Capítulo 19: "Adrenalina"
Un nuevo día en clases y no podía estar más aburrido que de costumbre. No sentía la clase igual que antes, Milo ni siquiera estaba, ¿Cómo podría sobrevivir estas tres semanas sin verlo? No lo soportaría, moriría.
Ah no, esperen.
¡Tengo tutorías por aparte! ¿Acaso no puede ser más genial? Necesito aprender a dejar de quejarme por todo.
—Necesito que hagan grupos de cuatro personas para las páginas que voy a dictar a continuación — dice el profesor.
Lo único que agradezco en estos casos es tener el derecho de escoger, no es como que desee estar con compañeros que ni les hablo, pero al menos estaba con tranquilidad al saber que Surt estaría conmigo.
—¿Nosotros? — pregunté sin mirarlo.
—Claro amigo — chocamos puños —. Por cierto, no me has contado que pasó con Milo ayer — dice con curiosidad mientras juega con el lapicero entre sus manos.
—Lo expulsaron por tres semanas — me echo para atrás y me deslizo por el pupitre. La verdad es que un día como hoy no tenía ganas de hacer absolutamente nada. Tenía sueño, hambre, y Milo no estaría por varios días así que no encontraba un buen motivo para alegrarme.
—Wow, es bastante tiempo. ¿Cómo le hará con los exámenes? — susurra y yo suelto una sonrisita tonta mientras cierro los ojos.
—Obviamente que yo me encargaré de eso, ¿Qué no ves? Soy el mejor para todo.
Surt suelta una carcajada.
—Sí, el mejor. Pero para las caídas, y hacer el ridículo — dice aún riendo.
—Eres un idiota. Tú deber es apoyarme, estoy más cerca de Milo que los últimos años atrás, es algo bueno y creo que vamos progresando. Si seguimos así no me sorprendía que la friendzone esté en la vuelta de la esquina — me recosté sobre el pupitre con pereza.
Al menos era sincero conmigo mismo.
—Ay Camus, ¿Por qué eres tan pesimista? — rueda los ojos —. Si yo fuese tú, estaría feliz con solo hablarle y ser su amigo. No te estoy diciendo que te conformes con eso, o qué te hagas ilusiones con él. Simplemente... Si te sientes cómodo así como están, déjalo ser, disfruta de su compañía y no te mortifiques.
—Eres muy sabio. ¿Qué pasó con Surt el terco, rencoroso y distraído?
—Lo ves, estoy tratando de ser amable contigo y cuando lo soy te sorprendes. Ya ni la friegas, Camus, de veras.
Yo reí ante su comentario y su gesto ofendido. Estaba jugando como siempre.
Pronto los demás comenzaron a levantarse de sus pupitres hasta formar los grupos, no fue hasta que uno de los mejores amigo de Milo comenzó acercarse hacía nosotros. Creo que su nombre era... ¿Aioria?
—¡Hey, chicos! ¿Puedo unirme con ustedes? — sonríe alegremente. Algo que no entendía era como podían estar siempre con una sonrisa en sus rostros, siempre, o casi la mayoría de veces pasaban jugando y bromeando. Necesito esa dosis de positivismo para sobrevivir cada día —. Allá están en un desmadre y nunca hacen nada — señala al grupo de sus amigos.
—No hay problema — señalé un pupitre vacío para que se sentara a mi lado.
—Gracias Cam, eres muy amable — sonríe — ¿Puedo preguntarte algo?
Y ahí estaba.
No sé por qué presentía que todo ese rollo no se trataba solo del desmadre que se tenían sus amigos en la esquina, sino de averiguar algo. ¡Lo sabía!
Quiere investigar sobre mi código secreto y profesional de cómo valer enormes cantidades de verga en el amor y en la vida.
—Milo fue expulsado, ¿Verdad? — me saca de mis pensamientos. Agito un poco la cabeza y lo miro.
Oh... Así que ya se había enterado. La verdad no me sorprende, si él lo sabe entonces pronto todos se darán cuenta.
—Ayer mismo el director nos citó en su despacho. Traté de ayudarle pero aún así fue imposible, al menos lo único que podré hacer por él es prepararlo para los próximos exámenes — suspiro, sin despegar la mirada de mi cuaderno.
