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33. ¡HEY, CAPITÁN!

Kazuma contuvo la respiración mientras otra canasta era encestada.

Ya perdió la cuenta de cuántas canastas ha metido el equipo rojo, pero es más que obvio que la UA lleva la desventaja y hasta ahora el título de perdedores.

El reloj marca los últimos minutos y el equipo de Shohoku no parece ni un poco cansado; todos tienen la mirada brillando en adrenalina y la confianza en que su capitán los llevará a la victoria.

Su capitán...

Shinso Hitoshi parece adueñarse de la cancha apenas pisa el gimnasio. Vuelve la cancha su terreno y a sus oponentes sus presas.

Dios, ¿que hacía ese chico jugando en una pequeña prefectura y por qué aún no estaba dominando las grandes ligas?

El balón vuelve a caer en las manos del pelivioleta y este no tarda en pasarlo por el aro rival; las gradas que deberían de estar apoyando a su escuela se desasen en gritos de victoria y emoción.

Otra cosa que hace Shinso Hitoshi es ganarse la atención de los espectadores sin esfuerzo alguno. El partido está por terminar y no hay par de ojos que no se hayan posado al menos por un minuto entero sobre el alto chico de uniforme rojo.

Pero, aún con miles de personas observándolo, los ojos de Hitoshi solo se detenían en una persona.

Denki Kaminari.

Para Hitoshi, no había nadie más que el niño rubio de brillantes ojos en ese gimnasio.

Denki celebra sus victorias y le grita frases alentadoras cuando falla; Monoma a su lado se burla de lo "cursi" que es y luego Kaminari lo empuja un poco para que el rubio choque con Satori y pueda burlarse de él.

Shinso se permite reír un poco de esa escena antes de volver con su equipo.

Faltaban quince minutos para que el partido terminara oficialmente y después de eso la apuesta quedaría enterrada como un mal recuerdo.

La amiga de Denki estaría bien, el niño rubio no tendría que sofocarse en angustia y preocupación, ellos podrían iniciar algo y tener una tonta y cursi historia de amor adolescente.

Realmente querían eso.

Querían ser dos chicos viviendo su primer gran amor sin importar como es que su historia comenzó.

Y cuando terminará ese estúpido partido lo serían.

— ¿Quisieras hacer un jodido bloqueo bien? —gruñó Kazuma, completamente enojado por no poder darle la vuelta al marcador aún con el tiempo encima.

Su compañero de equipo retrocedió asustado y el resto de los jugadores lo miraron con distintas expresiones. Comenzaba a parecer un loco.

— Aparte de idiota, mal perdedor. —se burló Monoma desde su asiento viendo como ahora el capitán de la UA peleaba con otro de sus compañeros.

— Ha presumido ser el mejor y ahora está siendo destrozado frente a su propia escuela. Esta desesperado. —concordó Satori.

— Es su culpa por ser tan fanfarrón. —murmuró Denki, jugando con una pequeña pelota de espuma en sus manos. La había tomado prestada del cuarto de Hitoshi el día anterior y jugar con ella era lo único que parecía amortiguar un poco sus nervios.

— Si, ahora mismo no puede-

La voz de Satori quedó en segundo plano cuando un montón de abucheos comenzaron a inundar el gimnasio. Los chicos regresaron rápidamente la vista a la cancha donde un colérico Kazuma peleaba con el equipo contrario mientras sus compañeros intentaban detenerlo para que no golpeara a nadie.

Sin embargo, no tardó demasiado en deshacerse del agarre ajeno y arrojarse violentamente a la primera persona que tuvo enfrente.

Dado que era un partido informal y hasta cierta parte prohibido, no hubo ningún adulto para detener al chico a la hora que se abalanzó y tiró a Hitoshi con intención de golpearlo.

El estadio completo se llenó de gritos y abucheos cuando Kazuma soltó el primer puñetazo, afortunadamente antes de que pudiera soltar otro más, Arima e Inasa se encargaron de quitarlo de encima de su capitán.

Shinso, aún desconcertado por lo rápido que había sucedido todo, se intentó incorporar con la cabeza dándole vueltas y la mejilla adolorida por el golpe.

Denki realmente no sabe cuando fue que salió de las gradas ni cuando llegó a la cancha, pero en un parpadeo ya se encontraba corriendo hacia Hitoshi y arrodillándose frente a él para observar el color rojo tornarse en la zona golpeada.

— ¿Estas bien? ¿Te duele mucho?

— Estoy bien. —contestó, notando el dolor en su mandíbula.

Los gritos seguían inundando al público, los equipos discutían entre ellos y el reloj que marcaba el tiempo del partido seguía corriendo.

— ¿Puedes pararte? ¿Quieres que vaya a buscar ayuda?

— Den, enserio estoy bien.

— ¡Te acaban de golpear, Hitoshi!

— ¿Y si se me deforma el rostro te dejare de gustar?

La pregunta sonrojo las mejillas del menor y causó una risita en el mayor.

Kaminari maldijo en su mente lo linda que era la sonrisa del chico y lo jodidamente mal que estaba por no tomarse en serio la situación.

Entonces, su extraño cerebro le dijo que la mejor opción era arrojarle la pelota de espuma a la cara, de cualquier forma, ¿no podría estar más golpeado de lo que ya estaba, verdad?

Todo el estadio se quedó en silencio cuando la pequeña pelota golpeó el rostro del jugador.

El mundo pareció paralizarse por unos segundos.

¿Acaso ese mocoso se atrevió a golpear al capitán del gran equipo de basketball?

¿Quien se creía para hacer eso?

— Esto se pondrá feo... —murmuró una chica, acercándose más a su compañera en busca de algún tipo de seguridad.

— Idiotas. —se burló Monoma a su lado, con los ojos brillantes y la sonrisa divertida.

— ¿Pero que-?

Y ante la mirada sorprendida de todos, Shinso Hitoshi, el capitán del mejor equipo en toda la prefectura, comenzó a reír.

Sonreía como jamás lo había hecho, reía como si no le hubieran golpeado la cara con una pelota de juguete y como si a dos metros de ellos no estuviera sucediendo una disputa entre dos equipos enemigos.

Nadie jamás había pensado en lo melódica que era la risa de Hitoshi, pero tampoco se habían percatado de lo bonita que era la sonrisa del niño rubio frente a él.

Y todos se percataron, que aunque se encontraban en mitad de un gimnasio repleto, justo en ese momento parecían estar solos ellos dos.

— Hey, capitán. —lo llamo Denki cuando sus risas cesaron—. Levántate y acaba este partido, aún me debes una declaración.

— ¿Basta si te digo que eres la persona con la que quiero pasar el resto de mi vida?

— Bastará si me lo dices cuando el partido termine.

— Trato hecho.

Con ayuda del rubio se puso de pie, sacudiendo el polvo de su uniforme y pidiéndole a su equipo que terminaran el juego de manera limpia.

En el reloj solo restaban siete minutos y era imposible que Kazuma volteara el marcador a su favor en tan poco tiempo, pero aún así su equipo lo apartó para que se tranquilizara un poco y pudieran seguir con el juego.

— Espera, ¿como llegaste tan rápido hasta aquí? —le pregunto Hitoshi a Denki, notando que el rubio no había tardado prácticamente nada en llegar hasta él después del golpe.

— Los misterios del amor, Hitoshi. Hay padres que mueven autos por sus hijos, yo me teletransporto por mi novio.

— ¿Novio?

Las mejillas de Denki se tiñeron al notar la palabra que había usado.

¡Le había llamado novio cuando ni siquiera habían hablado correctamente del tema!

¡Le había llamado novio cuando no lo eran!

— ¡Oh, Dios! —cubrió su rostro, escuchando la risita divertida del chico a su lado—. Olvídalo, olvídalo. Lo siento, que vergonzoso fue eso.

Sin descubrir su rostro, sintió los brazos de Hitoshi rodearlo y su sonrisa sobre su frente.

Maldito, se estaba divirtiendo con eso.

— No te avergüences, está bien, solo te me adelantaste.

Denki estaba seguro de que su dignidad no podía estar más pisoteada en ese momento, cuando estaba por inventar una excusa para escapar de vuelta a su lugar entre el público, sintió la mano de Hitoshi entrelazarse con la suya.

— La otra noche te dije que no te besaría si estabas a punto de morir de hipotermia, —recordó— pero hoy es un día soleado, así que no creo que haya problema con eso.

— Toshi...

— Volvamos a casa juntos, ¿si, Den?

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