Capítulo 25: "Preparativos"
—¡¿QUÉ TÚ HICISTE QUÉ?! —tanto fue mi asombro que me levanté del sofá y lo encaro con una expresión totalmente en shock—. ¡Con un demonio, Dégel! ¿Pero qué rayos te pasa? ¡Tienes que decirme que eso es una maldita broma!
Dégel se sorprende al verme entrar en un estado del cual yo tampoco puedo explicar mucho. Pero, ¿Cómo no hacerlo? ¿Qué pasa con él? Estamos hablando de Kardia, Kardia Antares, ESE Kardia. ¿Cuánta gente tiene que haber en este mundo como para que el destino sea tan desgraciado y tenga que encontrarse con una persona prohibida?
Porque así es, Kardia está prohibido para Dégel. Quiera o no quiera, y ya les diré por qué.
En primer lugar, se trata de nada más y nada menos que del tío de mi futuro esposo. Segundo, su personalidad no ayudaba en NADA, básicamente... Kardia no es de ataduras, él... Es del mundo, no tiene nada ni nadie que lo atrase así que si Dégel se sintió atraído por breves minutos o lo que sea, automáticamente tiene que olvidarse de él, por su bien.
Él no parece ser una persona comprometida y yo no quiero ver a mi hermano sufriendo. Finalmente y lo más importante... No quiero imaginar cómo va a reaccionar Milo cuando se entere de esto. Matará a Kardia y lo dejará sin descendencia, lo sé porque se le dejó muy clarito: no quería que se aprovechara de mi hermano.
Pero bueno, demasiado tarde.
¿Saben? Ahora entiendo muy bien por qué Kardia se quedó tan impactado con mi aspecto físico cuando nos conocimos. Era por Dégel. Maldición.
—¿Por qué reaccionas de esa manera? Más bien qué te pasa a ti —frunce el ceño y se cruza de brazos, enojado—, y si no mal no recuerdo, tú fuiste el que me dijo que no habría problema en ello.
PERO ES KARDIA, PUTA MADRE.
Respira, Camus, vamos, tienes que explicárselo de una forma adecuada.
—¡Sí, hermano! Pero es que no entiendes la magnitud de las cosas. Milo va a matar a Kardia cuando se entere que se metió contigo. Y no solo eso, quién sabe que más le va a hacer, porque tengo entendido que no le iba a permitir que se acercara a ti —dí un largo suspiro frustrado—. ¡Pero ahora resulta que fue con él con el que cogiste!
—¡No lo grites así! —se ruboriza, apenado.
Pues no me importa, que sepa y reconozca la magnitud del problema. No es sólo que se haya acostado con él... Es que se trata de Kardia: el típico adulto, poseedor de un físico y personalidad despampanante (al igual que su sobrino), pero dándole un mal uso. Porque bueno, no quiero hablar mal, pero las cosas como son. Kardia es todo lo opuesto a mi hermano, y es imposible que lo haya tomado en serio esa noche ¡Y para colmo! Debe estar atormentándolo con aquel suceso para sacar a Dégel de sus casillas.
Y eso va traer grandes problemas.
—De verdad no puedo creer que hayas caído en sus redes en menos de un día —me siento de nuevo en el sofá, un tanto sofocado—. Ahora supongo que no te lo puedes quitar de encima, ¿Verdad?
Dégel desvía la mirada, pensativo. Quizá no se trataba de eso realmente, o es porque me alteré demasiado con la noticia, pero tengo todo el derecho de regañarlo cuando sé que lo que ha hecho no está bien.
Es decir, sí, sé que yo le dije que no debería preocuparse por eso, porque él era una persona adulta que puede tener la vida sexual como se le dé la gana, siempre y cuando se proteja. No obstante, no sabía de quién se trataba, y ahora me sale con esa sorpresa.
—Hermano, date cuenta —digo, un poco harto.
—Bueno, ¿Pero qué tiene de malo? —me dedica una mirada neutral—, sí, sé que es un completo idiota pero después de todo no sigue siendo más que alguien de una lista cualquiera.
—¿Qué que hay de malo? ¿Una lista cualquiera? Dégel... ¡Es el tío de Milo! ¿Ahora cómo se supone que le daré la cara? ¿Cómo seré capaz de explicar que tú realmente te metiste con su tío?
—No tienes que decirle nada —enarca una ceja—, aunque si llegara a enterarse, es mejor no indagar en el tema, y darlo por visto. Además, ¿Por qué te preocupa tanto que Milo se entere? Si ustedes solo son compañeros, ¿No?
