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Capítulo 10: "Corazón cálido"

El ocaso comenzaba a hacerse presente en el cielo, ligeros tonos naranjas y amarillos. Hacia unos pocos minutos atrás los amigos de Milo habían tomado un rumbo distinto y se habían despedido de nosotros.

Solo quedamos él y yo...

No sé si les pasa lo mismo cuando están frente a su crush, pero justo en este instante es donde deseo ser un robot. Temo que él vea mis defectos humanos por naturaleza.

¿Y si estoy caminando muy rápido? ¿Estoy respirando fuerte? ¿Cómo se respira más lento? Auxilio, no quiero hacer algo vergonzoso de nuevo.

Porque por alguna extraña y estúpida razón, siempre logro hacer el ridículo frente a Milo. Y no solo eso, sino que en unas horas lo haría frente a toda la escuela con ese estúpido disfraz.

—Te veo muy tenso, Camus— me dice riendo. Yo trato de hacer lo mismo pero lo único que me sale es una mueca forzada— ¿Por qué estás tan nervioso?

¡Me ha descubierto!

—¿Y-Yo? Es que...— comencé a crear una respuesta que no implicara comentarle de mi obsesión por él— si te soy sincero, eres demasiado genial, Milo, solo basta con mirarte. La mayoría de los chicos que son así suelen ser engreídos o se creen la última coca cola del desierto y... El que no seas así me hace verte casi como un ángel caído del cielo.

Me mira entre burlón y sorprendido. Y como no hacerlo... ¡¿En serio dije algo como eso?! Demonios...

Creo que me sonrojé porque sentí mis mejillas arder. Ven, a esto mismo me refiero, siempre tengo que soltar la lengua cuando estoy a su lado.

¿Qué cosas no?

—Bueno...— comienza—, gracias por ese halago— me observa, pero quito la mirada—. La verdad es que no me parece justo que personas se crean más que otros solo por el estatus social, por apariencia o demás cosas, sabes. No me agradan cuando piensan de esa forma o se unen a otros chicos solo para sacar provecho de ellos. No los desprecio, pero no comparto su manera de aprovecharse de otros— cruza sus brazos detrás de su cuello, en una pose despreocupada—. Y aunque no lo creas, este mismo pensamiento lo tiene Beta Aquarii, ¿Acaso no puede ser más perfecto?— dió un largo suspiro, y me sonrojo, porque en el fondo solo yo sabía que hablaba de mí.

¡Diablos, Milo! ¿Por qué eres así? Debo admitir que cuando habla tan eufórico del chico blogger, o sea yo, se ve más lindo de lo que es y muero de ganas por tomarlo del brazo y besarlo, decirle que su alma gemela soy yo.

¿No les pasa con su crush? Díganme qué no soy el único loco...

—No sé cómo es posible enamorarse de personas por medio de Internet, pero de lo que estoy seguro es que no es un chico más del montón. Su personalidad debe ser tan liberal, tan sencilla... Tan... Ahh, no sé cómo explicarlo tú me entiendes. Y creo que lo mejor de todo es que pertenece a nuestra escuela, ¡Está entre nosotros!, ¿Quién será? ¿Será de los últimos niveles? Aghh— Milo lanzó preguntas con notable emoción.

Reí un poco.

—¿Y tú cómo sabes que es un chico? Puede ser una chica...— comenté.

— ¿Estás jugando? Siempre habla en masculino, y se trata de hombre no creo qué-

—Hay muchas chicas que se disfrazan por medio de perfiles donde aseguran y se tratan como si fuesen hombres.  No me preguntes porqué, pero en el internet puedes encontrar cualquier tipo de cosas, y más cuando se tratan de perfiles falsos, o en este caso, alguien alabado por todos que teme que su identidad sea descubierta— Hasta yo mismo había cometido el error—. Puede que sea una chica pero se trata de género masculino para que quede claro que es un chico y no una chica, así al final solo tendrán una pista, y errónea por cierto.

¡Ja! A qué no se esperaba eso. Vi como guardó silencio.

—Creo que... Tu punto de vista es muy asertivo— admite—, pero se me hace difícil pensar que sea una chica, hasta ya le había tomado una figura masculina— ríe avergonzado.

Basta moriré de ternura.

—¿Y cómo lo tienes visualizado?— pregunté curioso.

—Pues físicamente... No sé, es imposible. Pero fuera de eso lo imagino como alguien muy interesante, inteligente, y que trata de pasar desapercibido por todos, un poco tímido pero muy amable— Ah no pues, no me estás describiendo en nada eh—. Así como tú.

