1 | ¿No piensas lo mismo?
╔═════❀・°・❀═════╗
Me gustaría comenzar esta historia comentando lo tranquilo y para nada fuera de lo normal que fue el viaje de ida al parque. En verdad me gustaría. Pero la verdad era que, apenas puso el pie en el freno, el conductor del autobús echó a los gemelos fuera del vehículo.
Al parecer se encontraba muy apresurado por llegar a cualquiera que fuese su destino, y el humor de Armin y Alexy no era algo que cualquiera pudiese soportar. Especialmente cuando sus pequeñas e inofensivas bromas terminaban siendo el inicio de una tercera guerra mundial. Jamás los había visto así de enojados, mucho menos entre ellos. Agradecía que se pelearan con la misma rapidez con la que se podían perdonar.
Kentin y yo les seguimos de cerca, pidiendo disculpas al resto de los pasajeros por su... ruidoso comportamiento. Intercambiamos una breve mirada cargada de comprensión mientras salíamos del transporte, demasiado apenados como para dirigirnos alguna palabra. Aunque todo rastro de vergüenza se borró de nuestras caras al observar el imponente parque de diversiones que se alzaba frente a nosotros.
—¡Los carteles no mentían, en verdad es enorme! —señaló Alexy trotando a nuestro encuentro, sus ojos brillaban tanto como los de un niño. Su hermano le seguía de lejos, caminando con los talones pegados al suelo y una expresión en el rostro que señalaba lo contento que estaba de estar allí con nosotros.
Abrí la boca para contestar, pero no fue mi voz la que llegó primero.
—De verdad que son un auténtico par de críos —intervino Kentin, aún molesto por lo sucedido minutos atrás—. Mira que hacernos pasar semejante vergüenza...
Y aunque estaba de acuerdo con él, mi enfado no tenía la más mínima oportunidad de superar la alegría que me invadía el pasar tanto tiempo juntos, después de tanto tiempo sin hacerlo. Queríamos aprovechar la ocasión para pasar el día en el parque de diversiones cercano a la ciudad, tomar un poco de aire fresco y recuperar las agitadas horas que nos perdimos la última semana de clases.
Era una oportunidad única. Según lo que me habían contado, el parque pronto sería cerrado, y todos estuvimos de acuerdo en que no podíamos dejar que eso pase sin, por lo menos, visitarlo una vez. El rumor variaba dependiendo la persona, pero la mayoría coincidía en que había ocurrido una tragedia en una atracción sin mantenimiento. No podía negar que esas historias avivaban mi curiosidad, pero no quería dejar que me distrajeran de pasar un buen rato con mis amigos. Después de todo, íbamos a divertirnos, no a jugar a los detectives.
Hice caso omiso a mis pensamientos y continué escuchando atenta la conversación.
—Está bien, el crío soy yo, pero al menos lo reconozco. Tú te la pasas de aquí para allá, quejándote y quejándote, pero estoy seguro que de que te pasaste toda la tarde de ayer deseando que llegue este día, ¿no es verdad? —acusó Alexy con una sonrisa traviesa en sus labios.
—¿D-de qué estás hablando? —La seguridad de Kentin flaqueó, y su voz se tornó tan bajita que apenas podía oírla—. ¿Por qué haría algo así?
—¿Qué no es obvio? —Alexy me lanzó una mirada fugaz. ¡No tenían idea de hasta qué punto había extrañado a ese par...! Aunque a veces no comprendía del todo sus bromas.
Eché un vistazo a Armin que, como la gran mayoría de las veces, parecía no saber de nuestra existencia. O al menos eso era lo que aparentaba. Sabíamos que no convenía molestarlo cuando se adentraba en su mundo.
—¡Oh, cállate! ¡No tienes idea! —Escuché contestar de mala gana al castaño. Y justo antes de que mi otro amigo pudiera responder, el sonido de un "game over" nos alertó a todos.
Oh, oh... Puedo jurar que pensamos los tres al unísono.
—Ustedes.... Ustedes dos... ¡YA PAREN DE UNA JODIDA VEZ! NO HACEN MÁS QUE DISCUTIR POR CUALQUIER TONTERÍA, SON PEOR QUE UNA PAREJA DE ANCIANOS —masculló Armin fuera de sí—. Maldición, ¡estaba a punto de superar mi último récord!