Inevitablemente sentí mis mejillas arder. No supe por qué pero me avergonzaba reconocerlo en voz alta.
—Bueno pues...
Ejem, ¿Cómo decírtelo, hermano?
Él será mi futuro esposo, padre de mis hijos y dueño de mi herencia. Haremos un equipo de fútbol y todos se llamarán Milo Junior, número dos, tres, cuatro y así sucesivamente. Del uno al seis será Milo Jr, y del siete al doce Camus Jr, si son mujeres, Camila o Mía.
¿Lo ven? Yo siempre pienso en todo. Tengo todo fríamente calculado.
—¿Te digo la mera verdad? — agacho mi cabeza, avergonzado de tener que contarle la que sentía realmente por esa máscara de "amistad".
—Oh oh... Esto no me pinta bien —palmea su rostro, como si con eso ya le hubiera contado todo mi plan de vida con él—. No me digas que ustedes dos son algo...
—¡Ja! Ya quisiera —no sabía si reír o llorar, pero para dejar en buena calidad mi dignidad, mejor lo comentaba con cierta burla—. No realmente, pero si te soy sincero... Me gusta Milo, Dégel —comento, sintiendo mis mejillas ruborizarse—. Me encanta. Lo conozco desde los primeros años de secundaria, pero no fue hasta ahora que comencé a hablarle y llevarme bien con él y su familia.
—Mirá tú, hasta ya fuiste a ganarte a los suegros. Con razón taaantas pijamadas en su casa ¿No? —se burla.
—¡Dégel! —recriminé y él solo soltó una risilla—. Esto es importante para mí, sé que es tu vida pero no quiero que Milo sepa lo que ocurrió entre tú y Kardia. Y si es posible, aléjate de él. Te lo digo muy en serio.
Dégel cerró sus ojos con fuerza, suspirando. Y si tiene la decencia de escucharme y entender que esto es importante para mí, sé que me hará caso.
—Así que... Ambos caímos en las redes de los Antares, ¿No? —ríe, tratando de relajar el ambiente.
¿Qué se suponía que tenía la familia Antares para atraer de esa manera a los Aquarius. Probablemente nunca lo sabría.
—¿Ahora me entiendes? —dije suavemente—. Solo eso te pido, hermano, por favor...
Parece pensarlo con mucho detenimiento hasta que finalmente me da la respuesta que quería escuchar.
—Tienes razón, es mejor apartarme de Kardia para evitar problemas con Milo y malentendidos. De todas formas... Creo que es bastante necesario que lo haga—desvió la mirada, como si acabara de recordar algo malo.
Le sonreí comprensivo. Sabía que él entendería perfectamente esta situación.
Lo siguiente no fue muy interesante, terminamos de cenar en silencio. Después de ello, fue mi turno de lavar los platos. Dégel dijo estar cansado, y se fue a su cuarto, algo triste, otra vez. ¿Qué pasa con él? ¿Hay otro asunto que lo atormenta aparte de Kardia?
Bueno, quizá solo está algo estresado. Necesita descansar.
Al contrario, yo me quedé en la sala y aprovecharía para visitar mi blog, al cual no entraba hace mucho tiempo. ¿Por qué lo había abandonado? Debe estar hecho un caos.
Lo primero que encontré fueron mensajes en el buzón, donde la mayoría preguntaba mi paradero y si me encontraba bien.
¡Ay, pero que bonito! Nunca se habían preocupado así por mí. Lo que me hacía reflexionar: eso de desaparecer por un largo tiempo no estaba bien, pero bueno, el trabajo y el estudio con Milo me tenían casi atado de manos.
—Que calor, Dios mío —recogí mi cabello y me hice vientito con una mano.
El clima de Grecia por las noches a veces era sofocante.
Pasé un rato así, con mi majestuosa pijama de copitos, hasta las siete.
—Que extraño... —miro el reloj en la pared de la sala. Me encantaba estar en el cuarto, pero admito que el mismo ambiente me cansa, por lo que decidí salir de mi cueva y compartir un momento en la sala de estar. Solo que... Me parece extraño la tardía de Surt. Tal vez decidió irse a casa—. Y ni se atrevió a avisarme, miserable.
Quería que estuviese aquí para contarle todo lo que me había pasado con Milo, sus comentarios, su sonrisa y oh Dios, sus labios. Ese beso me llevó a tocar el cielo y caer tan rápido como había subido.
