09| Mediante el sexo 🧠 🔞
—¡Hyung!— gritó Hoseok desde la puerta de entrada —Te llegó correspondencia— le dijo mientras veía el nombre de la carta que el repartidor le había entregado hace unos minutos.
—¿Entraste a mi correo electrónico?— le preguntó Yoongi desde el interior de su habitación, se estaba colocando unos cómodos pantalones cortos y una camisa holgada, preparándose para leer tres informes que le darían la base para su primer proyecto que había enviado el profesor de Marketing,
Hoseok la dejó sobre la mesa —No. Son cartas, de esas escritas a mano -tenía el leve presentimiento de que a su hyung no le agradaría saber de quién eran esas cartas. Hace años que no tenían noticias de esa persona.
Yoongi abrió la puerta y asomó la cabeza —¿Quién carajos sigue enviando cartas de papel?
Su amigo se pasó una mano por el cabello y suspiró —Tu madre.
El rostro del pelinegro perdió toda expresividad y un aura sombría lo cubrió. Su progenitora nunca fue un ejemplo a seguir para él, no estuvo presente en su infancia, y lo abandonó justo en su adolescencia ¿por qué le escribía ahora?
—Rómpelas— le dijo, volviendo a entrar a la habitación y buscando en el cajón de su cómoda el pote de lubricante que había comprado hace un par de días atrás —No quiero leerlas.
Cuando volvió a salir y se enfrentó a Hoseok, Yoongi vio la duda en el rostro de su amigo, entendiendo de inmediato que trataría de convencerlo —Hyung...tal vez sea algo importante.
—Hobi...
—Sé que odias hablar de este tema— le interrumpió, tomó la carta en sus manos y la examinó por todas partes, el sobre era totalmente blanco, solo tenía la postal y el nombre del remitente —Pero algún día tendrás que enfrentarla.
Yoongi se acercó a Hoseok y escabulló sus brazos por debajo de la camisa de su amigo, intentando abrazarlo y refugiarse en él. De repente, el pene de Hoseok en su interior se veía mucho más interesante que sus estudios, o incluso, que la cartas de su madre. Pero por otro lado estaba Jimin, algo se traía ese sujeto que Yoongi no entendía el porqué se sentiría tan culpable si se acostaba con Hoseok. Quizás estaba confundiendo las cosas y mal interpretando las señales del menor.
_Tendré el valor de leer esa carta luego de que follemos— susurró. Hoseok sonrió ladino y se dio vuelta, tomó a su mayor de las caderas y lo sentó en la encimera sin esfuerzo, la mesa aún no estaba disponible, pues el proyecto de Hoseok seguía ahí. Sus ojos se encontraron y sus bocas se unieron, en menos de un segundo el miembro de Yoongi estaba erecto y húmedo, anhelando atención.
—Está muy mal que intentes deshacerte de tus problemas mediante el sexo— le dijo su amigo, mordiéndole levemente el labio inferior y atacando luego su pálido cuello.
—N-no intento deshacerme de e-ellos— balbuceó Yoongi. Abrió sus piernas y acercó el cuerpo de su compañero aún más —Sólo intento o-olvidarlos por un rato— suspiró embriagado por el placer y el líquido preseminal comenzó a fluir desde la punta de su miembro hasta el final de su ropa interior. Hoseok subió sus manos hasta sus pezones y comenzó a trazar círculos, ejerciendo un poco de presión y con infinita parsimonia.
No supo como pasó, pero en menos de un segundo ya no tenía ropa que cubriera su cuerpo, estaba completamente desnudo y a merced de Hoseok. Yoongi se bajó de la encimera para darle la espalda y dejar su entrada al descubierto.
—¿Estás seguro?— oyó el sonido del envoltorio del condón romperse y asintió, lo que menos necesitaba ahora era pensar, pero sabía que su amigo lo decía por Jimin, estaba equivocado si creía que entre ellos había algo, el menor no lo veía más que como un compañero de universidad —No quiero entrometerme en ninguna relación, hyung.
El pelinegro sintió los dedos del pelirrojo cubiertos de lubricante posarse en su entrada y contuvo el aliento, dejando que empujara hacia adentro y expandiera su cavidad anal todo lo que necesitara —Si e-estuviera en alguna...mh~— mordió su labio y contuvo otro gemido al sentir las leves embestidas que le proporcionaba Hoseok —En alguna relación, no estaríamos haciendo esto, l-lo sabes.
Estiró su cuello hacia atrás y suspiró, el líquido que salía de su miembro goteaba hasta el piso y lo volvía un tanto resbaladizo, Yoongi sonrió atontado por el placer que embargaba su cuerpo, pero cuando los dedos se retiraron y el pene de Hoseok se abrió paso por sus nalgas y llenó toda su cavidad anal de una sola estocada, cuatro de los cinco sentidos que le quedaban se esfumaron por completo, dándole paso únicamente al placer adormecedor y desbordante que le provocaba tener ese trozo de carne en su interior.
—¿Cuándo fue la ultima vez que lo hicimos?— gruñó Hoseok, intentando entrar aún más, siendo consciente de cada sensación que provocaba en su amigo —Estás mas estrecho que otras veces.
Yoongi abrió sus piernas y ladeó su cuello, dándole la libertad al menor de hacer lo que quisiera —Cierra la boca— un movimiento de su trasero fue suficiente para indicarle a su amigo que comenzara con las embestidas.
Esa follada como mínimo le quitaría la tensión por una semana completa.
Yoongi tomó la carta que había quedado olvidada en una esquina de la encimera. Eran las doce de la noche, Hoseok dormitaba en el sillón y él se daba vueltas por el departamento, intentando tomar las fuerzas necesarias para leer ese miserable trozo de papel. Luego de haber tenido sexo, su amigo no quiso hacerlo por segunda vez, insistiendo en que era mejor que se concentrara en esa carta.
Pero Yoongi no podía. Creyó que gracias a la familia Jung ese tormentoso día de su pasado había quedado en el olvido, pero estaba equivocado, el pasado estaba tocando la puerta del lugar donde vivía, justo cuando su vida comenzaba a tomar un buen camino.
Rompió el sello y miró el interior, una sola hoja, portadora de dolor y angustia. Reconoció de inmediato la letra, habían pasado siete años desde que la vio escribir por última vez, pero su caligrafía no había cambiado ni en lo más mínimo.
Ya has crecido, Yoongi. A veces sueño con tu rostro y no puedo distinguir tus hermosas facciones, porque ya no eres ese niño de quince años, ahora debes tener...veintidós, todo un hombre.
Nunca fuiste bueno albergando odio en tu corazón, pero sé que lo que hice fue y es imperdonable, por lo tanto no me extrañaría que me odiaras. Ha pasado tanto tiempo, amor mío, dicen que el siete es un número de buena suerte, y también dicen que nunca es tarde para arreglar las cosas que alguna vez rompiste.
¿Qué tan tarde he llegado yo? Después de siete años ¿Mi error tiene perdón?
Aunque no lo creas, me costó mucho conseguir tu dirección, estuve casi dos meses detrás de la señora Jung para que me la diera, esa mujer es más cerrada que una ostra. Intenté conseguir también tu numero, pero no hubo caso.
Espero que aún haya...aunque sea un poco de amor hacia mí en tu corazón.
Con cariño
Min Haneul, tu madre.
Las lágrimas caían a borbotones por sus pequeños ojos, sentía como si millones de elefantes estuvieran pisoteando su corazón sin piedad, no podía mantenerse en pie y estaba a segundos de saltar por el balcón para desaparecer de ese mundo. Pero unos brazos lo rodearon de la misma forma en que lo habían hecho hace siete años atrás, cuando sólo eran unos niños que tenían un amor puro e inocente.
—N-no pue-puedo— tiró la hoja a un lado y llevó sus manos hacia su pecho, presionando en ese lugar e intentando en vano que el dolor desapreciera.
—Si puedes, hyung— Hoseok lo tomó del rostro y le besó la frente —Pudiste una vez, podrás una segunda—. Lo atrajo hacia su cuerpo y dejó que el pelinegro llorara todo lo que fuera necesario. No quería obligarlo a leer la carta, pero sabía que era lo mejor, tarde o temprano su madre terminaría volviendo, pero Hoseok la seguía odiando tanto como el primer día.
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