Hey, mejor amigo.

A veces la vida nos juega malas pasadas, pero en mi caso decir "a veces" es más bien quedarse corto.

La fiesta estuvo bien en un principio. Andrea no se alejó de mi en ningún momento, lo que agradecí porque no tenía otros amigos con quienes estar, y siempre bromeaba sobre alguien de la fiesta.

Pero en un momento ella fue al baño, dejándome solo a un lado de la pista de baile.

Me sentí extraño, como si no debiera haber estado allí. Y cuando estaba a punto de irme, un chico se me acercó y me pidió bailar.

Sentí que mi cara iba a estallar de lo sonrojado que estaba, ¡era uno de los amigos de Andrea!

Quise escaparme de allí, pero tenía menos destreza que una piedra así que no tuve opción.

Los primeros minutos estuve nervioso, muy nervioso, sin embargo él me dijo que no me preocupara y me divirtiera así que eso intenté.

¡Fue muy divertido! Salvo cuando Andrea regresó y subió ambos pulgares al verme con su amigo.

Si eso era una señal prefería no entender su significado.

Luego no volví a verla, por lo que pasé el siguiente par de horas con el chico. Hablamos, nos reímos y bebimos bastante. Tanto que no recuerdo muchos detalles de lo que ocurrió.

Pero recuerdo muy bien cuando me dijo que le gustaba. Y cuando puso sus labios sobre los míos sin que yo pudiera evitarlo.

Había tenido besos antes de eso, pero nunca con un chico. Fue una experiencia difícil de explicar, quizás por efecto del alcohol.

Pero cuando cerré los ojos y me dejé llevar, no fue en él en quien pensé sino en ti. Y entonces me aparte, dándome cuenta de que nada había cambiado.

Salvo por una cosa. Pues cuando desvíe la vista del chico me encontré con tu mirada sorprendida.

Estabas ahí, en la fiesta.

Y yo no lo toleré y escapé, de la misma forma que hago siempre.

Y esa es la razón de porque esta carta esta llena de mis lágrimas.

Al final nunca consigo hacer nada bien...

Tu mejor amigo.