Jaja sí alguien como...

¿QUÉ?

—¡Vamos, no grites así!— me regañó.

¡Rayos, ese grito no fue mental, en serio lo hice... ¡Qué vergüenza!

—Lo siento es que fue una comparación muy repentina. ¿Qué Beta Aquarii se parece a mí? Cómo crees Milo, eso hasta es ofensivo para él. Que lo comparen con  alguien como yo, pff.

¿Me están escuchando? ¡Yo mismo me desprecio! Es como si un Camus poderoso viera con superioridad al Camus tímido y odioso. Esto no está bien, ya comencé a separar mis personalidades.

Ahhhg, lo que uno tiene que hacer para no ser descubierto.

—¡Ay vamos Camus, no te menosprecies!  No es hacer una comparación ridícula, en realidad es muy interesante. Pero no te preocupes, no estoy diciendo que seas él— ríe—.  Sé que no eres él.

Una punzada de dolor cruzó mi corazón por su afirmación. ¿Tan aburrido me veía como para creer que no podía ser igual de cool que beta aquarii?

—Jaja, sí sí, eso... Eso sería ridículo jaja— reí nervioso.

Nos encontrábamos caminando por la acera hacia la nada. Literalmente, es decir, ¿A dónde vamos? No quisiera preguntarle porque está tan inspirado hablando de Beta Aquarii, o sea de mí, pero no exactamente de mí, porque soy yo pero no soy yo, aunque él no sabe que se refiere a mí.

No tendría sentido, es obvio que no lo sabe sino no habría otra manera de... Basta. ¿Qué carajos estoy diciendo?

—Y es por eso mismo, que amo en definitiva a Beta Aquarii, él o... ella es alguien tan... Despreocupado, libre, sin temor de la sociedad, dice lo que piensa como cree que es y no le importa si con eso se gana a los haters. Te mentiría si no dijera que me matan las ganas por saber quién es, pero mientras pueda hablarle por chat, creo que con eso me basta.

—¿Tu novia sabe de eso? ¿No le molesta?

—Es solo un crush, no es como si fuera a pasar algo más allá de esa fantasía— ríe y yo le sigo el juego.

—Ja, sí... Solo... Solo una fantasía— apagué mi sonrisa. Ya lo sabía pero no era tanta crueldad recordármelo— Mi crush...— susurré con tristeza.

—¿Dijiste algo?

—¡Ah, nada!— me corregí al instante—, creo que es hora de volver a casa.

—Tienes razón, ya se está haciendo tarde— mira su reloj— Entonces... ¿Nos vemos mañana?

—Así será— le digo—, mientras no diga o haga algo estúpido, todo bien.

—¿Qué?— me mira sorprendido.

¡AH! ¡Lo dije en voz alta! Creo que debo cerrar mi boca con un candado.

—Aunque no parezca, soy el desastre en persona— río—. No tienes idea por todo lo que he pasado, me he caído, he tumbado cosas, he hecho el ridículo, no sé que otra cosa me puede pasar, pero ya no me va a sorprender.

—Vamos Camus, eso le ha pasado a todos. Yo soy algo parecido, ¿Sabes?

—Ay por favor, no lo creo, no creo que te haya pasado tantas desgracias como las mías— «nunca chocaste con tu crush en un disfraz de baguette» casi le digo.

—Eso aún no lo sé— se encoge de hombros—, en fin, nos veremos mañana. Cuídate.

Se despide de mí, mientras yo no dejo de mirar su silueta hasta que esta se pierda. Suspiré. Me vas a volver loco, Milo.

Voy a aprovechar estas últimas horas en tratar de recuperar toda la dignidad que perdí. Solamente para recordar que mañana nuevamente haría el ridículo, y no solo eso, sino que Milo, y toda la escuela estarían presentes. Resignado suspiré por última vez y emprendí camino a casa, mientras me preparaba psicológicamente para lo que se venía mañana.

Luego de un rato, llegué a mi dulce hogar y dejé caer la mochila en el sofá.

—Hey, Camus— me saludó mi hermano. Tomé asiento y me quité los zapatos—. Que dicha que llegas, estoy por salir a una junta importante. En la cocina te dejé la cena, caliéntala si tienes hambre. Creo que llegaré tarde.

—¿Qué tienes que ir a hacer exactamente?— le pregunté.

La verdad es que iba muy bien presentado para ir solo a una junta, bueno, Dégel era así siempre. Se vestía elegante fuese a lo que fuese, desde algo tan sencillo como una junta hasta lo más alto como un cierre de contratos.

