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— Vaya sorpresa, si ha venido — habló Shidesu-san con una pequeña sonrisa burlona. Me encogí, ¿Para qué me pidieron venir?

— Págame — dijo Tsumeato a ¿Dairoku? Aún me costaba aprenderme bien los nombres. Midori me había hablado de cada persona que pertenecía a esta escuela.

De mala gana Dairoku le extendió el dinero.

— ¿Por qué tiemblas? No te haremos daño, no somos como ellas — dijo Umeji acercándose a mi relajado.

— ¿P-por qué me pidieron que viniera? 

— Te queremos proponer algo, pero ven, siéntate.

Hice caso omiso y apreté los pliegues de mi falda atemorizada.

— Como lo suponía, es otra chica más que creyó en los rumores que dicen de nosotros — dijo Shidesu-san con recelo. Aguante un sollozo, no quería estar aquí, ni siquiera sabía porque había venido.

— Relájate, ya luego haremos lo que sea para ganar su confianza — le contestó su mejor amigo intentando darme apoyo.

Lo miré atónita.