Y ahora que lo pienso con detenimiento... Debería de enviarle un mensaje, pero no como Camus. Sino como Beta.
—¿Debería o no? —dudo, aún con la bandeja de mensajes abierta—. ¡A la mierda! Voy a hacerlo.
Uní mis piernas como indio y acomodé mi laptop en mis piernas, tenía las luces apagadas y el televisor encendido, ya saben, para no sentirme tan solito.
—Hey! Chico popular (?) ¿Qué hay de nuevo contigo? ¿Así de rápido me olvidas?
—Beta A. 9:10pm.
Reí para mí mismo, aún recuerdo cuando todos perdieron la cabeza y hasta pegaron volantes por todo el instituto en busca de Beta. Supongo que se rindieron puesto que no volvieron los rumores, y en cuanto a Milo pues... De vez en cuando me comentaba lo que creía, pero definitivamente se había rendido con Beta Aquarii, con la excusa de que nunca lo conocería.
¿Cómo recuperarlo? Con un mensaje obvio, no dejaré que se olvide de mí tan fácilmente.
Egoísta no soy, solo cuido lo que es mío.
—Y de Shaina —resoplé— ¿Cómo es que no está orgullosa de tener a semejante dios griego con ella? Le tengo envidia. Ojalá Milo me llegara mirar de la misma manera que lo hizo cuando recién la conocía.
Suspiro. Una mirada cargadita de amor no le haría mal a nadie.
El ringtone de mí laptop sonó, indicándome de un nuevo mensaje.
¡Pero que rápido!
—¡Hey, hola! Se te echaba de menos beta, yo debería decir lo mismo, ¿Qué pasó contigo?
—AntaresMilo. 9:12pm
Ayy, ¿Pero por qué tan seco? No no, así no me gustas, Milo. Ándale, sé más romántico si quieres ser el padre de mis hijos y que me case contigo.
Quizá no se case con Camus, pero apuesto mil dólares por el chico del blog.
—Escuché que harán una batalla de las bandas y estarás ahí. Muero por verlos, soy su fan.
—Beta A. 9:13pm
—¿De verdad estarás ahí? Quisiera saber tu identidad, eres mi crush frustrado :(
—AntaresMilo. 9:15pm
LISTO SEÑORES MORÍ.
Bueno, nada del otro mundo, eso ya lo sabía.
—Más cerca de lo que crees. Pero como siempre estaré lejos, no quisiera causar problemas con mi identidad. En anonimato me veo más bonit@.
—Beta A. 9:18pm
—Apuesto a qué sí, ¿Sabe cómo te verías más bonit@? Si te presentaras conmigo oficialmente.
—AntaresMilo. 9:19pm
—¡Estás demente! Jajaja, no podría hacer eso, además, dicen por ahí que tienes una hermosa novia.
—BetaA. 9:19pm
—Para que lo tengas en cuenta, a mí no me importaría compartirme con los dos...
—AntaresMilo. 9:20
—Descarado. Eres un descarado, Milo Antares —sonreí.
Aún así me sacó una risa, e inmediatamente escribí una respuesta que estaba seguro que nunca podría decir cómo Camus Aquarius.
—¿Y sabes algo? A mí tampoco me importaría compartirte.
—Beta A. 9:17pm
Me salí de la conversación antes de que alcanzara a responderme algo. Es como cuando te das cuenta del mensaje que no tuviste que haber enviado pero que aún así lo hiciste.
Rayos.
—Suficiente internet por hoy Camus —me dije a mí mismo—. Y creo que este tonto nunca me avisó si vendría o no.
Saqué mi teléfono y le texteé un mensaje rápidamente a Surt.
Ya era muy tarde, probablemente no vaya a venir. Así que mejor decidí apagar la laptop y dirigirme a mí habitación. Instantáneamente recibí un mensaje de Milo. Mi corazón se aceleró pensando por un momento en lo que habíamos charlado con anterioridad, luego recordé que no sabe que soy yo, y se me pasó.
«¿Vendrás conmigo mañana? Dime que siii :(». Decía el mensaje.
Eh... ¿Acaso hay algo importante mañana? Tampoco quiero preguntarle, quedaría como un estúpido o descuidado.
«Golpéame por tener memoria de pollo pero... ¿A dónde vamos mañana?» respondí.
Prefiero a que me disculpe por no recordarlo a fingir saberlo y después aparecer en un matorral perdido con él... Aunque ahora que lo pienso no me desagrada la idea, para nada.