—Es una cena para el cierre de contrato con un cliente— me responde. Era de suponerse.

—Ya veo... Te deseo suerte. 

El asiente y se despide de mí, entonces decido subir hasta mi habitación. Estaba agotado, ese día había estado lleno de sentimientos para mí. Y no es justo, no sé cómo sentirme al respecto.

Me dejo caer boca abajo en mi cama y dejo escapar un grito de frustración. Les juro que no tengo ni la más mínima idea de que hacer con mi vida. El tan solo pensar la humillación que me espera mañana... no quiero ni pensar en que será de mi vida después de eso.

Seguro muy pronto en titulares:

Chico joven de diecisiete años muere a causa de humillación

No es un mal título, pero vamos, es lo que me va a dar el destino como castigo porque parece que solo se las trae conmigo.

¿En serio me porté tan mal en mi vida pasada para recibir todo lo malo en ésta?

Tampoco es algo que quisiera saber.

Voy por la laptop para distraerme un poco de todo este asunto, la enciendo y voy directo a mi blog, no sin antes poner un poco de música en el pequeño parlante que tenía. Chequé las notificaciones y después me dirigí a los mensajes, notando los recientes que tenía y la respuesta de Milo de la última conversación.

Sonreí.

No dudé en responderle casualmente. Sé que está mal, y es tan frustrante saber que le gusta mi forma de pensar, que daría todo por conocerme, y no poder decirle que soy yo del que habla tan afanado.

Lo tenía tan cerca y a la vez tan lejos.

Contesté unos cuantos mensajes más, cuando una loca idea se me vino a la cabeza; ¿Y si mando una indirecta no tan directa?

¿Qué había de malo? Nadie se enteraría.

Tecleé unos segundos para postear un estado.

"Búscame, encuéntrame. Soy para ti"
—Beta Aquarii
7:05pm

Todo bien, todo correcto. Sé que no va a generar tanta polémica porque es un blog bastante confuso, incluido hasta podía confundirse con una frase equis sacada de internet.

Estuve en la red por media hora más, y no fue hasta que encontré un perfil bastante conocido por la foto, que reconocería al instante.

Este es... El chico de la chaqueta.

Instintivamente giré mi mirada a la prenda ajena que tenía colgada en la silla del escritorio.

Oraionn... Rígel— murmuré.

Vaya, así que finalmente sé su nombre. Su perfil estaba casi vacío, solo tenía el encabezado a lo que se dedicaba, o sus intereses, y una foto de portada, seguido de la foto de perfil.

Debía admitirlo, ese tipo era guapo. En fin, suficiente internet por hoy. Necesito descansar, que mañana será un día atareado y lleno de humillación.

Solo espero que esa tortura termine rápido.

♒️💗♏️

Listo.

Oficialmente hoy moriré de la forma más lenta y tortuosa posible, lo sabía, lo presentía. Rápidamente até mis zapatos y agarré aquel traje de baguette, que ahora ya se encontraba completamente limpio, y lo eché a la mochila.

Por si lo preguntan, la causa de mi muerte lo llevaré justo en la espalda.

—¡Regresaré algo tarde, Dégel!— avisé antes de salir pero no obtuve respuesta. ¿Estará dormido?

No, es imposible. Él siempre está despierto antes de que me vaya y siempre me deja el desayuno.

Aunque...

Abrí el microondas para saber si de mera casualidad me había dejado el desayuno pero nada.

—¿Acaso no vino a dormir?— me dije preocupado.

Miré el reloj en la pared y ya se me estaba haciendo tarde. Demonios tendría  que llamarlo de camino.

Salí lo más rápido que pude de casa y a pura precisa y memoria, marqué al número de Dégel. No es que estuviera pensando que algo malo le había pasado, ya que muchas veces el salía por cuestiones de trabajo y regresaba al otro día. Lo extraño de todo esto, es que ayer no me avisó.

—Dégel, por el amor a Dios, ¿Dónde estás? No avisaste que no ibas a llegar— regañé una vez que descolgaron la línea del otro lado.

Escuché un largo suspiro seguido de su voz somnolienta y ronca, la cual me hablaba del otro lado. A juzgar por la manera en hablarme, sé que recién se levanta y no me extrañaría que la razón fue mi llamada.

—¿Dónde estás?— exijo la respuesta sin parar de caminar—.  Al menos ten la decencia de llamarme—me dice unas cuantas palabras y le respondo— No, no me dió  tiempo de prepararme algo, supongo que comeré algo en el almuerzo. ¿Dónde estás?— insisto ya con poca paciencia.

