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Nerviosa me adentré a la escuela, ya se había acabado la sanción de las chicas y sabía que habían vuelto con más ganas de lastimarme. Temblaba y mis lágrimas amenazaban con salir.

— Heiwa-chan, ¿Qué te sucede?  — prepunto preocupada Pipi acercándose junto a Midori.

— Tengo miedo  — susurré, apreté mi labio con fuerza.

Sentí como me abrazaba la peli-verde. En verdad deseaba ese abrazo que mi madre no fue capaz de darme porque al parecer debía resolver y afrontar sola mis problemas.

— Es mejor ir a la enfermería y decir que te sientes mal, no tendrás que verlas al menos por un rato  — propuso Mai Waifu. Todas asentimos y nos dirigimos a dicho lugar.

— ¿Qué las trae por aquí?  — preguntó amablemente la enfermera, Muja-kina.

— Mi amiga se siente mal y vinimos a traerla  — mintió Midori-chan y me acerqué a la enfermera fingiendo estar mal.

Asintió dulcemente y despidió a las chicas.

— Te daré unos medicamentos y si deseas puedes dormir un rato, linda.

Me sentí tranquila al estar cerca de ella, transmitía tanta paz.