—Hey, al menos eso será bueno para él — me dice riendo, y yo asiento sin ganas.
No estaba de ánimos, no quería ver a nadie, no quería hablar con nadie. Quiero llegar a casa e hibernar al menos mil años, y que cuando despierte esté casado con Milo y con muchos hijitos. Hasta tener un kinder si es posible.
Ahhh, no se crean señores. No me gustan los niños.
Pero si es con él, admito que podría intentar repoblar Marte si es necesario.
—Camus, ¿Te hago una pregunta y no te enojas? — de acuerdo, a comparación de la primera, esta vez sí me hizo estar en alerta. Algo trama.
—¿Claro? — respondí temeroso y dudoso.
—Lo que pasa es que encontré un papel qué...- fue interrumpido justamente por un chico que se colocó enfrente de nosotros.
Ja, y miren nada más de quién se trata.
—Hey, ¿qué tal? — saluda.
—Hola, Sigmund — saludé amistosamente, mientras Aioria le saludaba con un choque de puños y un juego de manos. Al parecer ya se conocían.
Todos lo saludamos excepto...
—¿Y tú qué? ¿No piensas contestar?
—¿Y a ti qué más te da?
—Aparte de rencoroso, maleducado — rueda los ojos, y noto como Surt se pone a la defensiva — ¿Qué tus padres nunca te enseñaron modales?
—Si me los dieron o no, no te importa.
Yo sonreí mirándolos cómplices.
Comienza parecerme divertido todo este asunto, diría que Sigmund solo lo está haciendo a propósito. Pero... ¿Con qué afán? ¿Sólo para molestarlo?
—Que caprichoso es, eh — me susurra, señalándolo. Yo reí.
—¡Uy! ¿Se puede saber qué haces aquí? Me molestas — mi queridísimo amigo se cruza de brazos
¿Pero saben qué? Esto lo voy a hacer porque quiero, porque puedo, y porque Surt tiene que aprender a soltar las cosas y no ser tan rencoroso.
—Sigmund, ¿Ya tienes grupo? ¿Por qué no te unes a nosotros?— le pregunté seriamente, mirando de reojo la expresión incrédula y sorprendida de Surt.
—En realidad solo venía para darles una noticia a ustedes qué son amigos de Milo, y a Aioria que es parte de la banda — responde pensativo —. Pero ahora que me dices, ¿Por qué no? Alguien tiene que aprender a disimular su enojo, ¿No creen? — sonríe con clara burla mientras toma un pupitre desocupado y se une a nosotros tres.
—¿En serio, Camus? — me voltea a ver con una expresión seria — de todas las cosas que podías hacer. Sucede esto.
Oh, se enojó...
—Vamos, Surt, no es para tanto. Él solo quiere hacer las pases — explico.
—Y perturbar la paz de los demás — se voltea al lado contrario con enfado.
Sí, realmente se había enojado.
Cuando eso sucedía, guardaba silencio y no se dignaba a soltar media palabra en todo el día. Ahora que lo pienso tal vez sí me pasé con él pero...
Rayos. Comenzaba a sentirme culpable.
Suspiré.
—Bueno señores, mejor empecemos con esto, mientras más rápido terminemos saldremos antes que todos — ellos asienten y pronto comenzamos a dividir las páginas para cada uno.
Y ahora que lo pienso... Aioria no terminó por decirme lo que tenía pensado. ¿Qué era? Recuerdo haberle escuchado decir antes de que llegase Sigmund algo sobre un papel.
¿Un papel...?
No tendría sentido a no ser que... ¿Haya encontrado alguno de los papeles en los que yo hablaba con Surt secretamente para evitar que el profesor nos pillara?
No lo creo, esos papeles los tengo aquí en la cartuchera. ¡Pero maldita sea! Ahora tengo una enorme duda.
Estuvimos unos cuantos minutos más con los ejercicios del libro, y cuando terminamos, Sigmund no dudó en comentarnos lo que realmente quería.
—Según lo que escuché, Milo está expulsado por unos días, ¿Verdad? — Aioria y yo asentimos —. Bueno, nada más quería avisar que habrá una batalla de las bandas con todas las escuelas cercanas, al parecer la comunidad quiere recaudar fondos para esta ciudad. Así qué harán este tipo de concursos "sanos" — hace comillas con sus dedos —. El anuncio aún no es oficial, pero tengo un amigo que está metido en todo eso, y me comentó para que avisara con tiempo en este instituto, así los chicos de la banda podrían prepararse mejor — explica —. Para que le avises a tus amigos, Aioria.