—¿Qué podríamos hacer perdidos en medio de la nada? —pienso con detenimiento—. No, qué no haríamos es la pregunta —reí—. Miloooo, ¿Por qué tienes que ser tan perfecto? —pregunté al aire como si alguien pudiese responderme.
«Es la presentación en el bar restaurante...» responde.
¡Lo había olvidado por completo, dios mío! ¿Cómo pude haberlo olvidado?
—¡Es cierto! ¿Ahora que se supone que haga? Ciertamente no tengo nada que hacer mañana pero... ¿Voy, no voy?
Que dilema... Ya sé que le había dicho que iría sin falta, no puedo fallarle a su palabra. Además, tendría una nueva oportunidad de pasar con él toda la noche, y para mí eso es suficiente.
—Pero ninguna noche será tan bonita como las que pasaremos cuando nos casemos —reí, escribiéndole el mensaje de vuelta.
«No me perdería por nada del mundo verte al estilo Bon Jovi».
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Sábado.
Hoy no teníamos clases, y perfectamente, el universo conspiró para darme un día ¿Agradable? ¿Bonito? Pues dormí bien, Dégel estaba de mejor humor, preparó mi desayuno y almuerzo favorito, y gracias a todos los dioses logró darme permiso para ir al bar-restaurante esta noche.
Tengo miedo, tengo miedo en este instante, no me voy a calmar. Tengo miedo.
MALDITA ANSIEDAD.
—¡Camus! —mi hermano llamó desde abajo—. Ya van a ser las seis y aún ni te bañas, ¿No se suponía que tenías que alistarse con anticipación? Recuerda que eres una carreta.
—¡Ya sé!
No me gusta que me presionen cuando me agarra tarde, porque para empezar, no me apuro y segundo termino por enojarme.
Maldición. Otra cosa es que ni siquiera sé cómo ir vestido, se suponía que Milo pasaría por mí a las siete. Esto puede ser una perfecta pesadilla. Tengo el don de malograr las cosas yo solito. Y pensar que estaba teniendo un buen día....
No, Camus, no. Te han estado ocurriendo cosas buenas últimamente. Empezando porque hace unos meses pensabas que Milo jamás se enteraría de tu existencia, y ahora mírate dónde estás: a escasos cuarenta minutos de acompañarlo en uno de los momentos más importantes de su vida.
—Porque entre ser y no ser, y yo soy —me dije a mi mismo altanero, mirándome en el espejo.
—¡CAMUS! —me gritan.
—¡Agh, Dégel, no me asustes así!—grito con una mano sobre mi pecho.
—Entonces vuela a bañarte, porque te has tirado más de 15 minutos soñando despierto —señaló el pasillo, en señal de que corra por mi vida—. A Milo no creo que le gusten los chicos sucios.
—Ya, ya, déjame en paz.
Corrí al baño y tomé una ducha, pero esta vez; sin pensar tanto, porque tres canciones eran lo cronometrado para bañarme. Recogí mi cabello con la toalla, me lavé los dientes y fuí a mi habitación para el momento más complicado de todos: ¿Cómo ir vestido?
Era un bar-restaurante, un concierto de "Boulevard of dreams", la banda de mi futuro esposo, y todo pintaba a un ambiente rockero, donde habría gente adulta y tendría que aparentar ser un poco más mayor.
—Y con esta cara de niño no creo lograr tanto —dije mientras me miraba al espejo de cuerpo completo.
—Tampoco con tu ropa de nerd —Dégel apareció en la puerta de mi habitación de nuevo, mascando chicle. Hizo una bomba y luego la explotó—. Van a reírse de ti si vas con algo como lo que tienes en tu clóset.
—Bueno y que sugieres, ¿Que vaya desnudo? —fruncí el ceño, frustrado.
Al parecer estaba consciente de que estaba al borde de la desesperación. Es tarde, no sé que ponerme, aún tengo que secarme el cabello y ni hablar de mi estrés.
¡Pero que desastre!
—¿Ves por qué es importante tener ropa de todo tipo? Quiero comprarte variada, pero no, siempre eliges los mismos pantalones jeans, y cafarenas.
Desde que nos confesamos la verdad de nuestros sentimientos sobre los Antares, mi hermano y yo habíamos subido un escalón en la confianza. Lo admito.
—Más soluciones, menos críticas, hermano.
—Bien —puso sus manos sobre su cintura—, empezaré por rasgar un poco estos jeans oscuros para darle un toque más moderno. Luego te prestaré una correa que nunca usé: tiene una cadena colgada. Y... mmm... —revisó mi armario— esta playera blanca estará bien para dar neutralidad.
