47| Té de Limón 🧠
El techo de la habitación de Hoseok no tenía ninguna particularidad, era de un blanco opaco y sin brillo, adornado justo en el medio por una lámpara colgante en forma de campana. Yoongi bufó aburrido y se giró en la cama, mirando ahora hacia abajo, estaba recostado en el catre de su amigo, con los pies estirados hacia el cabecero, escuchándolo balbucear sobre planos hasta que llegara la hora en que le diera hambre y pudieran pedir a domicilio algo para comer.
En la televisión corría un noticiero anodino sobre una inundación que ocurrió hace apenas uno minutos en una ciudad límite con Seúl, la época nevada se estaba acercando, trayendo consigo unas mini vacaciones que todo estudiante anhelaba antes de los exámenes finales.
—Hyung, tu celular está sonando— le dijo Hoseok, mirándolo por sobre el hombro con un tic medio raro en el ojo por el estrés.
El pelinegro lo sacó de su bolsillo y miró el nombre en la pantalla para saber quién era, y si no hubiera correspondido al número de Jimin, probablemente lo habría apagado para seguir mirando el suelo, pero al ser de su menor, se lo llevó inmediatamente al oído.
—Hyung...¿podemos vernos?— Yoongi se incorporó despacio, asustado al oír la voz afligida y un poco congestionada de su menor, como si hubiera estado llorando.
—¿Pasó algo?— Hoseok volvió a girar su cabeza, mirándolo ahora con el ceño fruncido al escucharlo preguntar eso, Yoongi sabía que esa era su forma silenciosa de preguntarle si todo estaba bien.
—Es...¿puedo ir a tu departamento?— hubo un poco de silencio al otro lado de la línea, Yoongi estaba esperando a que Jimin continuara, sabiendo que a veces necesitaba tiempo para decir algunas cosas —Necesito...estar contigo.
El pelinegro se bajó de la cama con la atenta mirada de su amigo pegada en la espalda, y salió a la sala para hablar con más libertad —Jimin...¿estás bien?— le preguntó con voz suave, realmente preocupado.
—No...— Yoongi se lo imaginó haciendo un tierno puchero, con todos los ojos llorosos producto de las lágrimas que querían salir —Desconocí a la persona que alguna vez dijo quererme— su corazón dio un vuelco al oír eso, porque él entendía ese sentimiento, sabía lo doloroso que podía llegar a ser.
—Entonces ven— le dijo —Te espero.
—Pero Hoseok...— Yoongi lo interrumpió, sabiendo hacia donde se dirigía Jimin.
—No te preocupes por Hobi— miró por la cortina del ventanal hacia la gran ciudad, el sol se estaba ocultando, Jimin tendría que quedarse a dormir o volver a su hogar demasiado tarde —Está haciendo unos planos en su habitación, no pasa nada, Jimin. No le va a molestar verte aquí.
—Está bien, voy saliendo entonces.
Yoongi colgó la llamada y asomó su cabeza en la puerta que daba a la habitación de su amigo —Va a venir Jimin, así que no se te ocurra entrar a mi cuarto sin tocar, o te rebanaré en trocitos.
Su amigo le guiñó un ojo, cómplice, prefiriendo omitir la amenaza de que lo rebanaría en trocitos —No te preocupes, también ocuparé audífonos— movió juguetonamente unos auriculares de orejas gigantes que tenían la función de reducir el ruido ambiente, Hoseok solía ocuparlos cada vez que tenía práctica en las constructoras.
El pelinegro rodó los ojos y cerró la puerta, yendo a la cocina para calentar agua en el hervidor, quizás Jimin quisiese tomar algo cuando llegara.
—Perdón por hablarte tan tarde, hyung— fue lo primero que le dijo cuando abrió la puerta del departamento y lo vio en el pasillo, con los ojos rojos, un poco hinchados en la parte baja y la voz sutilmente congestionada. Yoongi hizo un puchero y se acercó a él para abrazarlo, pasando sus brazos por los hombros de Jimin y dejando caricias suaves en su nuca.
