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30. ¡HEY, CAPITÁN!

Estaba nervioso.

Muy, muy nervioso.

El gimnasio estaba casi lleno, los alumnos hablaban emocionados entre sí y había unos cuantos apostadores clandestinos que aprovechaban la oportunidad para hacer negocios.

Wow, como le encantaría llevar sus converse favoritas para al menos fingir algo de seguridad, pero si había aprendido algo durante el tiempo practicando con Hitoshi era que las deportivas blancas que calzaba ese día eran más seguras y cómodas al estar en la cancha.

Una cancha imponente comparándola con la del patio trasero de Shinso.

Dios, ¿como Hitoshi era capaz de pararse ahí, bajo la mirada de todos, y no morir de los nervios?

El aún no había entrado en el gimnasio y ya quería salir huyendo.

— ¡Rubio número dos! —Denki giró reconociendo la voz.

Arima, Inasa, Satori y Shinso se acercaban hacia él, todos con el uniforme de sus respectivas escuelas y señales de haber corrido hasta ahí, aunque bueno, esos cuatro eran más deportivos de lo que Denki lo fue en toda su vida, por lo cual no había mucha diferencia.

— Hola chicos. —saludo cuando estuvieron frente a frente —. No sabía que vendrían.

— De alguna forma nos enteramos y decidimos venir ha apoyarte. —contestó Arima—. Aunque será extraño estar en las gradas y no en la cancha.

Todos asintieron, al parecer todos concordaban que su terreno era la cancha y no los asientos al otro lado de ella.

— Si, los rumores corren rápidamente entre los capitanes. —explicó Satori—. Hace un par de días alguien me informó que un novato había retado al capitán del equipo de la UA a un partido, cuando me enteré que fuiste tú le llame a Shinso para confirmar.

Hitoshi se encogió de hombros; incluso él parecía un poco nervioso con al situación.

— No lo rete. —aclaró Denki, tampoco quería que pensaran que era un idiota fanfarrón que quizo avergonzar al capitán en público y terminó avergonzándose a sí mismo frente a toda la escuela—. Fue más como una apuesta, y él mismo la sugirió.

— Lo sabemos. —dijo Inasa recibiendo un asentimiento de los demás como respuesta de que ellos también estaban enterados—. No te ofendas, pero el capitán de la UA es un idiota.

— No me ofende.

— Como sea, estaremos apoyándote en el público así que da lo mejor de ti en la cancha ¿si? —le dijo Satori con una sonrisa calmada, Denki deseo poder estar tan calmado como el capitán de Ryonan.

Los compañeros de Hitoshi le comenzaron a dar consejos de cómo manejar la presión en la cancha y como lidiar con los nervios, incluso Arima soltó algunas sugerencias poco legales que le hicieron ganarse un golpe de parte de Inasa.

— Neito ya nos espera adentro. —aviso Shinso a sus acompañantes —. Entremos antes de que el gimnasio se llene aun más ñ

— Como ordene, capitán.

— Te vemos luego, Denki. Da lo mejor de ti.

— Esfuérzate rubio.

— Gracias chicos, los veo después.

Los mayores se adentraron al gimnasio pero Hitoshi no se movió de su lugar hasta que los otros estuvieron los suficientemente lejos como para interrumpirlos.

— ¿Cómo te sientes? —le pregunto.

Dios, Denki lo amaba mucho, pero justo ahora quería golpearlo por hacer una pregunta tan tonta.

— Obviamente estoy emocionado porque me humillen frente a todo el colegio y aparte de eso pierda la apuesta. —respondió con sarcasmo— ¡Es obvio que estoy muriendo de nervios, Toshi!

— Bien, ya entendí. —levantó ambas manos en señal de paz.

— Lo siento, pero enserio los nervios me están consumiendo.

— Respira, Den, no te ayudará de nada estar en ese estado.

— No puedo evitarlo.

— Lo se, solo trata de mantenerte bajo control. Si te dejas intimidar, los nervios pueden traicionarte y acabarás olvidando todo lo que aprendiste y paralizándote en medio de la cancha.

Eso definitivamente no ayudó; rápidamente el miedo y los nervios de Kaminari aumentaron al imaginarse bajo la vista de todo el gimnasio sin siquiera saber cómo sujetar el balón.

— Dios, estoy perdido.

— No, no, Den, no significa que eso te pasara a ti.

— ¿Y si me sucede?

— Solo fue una advertencia, no se supone que te deberías de asustar.

— ¡Fue una terrible advertencia, ahora estoy completamente aterrado!

— Tranquilízate y respira. —le pidió—. Mira, haremos esto: yo me llevaré tus nervios.

— ¿Eh?

— Si, los guardare por ti y te los entregaré cuando termine el partido.

Denki creía que estaba alucinando o que Shinso se había vuelto loco pues estaba completamente seguro de que aquello no era posible, sin embargo, no pudo expresar sus dudas porque n un abrir y cerrar de ojos el mayor ya estaba frente a él, a escasos centímetros con sus manos en sus mejillas y sus labios sobre su frente.

Una estatua no era nada comparada a lo paralizado que quedó el rubio.

Dios, la cercanía de Hitoshi se sentía tan bien, sus manos lo acogían de una forma cálida y sus labios él enviaban una corriente que lo recorría desde el punto donde besaba hasta las puntas de sus dedos.

En este momento podría morir y estaba seguro que moriría feliz.

— Listo, ¿lo vez? —se separó. Denki lo odio por unos segundos—. Ahora estas listo para jugar.

— Toshi... me acabas de quitar los nervios y me dejaste una taquicardia, ¿en que maldito universo eso es mejor?

— ¡Solo intentó ayudar!

— ¡El corazón se me saldrá del pecho!

— ¡Yo no-!

— Hey, par de tórtolos. —la voz de Monoma los llamó desde la entrada del gimnasio—. El cargador portátil ya debe de entrar; dejen de discutir y apúrense.

Shinso suspiro y Denki tembló al saber que su tiempo había terminado.

— Vamos, Den.

— No quiero, Toshi.

— Tranquilo, todo va a estar bien.

— Pero si pierdo Mina jamás me-

— Shh, todo estará bien, lo prometo .

— ¿Seguro?

— Por supuesto. Ha llegado el momento en que le muestres a todos porque somos el mejor equipo del universo. —sonrió, y por un minuto las cosas no parecieron estar tan mal—. Párate en esa cancha y supera tus límites, no dudes ni un minuto de ti porque estaré en primera fila confiando en cada movimiento que hagas; haz tu jugada y sin importar el resultado confía en mí y en que todo estará bien ¿si?

Y si su cuerpo no estuviera tan inexplicablemente desobediente ese día, Kaminari juraría que lo hubiera tomado de las mejillas y lo hubiera besado en ese mismo instante, sin embargo, antes de poder siquiera agradecerle las palabras, sus amigos ya habían salido por él para arrastrarlo al interior del gimnasio.

Ya no había vuelta atrás. Debía jugar.

Debía ganar.

— Pensé que saldrías corriendo. —se burló Kazuma jugando con el balón entre sus manos.

— Cállate, idiota.

— No se que estuviste haciendo todo este tiempo, mocoso, pero veo al capitán de Shohoku y Ryonan en las gradas, ¿acaso vinieron a ver tu humillante intento de juego?

— ¿Vienes a ladrar o a jugar?

— Si alguien ladra aquí no soy yo, precioso. —le guiñó un ojo y se acercó más—. Este es el trato: el primero en meter diez canastas gana, no sé si conozcas un poco del basketball pero todas las reglas siguen en pie, cualquier falta será penada y si cometes tres ganaré automáticamente; no hace falta decir que eso también aplica para mi, aunque dudo que sobrevivas siquiera a los dos primeros minutos.

— ¿Puedes limitarte a decir sólo lo que me interesa?

— Como quieras. —chasqueó las lenguas—. No veo necesario recordarte lo que esta en juego, el premio no cambia, el perdedor se va con las manos vacías.

— Lo recuerdo.

— Bien, entonces... que empiece la humillación.

Un chico en la esquina de la cancha hizo sonar un silbato y el juego comenzó.

Era momento de definir la historia.

El final estaba cerca.

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