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Capítulo 7 | La antigua Bella murió

Entro en mi primera clase sin tener muchas ganas y caminé hasta el fondo del salón donde me dejo caer en el último lugar. Subiendo la capucha miro a las personas entrar en el salón de clases e intentó ignorar sus miradas de pena. Todos saben lo que paso con Dylan y que yo estuve faltando por mi recuperación, el duelo y porque no estaba lista para volver. Encogiéndome en mi asiento espero a la profesora de Sociología de la moda, ella entró al salón haciendo que todos guarden silencio. Sin pedir ayuda saque mis propios apuntes e intenté prestar atención a la clase ignorando las miradas de algunas personas que me veían con lástima.

Odie cada hora que pase en la universidad fue casi una tortura sentir sus miradas sobre mí. Algunos cuchicheaban sobre el accidente y otros los hacían callar por la memoria de Dylan. Yo simplemente no dije nada, no tenía energías para hacerlos callar, tampoco me sentía con ánimos de hablar o hacer nada. Solo quería llegar a mi departamento, meterme en la cama y no salir hasta que este sentimiento horrible deje de dolerme. A la hora del almuerzo no quise comer nada ni tampoco fui a la cafetería. Me encerré en el baño y lloré en aquel pequeño cubículo cubriendo mi boca para que nadie me escuche. Sentía que mi cabeza estallaba, el pecho me ardía y mis ojos se quemaban.

—Me siento tan sola sin ti Dylan —arrodillándome en la taza del inodoro lloré hasta que la hora del almuerzo terminó. Debía volver a clases, pero no tenía las ganas de soportar otra hora más de aquella tortura. Saliendo del cubículo me acerqué al lavado mojando mi cara, el agua estaba helada y me hizo reaccionar un poco. Viéndome al espejo no podía reconocerme, estaba sin maquillaje, con los ojos rojos e hinchados y toda mi cara demostraba un claro cansancio. La antigua Bella jamás se dejaría ver así en público, colocándome de nuevo la capucha cierro la llave del agua, la antigua Bella murió junto con Dylan.

Metiendo mis manos en los bolsillos salgo del baño chocando con varias personas. Entre ellas la novia de James que se disculpa conmigo al notar quien soy. Sin decir nada entró a la última clase y me siento en el último lugar sola para que nadie me moleste. Las miradas nuevamente estaban sobre mí de manera disimulada y el profesor no parecía notarlo. Escondiendo más mi rostro continué ignorando al resto y luego me fui. Apenas dio la hora de salida yo ya estaba de pie caminando a la salida. Me monté en el coche y tuve que tomarme unos minutos para calmarme. Intenté encender el coche y en mi mente las escenas del accidente me vienen como el tráiler de una película. Mi mandíbula tiembla y tengo que salir del coche porque siento que me sofoco.

—BELLA —escuchó el grito de Agustina a lo lejos, pero no puedo verla porque estoy agachada al lado del auto. Siento que me falta el aire, todo comienza a darme vueltas y quiero volver al apartamento. — Ya estoy aquí tranquila – la rubia se agacha a mi lado y me rodea con sus brazos fuertes. Intento alejarme, pero ella aprieta con más fuerza y poco a poco me voy tranquilizando.

—Gracias Agus —hablo en cuanto recuperó la voz, pero no puedo dejar de temblar. Los recuerdos del accidente me atormentan y no puedo hacer nada para que me dejen tranquila.

—No digas nada, deja que te lleve a casa —la rubia me ayuda a levantarme y puedo ver a Alan acercarse a nosotras preocupado al igual que su novia. —¿Puedes conducir? —con voz temblorosa Agus hablo mirando a su novio que asintió ayudando a mi amiga a meterme en los asientos del pasajero.

Alan se sentó en el asiento del copiloto y mi amiga me acompañó detrás abrazándome con fuerza. El viaje a casa duró menos de lo que esperaba y apenas Alan detuvo su coche en nuestro edificio me bajé rápido para entrar. Entre en la casa para correr a mi habitación y me deje caer en la cama, no tenía ánimos para hacer nada. Solo esperaba que los recuerdos se detengan y me dejen en paz al menos cinco minutos. Veinte minutos después los pasos de mi amiga llegan hasta mi habitación y la puerta se abre. No me muevo, pero la escucho acercarse y se sienta del otro lado de mi cama.

—Entiendo si no quieres hablar, pero sabes que estoy aquí para ti Bella —la cama se hundió y Agus besó mi mejilla con suavidad —Descansa —su mano apretó suavemente mi brazo y salió del cuarto dejándome sola.

