42| Amor bonito 🧠
—¿Cómo te sientes, hyung?— Yoongi sonrió medio adormilado al oír la pregunta. Decir que estaba agotado o cansado era poco, porque literalmente no sentía sus piernas debido a lo temblorosas y débiles que habían quedado.
—Me duele todo lo que se llama trasero— Jimin rio bajito y se apegó aún más a su cuerpo por detrás, seguía siendo de noche, el pelinegro suponía que faltaba poco tiempo para que llegara el amanecer.
Su menor deslizó una de sus manos por su vientre, pasando por al lado del pene hasta llegar a la parte interna de sus muslos, Yoongi inhaló profundo y se permitió dejar que aquel toque apaleara el cansancio y dolor que sentía. Los dedos de Jimin recorrieron con infinita tranquilidad la suave piel del lugar, disfrutando de tocar con cariño lo que momentos antes sólo vio como algo erótico.
Aún podía sentir el miembro de su menor entrar con ternura, aún podía oírlo soltar gruñidos a la altura de su nuca cada vez que se corría dentro del condón, más tarde tendría que comprarle una caja completa a Hoseok o su amigo quedaría con espanto al saber que los ocuparon todos en una sola noche.
Yoongi detuvo la mano tibia de Jimin y se dio vuelta, colocándola esta vez en su cintura, pidiéndole de forma silenciosa que continuara con las caricias. Al estar frente a frente, pasó sus dedos calmadamente por la curvatura del cuello ajeno, delineó las marcadas clavículas y las besó con amor, bajó hasta sus pectorales, sintiendo la firmeza del lugar y disfrutando de ver la tonalidad más oscura que tenía la piel de Jimin. Se acercó un poco más y respiró profundo, inhalando los restos de sudor y perfume que con el pasar de la noche se volvieron aún más intenso en el ambiente, adoraba embriagarse con el olor masculino de Jimin, sentir que estaban siendo ellos, completamente reales, sin ropa ni excusas bobas de por medio, sólo dos personas amándose sobre una cama en mitad de la noche, en un departamento cualquiera de Seúl.
—Jimin— lo llamó bajito, deteniendo su toque justo en el lugar donde esta el corazón, lo sentía latir despacio, sereno, lleno de confianza por estar con una persona que apreciaba todo de él, hasta las diminutas quemaduras en sus manos —Hace un par de días compre algo para ti.
El menor abrió los ojos y buscó su mirada en medio de la habitacion que era iluminada por la luz de la ventana, Yoongi no pudo evitar sonreír ante lo hermoso que fue esa simple acción —¿En serio?— él asintió —Pero...¿por qué?
El pelinegro se encogió de hombros, subió su boca hasta llegar a los labios de Jimin y capturó entre los suyos el belfo inferior, mordiéndolo con suavidad, llenándolo de saliva solo para recordar por un breve momento lo que había pasado hace apenas media hora atrás —No hay una razón en específico, sólo creo...que ese regalo representa lo que estamos haciendo justo ahora.
Jimin levantó una ceja, divertido —Vaya, ahora tengo curiosidad por saber qué es— lo acercó a su cuerpo y continuó con el beso húmedo que inició Yoongi. Mañana por la mañana tendría su pálido cuello surcado de marcas moradas y rojizas, evidencia más que palpable del salvajismo que se cargaba su menor en la cama. Estaba seguro que incluso tendría unos cuantos problemas para sentarse. —Ojalá pudiera dormir junto a ti todas las noches, hyung.
Subió su pierna a la cadera del menor cuando sintió que la yema de los dedos de Jimin comenzaron a bajar por la redondez de su trasero, deteniéndose en la unión con su muslo y comenzando a ingresar lentamente por sus nalgas hasta encontrar su ano descubierto —Si durmiéramos juntos todas las noches, no me dejarías descansar— vio el puchero de su menor en los labios y se acercó para besarlo justo en el momento en que uno de los dedos comenzaba a ingresar, abriendose paso por su recto de la misma forma que antes, despacio, con ternura y afecto, solo disfrutando de sentir el contacto íntimo con el cuerpo ajeno.
Jimin no se equivocaba cuando decía que no conocía el descanso en el sexo.
—Preparé sopa— Jimin dejó ambos platos sobre la encimera, como mostrando orgulloso su creación —Y encargué arroz con Kimchi.
Yoongi cerró la puerta de su habitación, el cabello de su menor continuaba mojado, empapando en una minima cantidad el borde circular de la camisa que estaba utilizando. Pero Yoongi se dio cuenta de que algo iba mal cuando notó que Jimin se había quedado pasmado mirando su cuello —Ay, hyung— murmuró con los ojos abiertos, sorprendido —Yo...lo siento mucho.
El pelinegro ladeó la cabeza, sin entender a qué se refería, pero cuando el menor subió su mano hasta el cuello, intentando decirle mediante señas lo que pasaba, Yoongi no pudo hacer más que bajar la mirada y avergonzarse, entendiendo que Jimin hacía referencia a la cantidad abundante de moretes que habían en el lugar. Él los había visto en el espejo cuando ingresó al baño para ducharse, en su piel blanca, aquello era lo que más relucía, ni siquiera una buena base sería capaz de ocultralos.
—No te preocupes. Irán bajando de tonalidad con el pasar los días— le restó importancia con un movimiento sutil de manos y se acercó a la cocina, rodeando la encimera para llegar a Jimin.
—Eso lo sé, pero...¿mañana irás a la universidad así?
—Sí ¿cuál es el problema?— Yoongi sonrió divertido al notar que su menor aún no era capaz de dar crédito a lo que veía. Hoseok nunca profanó su cuello de esa forma, para él tambien era sorprendente.
—Que me voy a sentir responsable.
—Carga con la culpa, aunque desear a la persona con la que sales, no es ningún pecado— acarició con su mano desocupada la mejilla de Jimin y dejó un beso sobre sus labios, mirando con adoración como los ojos castaños y vivaces se volvían dos medias lunas muy hermosas. Sacó de su espalda la pequeña cajita de joyería cuadrada en la que llevaba el regalo, era morada con una cinta plateada a su alrededor, la chica de la tienda científica tenía buen gusto para esas cosas. —Quiero que la abras antes de que te vayas.
Jimin la recibió entre sus manos surcadas por diminutas quemaduras con ojitos brillantes, llenos de emoción y felicidad, quitó la cinta plateada que la cubría, dejándola sobre la encimera. Recorrió con sus dedos la tapa morada, y al ver la impaciencia en el rostro de Yoongi, finalmente se decidió a quitarla. Ahí dentro estaba la cadena de latón cubierta con una fina capa de plata, Jimin abultó sus labios y lo miró con ojos de cachorro.
Estaba feliz, Yoongi lo veía feliz ¿podía pedir algo más hermoso, que ver a la persona que le gustaba, ser feliz?
—Esto...— Jimin la tocó con sus dedos —¿Sabes...lo que es? ¿Lo que representa?
Yoongi asintió —Es una hormona llamada oxitocina, sé que tú sabes que función tiene en el cuerpo humano, no necesito decírtelo.
Jimin soltó una pequeña risa —Sí— sacó el colgante de la caja y lo admiró embobado por lo bien ilustrada que estaba —Esta hormona está relacionada con el placer y el afecto. Durante la relación sexual -si es placentera- se libera una gran cantidad de oxitocina, ella actúa sobre el cerebro, incrementando la complicidad, el afecto...y la confianza.
Confianza, algo tan importante en una relación, pero tan escazo a la vez, quizás ahí radicaba el secreto de todo, quien logre conseguirla y obtenerla, jamás debe soltarla.
Yoongi le devolvió la sonrisa, asintiendo con la cabeza. Mientras buscaba el regalo, la chica de la tienda le dio esa misma definición —Es lo que sentí contigo en la noche, Jimin— tomó la cadena entre sus manos y lo miró sugerente, pidiéndole permiso para colgarla en su cuello —Me gustaría que la lleves para que siempre recuerdes que todo esto es lo que siento por ti. Nunca había tenido un amor tan bonito con alguien.
Su menor se dio la vuelta y dejó que Yoongi uniera las dos puntas de la cadena en la parte inferior de su nuca, cuando ya estuvo hecho, el pelinegro se vio envuelto en los brazos de Jimin, sintiendo nuevamente aquel aroma masculino, la firmeza de su torso y el calor tan placentero que se instalaba en un pecho cada vez que Jimin lo abrazaba con fuerza, depositando todo su ser en lo que ambos estaban construyendo —No tienes idea de lo feliz que me hace saber eso, hyung— Yoongi sonrió dichoso al sentir los labios de Jimin besarle la mejilla repetidas veces.
No importa que tan marcado esté su cuello, da lo mismo si algunas personas los miran mal por ser dos hombres tomados de la mano, no importa que Haneul no esté presente en su vida para contarle sobre lo enamorado que se encontraba de otro hombre. Jimin era todo lo que necesitaba por ahora, y eso estaba bien, por el simple hecho de que se sentía feliz.
Datazo
La oxitocina dura en el cuerpo unos tres minutos, pero sus efectos lo hacen hasta tres horas, de ahí viene el viejo mito -que resulta no ser un mito- de que practicar sexo por las mañanas ayuda a prepararte para disfrutar de un buen día.
Les presento a la hormona en versión cadena.
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