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31. ¡HEY, CAPITÁN!

Cuando Denki ganó el balón después de que fuera arrojado al aire se sintió victorioso, recuerda que Hitoshi le había enseñado cómo usar su condicion física para tomar ventaja y justo ahora esas enseñanzas parecían rendir frutos.

Cuando el partido estuvo empatado con cinco canastas cada uno, Kaminari no pudo evitar sentirse satisfecho consigo mismo, pues aún cuando no hubiera diferencia de puntaje había logrado encestar correctamente cinco canastas y no había cometido ninguna falta que tuviera que ser penalizada.

"Tendrás la opción de dar pelea"

Eso le había dicho Hitoshi una vez y ahora veía reflejadas esas palabras en la cara de frustración del idiota frente a él.

En las gradas todo el público se mantenía atento; sus amigos le gritaban palabras de aliento y los jugadores de las escuelas rivales no separaban ni un minuto la vista de la cancha; Monoma había desaparecido en algún momento del partido y Denki juraba que si se había ido a imprimir camisetas con su cara de ratón asustado al empezar el juego, lo golpearía con el balón.

Aunque al principio solo se encontraban un par de miembros del equipo de basketball de la UA, ahora todos los jugadores estaban ahí viendo la batalla protagonizada por su capitán y un novato cualquiera, lo cual no hacía más que enfurecer al mayor.

Denki se había mantenido increíblemente tranquilo durante el partido, los nervios no lo habían traicionado y aún recordaba todo lo que aprendió con Hitoshi, desde como botar el balón hasta como hacer una finta. Tal vez que Shinso guardara sus nervios por el si le había servido, debería de hacerlo más seguido.

— ¡Vamos Denki, bloquea! —le gritó Arima después de que el capitán anotara la sexta canasta.

Kaminari no era precisamente el ser más alto y habilidoso del mundo, bloquear se le daba fatal y tomando en cuenta que estaba jugando contra un capitán de equipo no podía comparar su habilidad con la suya, es por eso que su plan se basaba en evitar que tomara el control del balón y que pasara a su lado de la cancha, sin embargo ahora con el balón en su poder y la séptima canasta anotada Denki comenzaba a sentirse acorralado.

Tuvo la suerte de quitarle el balón por unos minutos pero el jugador se lo volvió a robar y antes de notarlo la octava canasta estaba siendo anotada.

Miró a su alrededor en busca de alguna señal que le diera una pizca de falsa seguridad, pero con lo único que se encontró fue con el semblante preocupado de Inasa y Arima y los rostros serios y concentrados de los capitanes de Shohoku y Ryonan; también pudo notar que Monoma había vuelto de quien sabe dónde y que miraba con horror el nuevo marcador.

Regresó su vista a su contrincante, obligándose a mantener la calma y terminar el partido al menos con un par de canastas más a su favor.

Se adelantó un poco, miró al idiota a los ojos y justo cuando cambió de mano el balón se lo arrebató, corrió -botándolo - hasta la canasta contraria y tras un intento fallido anotó su sexta canasta.

Cuando estaba por anotar la séptima, Kazuma bloqueó y tomó el balón dando por terminado el partido con sus dos ultimas canastas ganadoras.

Denki se sintió repentinamente mareado.

Él había perdido la apuesta y Kazuma había ganado.

Los primeros segundos después de la décima canasta anotada por el capitán del equipo nadie reaccionó, incluso Kaminari tardó en procesar lo que estaba pasando, pero apenas el público lo entendió todo el gimnasio se lleno en vítores, sin saber a quien realmente estaban aplaudiendo pues mitad del partido habían apoyado al novato en la cancha.

El rubio se sintió mareado y aturdido. La sonrisa en el rostro de Kazuma le provocaba náuseas y saber que había fallado le hacían querer hecharse a llorar ahí mismo.

— Bueno, quisiera decir que fue un placer jugar contigo, pero eres una maldita rata escurridiza, Kaminari, no fue nada placentero compartir cancha.

— Y-yo...

— ¡Hey, idiota con cerebro de aire! La marca "rata eléctrica y derivados" está registrada bajo mi nombre, así que no te atrevas a llamarlo así, busca tus propios insultos. —intervino Monoma con Satori a su lado. El capitán de Ryonan parecía listo para saltar ante cualquier altercado hacia los rubios.

— Como sea. —miró mal al menor de ojos azules—. Kaminari y yo tenemos un trato en el que no te puedes meter, rubiecito.

— Yo me meto en donde quiera. Idiota.