—Rayos... Sí que eres todo un artista para esto, Dégel.
Bueno, es obvio. Él siempre está en reuniones importantes y sabe qué vestir, es muy meticuloso con esas cosas.
—Te ayudaré con esto, así que apúrate.
Necesitaba darle ambiente, así que agarro mi teléfono y coloco algo de música en el parlante que tenía.
—Bye bye bitch bye bye de Motorhead porque sí — susurro, poniéndole todo el volumen. Era lo que mi ansiedad ocupaba.
Mientras mi hermano estaba en la cama rasgando los jeans, yo aproveché para secarme el cabello y peinarme solo un poco. ¿Cómo darle aquel look tan ochentero que me encantaba en las rockstars? Jum...
Me quito la toalla de mi cabeza y mi cabello cae a cada lado de mis hombros. Me miro con detenimiento en el espejo, en casos como estos era horrible tenerlo tan liso, porque se me complicaría más alborotarlo.
—¿Te cuento un secretito? —Dégel se unió a mí lado mostrándome los pantalones.
—OH POR... —exclamo entre sorprendido y alegre. Así mismito los necesitaba—. ¡Está horrible! Me encanta —sonreí.
—¿Sabes cómo puedes adquirir ese estilo de las rockstars? Péinate el cabello en reversa, no hacia abajo como comúnmente cualquier persona que no esté loca lo haría, sino hacia arriba, pero no mucho. Solo para darle un poco de volumen. Luego, échate fijador. Voy a dejarte para que te cambies, luego regreso.
Dégel sale de mi habitación y miro hacia la cama, donde se encontraba mi atuendo.
No había marcha atrás.
—Aquí vamos —agarro el cepillo y hago lo que mi hermano me recomendó, así le daría un toque más alborotado. Muevo mi pie al ritmo de la música, cantando el coro.
Cuando veo que es suficiente, me quito la toalla de baño y me pongo la camisa blanca sin mangas, y los jeans rasgados. Escogí unas tenis negros que hace tiempo no usaba, también me puse una cadenita en el cuello.
Justo cuando me encontraba atando los cordones, comenzó a sonar Welcome to the Jungle.
—Esta será una gran noche —susurro, agachado—. Bien, creo que estoy listo.
Doy una vuelta en la silla giratoria hasta quedar de nuevo frente al espejo. Coloque dos dedos en mi sien, observándome a mi mismo de medio lado con una sonrisa coqueta.
— "You know where you are? —canto frente al espejo, sin dejar de sonreír— You're in the jungle baby, you gonna die" — La voz de Axl Rose me encantaba, a decir verdad Guns N' Roses era una de mis bandas favoritas.
—Wow wow wow, ¿Realmente ese es mi hermanito? —Dégel me sonríe desde la puerta— Me pareces raro, pero te sienta bastante bien, Camus. Deberías adquirir ese look más seguido, estoy seguro que las chicas caerían a tus pies.
—Si claro. ¿Acaso no lo ves? Soy como uno de los hijos perdidos de Shrek, hermano.
—¡Que exagerado! —se acerca a mí— Ten un bubaloo, es sabor cereza —me ofrece un chicle y yo lo acepto con gusto, echándolo a mí boca— Pero creo que algo falta.
—¿Qué? Esto ya es bastante para mí —enarco una ceja.
—¡Lo tengo!
El timbre de nuestra casa sonó.
AGÁRRENME QUE ME CAIGO.
Dios, Milo es muy puntual, ¿Será que no soportaba las ganas de verme? Si claro, ya quisiera que fuese así.
—¡Ahí voy!
—Espera, Cam, ponte esto —y puso algo pesado sobre mis hombros.
Un momento, eso significaba que si se trataba de lo que yo pensaba que era, entonces... ¡Nooooo! Tiene que ser una broma. Si Milo me ve usando esto, me matará.
—No puedo ir con esto...-
Se trataba de la chaqueta de cuero de Rígel, era un poco pesada por los parches y picos de metal. ¿Cuándo pensaba devolverla por cierto?
—Milo espera, date prisa. Vamos, vamos.
Dégel toma mi mano para arrastrarme escaleras abajo hasta la sala principal. Por poco y me voy de bruces contra el piso, tropezándome de los nervios. ¡Ni siquiera me dio tiempo de decirle que no!
Cuando la puerta fue abierta, sentí una ventisca de aire tan fresca, como de la Rosa de Guadalupe, que me congeló de inmediato.
Oh oh...
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