𝟒𝟔
Pase saliva cuando el mesero nos dejó solos, sin saber que hacer rasqué mi nuca y miré sus bellos ojos, eran totalmente perfectos y brillosos, amo con demasía cuando me mira y ellos destellan.
— Heiwa... Sé que me pediste tiempo, pero soy un impaciente de mierda y no sé... Siento que quizás no soy lo suficiente.
Las inseguridades me atacaban, ¿Quién realmente soy? ¿Quién puedo ser para Heiwa?
— Umeji... — murmuró dándome toda su atención.
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