El capitán de la UA estaba por dar un paso, pero el gruñido de Satori lo detuvo en seco. Fulminó a todos con la mirada y se dio la vuelta.

— Te espero en el casillero, Kaminari.

— Si...

Cuando Kazume se alejó sus amigos no tardaron en aparecer, felicitándolo por dar un buen juego y repitiéndole lo genial que se vio en la cancha. Denki les agradeció fingiendo una sonrisa y sintiéndose mal cuando Mina lo abrazó diciéndole que estaba orgullosa de ser su mejor amiga.

— ¡Te traeremos una soda, debes de estar sediento! —dijo Kirishima.

— No, idiota, ahora es un atleta, no puede tomar soda, debe ser algo más sano, como un Yakult —le dijo Sero.

— ¿Y si mejor le compramos una leche chocolatada? —preguntó la chica—.Escuche que te ayudan a crecer.

— Agua, idiotas, lo único que necesita es agua. —intervino Bakugo.

— Ah, si, eso suena más lógico.

— ¿Entonces la leche no?

— No preguntes cosas tontas, bola de chicle.

— Oye, nos seas grosero.

Y entre peleas y bromas sus amigos se alejaron en busca de la bebida.

Denki notó que los miembros del equipo de la UA ya no estaban ahí y seguramente ya lo estaban esperando en el casillero.

— Todo estará bien. —le repitió una voz que enseguida reconoció.

Apenas visualizo a Hitoshi se arrojó a sus brazos, conteniendo las ganas de llorar y golpearse a sí mismo.

— Lo eche todo a perder. Perdí la apuesta; te hice perder el tiempo enseñándome a jugar y ahora...

— Den, tranquilízate, encontraremos una solución, todo estará bien. Te lo prometí ¿no?

— Si, pero...

— Entonces confía en mí.

Kaminari asintió, separándose y mirando hacia el piso sin atreverse ha afrontar la realidad.

— ¡Felicidades rubio! —le dijo Arima, abrazándolo por los hombros—. Le diste una buena lección a ese idiota.

— Cualquiera que te viera dudaría que fueras un novato. —apoyo Inasa.

— ¿Sabes, Denki? Si te aburres de buscar ardillas en terrenos de la UA, no creo que a Ryonan le moleste tenerte en su equipo. —le dijo Satori.

Denki sonrió. Su pecho aun dolía por la reciente derrota, pero el apoyo de todos sus nuevos y viejos amigos le calentaba el alma de una forma inexplicablemente cálida.

— Gracias chicos, enserio gracias por todo. —suspiro—. Me gustaría quedarme, pero debo de ir a resolver un último asunto con Kazuma.

— Está bien, estaremos afuera evitando que tus amigos te compren un batido de doritos y pizza. Esos chicos tienen una rara idea de lo que significa saludable.

— Yo los veré después, acompañaré a Denki.  —dijo Hitoshi.

Antes de que pudiera negarse, Shinso y Monoma ya estaban caminando a su lado.

— Por favor, cuando abran el casillero pon una cara épica, no pude tomar una buena foto del partido.

— ¿Dónde estuviste todo el partido?

— Por ahí.

— ¿Con tu amor secreto?

Podría estar muriendo de nervios pero ni de loco dejaría pasar la oportunidad de molestar a Monoma. Al escuchar el gruñido de Shinso y ver las mejillas rojas del rubio supo que había ganado.

— Callate, cargador portátil.

— Fue tu culpa, pero ¿como- ?

— Pensé que te habías ido. —la voz de Kazume le causó un escalofrío, el chico seguía con una sonrisa en su rostro, a lo lejos sus compañeros ya lo esperaban delante del casillero.

— Hagamos esto rápido ¿quieres?

— Como quieras. —se encogió de hombros y los cuatro terminaron de caminar los metros que los separaban del locker.

— La contraseña. —le dijo un chico de cabello negro al capitán entregándole un papel con unos cuantos números anotados.

Sin borrar la estupida sonrisa Kazuma tecleo cada uno de los números en el casillero y después de un ruidito de aceptación la puerta se desbloqueó.

Kaminari quiso irse, pero la mano de Hitoshi entrelazada con al suya le obligaron a quedarse.

Kazuma terminó de abrir la puerta para reclamar su premio.

Denki estuvo seguro de que sus neuronas dejaron de funcionar cuando la puerta del casillero se abrió.

El celular por el que habían hecho toda la apuesta y que contenía las comprometedoras fotos estaba nadando dentro de una lata de soda de cereza.

La misma lata con la que Denki había brindado ayer y que Monoma le robó.

— Sip, me haré una camiseta con esta escena.

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