Una vez finalizado su berrinche, Kentin se dedicó a fulminarlo con la mirada, mientras que Alexy rodó los ojos y clavó la vista en el suelo, a mi parecer un poco avergonzado. Y comprendía a la perfección el motivo de ese leve rubor en sus mejillas.
Desde que nos conocimos supe lo que mi mejor amigo sentía algo por Kentin. Y, aunque nunca lo aparenté, eso me destrozaba por dentro. Me dolía no poder controlar mis sentimientos, pero tenía que aprender a vivir con ello.
Antes de que las cosas se pusieran más feas, decidí intervenir.
—¡Hey, ustedes tres, cálmense! No olviden que vinimos para pasarla bien un rato y olvidarnos de todo lo demás. —Me detuve un momento para suspirar—. No para... esto.
Después de todo lo que había sufrido con la llegada de Debrah al instituto, las trampas que siempre terminaban a su favor, y la incomodidad de que medio instituto se pusiera en mi contra, necesitaba un respiro. ¿Y qué mejor que pasar un día entero junto a mis mejores amigos? Esa bruja me los había quitado demasiado tiempo, necesitaba compensar el tiempo perdido de alguna manera.
—Sí, tienes razón Su... Lo sentimos, no fue nuestra intención —murmuró un Kentin muy apenado. No quería que esa carga lo acompañara durante el resto del día, por lo que le brindé una sonrisa tranquilizadora. Él no tardó en responderla rascándose la nuca con timidez.
—¡Eh, no hables por nosotros como si pensáramos igual! —recriminó Armin, divertido. Su hermano le dio un disimulado codazo en las costillas—. ¡Ay! Está bien, está bien. Él tiene toda la razón, lo sentimos.
No pude evitar soltar una risita por lo bajo. Unos segundos después ya me volvían a hacer reír solo como ellos sabían hacerlo.
—Así es, lo sentimos Su —añadió Alexy, mientras le dirigía una rápida mirada a su gemelo, que ya volvía a mantenerse distanciado de la conversación—. AMBOS.
Armin se sobresaltó por el demandante tono de voz de su hermano y asintió con efusividad y torpeza. Una leve sonrisa se formó en mis labios.
—De ahora en adelante solo diversión, ¿okay? —finalizó. Y yo no podía estar más de acuerdo.
『• •☂• •』
Le eché un largo vistazo al parque y luego al mapa que nos había sido entregado en la entrada. Alexy tenía razón, ¡en verdad era enorme! Separarnos allí sería una perdición... Lo mejor era que permanezcamos todos juntos.
Por otro lado, haber ido un fin de semana fue una pésima idea. Había gente por todos lados y resultaba muy difícil decidirnos por una atracción ya que todas estaban llenas y las filas para entrar en ellas eran infinitas. La próxima vez ya lo sabíamos, los días de semana se disfrutaba más.
Fue entonces cuando sentí que alguien tomaba mi mano. Kentin.
—...Será mejor evitar que nos perdamos, ¿no lo crees?
Mi corazón dio un vuelco. Debía trabajar el doble de rápido para devolverme todos los sentidos. Me brindó una de sus tímidas sonrisas y yo apenas fui capaz de devolverle el gesto.
—¿Te sientes bien? —preguntó aligerando nuestra caminata y logrando que mis nervios aumentaran.
—Y-yo... Uhm... claro que lo estoy —contesté a duras penas, intentando mejorar mi sonrisa—. ¿Por qué no debería estarlo?
—Pero luces un poco pálida...
—Oh... —Dirigí mi mirada hacia un costado, apenada pero a la vez feliz de que lo notara—. ¿...Puede que no haya desayunado bien esta mañana porque no quería llegar tarde?
—Tonta. —Me miró con desaprobación mientras revolvía entre los bolsillos traseros de su pantalón militar. Allí encontró un pequeño caramelo sabor a limón que no tardó en ofrecerme—. No es mucho, pero quiero que lo aceptes... No sería nada agradable que te desmayaras y tuviera que cargarte durante todo el día.
—Vaya... gracias —contesté un poco irritada por su respuesta tan borde. Lo saqué de su envoltorio y me dediqué a saborearlo. Realmente adoraba los sabores agrios.
—Ejem, ejem. —Escuché a una persona toser de manera forzada detrás de nosotros—. Seguimos aquí, ¿saben?
—¡Tú vuelve a los videojuegos! —farfulló el castaño en dirección al bromista de Armin. Los cuatro reímos al unísono.
