45| Mejillas abultadas 🧠
Abrió la puerta de su hogar con mucho cuidado y sin hacer ni el más mínimo ruido. Creyendo ingenuamente que su madre estaba durmiento, atravesó el living directo hacia la cocina para llevarse un vaso de jugo a su habitación y continuar con sus deberes de química orgánica. Pero no contaba con que su progenitora lo interceptaría en mitad del pasillo, con la mirada triste y la carpeta negra que le dio Taemin entre las manos. Ya la había encontrado.
—Jimin, cariño— lo llamó en voz baja, y él se arrepintió de haberle ocultado eso por tanto tiempo, sabía que debía contarle, pero no tenía el valor de decirle que aceptaría el contrato —¿Quieres explicarme qué es esto? ¿Quieres explicarme por qué le darás un currículum a la empresa de tu padre?
Suspirando, dejó el vaso de jugo en la mesa y encendió las luces para ver a su madre por completo, estaba vestida con ropa de dormir, lista para irse a la cama a pesar de que aún era bastante temprano, su rostro seguía teniendo esa aura de tristeza desde que todo salió a la luz, pareciera que el tiempo se hubiera estancado en ella, que todo siguiera exactamente igual que hace cuatro años, cuando en realidad las cosas sí habían cambiado —Taemin y mi padre me ofrecieron un contrato para entrar en la empresa— su madre se acercó a el y le tomó las manos con tanto cariño que su corazón dolió profundamente por haberle mentido.
—No tienes que hacerlo, Mochi— ella ocupaba el mismo apodo que Taehyung para referirse a él, a pesar de que su etapa de mejillas abultadas pasó hace mucho tiempo atrás —Estamos bien así...
Jimin la hizo sentarse en uno de los tantos sillones que habían en living frente al gran televisor, se inclinó a su altura con la esperanza de hacerla entrar en razón —No te engañes, por favor— le quitó la carpeta de las manos, mañana mismo la iría a dejar delante de su padre, pero bajo ciertas condiciones —Ya no estamos bien económicamente como a inicio de año— subió su mano para acariciarle la mejilla con cariño, de la misma forma que ella lo hacía cuando era pequeño e intentaba hacerlo dormir —No planeo quedarme en esa empresa para siempre, ni siquiera siendo su heredero, sólo quiero ganar un poco de experiencia laboral y luego irme a otra compañía mucho mas grande.
—Park Jihyung es cruel, no tienes que soportarlo sólo por un contrato, cualquier otra empresa te recibirá al ver tus calificaciones— su madre sabía que eso no era cierto, el mundo laboral no funcionaba así, pero se aferraba a creer que sí solo para que su hijo no tuviera que pasar el mismo infierno que ella.
—Mamá...ese contrato nos va a favorecer— la mujer lo miraba con ojos tristes, apagados, tenía el mismo color castaño claro y vivaz que él, aunque sus ojos parecían cubiertos por una niebla espesa de tristeza —Por favor, ahora déjame a mi manejar esto, ya no estás sola, ya no tienes que lidiar con él, nunca más.
—Prométeme que te vas a cuidar.
—Claro que sí, siempre y cuando tú me prometas que te vas a desligar de esas cuentas que tienes vinculadas a la compañia— su madre lo reprendió con la mirada al ver que este descubría su secreto mal guardado —No creas que no me he dado cuenta, mamá, te caen esos cobros por no cerrar esas cuentas. Entraré yo a la compañía, pero no tú, suficiente has tenido que soportarlo.
Joonhe se presentó en su casa al día siguiente tan rápido como Jimin avisó por llamada que iría a la compañia. Era martes por la mañana y el sentía que en cualquier momento devolvería todo su improvisado desayuno sobre las inmaculadas alfombras negras de esa limusina producto de los nervios.
Bajó la mirada a su celular cuando este vibró al recibir la respuesta de Taehyung "no te demores tanto, no quiero que pierdas contenido" sonrió para sus adentros al leer eso, sólo le contó que se iba a ausentar, pero no le dijo porqué. El trato que recibió la abuela de Tae cuando trabajaba para su padre nunca fue agradable, Jimin se arrepentía de las acitudes clasistas que tomaba Jihyung de vez en cuando, es como si se olvidara de que en algún momento de la vida pasada él también fue un simple trabajador antes de convertirse en dueño de una de las compañias de fármaco más grandes a nivel nacional. Se olvidaba de sus inicios, como si él nunca hubiera comenzado así.
—Gracias por recogerme, Joon hyung— el chófer lo miró por el espejo retrovisor y le regaló una tierna sonrisa, lo único bueno de esa retorcida empresa, era él.
Se recostó en el asiento trasero, observando con nostalgia a los autos que pasaban por su lado, los edificios cada vez se hacían más grandes y lujosos, demostrando la transición perturbadora de un lugar económicamente estable a uno comerciante y elitista, lleno de empresas y compañias. SM Entertainment también estaba ahí, con su nombre en letras grandes y grises.
Joonhe dobló en la avenida, y a lo lejos Jimin pudo distinguir el gran edificio de cristales que reflejaban la luz de sol invierno y verano, siempre estaban limpios y relucientes, ni la más mínima partícula de polvo caía sobre ellos, y si es que lo hacía, el personal de limpieza se encargaba de volver todo a su estado original; Limpio, impecable, frío.
Jimin llevó su mano hasta el colgante en su cuello, sonriendo inconscientemente al recordar que era un regalo de Yoongi, si no fuera por eso quizás ni siquiera tendría el valor de enfrentarse a su padre, soportar a Taemin dos veces había sido castigo suficiente, aunque aún debía volver con él para concluir la entrevista de la cual literalmente huyó.
—Ya hemos llegado, joven Jimin— anunció Joonhe a pesar de que no era necesario, era difícil ignorar lo imponente que es la empresa, sobre todo si la tienes frente a los ojos. Le agradeció en voz baja, diciéndole que no tardaría mucho. Tomó la carpeta negra y abrió la puerta del auto para salir al aire frío de la mañana, se abrió paso entre todo el gentío hasta llegar a las puertas giratorias, sorprendentemente ya no tenía las mismas emociones de nerviosismo que experimentó hace unos meses atrás, pero el sentimiento hostil de estar en terreno desconocido no se había ido, estaba más presente que nunca.
Empujó la primera puerta corredera e ingresó a recepción, donde los sillones blancos seguían igual de bien cuidados y la misma chica lo recibió con rostro sorprendido. Jimin miró la chapita en su blusa y vio el mismo nombre que la vez pasada, se acercó a ella a paso lento, deseando para sus adentro que saliera pronto del asombro en el que había caído al verlo.
—Buenos días señorita Junghye— la saludó con una inclinación, sonriendo divertido cuando la vio parpadear repetidas veces —¿Puede decirme donde está la oficina del señor Park Jihyung? Por favor— eso era otra cosa que odiaba, tener que referirse a alguien de su misma sangre como si fuera un completo extraño.
La chica asintió, muda, tecleó algo en el computador y luego le mostró en la pantalla un mapa digital del interior de la compañia —Está en la penúltima planta, dos puertas hacia la izquierda y luego una hacia la derecha— le dijo con voz un tanto aguda mientras que con su dedo índice realizaba el recorrido en la pantalla. Si hubiera sido otra persona, la mujer no le habría dado la ubicación, pero todos ahí dentro sabían que él era el hijo de Jihyung, sin embargo, aún así, irónicamente no se había enterado de la remodelación que tuvo la compañia en estos cuatro años.
Se inclinó levemente para darle las gracias, quizás debería decirle algo más, algo como "tenga un bonito día" pero su lengua se había trabado, así que solo se dio la vuelta y avanzó hacia el ascensor. La hora había llegado demasiado temprano, no se sentía listo para nada en la vida, pero teniendo el colgante en su cuello, podía enfrentar algunas cosas.
Una de ellas, era ver a su padre.
Otra de ellas -de la cual no estaba completamente seguro- era mantener una negociación sin que las emociones lo dominaran.
La segunda sin duda era la más importante.
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