𝟒𝟖
Sentí como mi corazón se detuviese en ese mismo instante, dudando en si había escuchado bien o era producto de imaginación, de las tantas veces que me había imaginado y anhelado que ella dijera esas tres palabras. Se sentía como estar en el mismo cielo y deseaba nunca irme de ahí.
— ¿Podrías repetirlo? Por favor? — murmuré contra sus labios.
Incluso el beso parecía una dulce mentira.
— Me gustas, Umeji — lo repitió, esta vez, en un susurro antes de volver a unir nuestros labios.
Era como probar el cielo, nunca lo había probado, pero gracias a ella ya podía saberlo. Ella es mi cielo, la que se ha quedado conmigo y ha tenido la valentía te conocernos a todos porque no quería llevarse una idea errónea de nosotros, ella sabía que hay más de lo que mostramos.
Es una de las razones por la cual la amo y seguiré amándola.
— Te amo, Heiwa.
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