«Joder, Camus. Déjame al menos tomar aire»,  dice. «El negocio tomó bastante rato y la cena fue lejos de la ciudad, no pude llegar a tiempo. Perdóname».

—Vale, me alegra saber que estás bien. Te veo en la tarde—Degel se despide de mí. Por fin, tras esa llamada, me sentí más aliviado. Pero algo me dejó confundido cuando cortó.

¿Esa era otra... Voz? ¿No estaba solo?

Vamos, Camus, deja de pensar estupideces.

Caminé a paso rápido gastar llegar justo a tiempo para toparme a Surt en la entrada, corrí un poco para alcanzarlo y le saludé.

—Oh, buenos días Camus. ¿Estás listo para humillarte?— dice burlón.

Desgraciado.

—Vengo con toda la energía positiva así que nada me puede arruinar este día— le digo—, en efecto voy a humillarme entre cientos de alumnos, pero si lo voy a hacer, lo haré con todo el positivismo.

—¿Y ese milagro que cambiaras la perspectiva de ver la vida?— enarca una ceja. Recorrimos los pasillos que estaban repletos de estudiantes, hasta el que nos correspondía—. Por cierto creo que no te has dado cuenta, pero por querer hacerte el chistosito con el blog de ayer, todos han estado eufóricos.

—¿El qué?— pregunté confuso.

—El de Beta, la mayoría ha estado especulando sobre tu verdadera identidad desde que publicaste la última actualización— abrí mis ojos, sorprendido—, y no solo eso, sino que han hecho un club especial para empezar a investigar quién se esconde detrás del blog. ¿A qué no lo sabías, eh?

—¡¿Qué?!— suelto una exclamación y mi mochila a la vez— ¿Cómo sabes todo eso?

—Ya me invitaron a unirme al club por un mensaje— rodó los ojos—. Además, ¿Qué me dices de estos afiches?

Se encaminó a una pared y arrancó un papel que había ahí; daba información e invitaba a la gente a unirse en la búsqueda.

¡¿PERO QUÉ DEM-?!

—No hables mucho, Camus. Porque están detrás de tus pasos— suelta una carcajada y yo bufo fastidiado.

—Shhh, cállate. Sé que no llegarán tan lejos pero tampoco hay que facilitar información a los cuatro vientos— le reprocho—. En fin, ¿Qué hay de ti? ¿Qué has hecho?

—¿Y esa pregunta?— me mira confundido.

—¿Qué? ¿Acaso ya no puedo preocuparme por mi mejor amigo?— lo miro indignado, tampoco soy tan desamorizado con mis amistades.

—¡Ay por favor, a otro perro con ese hueso!— frunció el ceño y yo lo golpeo. No tarda en quejarse—. Es que todo lo solucionas con la violencia, que va. Bueno, no tengo nada importante que decirte, mi vida no es tan interesante como la tuya— se encogió de hombros.

—¿Por qué no consigues una pareja?— le digo con seriedad, fuera de bromas, de todo.

Me mira de reojo por segundos.

—¿Y pasar por lo mismo que tú? ¿Sin tener la atención de mi crush y sufrir por ello? No gracias.

—Por eso te quedarás solo— no dudo en responderle.

—Como dicen por ahí, mejor solo que mal acompañado.

Le doy una última mirada divertida antes de que las clases comenzaran.

Hoy por ser una fecha especial en la cual se iba a celebrar una feria que se hace todos los años con el fin de recaudar fondos para las nuevas aulas y remodelar la institución, las clases se suspendían hasta las doce medio día, después de allí habían actividades, ventas de comida, juegos y demás cosas para el propio beneficio de todos. Nadie podía marcharse a sus casa, por lo que la mayoría estaría presente lo que restaba del día.

Digamos que pasé ansioso en todas las clases; en el estudio de las ciencias, en matemáticas, en literatura, todo. No podía concentrarme. Y si lo hacía pronto los nervios volvían. Observar como las manecillas del reloj iban pasando no era una dulce espera que iba a poder aguantar. 

—Ha llegado tu hora— siento como me susurran en el oído.

—Otro chiste así y no la vas a contar— lo aparto de un empujón y Surt alza sus manos en derrota.

—Es que no aguantas nada. Antes de firmar tu condena de muerte con ese disfraz, ayúdanos a colocar el puesto, ¿Vale?— el pelirrojo me mira esperando una respuesta y yo afirmo.