—Claro, eso suena muy interesante — piensa —. Solo que estará difícil comunicarme con Milo, desde ayer por la tarde no me responde los mensajes.
—Eso es porque reventó su teléfono contra la pared — me uno a la conversación —, por lo de Hércules y sus comentarios que lo llevaron a pelearse con él y deshacer la única evidencia que traía en manos.
—Ay Milo, Milo. Cuando dejarás de ser tan impulsivo — Aioria niega con la cabeza.
—Un arranque de cólera — concuerdo con él.
La campana para el receso y cambio de lección finalmente suena, liberándonos de aquella tortura de física-matemáticas. No era que me resultara difícil, pero esas clases eran las más aburridas con el profesor más aburrido.
—Nos veremos después — Sigmund se levanta, recogiendo sus cosas —. Eso va para ti también, niñito caprichoso — se dirige a Surt.
Fue por pocos segundos, pero pude observar de reojo como lo tomó del mentón molestándolo, y rápidamente se alejó con una sonrisa victoriosa.
Inmediatamente intercambie miradas con Surt, quién parecía no salir de su asombro. Aún así no me permitió decirle nada, puesto que recogió sus cosas y salió del aula.
Me gustaría alcanzarlo pero ahora lo que más me importa es arreglar el problema con Aioria, o en pocas palabras, saber qué era lo que me iba a preguntar.
—Este... Aioria — lo llamo antes de que recoja su mochila y salga del aula. Me voltea a ver con confusión — ¿Qué era lo que me ibas a preguntar con anterioridad?
Piensa un poco y parece recordar.
—Ahhh, sobre eso — me sonríe — ¿Realmente quieres saber?
—Pues ya me dejaste la duda, aunque no quiera, mi conciencia no va a estar en paz — bromeo para relajar el ambiente.
—Sucede que encontré algo muy interesante hace unos días cuando barría el aula de Elianna. Ya sabes que siempre deja a uno acomodando el aula al final — asentí —. Creo que esto te pertenece, porque es tu letra. Acabo de comprobarlo ahora que hemos hecho equipo y ví tus apuntes.
Me tiende un papel arrugado. Y oh Dios, creo que sí es lo que estaba pensando. Desenvolví el papel con terror, sintiendo mi corazón latir fuertemente.
«Sagrado matrimonio de Milo Antares y Camus Aquarius» era lo único que se encontraba legible en el papel.
Quiero morir.
¡¿CÓMO ME ENTIERRO TRES METROS BAJO TIERRA, SEÑOR?!
Que vergüenza, de tantas cosas que hablé con Surt, tuvo que cruzarse con la más estúpida.
—Camus... Sé sincero conmigo, ¿Gustas de Milo? — me dice seriamente.
Mantenme aquí y ahora.
—¿Yoooo...? — comencé a reír como desquiciado — ¡No creas lo que dice! Solo fue, y es que... No la verdad sólo estaba jugando, ya sabes. ¿Cómo podría? Jaja, no no, para nada — el nerviosismo en mi voz no ayudaba en nada.
¿De casualidad no habrá una escopeta cerca? Bueno, no pierdo nada con tratar de buscar una, ¿Verdad?
Miré a todos lados, rebuscando.
—¿Qué haces? — ríe, percatándose de que buscaba algo con la mirada.
—Busco una escopeta. ¿No sabrás si de casualidad los del barrio meten armas al instituto? Porque ahora mismo necesito una.
Aioria abre sus ojos al máximo, incrédulo.
—¡Camus, no! ¿Por qué dices esas cosas?
—Lamento que hayas encontrado esto — mostré el papel —. Solo estaba jugando, no me gusta Milo.
«Me encanta».
Pero eso me lo reservé para mí mismo sino quería quedar en ridículo, más de lo que ya.
—Camus, si te soy sincero, la verdad es que yo no te creo — me dice con una sonrisa de "Pobre diablo, si supiera que ya lo sé todo y Milo va a dejarte en la friend zone" —. Yo... He notado como lo miras siempre, y he escuchado alguno que otro susurro que el tonto de Milo no se percata por ser demasiado distraído.
—Aioria no sé cómo mirarte a los ojos... Soy demasiado idiota, me siento tan avergonzado contigo — y así era. Nunca me había sentido tan avergonzado como ahora, tanto así que cubrí mis ojos con mis manos. Sentía el calor en mis mejillas, y mi corazón quería salirse de mi pecho.
Soy tan idiota y fácil de leer.
¿Por qué, Dios mío? ¿Ahora que me esperará? Si Aioria lo sabe quiere decir qué...
Sentí una mano en mi hombro.
—No te preocupes por eso Camus, si lo que te inquieta es saber si Milo lo sabe, en realidad no. Él no sabe nada porque sé que es tan distraído e inocente que cree que todos se le acercan en plan de amistad. Por otro lado, no tienes que preocuparte por el temor de que yo diga algo alguien. Tú secreto está a salvo conmigo, ¿De acuerdo?— me sonrió, haciéndome sentir de algún modo con cierta confianza, y ganas de creer en sus palabras —. Solo quería salir de la duda porque como te dije antes, tu mirada te delata.
¿Y cómo no?
Si le miraba como la octava maravilla del mundo, admirando tan preciosa obra de arte que creó Ecarlate Antares y la señora Scorpio.
—Aioria no sabes cuánto aprecio tu discreción. No quisiera que las cosas cambiaran entre Milo y yo... Realmente lo aprecio como persona y amigo. No me gustaría que se aleje de mí por algo así — expliqué.
—Yo entiendo, y tranquilo. No pasará nada así, Milo no es de esos — sonríe —. Bueno, ¿Quieres ir a almorzar con nosotros? Olvidemos esto y vayamos por algo de comer que muero de hambre.
—No estoy acostumbrado a estar rodeado de tanta gente, Aioria.
—¡Ay, vamos Camus! ¡Será divertido, lo prometo! — y antes de que pudiera rechistar, me jaló del brazo y me llevó consigo hacía la cafetería, donde solía estar rodeado por todos.
Pesadilla, aquí vamos.
. . .
POV Milo.
Me encontraba jugando en la computadora desde la mañana, aún no bajaba a desayunar porque era muy temprano para ello. No fue hasta que escuché el toque en la puerta.
—Adelante.
Alcé la mirada y me di cuenta que era el tonto de Kardia apoyado en el marco de la puerta. No me dice nada, y yo tampoco esperaba algo de su parte, por lo que seguí en la laptop sin prestarle atención.
—¿Por qué no bajas a desayunar?
—Es temprano aún — respondí sin mirarlo.
—Milo, son las once de la mañana, ya casi es hora del almuerzo más bien.
Ruedo los ojos y me desconecté por unos segundos, cerrando la laptop y mirarlo con seriedad.
—Aún no olvidé lo de ayer, sabes — me cruzo de brazos, molesto.
—Ya vas a empezar...
—¡Sí, sí voy a empezar! Así que prepárate para escucharme porque no voy a repetirlo dos veces — me reincorpore del pequeño escritorio que tenía en la habitación y dí un paso al frente —. Siempre he sabido que has tenido más aventuras en la cama que contratos cerrados en la empresa, y eso no me lo puedes negar porque es bastante obvio. En los años que llevo de conocerte, no he sabido de una sola persona que hayas querido realmente, nunca pasan de una noche. Y esta bien, es tu problema si no quieres sentar cabeza nunca, si quieres vivir libremente sin compromisos, eso tampoco te lo voy a contradecir. Pero de todas las personas que hay en este mundo podrías tener a cualquiera, pero justo se te ocurre escoger al hermano de Camus. ¡En serio qué vergüenza contigo! No quiero que te metas con él, ¿De acuerdo? Sí quieres tirarle la labia a cualquiera, házlo, eres libre, yo no te lo estoy privatizando, pero no a Dégel. ¿Me entendiste?
Noté como chasquea la lengua. Detesta que le hable de ese modo porque sabe que estoy hablando muy en serio.
—Bueno, ¿Y quién eres tú para decirme con quién puedo acostarme o no?
