—¿En serio tienes que irte?— murmuró Yoongi con un puchero, aferrándose con fuerza la cintura de Jimin. —¿No puedes quedarte?

—No traje ropa, hyung.

Ya habían pasado dos horas desde que el menor llegó al departamento, durante ese rato no hicieron más que hablar, otorgarse cariño mutuamente y beber té de Limón. Ahora estaban en el balcón, Yoongi tenía su mejilla apoyada en el hombro de Jimin, recibiendo con placer el tacto que le otorgaba su acompañante en la espalda baja.

—La ropa nunca ha sido un problema— oyó a su menor emitir una suave risa —Mañana podemos irnos juntos a la universidad.

Jimin lo separó de su cuerpo, había dejado de llorar, eso lo aliviaba, pero la hinchazón en sus ojos continuaba presente —¿De qué tienes miedo, hyung?— Yoongi hizo una mueca al oír la pregunta, odiaba que las personas pudieran adivinar con facilidad sus sentimientos. El miedo fue algo que nunca supo ocultar si se traba de alguien a quien apreciaba.

—De saber que estás triste...y no poder estar a tu lado— jugueteó con sus dedos a la altura de su vientre —Sé que debería darte tu espacio, pero me duele verte decaído...más si es por lo que está pasando con tu familia.

Jimin acunó su rostro con ambas manos, las yemas de sus dedos eran suaves y cálidas, al igual que el resto de su cuerpo, siempre tenían una temperatura ambiente. —Me quedaré— Yoongi lo miró con atención, emocionado de oír eso —Con la condición de que vayas conmigo cuando me tinture el cabello.

A opinión del pelinegro, esa era una condición muy fácil de cumplir, Yoongi sonrió, dejando a la vista sus encías y abalanzándose sobre el menor para besarlo con cariño —Lo haría aún si no me lo hubieras pedido— enredó sus dedos en el rubio cabello de Jimin y ladeó su cabeza para profundizar el beso, atrayendo el cuerpo ajeno lo más que sus barreras corporales le permitían.

—Me haces tan bien, hyung— sintió las manos del menor colarse al interior de su remera. Lo dio vuelta con suavidad y terminó por introducirlas en su pantalón, justo donde iniciaba su miembro, pero no era un toque erótico. —No puedo creer que realmente te tenga conmigo— Yoongi sonrió embobado, más aún cuando percibió la respiración queda de Jimin en su nuca, los moretes de esa noche continuaban en su cuello, siendo un recuerdo vivo de lo que ocurrió. El sentimiento era tan fuerte, que incluso sería capaz de atravesar un continente entero solo para verlo sonreír. Jamás creyó en el amor eterno, ni en los cuentos de hadas, sabía que toda relación amorosa tarde o temprano tendría un fin, pero al estar de esa forma con Jimin, siendo rodeado por sus brazos y ambos mirando desde un balcón a las personas pasearse ágilmente por la avenida para llegar a sus hogares luego de una larga jornada, desearía que por una vez en la vida, por una vez en el universo, todos esos cuentos y mitologías sobre el amor inmortal que incluso traspasa vidas, fueran ciertas.

Únicamente para seguir amando a ese hombre de mirada castaña en otra época, una donde nadie tenga que ocultarse, ni sufrir consecuencias por ser como es.

Al cabo de un rato, creyó que Jimin se estaba quedando dormido de pie, como los caballos, y que ambos caerían al suelo en cualquier momento, pero al oír la voz tranquila del menor justo en su oído, supo que aún quedaba una larga plática. —Yoongi hyung...¿tú eres feliz?

El mencionado juntó el entrecejo —¿A qué te refieres?

—Es decir— Jimin se aclaró la garganta —Tu padre murió, luego tu madre te abandonó...te quedaste sin familia a una edad muy temprana, es posible...¿ser feliz así?

Yoongi sonrió, entendiendo la pregunta. Él mismo se lo había cuestionado infinitas veces, tantas que incluso ya no lograba encontrarle un significado real a las palabras —No me quedé sin familia, Jimin— acarició con sus dedos los brazos de su menor, sintiendo unos pelitos rubios muy diminutos, desconocía si Jimin se depilaba esa parte del cuerpo —Dos personas muy hermosas me dieron más de lo que yo alguna vez pude haber soñado. Es cierto que la muerte de mi papá me marcó...incluso, puede ser que siga sin superarla del todo, y también es cierto que el abandono repentino de mi madre fue la gota que rebalsó el vaso.

Se quedó en silencio un momento, solo viendo el cielo surcado de pequeñas estrellas. —Pero de no ser por eso, quizás yo nunca hubiera entendido lo valioso que es vivir, lo hermoso que es conocer personas y descubrir su historia, así como ellas descubren la mía. Tal vez nunca pueda responderte si soy feliz o no, porque ni siquiera yo lo sé, pero sí puedo decirte que no cambiaría esta vida, no cambiaría lo que construí con Hoseok, ni lo que su familia significa para mí. El apellido es lo único que me queda de mi padre, pero lo que soy ahora y lo que se seré en un futuro, se lo debo a los Jung.

—Entonces...— oyó a Jimin suspirar, Yoongi sabía que estaba buscando conocer su punto de vista acerca de las cuestiones familiares, quizás quería formarse el suyo propio y necesitaba un poco de ayuda. —¿Estás conforme con todo lo que ocurrió?

—No sé si conforme. Pero si creo, que de no haber ocurrido algunas cosas, por muy dolorosas que fueran, el presente sería muy distinto— giró un poco su cabeza para quedar frente a la mejilla de Jimin y depositar un beso en el lugar —Y yo no quiero cambiar nada del presente.

Eso hizo sonreír a su menor, una sonrisa tímida y melancólica, pero genuina.

—¿Y tú?

—¿Mh?

Yoongi le dio un codazo, juguetón —¿Eres feliz?— quizás sea un poco irónico que le esté preguntando eso, sabiendo lo que acababa de pasar con su familia, pero Jimin siempre lograba sorprenderlo con sus respuestas.

—Dependiendo de la ocasion. Ahora mismo soy muy feliz.

—¿Por qué?

—Porque estoy contigo.

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