—Es lo mínimo que puedo hacer para atrasar la pena de muerte— digo.

Los demás chicos con los que nos tocaba hacer el proyecto se encargaron de montar la carpeta del puesto, colocar la caja registradora y las vitrinas para guardar la comida que venderíamos, por el momento aún faltaban varios puestos por hacer lo mismo, pero sabía que no iba a durar mucho pues eran cada vez más los estudiantes que iban saliendo de las aulas.

—Todo listo— confirma uno de los amigos de Milo, con el que por cierto, era parte se nuestro grupo.

—Comida ya, caja ya, vendedores ya— enumera una de las dos chicas del grupo— Y... ¿Mascota?— me mira.

—Vamos Marín no puedes hacerme esto, aún no. No quiero, me niego.

—No seas cobarde y enfrenta el desafío— se cruza de brazos—. Mira que los demás puestos ya tienen a sus chicos vestidos  de la comida correspondiente. Solo faltas tú— me recrimina.

—Pero...

—Los estudiantes ya casi vienen así que es hora de apurarnos— sentenció. Y yo acepté que mi momento había llegado.

—Surt, al menos acompáñame— él asiente y nos encaminamos a los vestidores donde se encontraba la mayoría.

Había cualquier cantidad de disfraces, desde un sencillo confite, hasta lo más extravagante como una hamburguesa. Y luego estaba yo, de un baguette.

Me deshice de mi ropa y me coloqué encima el pelele negro estilo licra que se adhería a la piel con facilidad, ya que este iba debajo del traje.

—Vamos, Camus. No tengas vergüenza, aquí hay muchísimos más de tu especie— escucho la voz de mi "buen amigo" y su risa burlona desde afuera. Malvado.

Me doy un último vistazo y suspiro.

—Ahí está, mi baguette favorito— sonríe al verme.

—Cállate.

Lo único que agradecía infinitamente era el no tener que pasar por pasillos o las aulas, todos nos encontrábamos en las afueras y las áreas verdes. Por dicha, al estar rodeado de chicos con la misma responsabilidad que la mía, no se burlaron.

Finalmente llegué hasta el puesto, ante la mirada expectante de todos.

—¿Felices?— pregunté, aunque mi voz fue opacada por la escandalosa risa de los cuatro.

—Bah, no los escuches, Camus... ¡A vender!— exclama eufórico, Surt.

Después de aquello nos centramos por completo en las ventas, muchos estudiantes pasaban observando la comida con curiosidad, decidiendo qué comer, mientras que otros solo se reían al vernos vestidos de esta manera.

Supongo que mi cara no era la mejor del puesto ya que Surt no paraba de mirarme con una sonrisa burlona  en su rostro.

— Vamos campeón. Muéstrale tu sonrisa al mundo— dice, mientras sacaba el vuelto de la caja para dárselo a unas chicas.

—No es gracioso.

—No lo estoy diciendo para que lo hagas— se encoge de hombros.

No lo niego, era sofocante estar metido en un disfraz como ese, el calor era insoportable. Sentía como las gotas de sudor bajaban por mi pecho, y por la frente.

—¡No soporto más esto!— exclamé mientras me hacía aire con un folleto.

—¿No soportas el qué?— volteé hacia la voz y no pude ocultar mi sonrisa. ¡Era su voz, la voz de mi querido Milo!

—El calor, es sofocante— le respondí.

—Me imagino— me mira de arriba abajo— ¿Te encuentras bien?— pregunta preocupado y se acerca.

Ay Díos mío ayúdame a no hacer el ridículo más de lo que ya hice.

—S-Sí, no es nada del otro mundo, han habido días más calurosos en Grecia en realidad— digo—, ¿Nos compras?— pregunté esperanzado. Milo ríe y asiente.

—Claro, los postres se ven deliciosos...— mira hacia el puesto—, aunque primero necesito pedirte un favor, Camus, espero no te moleste.

—Claro, dime.

—¿Viste el blog de Beta Aquarii?— pregunta emocionado.

Y dale con el tema, creo que he metido la pata con ese estado...

—Sí...

—Ninguno de mis amigos saben lo mucho que me encantaría conocerlo porque es mi crush cibernético, solo tú y...—toma aire. Juguetea algo avergonzado su pelo mientras se rasca la nuca. Era como si pensara algo demasiado importante—, ¡Quiero que me ayudes a descubrir la identidad de Beta Aquarii!

...

Oh oh.


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Gracias por leer 🌷
—Luz

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