—Yo te diré quién soy. Soy amigo de Camus, y no voy a permitir que líes a su hermano en tus trampas. No me interesa con quién te acuestas porque es tu vida, no la mía, pero escúchame bien, Kardia. Respeta al hermano de Camus, es la primera vez que te estoy pidiendo algo seriamente y de corazón. Camus es muy importante para mí y no quiero que piense que mi tío es un imbécil que se folla a cuanto muchacho bonito se le cruza por el frente. No quiero que tenga una mala imagen de mí, de mi familia en general, o qué piense que soy igual que tú, mucho menos que te atreviste a profanar a su hermano mayor. Le daría un paro cardíaco.
Veo que resopla.
—¿Entonces qué quieres que haga? Ayer simplemente me dio curiosidad de conocerlo, y es todo. Se parecía mucho a Camus.
—Uy sí, como si no supiera tus intenciones con ese "quiero conocerlo" — fruncí el ceño —. No te metas con él, porque realmente voy a enfadarme contigo, Kardia, respeta a mis amigos.
—Yo no me estoy metiendo con Camus.
—No, pero te estás metiendo con su hermano y es casi lo mismo, es su familia y lo único que tiene, así que mantén la distancia.
Quizás estoy siendo exagerado. Pero no, ayer vi que estaba pasando algo extraño entre esos dos porque justamente vi como Kardia trataba de acercarse a Dégel. Así que eso es mala señal.
Lo miré pensativo con ganas de decirme algo.
—¿Y qué pasa si logro algo con él?
—Olvídate que tienes un sobrino entonces. Porque de todas las cosas que te he pedido, esta es la única que realmente pido que respetes.
—Como quieras, entonces — gruñe con molestia —. Tu madre llamó, esta misma tarde llega.
—Ja, si me pagaran por todas las veces que escuché eso — sonreí, sintiendo un pinchazo en el corazón, el cual fingí no sentir dándome la vuelta.
Había aprendido a no ilusionarme con esas noticias.
—Esta vez es en serio. Ayer mismo me comuniqué con ella y le comenté lo sucedido. Me dijo que tomaría el vuelo más pronto hacia Grecia, me lo prometió. Así que si no llega hoy como dijo, yo mismo agarro un viaje a Estados Unidos y me la traigo a regañadientes — termina, y cierra de un portazo.
Silencio.
Me odio a mí mismo por sentir esa pequeña esperanza. ¿En serio vendrá...?
Me ilusiona mucho pero no puedo contar con ella, si su trabajo se lo impide, entonces no puedo hacer mucho.
—Ojalá estés aquí pronto, mamá — suspiro mientras agarro la laptop y la enciendo nuevamente —. Veamos que puedo investigar de Beta Aquarii. No creas te he olvidado...— susurré para mí mismo con una sonrisa. Ahora que tengo tiempo libre lo dedicaré a mi crush, lo tuve un poco descuidado.
Necesito saber de él. Y aunque Camus me plantó la idea sobre una chica, por algún motivo sigo pensando que es un "él". Quisiera conocerlo, hablarle, saber sus pensamientos, sus gustos. Me llenaba tanto de curiosidad que iba a volverme loco pensando y tratando de averiguar quién era.
Simplemente es único, con su manera de pensar me cautivó por completo, ahora solo lo veo como un crush lejano que no sería.
—¿Por qué la vida es así? — dije con tristeza.
Me metí en su perfil, tratando de averiguar un poco más. Si habían nuevas actividades, actualizaciones o demás, pero no realmente. La última vez fue hace tres días donde compartió una imagen.
También me di cuenta que cumplía el siete de febrero, pero no es información relevante que me pueda ayudar a descubrir su identidad.
—¿Dónde estarás Beta Aquarii? ¿Dónde?— miré hacia el techo, soltando un largo suspiro.
. . .
— P o v • C a m u s —
Las horas habían pasado en completa calma y ya era hora de la salida. Al final tuve que prometerle a Surt que pagaría su almuerzo por una semana para que me perdonara por lo que hice.
Le dije que estaba arrepentido, pero la verdad es que no. En lo absoluto. Me divirtió mucho observarlo tan fastidiado, además una broma de vez en cuando no es mala.
—¡Psst, hey, nerd boy! — una voz me llama desde la acera, donde estaba a punto de tomar el autobús.
Me giré para observarlo y no fue ninguna sorpresa, ya me lo sospechaba.
—No pensé que te recuperarías tan rápido del tobillo como para manejar la motocicleta, Rígel.
—Me lesioné el tobillo, no estoy manco. Pero ya está mejor como para hacer los cambios de velocidad — sonríe burlón.
—Me alegra, creo que podrás manejar bien hasta tu casa. Bye, bye — me dí media vuelta y empecé a alejarme. Siempre fiel a Milo, nunca infiel.
Ah, esperen... ni siquiera tengo nada con él jaja. Ay.
Y Aioria ni me dió pistas de que yo pueda tener una posible oportunidad con Milo tras enteraste de mis sentimientos hacia él.
Dejé de caminar al pensar en ello. Que increíble era la forma en que mis ánimos podían caerse al piso y elevarse al cielo.
—¿No quieres hablar un poco siquiera? Pensé que ya habíamos hecho las pases ese día, Camus —pues sí. La verdad ya no tengo nada contra Rígel. Nunca tuve nada en contra suyo a decir verdad. Mucho menos tras su buena acción: haberme defendido de Hércules.
—Okay... — suspiré y me giré hacia él —. Perdón, creo que debería ser más amable contigo.
—Ya lo estás siendo, gracias — subió la luna espejada de su casco para poder escucharlo con más claridad —. Escuché que expulsaron a Antares.
En definitiva esta escuela debía aprender a mantener discreción. No conocían lo que era el silencio. Ah, pero no fuera un chisme porque hasta les salen alas para volar y contarles a todos lo más rápido que den.
—Al parecer ya no es un secreto.
—La verdad, creo que todos los saben ya — rió —. En fin, ¿Qué hacemos hablando de él? Mejor dime a dónde te llevo.
Reí sarcástico.
—¿Disculpa?
—No aceptaré una negativa de nuevo — alzó una ceja y me extendió el mismo casco que le boté la vez anterior —. Un chico bueno como tú debe estar en su casa temprano, asi que date prisa.
—¿Qué capricho tienes con que me suba a tu motocicleta? — esta situación ya me estaba causando gracia.
—No pienses que soy un caprichoso. Solo soy de los que no se rinden.
Ya me dí cuenta.
—Nunca me he montado en una, me da pánico — me confesé, observando el vehículo, y casi pegando un grito al escuchar el rugido de ese motor.
—Para todo hay una primera vez. Quizá te termina gustando y me pidas que te lleve todos los días o te animes a tener una en el futuro —alzó los hombros, con una risa entre dientes —. Quién sabe...
¡Diablos! No pensé que Rígel fuera tan cool. Su actitud me hace recordar un poco a la de mi querido Milo, pero obvio no es igual. El que no conoce a Dios a cualquier santo le reza.
—Bueno...— tomé el casco —, supongo que será por esta vez. La verdad es un poco tarde y no quiero aguantar el tráfico de estas horas.
Sin contar con que fue un día aburrido, con pocas cosas buenas y un cansancio terrible de mi parte.
Quiero estar en cama lo antes posible, quizás esa fue la razón por la que acepté montarme en su vehículo. Nada se pierde intentándolo, ¿No? Ah claro, nomás la vida.
Solamente.
—Te prometo que llegarás entero a tu casa, con las extremidades completas — veo su rostro y sé que está a punto de reírse.
No se preocupen si una vez la velocidad me quita la vida, iba sonriendo.
Vale no.
Yo mismo reí al pensarlo.
—De acuerdo, pero ve despacio. No quiero morir tan joven — finalmente acepto su propuesta. Me coloco el casco y subo a la moto apoyándome de sus hombros.
Él baja la ventanilla del suyo y ríe. Arranca, e inevitablemente me sostuve fuertemente de su cintura, asustado. Nunca me había subido a una cosa como esta.
Se pone en marcha y pronto me aferro más. Sentía que el aire empezaba a pasar rápido por mis costados. Mi cabello vuela alocado.
¡YA ME ARREPENTÍ, ME VOY A BAJAR!
—¡¿En qué calle vives?! — le escucho gritar, la velocidad distorsiona el sonido.
No, Camus. Tienes que dejar de temerle a cualquier cosa que no sea Milo.
—¡Avenida 13! —respondí.
Sí, definitivamente estaba loco.
----------------------------------------------
Los Tkm 💕
—LuzDeUrano
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro