# catorce
Khaotung siempre tenía planes para todo, o al menos por lo que su memoria recordaba. Pero el 50% le salían mal, un 30% no los completaba y el otro 20% eran exitosos después de varios altibajos.
Ese día tenía un plan: no hacer absolutamente nada que requiriese tanto desgaste físico. Entonces Becky, Mark y Freen estaban de visita en su casa.
Mientras a Freen se le había ocurrido preparar una tarta de frambuesa, Becky dormía cómoda en la alfombra de la habitación de Khaotung por alguna razón extraña. Mark y Khao, por su parte, habían estado jugando videojuegos toda la mañana en plena tranquilidad.
Hasta que el timbre sonó, y el dueño de casa a pesar de no querer tuvo que ponerse de pie para abrir la puerta.
—Khun aof—dijo por todo saludo fingiendo una sonrisa, inclinándose en una reverencia—, no esperaba recibir su visita el día de hoy.
El plan del día estaba entre ese 30% que no cumplía al pie de la letra.
El hombre vestía un tanto menos formal que las veces anteriores que Khaotung le había visto.
—Oh, bueno—se rió, siendo sarcástico—, yo no esperaba encontrarle sobrio.
Era un golpe bajo, y Mark rodó los ojos al escuchar sus palabras.
—Esos asuntos son personales y no le incumben, Khun.
—Pero el dueño soy yo—dio unos golpecitos en la frente del menor—, y si yo quiero, se anula todo.
—El pago está completo, por lo tanto eso no sería posible—comentó mirándole a los ojos—. ¿Gusta pasar y tomar un café conmigo y mis amigos?
—No, yo-...
Freen apareció repentinamente elevando un par de tonos la voz, venía de la cocina porque no encontraba azúcar por ningún rincón en el que había buscado.
—Ai’Khao, ¡¿dónde demonios tienes el azúcar?! Lo llevo buscando desde hace rato, ¡¿y de casualidad consumes leche?! Y no vayas a salir con babosadas porque te voy a dar un golpe—el peli castaño le reprochó con la mirada por ser maleducada frente a la visita—. A-ah, ho-hola phi.
San no tenía más de treinta años y era bastante atractivo. No era alguien con un trabajo impresionante pero ganaba bien y era bueno en su labor de dirigir un colegio. No le interesaba nadie porque estaba avocado a su oficio.
Pero Freen era realmente hermosa y ella había captado su atención.
—Por supuesto que me encantaría un café con ustedes, Nong.
(...)
—Ha sido un placer—mostró una sonrisa—. Los veo el sábado, espero que vayan los tres.
Sin más el hombre se marchó de la casa, cerrando la puerta.
Khaotung suspiró y subió al baño. Estaba un tanto molesto ya que se había pactado que San siempre avisaría a qué día y hora iría a la casa. Pero por otra parte, estaba realmente emocionado para que ya fuera sábado.
Freen soltó todo el aire retenido en sus pulmones y se sentó en el sofá junto a Mark para que el chico la abrazara.
—¿Qué tan asquerosa te puede llegar a parecer una persona?—preguntó de la nada.
—Siendo él...—hizo una mueca, enroscado el cabello de la chica con sus dedos—, diría que no alcanzan las estrellas para decir cuánto.
—Lo sé, me miraba demasiado—rodó los ojos—. Pero Khao está feliz después de todo.
—¡Es verdad! Pero sabes... deberías de ir a ver a Becky, ¡¿cómo demonios esa chica duerme tanto?!
La muchacha se rió ante el repentino cambio de humor en el rubio y se puso de pie para ir donde su novia.
Justo a tres de entrar a la habitación se quedó inmóvil al oír la voz del dueño de casa.
—Hace unos días fui con Firfir al lago. Beky, yo espero que le guste mi manera de pedirle disculpas.
Ahora Freen sonrió. Por fin le encontraba sentido al buen humor y cambio de malos hábitos de Khaotung.
© ʟᴀsᴠᴏᴄᴇsᴅᴇᴍɪ_ᴄᴀʙᴇᴢᴀ
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