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39. ¡HEY CAPITÁN!

Denki determinó que si la decisión no era suya, no tenía derecho a intervenir.

Después de tanto pensarlo y darle un millón de vueltas al asunto, decidió que no podía obligar a Shinso a tomar una decisión ni presionarlo para que eligiera rápido.

Decidido mantenerse a su lado silenciosamente en forma de apoyo; sin embargo, aquel elefante rosa en la habitación comenzaba a afectar lentamente la comunicación y la relación entre ambos.

Si Shinso Hitoshi se podía definir como alguien callado y reservado, ahora mismo el chico solo era una tumba con vida. Hablaba menos que nunca y jamás decía lo que pasaba por su mente.

Habían pasado exactamente dos días desde su fiesta de cumpleaños y desde entonces no había dado una respuesta ni una opinión sobre lo que pensaba de aquella carta de aceptación; no sabía si intentaba ignorar el tema o seguía digiriéndolo, pero sea lo que sea, no dejaba de preocuparle.

Monoma tampoco había aparecido en ese par de días y solo gracias a Satori pudo tener noticias sobre el rubio.

Está bien, aunque un poco... ¿como lo explico? — dudó Satori, quien le había llamado para informarle sobre el estado del menor después de que lo fuera a ver cuando abandono la fiesta. Al otro lado de la llamada se pudo escuchar un objeto romperse—. No, no hay palabras para explicarlo. ¿Tristemente agresivo? Creo que esa composición funciona.

— Cuida que no mate a nadie, ¿si?

— Yo me encargo.

— Gracias.

Y desde ese día había recibido breves mensajes del capitán de Ryonan avisándole sobre el estado del rubio pero ningún mensaje ni señal de vida de Monoma.

Para ser honestos, cuando pensaba en la reacción de Hitoshi al saber de su futura vida en Francia, se imaginaba un paisaje menos oscuro.

— Hey, cap — lo llamó.

— ¿Hmn?

— ¿Quieres ir por un helado?

Hitoshi suspiro. Estaban en el patio de la casa del mayor, pero a diferencia de las otras veces, Hitoshi no estaba jugando en su cancha, solo estaba sentado en el escalón frente a la puerta pintando líneas con una tiza sobre el piso.

— Lo siento Den, hoy no...

— Está bien, no importa.

Siguió con la mirada las líneas que dibuja, pensando en lo siguiente que diría.

Sabía que debería de mantenerse ajeno a la decisión de Hitoshi, pero la situación comenzaba a preocuparle.

— ¿Qué es lo que te preocupa?

— ¿Hmn?

— Estas muy callado últimamente. —se sentó a su lado, abrazó sus piernas y miró el cielo pintándose sobre sus cabezas—. Cuando llegaste al vecindario, cuando éramos niños, eras igual de callado; recuerdo que mis padre me decían que era normal que algunos niños no hablaran tanto como yo y que debería de prestar atención por si te sentías incómodo o agobiado cuando hablaba mucho, dijeron que habían condiciones especiales que hacían sentir incómodas a las personas cuando convivían con otros; entonces le pregunté a tus papás si algo así te pasaba y ellos me dijeron que no había nada malo contigo, que solo estabas preocupado; dijeron que era una vida nueva y un comienzo difícil, y que estabas preocupado porque los niños fueran malos contigo, pero después de un tiempo comenzaste a hablar más conmigo y a dejar de ser tan callado con los demás; pero, para ser honesto, justo ahora luces como ese pequeño y asustado Hitoshi, así que se que algo te preocupa.

— Me preocupa todo.

— Wow, que explicito. —bromeó, causando una pequeña sonrisita en ambos.

— ¿Crees que debería de tomar la oferta en Francia?

— ¿Crees que te diría que no?

— No lo se. —se encogió de hombros—. Espero que digas lo que realmente piensas. Tú también has estado muy callado este tiempo.

— Te estoy dando tiempo contigo a solas.

— Pues ya me canse de escucharme. El tipo en mi cabeza es un idiota. —otra vez ambos sonrieron—. Quiero escucharte. Quiero saber que piensas realmente de todo esto.

— Pienso que es una mierda.

— Wow, que explicito.

— Lo aprendí del mejor. —se balanceó un poco y le dio un empujoncito con su hombro—. Pero, hablando enserio, no me gusta para nada todo esto. No me gusta verte tan distante, no me gusta que estes peleado con Monoma, no me gusta pensar que tendremos que separarnos y tampoco me gusta imaginarte al otro lado del mundo; si pudiera pedirte que te quedaras lo haría, pero sé que tu lugar no es aquí; deberías tomar la mejor decisión, sin importar lo que dejes atrás ni cuanto tengas que arriesgar.

Hitoshi guardó silencio por unos segundos antes de su siguiente pregunta.

— ¿Y si me voy que pasará con nosotros?

Si, bien, eso era algo de lo que debían hablar.

— No lo se... —confesó, entrelazando sus manos y recargando su cabeza en el hombro ajeno—. Pero estaremos bien, siempre lo estamos...

— Denki...

— ¿Hmn?

— Sabes que si me lo pides me quedaré.

— Si, lo se... y en verdad quiero pedirte que te quedes, en verdad quiero tenerte a mi lado sin millones de kilómetros separándonos... pero si hay una cosa que quiero más que eso, es que seas feliz, Toshi. Tienes que tomar la oportunidad y triunfar en el mundo.

— Tengo miedo.

— Tengamos miedo juntos. Somos un equipo.

— Mejor que los Vengadores.

— O los Jonás Brothers.

Sonrieron por el nostálgico recuerdo. El cielo se terminó de pintar sobre sus cabezas y Denki supo que las siguientes palabras que soltara podrían ser el empujón oficial que Hitoshi necesitaba para tomar una decisión final.

— ¿Recuerdas cuando estábamos practicando el robo de balón?

— ¿Las primeras semanas que comenzamos a entrenar?

— Si. Hicimos una apuesta, dijiste que si te quitaba el balón podía pedir lo que quisiera. No pude quitarte el balón ni una vez, pero logré quitarte tu helado cuando discutíamos en el parque, así que lo tomamos como una victoria a mi favor... y ahora quiero reclamar mi premio. Lo que quiero, Hitoshi... es que tomes un avión y triunfes en el mundo, sin importar a cuantas millas estemos ni todos los miedos que enfrentemos. Toma tu maleta, aborda un avión y rómpeme el corazón, Shinso Hitoshi; verte brillando en una cancha será mi premio de consolación.

— Den... —por el tono tembloroso de la voz de su novio, supo que no era el único con lágrimas en los ojos.

Hitoshi no pudo pronunciar su respuesta porque estaba seguro que las palabras moriran en su garganta sí intentaba hablar y a Denki no le importo porque no estaba seguro si estaba listo para escuchar su decisión final.

Se mantuvieron en ese lugar, donde empezó su historia y tal vez donde acabaría.

No, no acabaría...

No sabe que sucediera con ellos, pero aquella peculiar historia de amor con balones y conejos no terminaría ahí.

Se negaban a cambiar la coma por un punto, se negaban a trazar una línea entre ellos y romper lo que tanto les había costado formar.

Denki sabe que en un futuro Hitoshi estará en un estadio repleto de personas exclamando con admiración su nombre, y si sus ojos no se detienen en el, estará bien... estará bien porque en algún momento él fue la excepción de Shinso Hitoshi y le basta con saberlo.

Le basta con saber que fue parte de esa infantil y dramática historia de dos corazones latiendo al mismo ritmo.

Y Shinso sabe que en un futuro posiblemente Denki se enamore de una persona que pueda permanecer a su lado e ir a ese hiperactivo ritmo que el chico maneja, y está bien, esta bien porque él lo intentó y lo seguiría intentando si él rubio se lo pide.

Por ahora, le basta con saber que en algún lugar en la habitación de Denki Kaminari hay tres cuartas de confesión con su nombre escrito en el sobre y en su propia habitación hay una pluma de avestruz guardada en un pequeño cajón en un lugar especial. Le basta saber que tuvo en sus manos el corazón de Denki tanto como el niño tuvo el suyo.

Y solo les queda esperar, esperar a que ese cronómetro que empezó a correr desde que el sobre fue abierto llegue a su final y una dolorosa y dramática despedida se lleve a cabo en el aeropuerto.

Ahora, con el ruido del reloj imaginario en sus mente, evitan pensar en el futuro y en lo desgraciadamente mal que todo puede salir.

Así que se mantiene uno junto al otro, aferrándose a sus manos entrelazadas y pidiendo silenciosamente un minuto más de su compañía.

Solo un minuto más...

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