Su menor dejó escapar un triste sollozo y al pelinegro se le partió el alma en mil pedazos, necesitaba refugiarlo y quitarle esa tristeza cuanto antes. —No tienes que disculparte, me alegra que me hayas llamado— le rozó el cuello con la punta de la nariz, puesto que su boca daba justo en aquel lugar —Sabes que estoy aquí para ti.
Dejó que Jimin llorara un poco sobre su hombro antes de hacerlo pasar al departamento —¿Quieres tomar algo? Hace un par de días Hobi compró muchos tés de sabores.
Yoongi se colocó de puntillas y extrajo una caja de madera con varias separaciones en su interior, ahí adentro relucían distintas bolsas de colores, cada una representaba a un sabor de té distinto, el rosa era de Frutilla, el amarillo de limón, el café de Canela, y así sucesivamente. La dejó sobre la encimera, justo en frente de donde se sentó Jimin, una sonrisa surcó los labios de su menor, haciendo que los ojos castaños se transformaran en dos medias lunas muy hermosas —¿Cuál te gusta a ti, hyung?— el pelinegro se inclinó un poco para ver mejor el interior de la caja. —Yo no suelo tomar té.
Con su mano sacó una bolsa amarilla que tenía dibujado un Limón de fantasía en ella —Una vez me dijiste que si estaba triste, mis defensas bajarían— Jimin lo miró con atención, recordando ese día muy lejano en los baños de la universidad, casi al inicio del año académico —Y dicen por ahí que los cítricos son buenos para aumentar las defensas del organismo— le tendió la bolsa entre sus dedos —No quiero que tus defensas bajen por estar triste.
—Hyung— Yoongi emitió un sonido de asentimiento, mirando con ternura los ojos de Jimin, e indicando que lo estaba escuchando —Nunca olvides que te quiero, por favor.
Él rodeó la encimera y se coló entre las piernas de su menor, tomando entre sus manos el cansado rostro de Jimin —Nunca lo hago, desde que nos conocimos, siempre me lo haz hecho saber— acarició él pómulo que tenía la vieja cicatriz y juntó su nariz con la ajena, solo disfrutando del contacto ameno que le transmitía esa persona. Lo vio llorar en silencio, y por cada lágrima que rodaba por su mejilla, él dejaba un pequeño besó en algún lugar del rostro, sobre todo en los párpados, para decirle en silencio que podía descansar, que entre sus brazos está seguro.
—Entraré a trabajar a la empresa de mi padre— Yoongi llevó su índice y pulgar al lóbulo de la oreja que no tenía los aros de plata. —Y...no sé como sentirme al respecto.
—No es necesario que siempre sepas como sentirte—. Jimin lo miró a los ojos y él sonrió. Cuando era niño, entendía muy poco de las emociones, no tenía idea de como manejarlas salvo cuando estaba su papá presente, pero la señora Jung fue una buena maestra, le abrió los ojos, haciéndole ver que no siempre es necesario entender todo —Tendrás tus razones para entrar allí, pero si ves que comienzas a entender lo que sientes y que todo es negativo, no coloques en riesgo tu bienestar emocional ¿de acuerdo?
Jimin le devolvió la sonrisa, y Yoongi juró por todos los angeles y demonios que jamás se cansaría de verla, jamás se cansaría de pensar en lo hermosa que era —De acuerdo, hyung.
—Ahora ¿quieres un té de Limón?— le preguntó antes de besarle la punta de la nariz.
—¿Puedo recibir más de tus besos también?
Volvió a jugar con el lóbulo de la oreja y le besó la mejilla, haciendo un sonidito juguetón. —Todos los que quieras.
No sé ustedes, pero yo quedé muerta cuando vi esto 👀❤
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