Luego de recorrer un poco las diferentes zonas de las atracciones (tomada por los celosos brazos de los gemelos, detalle a mencionar) y divertirnos con las escenas bordes de Kentin, debatimos que lo mejor sería subirnos primero al tren embrujado. No era de mis lugares preferidos dentro del parque pero... si mis amigos querían...
Estaba segura de que los gemelos estaban planeando una de las suyas, adoraban asustarme con todo su ser. De hecho, me resultaba extraño que no hayan intentado nada raro y se mantuvieran tan callados...
Espera...
¿Los gemelos?
Miré detrás de mí tratando de localizarlos, pero lo único que lograba identificar eran rostros desconocidos. ¿En qué momento me había soltado de su agarre?
—¡KENTIN! —chillé, sobresaltando al castaño.
—¿Qué...? ¿Qué pasa? —Me miró con confusión.
—¡Los gemelos! ¡Ya no están!
—¡Pero si estaban junto a ti! Se suponía que tenían que seguirnos... —Y estaba completamente de acuerdo. Bajé la vista unos segundos y luego la volví a subir. Kentin miraba un punto fijo como si en su mente estuviera resolviendo un rompecabezas—. Bueno... Ya estamos en la fila, y a punto de subir al juego... Luego los vamos a buscar, ¿sí? No te preocupes. Conociéndolos, no deben estar muy lejos.
Antes de que pudiese protestar, ya nos encontrábamos cada uno en su respectivo asiento y con el tren a punto de arrancar. Quería hablar con él antes de que comience el juego, aunque no sabía muy bien que decir en ese tipo de situaciones... Porque si bien no era una cita, parecía una. Y no quería arruinarla.
—Kentin... —Pude sentir como fijaba sus ojos en mí—. A-antes que el juego comience, quiero decirte que... —Las palabras no salían como yo quería que salieran. No podía dejar de balbucear—. Esto... Quiero decirte que... —Ante mi dificultad, él se acercó a mi altura para poder escucharme, expectante—. ¡De verdad estoy muy feliz de poder pasar un tiempo a solas contigo!
Lo había dicho tan bajito y con tanta prisa que estaba casi segura de que no me había escuchado. Pero tampoco pude darle demasiadas vueltas, el tren había comenzado su recorrido, y había sido tan de repente que, en un vago intento por conseguir más seguridad, me acerqué inconscientemente al pobre chico. Al parecer lo notó, porque tomó con fuerza mi mano y me sonrió de tal manera que obtuve todo lo que estaba buscando... y aún más. Miré hacia el otro extremo del carril, sintiendo mis mejillas arder.
Una parte de mí no quería que disfrutara de mis sentimientos hacia él, no con Alexy de por medio. Aunque, en ese momento, quise enfocarme en que mi mayor preocupación fuera no gritar tanto.
『• •☂• •』
El carrito se introdujo en un pasillo oscuro que, a medida que avanzaba, en sus costados se iluminaban terroríficas máscaras y muñequitos repletos de telarañas. Afortunadamente esta parte no me asustó tanto, pero sí hizo que de un respingo cada dos por tres. Ken parecía divertido al ver aquella situación.
Luego comenzamos a recorrer una especie de laberinto zigzag, donde en cada esquina nos esperaba un muñeco de trapo diferente. Eran muy tétricos. Debido a la oscuridad del lugar, no pude observar mucho, pero tampoco es como si me hubiese gustado hacerlo. En esta parte grité, y demasiado. Pude escuchar como Kentin reprimía una carcajada a mi lado. Debía parecerle una tontería... aunque no sé si me asustó más la velocidad del carro o la atracción en sí.
Ya cuando estábamos llegando al final del túnel, un oscuro y anaranjado espantapájaro cayendo del techo nos sobresaltó. Nunca lo hubiésemos imaginado, es decir, ¡estábamos a punto de salir del juego! Dejé salir un despavorido grito fuera y me lancé a los brazos protectores del chico a mi lado, que me recibieron cómodamente... como si estuviese preparado para ello, tan solo esperando el momento adecuado...
¿Lo estaba?
No podía ver su expresión en ese momento, pero su abrazo me lo decía todo. Los dos estábamos disfrutando de la misma calidez, del mismo cosquilleo que nos producía el perfume del otro, de la tranquilidad que nos daba el estar unidos...
No podía ser la única.
No quería ser la única.
• —❁— •
Esto más que una salida entre amigos parece una cita... ¿verdad?
Hey, Kentin, ¿no piensas lo mismo?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro