Navidad para dos
El chico intentó preparar algo para celebrar un poco, pero ya no había nada para celebrar y no tenía con quien celebrar. La manada ya no estaba, su padre se había marchado hace algunos años para estar junto a su madre.
En cuanto al amor, aquel amor que corría por sus venas, aquel amor que cortaba de forma dolorosa, ese amor joven que cada vez que veía al lobo nacido con una chica diferente, cada vez que el moreno inutilizaba su papel en la manda, cada vez que el pelinegro desvalorizaba su amor, ese amor se perdía, ese amor se marchaba. Ese increíble amor se acabó.
Cuando el lobo quiso volver, quiso hacerse dueño de aquel amor puro que siempre sintió el hermoso castaño de lunares, Stiles ya no estaba dispuesto. El castaño se amaba y no lo permitiría nuevamente, no permitiría que alguien volviese a lastimar su amor.
Salió al supermercado. Compraría muchas cosas para ahogarse en comida poco saludable, pero solo era una vez al año. Solo esta fecha dolía tanto, porque se vendía como un día especial para pasar en familia, pero él ya no la tenía.
Tomó su carrito y empezó a llenarle de muchas porquerías. En su casa lo esperaba la maratón de Star Wars.
Pagó todo y se marchó. La lluvia golpeaba fuerte. La noche realmente se estaba poniendo horrible.
Observó a través de los cristales y fue capaz de observar a un pequeño cachorro, que trataba de ocultarse en el basurero para que la lluvia no lo mojase. Stiles bajó rápidamente del auto y logró capturar el perrito, el cual no poseía ningún Collar. Lo subió al auto y condujo a su casa.
Secó al perrito, sacó algunas telas para improvisarle una pequeña cama. Le sacó un poco de agua y alimento que conservaba como parte de donaciones que solía realizar a un refugio que se encontraba en el pueblo.
Trajo algunos recipientes, todas las chucherías que compró y se sentó en el gran sofá, mientras se aseguraba que el cachorro estuviese bien. Empezó con su maratón cuando el cachorro se acercó suavemente hacía él, hasta subirse a su regazo. El cachorro lamió su rostro y luego se acurrucó en sus piernas.
Cierta calidez inundó su pecho, ya no estaba solo, por primera vez en muchos años, no estaba solo.
Un pequeño ladrido salió del cachorro.
_Feliz cumpleaños, Magno_ era el nombre del nuevo cachorro.
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