.
—Guarda silencio, DeathMask —lo calla.
Nosotros reímos, y justo cuando iba a preguntar por el paradero de Milo, este se asomó por la puerta junto a Kanon, el baterista.
Milo se acerca, riendo. En realidad puedo ver a través de sus pasos, y es como si él estuviese atraído por algo, o alguien. Y en este caso soy yo. Da un paso y estamos casi a centímetros. Es una sensación parecida a la de aquella vez, como cuando no besamos.
Ahora yo quiero hacerlo, si esa no es su intención, la mía sí, y no me interesa que sea aquí, y ahora.
—¿De dónde te sacaron? ¿De una revista? —ríe. Siento su aliento chocar en mi rostro y mis piernas flaquean.
—Y de las mejores —contesté orgulloso—, fue gracias a Afrodita...
Ví que los chicos guardaron silencio. Como si estuviesen esperando por algo más, ¡Y sabía qué era! Gracias a uno de ellos ahora sabía ellos esperaban algo más de nosotros.
—Buenooo, yo creo deberíamos ir por unos bocadillos. Vamos, vamos —Aioria los lleva hacia afuera casi a rastras.
Sé por qué, y estando en mis cinco sentidos nunca hubiera permitido que nos dejaran solos, porque sabía que con mis nervios podía estropear todo. Pero como esta noche no me importa nada más, decidí dejar que hicieran de las suyas.
—Tengan — antes de irse, Shura nos regala una paleta en forma de corazón a cada uno, yo sonreí—. Para endulzarlos más de lo que ya.
Milo lo mira extrañado pero no dice nada más. Finalmente él sale del camerino y nos quedamos nosotros dos solos. Puedo sentir el ambiente, hay tantas cosas que quiero hacer y decir, que podría ahogarme en ellas.
—No sabía que había una rockstar en esta habitación —me comenta, mirándome fijamente—, te ves... Vaya, me dejaste sin palabras en el escenario.
—¿Cómo sé yo que es eso cierto? —me cruzo brazos, haciéndome el ofendido.
Él sonríe.
—¿Aún no lo sabes? —acorta la distancia y me acorrala en la pared más cercana, con su rodilla abre un poco mis piernas para permanecer así.
¡¡JESÚS!! Puedo sentir su respiración muy cerca de mí
—Si no me lo dices, no lo sabré yo mismo... —le sigo el juego.
— "I got the photos, a manage at trois, musta broke those Frenchies laws with those..." —canta cerca de mis labios. Esa es la estrofa donde supe de inmediato que era para mí, al menos su mirada me lo hacía saber— "Boys boys boys"
Me quedo quieto, escuchando con atención. Me sé de memoria la canción así que... Eso no es así.
"Debimos romper las leyes de esos franceses con esos... chicos"
—¿No se supone que debería decir "Chicas chicas chicas"
—No cuando tengo un francés frente a mí —susurra.
Lo miré a los ojos, perdiéndome en ellos por breves segundos, el ambiente se vuelve solo para nosotros, como si algo nos envolviera y no quisiera que nos separemos.
—Camus...
Ya es suficiente señores, yo voy a dar el primer paso.
—Ya cállate y bésame. Sé que eso es lo que quieres —lo agarré del cuello de la camisa sin dejarlo reaccionar a mi respuesta.
Por primera vez no me interesa nada más que lo que siento. No es propio de mí dejarme llevar por mis sentimientos, pero ahora mismo quiero tirar eso por la borda.
Los labios de Milo me traían loco desde que le había visto con aquel piercing tan sexy que colgaba de su labio inferior, y ahora, lo saboreo descaradamente, dándole a entender lo mucho que me gustaba. Aunque un poco tarde, Milo me toma de la caderas y me pega a él, mientras yo coloco mis brazos alrededor de su cuello, haciendo el contacto más íntimo.
Lo beso despacio, lento, casi como una tortura. Siento el frío del metal de aquel arete colarse entre nuestros labios unidos, entonces, casi con timidez le doy una pequeña lamida.
—Vas a matarme —susurra entre el beso.
—No más que tú con este arete —muerdo su labio inferior, jalando suavemente el piercing.
—¿Que fetiche tienes con él? —pregunta divertido, uniendo su frente con la mía.
—El poder que tiene conmigo, siempre que lo veo me dan ganas de besarte — murmuro otra vez sobre sus labios.
—Entonces debería usarlo todo el tiempo —confiesa. Sonreí y nuevamente unimos nuestras bocas en un beso más atrevido, más húmedo, más rico y esperado.
Ni siquiera me importaba que pasaría después de eso.
Sentí su lengua jugar suavemente con la mía, apoyándome ligeramente hacia atrás. Tampoco pensé mucho lo que estaba pasando y me dejé llevar, probando sus labios y su saliva.
El beso se vuelve más profundo que antes, lo puedo sentir cuando mi respiración se vuelve pesada y su lengua recorre con desesperación mi boca, como si nunca más tuviera la oportunidad de hacerlo.
—M-Milo espera —me separo, agitado.
—Hmm... —muerde con fuerza mi labio y yo suspiro.
No sé qué rayos acaba de hacer...
¿Y ahora qué?
-----------------------------------------------
—Luz
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro