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34. ¡HEY, CAPITÁN!

Monoma intentó ocultar su risita cuando Hitoshi casi choca con un casillero detrás de él. Satori lo miró con reproche y el rubio le regresó la mirada demasiado divertido con la situación, cuando regresaron la mirada al frente, Hitoshi ya había chocado con su propio casillero.

— Bien, ¿sabes que? Nosotros nos encargamos de limpiar aquí, tu resuelve tus asuntos. —le dijo él peligris, escuchando a Neito deshacerse en carcajadas.

— Si, Toshi, ya te mataste suficientes neuronas por hoy, déjanoslo a nosotros.

— ¿Seguro que pueden?

— No es nada nuevo, anda, ve con Denki que te está esperando afuera.

Shinso suspiro rendido.

El torbellino de emociones en su interior le impedía concentrarse en cualquier cosa que hiciera y gracias a ello ya se había llevado un par de buenos golpes y un montón de fotos vergonzosas que seguramente Monoma usaría más tarde para burlarse de él.

Le agradeció a ambos chicos y tomó su mochila para colgarla en uno de su hombros y salir en busca del chico rubio que lo esperaba en la entrada del colegio.

— ¡Si no regresas siendo hombre casado ni se te ocurra regresar! —le gritó Monoma. Ha decir verdad, el humor de su amigo le ayudaba ha quitarse un poco los nervios.

— Perdón por tardar, no quería hacerte esperar. —se disculpó al llegar con Denki. El rubio lo miró con una sonrisa que oscilaba entre comprensible y nerviosa y le murmuró un breve "no importa"

Ambos sabían que esa noche no podían regresar a sus casas sin sacar todo lo que sus pechos guardaban; sabían que deberían exponer sus sentimientos y dejar todo en claro para que sus almas estuvieran tranquilas y esa cursi manía de revolotear uno alrededor del otro terminara y al fin pudieran estar juntos.

Denki sabía que Hitoshi se iría del país y el pensamiento aún le dolía, pero aún cuando la melancolía y el miedo oprimiera dolosamente su corazón, debería centrarse en ese momento y disfrutarlo.

¿Acaso no había esperado tanto para esto?

¿Estar con el chico que le gusta y corresponde a sus sentimientos no debería sentirse diferente?

¿Por qué de repente la melancolía regresaba a él?

Tal vez por verlo jugar y recordar que su lugar no es aquí, se respondió a sí mismo, sintiéndose aún peor con la sinceridad de la respuesta.

— ¿Estas bien?

— ¿Eh? ¡Oh, si! Lo siento, solo estaba pensando en algo.

— ¿Entonces podemos irnos?

— ¿Monoma y Satori no vendrán?

— Se quedaron arreglando unas cosas en los vestidores.

— ¿Te das cuenta que los dejaste solos?

Los ojos de Shinso se abrieron cual plato por el descubrimiento, pero antes de que pudiera dar media vuelta Kaminari lo tomó del brazo y comenzó a caminar hacia la dirección opuesta.

Ya después le cobraría el favor a Monoma.

— Eres un hermano sobreprotector, ¿lo sabias?

— No lo soy.

— Claro que si. Quieres correr para evitar que el lobo se coma al cordero, pero esa serpiente oxigenada no es ningún cordero indefenso. Creeme, Toshi, Monoma puede cuidarse solo.

— No estoy evitando que nadie se coma a nadie... Dios, que horrible sonó eso.

— Muy horrible. —concordó, soltando una risita siendo seguido por Shinso quien ya se había rendido a su agarre y había comenzado a caminar en su misma dirección sin quitar la mano que rodeaba su brazo—. A lo que quiero llegar es que aveces llegas a cuidarnos demasiado.

— ¿Y eso es malo?

— No, de hecho es lindo... pero deberías dejarnos caer algunas veces.

Una extraña tristeza invadió el pecho de Denki, no quería ponerse melancólico en un momento tan emocionante como este, pero su mente le estaba haciendo una mala jugada.

— "No siempre estaré para ti" eso suele decir mi mamá. Ella me deja cometer muchos errores ¿sabes? Y eso no la hace mala madre.

— Si puedo evitar algunas cosas prefiero hacerlo.

— Eso está bien... pero prefiero caerme ahora que estás tú conmigo que hacerlo cuando me encuentre solo.

— ¿Y por qué deberías encontrarte solo?

Un nudo se formó en la garganta dé Kaminari.

Estaba seguro de que en cualquier momento se echaría a llorar.

— No lo se, el destino es incierto.

— El destino me ha llevado a ti desde los siete años, desde que rompiste mi ventana con tu patín de pokemon hasta que saltaste la cerca de mi patio en busca de ayuda por una apuesta. El destino a decidido nuestros caminos por mucho tiempo, creo que es hora de que yo participe un poco y decida a donde quiero llegar... y quiero llegar a ti, así que no te preocupes, porque jamás te encontrarás solo.

Su mano tembló sobre el brazo de Hitoshi y su vista se nublo por las lágrimas que comenzaban a reunirse en sus pupilas.

Estaba arruinando el que debería de ser el momento más mágico de su vida.

— Toshi...

Shinso lo miró sorprendió y preocupado por el repentino tono roto de su voz. El nudo en su garganta dolía y solo parecía ajustarse cada vez más con cada palabra que pronunciaba.

La apuesta, la preocupación, las mentiras y todo el estrés se habían convertido en una peligrosa bomba que llevaba mucho tiempo retrasando su inevitable explosión. Hitoshi tenía razón, si seguía escondiendo sus sentimientos terminaría aplastado por ellos.

— Estaré bien ¿sabes?... Monoma y yo lo estaremos. Siempre parece que nos mataremos si no estás en la habitación y a veces damos la impresión de ser dos rubios mentalmente inestables y complicados que solo tú logras entender, pero... si alguna vez, debes decidir entre nosotros o el mundo frente a ti... no lo dudes, simplemente toma tus cosas y déjanos atrás, estaremos bien ¿si? Podremos sobrellevarlo.

— Denki...

El mencionado cubrió su rostro; las lágrimas habían comenzado a resbalar por sus mejillas y se sentía patético al no poder controlar sus emociones. Además, estaba seguro que frente a los ojos de Hitoshi lucia como un maniaco por llorar por algo que el no entendía.

Era realmente patético.

— Hey, Den... —sintió al mayor dar un paso hacia él y quitar sus manos de su rostro. Denki se prohibió mirarlo a los ojos—. Te mentiría si te dijera que entiendo algo de lo que dices, pero para ser sincero, tu hiperactivo cerebrito siempre va a una velocidad que no puedo comprender... así que perdóname por no poder responder lo que quieres oír.

— L-lo siento, lo siento tanto, no se supone que esto debería pasar. Se supone que debería ser un momento especial para nosotros.

— Estar contigo ya hace especial todo, Den.

— Pero-

— No llores, por favor. —le pidió, limpiando una de sus lágrimas—. No pienso besarte cuando estás a punto de morir de tristeza.

Denki soltó una risita pequeña y rota ante el recuerdo de la primera vez que esa oración fue pronunciada, limpio con el torso de su mano las lágrimas que se negaban a parar y decidió bromear un poco con al situación para amenizar el ambiente.

— ¿Ahora si lo harás, o me dejarás esperando otros seis años?

— ¿Acaso me estás reclamando?

— Es más como un regaño discreto.

— ¿Y ahora esperas que te bese?

— Oh, Dios, no. Me veo horrible, ni siquiera he podido dejar de llorar y acabo de lucir terriblemente patético frente a ti cuando se supone que-

Y Shinso lo besó.

Ignorando cualquier petición y pensando que no había forma en que Denki Kaminari luciera mal, se inclinó hasta la altura del menor y cerró cualquier centímetro de distancia que pudiera haber entre ellos.

Su parloteo fue silenciado por los labios ajenos, las lágrimas se perdieron entre la unión de sus bocas y el miedo fue expulsado en forma de suspiro sobre aquel primer beso.

Un tacto inocente y profundo que los hizo temblar a ambos, un beso donde las lágrimas de Denki marcaban caminos saldos y húmedos por sus labios y donde los corazones latían a una misma velocidad en sus pechos.

La mano de Hitoshi viajó a la mejilla ajena, desapareciendo los pocos milímetros que pudieran existir entre ellos y jurándole en silencio convertirse en la excepción de su vida. Convertirse en una relación que no estuviera destinada al fracaso y convertirse en la excepción de un amor adolescente tonto y burdo.

Y también convertirlo en su excepción.

Le juro, que cuando tuviera un estadio completo mirándolo, sus ojos solamente se detendrían en el; la única persona que le aceleraba el corazón, le regalaba conejos en forma de declaración y raptaba gatos de su habitación.

Juro, sobre los labios de Denki, que mientras él viviera jamás se tendría que enfrentar a las cosas por si solo.

Porque eran el mejor equipo del universo y quería que lo siguieran siendo por el resto de sus vidas.

Y si aquello no quedaba claro con ese beso, no le molestaría repetirlo hasta que el hiperactivo cerebrito del rubio lo entendiera.

No comprendía de donde había nacido el repentino temor del chico a quedarse solo, pero mientras él estuviera ahí, Denki siempre tendría a alguien con quien acudir.

Cuando se separaron y se miraron a los ojos tímidos y emocionados, ambos entendieron que las palabras sobraban en ese momento, así que se volvieron a acercar y reclamaron los labios ajenos como su propiedad por segunda vez.

Denki puede jurar que la expresión "mariposas en el estómago" se queda corta a comparación de todo el revoloteo que siente en su estómago cuando Shinso lo besa; se siente cómodo y seguro cuando sus manos toman su mejilla para inclinarlo un poco y guiarlo en el beso; se emociona cuando siente al mayor suspirar y se para en las puntas de sus pies cuando su cintura es reclamada por la mano ajena.

Hitoshi, no muy lejos de sentirse igual, se siente como un desquiciado ante la necesidad de tener cerca a Denki, hacerle saber que está ahí y no se alejará en un buen tiempo; no puede evitar suspirar sobre sus labios cuando la pequeña mano vieja a su nuca y lo atrae hacia él, y sonríe cuando siente al menor temblar bajo su tacto y sus acciones.

Y entienden que son dos adolescentes estúpidamente enamorados y perdidos el uno por el otro.

Y les gusta serlo.

Quieren serlo.

Se permiten perderse en sus momento por un par de minutos más, sin importarles las personas que pudieran verlos o el camino a casa que los esperaba.

Cuando por fin deciden darle un descanso a sus pulmones, se separan y se miran otra vez, como si aquello no hubiera sucedido apenas unos minutos atrás.

Pero esta vez sonríen; con el mismo nerviosismo y alegria que solo un par de tórtolos enamorados podían sentir.

Denki decide hacer acopio de sus últimos restos de valentía y toma la mano de Hitoshi, entrelaza sus dedos y comienza a caminar a donde se dirigían desde un principio.

Esta vez van a volver a sus hogares con las manos unidas y los corazones desbordando en alegría.

Y Denki sabe que dolerá decirle adiós a Hitoshi en un futuro, pero por ahora solo quiere enfocarse en su presente y pasar el resto de los días que le quedan junto a Shinso como la pareja más empalagosa y cursi que el mundo pudiera presenciar.

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