No pude estar mucho tiempo sola porque a los quince minutos la puerta se abrió de nuevo. Los pasos pesados por la habitación me hicieron saber que no se trataba de Agustina, sino que de Cassie. Ella se tiró en el costado libre de mi cama y respiró con fuerza.

—Sé cómo te sientes... yo también perdí a alguien que amé mucho. No era mi novio, pero si fue la persona que me dio la vida. Ella no sufrió de ningún accidente, pero me hubiera gustado que eso se la llevara y no verla morir sufriendo —me giro para ver a Cassie, estaba mirando al techo con sus manos unidas sobre su abdomen —Mi madre murió de cáncer de pulmón, lo irónico es que ella jamás fumó en su vida. Enfermo cuando yo tenía ocho años, lucho con todas sus fuerzas, pero los últimos meses fueron una tortura. Verla... tan débil me hizo desear muchas veces que muriera y deje de sufrir —los ojos de Cassie se acuaron al igual que los míos y una lágrima rodó por mi mejilla. —La extraño cada día Isabella, pero sé que ella me acompaña siempre. Lo que sientes ahora pasará y quedará un vacío que algún día se llenará, eso te lo puedo asegurar —pasando su mano por sus ojos Cassie se gira a verme y nos abrazamos. Al menos alguien podía entender cómo me sentía. —Agustina entra sé que estás escuchando —nos separamos y la puerta es abierta dejando ver una cabellera rubia y dos ojos azules muy preocupados.

—Perdón, yo no quise... Me preocupa Bella y quiero ayudarla, pero no sé cómo —Agus entra en la habitación jugando con sus manos nerviosas y agachando su cabeza.

—Ven para aquí rubia —abriendo los brazos Cassie le sonríe a Agustina que sin perder tiempo se descalza y viene a la cama. —Jamás hablé de lo que paso con mi madre con nadie chicas, se los agradecería no se lo digan a nadie —ambas asentimos abrazando a la chica que nos volvió locas un año entero, pero que ahora es nuestra amiga.

☁️☁️☁️

La lluvia me empapó, pero aún estaba afuera aguantando el frío porque tenía miedo de entrar en la casa Alpha. Dios tenía que revivir tantos recuerdos, de solo pensar eso duele, pero necesito sacar las cosas de Dylan. Y las que yo deje en su habitación por quedarme en alguna fiesta hasta tarde.

—¿Isabella que haces aquí fuera? —girando veo a Logan con una capa cubriendo su cabello rubio ceniza. Me miró de arriba abajo mientras yo temblaba por el frío.

—Vine a recoger algunas cosas de Dylan —mi voz salió entrecortada por mis labios que no dejaban de temblar. El rubio se acercó a mí y apoyando su mano en mi espalda me llevó dentro de la casa. Una vez dentro me entregó una toalla con la que poder secarme y algo de ropa seca para que no me resfriara.

Subiendo a la tercera planta fui directo al baño y luego de darme una ducha corta para sacarme el frío me puse la ropa de Logan. Me quedaba grande, pero era esto o tener la ropa mojada. Guardo mis cosas en una bolsa y camino a la habitación de Dylan. Reuniendo fuerzas giré la perilla de la puerta y esta se abrió, la fragancia de Dylan me pego en la cara golpeándome con tristeza. Al entrar y ver todas sus cosas los recuerdos me inundaron una vez más ahogándome en una dolorosa marea.

Comencé a llorar dando unos cuantos pasos dentro y caigo de rodillas porque no puedo mantenerme en pie. Todo en aquel lugar representaba a Dylan, desde sus trofeos, los posters de las ligas americanas y como olvidar el desorden en su escritorio por trabajar en un videojuego. Su cama estaba estirada sin ninguna arruga, los zapatos bien acomodados debajo de su cama y su colonia estaba por todo el lugar. Mis sollozos debieron ser fuertes porque a pesar de la lluvia alguien me escuchó. Sus pasos a mis espaldas no me hicieron girar yo necesitaba llorar, debía liberar todo lo que me estaba guardando y aunque duela es algo que tengo que pasar sola.

—Isabella no deberías estar aquí sola —tocando mi espalda el misterioso acompañante habló por encima del ruido de afuera y la voz de James me puso tensa. —No te hace bien esto —sin que yo esperara nada James me abrazó por la espalda y por más que forcejeaba con él no me soltó. Finalmente, cedí a su abrazo que al igual que el de Agus lo necesitaba.

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Hola nuvole, ¿Qué les pareció el capítulo? Pobre Bella todavía le queda un largo camino que superar. No olviden votar y comentar. Ciao 😘

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