29. ¡HEY, CAPITÁN!
— Francia
— ¿Qué?
— Francia. Ahí está el colegio al que enviarán a Hitoshi. —explicó sorprendiendo al rubio a su lado quien por primera vez desde que lo conoció pareció no tener respuesta alguna—. Sus padres quieren que aprenda francés. Investigue un poco y Estados Unidos, España y Francia son los líderes en el basketball.
— Francia... —repitió Monoma, como si repetir la palabra le hiciera aceptarlo con mayor facilidad—. Siete horas de diferencia; bueno, supongo que es mejor que enviarlo a Estados Unidos, el continente Americano está a la otra punta del mundo, son al menos trece horas de diferencia.
La idea de estar a trece horas de diferencia de Hitoshi hizo a Denki temblar. Eso era demasiado. Ni siquiera podría hablarle por teléfono, sus horarios serían tan diferentes y contradictorios que no tendrían tiempo para al menos verse a través de la pantalla.
— Creo que Estados Unidos fue de sus principales y mejores opciones. —dijo Denki—. Toshi sabe perfectamente inglés, no tendría problemas con el idioma ni los estudios, además de que ese país ha sido por excelencia la casa de los mejores equipos... pero supongo que tampoco es fácil para sus padres dejarlo ir tan lejos.
— Para ninguno de nosotros es fácil.
Denki asintió silenciosamente. Toda su vida estuvo acostumbrado a tener a Hitoshi a tan solo un par de casas de distancia, pero en poco tiempo estarían separados por un montón de kilómetros.
— ¿Ya pensaste en lo que harás?
— ¿Eh?
— Si, lo que harás después de que se lo digan a Hitoshi. —explicó—. Ustedes dos están a punto de iniciar una relación y él se irá lejos de aquí en unos meses... deberías empezar a pensar en lo que podrían hacer cuando llegue ese momento.
— Te vez como el tipo de personas que jamás aceptaría una relación a distancia.
— Lo soy. —confesó Monoma—. Pero esto no se trata de mí.
Denki suspiro, aunque apreciaba la sinceridad y ayuda de Monoma, esta vez prefería que el chico fuera igual de bruja que siempre pues la actitud seria que estaba tomando le hacia querer echarse a llorar por la preocupación de no saber que diablos pasaría en su futuro.
— Mañana es tu enfrentamiento con Kazuma ¿no?
— Ni me lo recuerdes.
— ¿A que hora sera?
— Despues de clases en el gimnasio Delta, ¿Iras a verlo?
— No puedo perderme como te patean el trasero. Te tomare cientos de fotos y venderé camisas como recuerdo.
— Idiota.
— Aunque... si algo es más divertido que ver como le patean el trasero a alguien de la clase A, es ver como le patean el orgullo al idiota de Kazuma, así que has que sirva de algo el tiempo de Hitoshi y mis maravillosos insultos y dale una paliza, ¿quieres?
Monoma Neito tenia su propio lenguaje, y estaba totalmente seguro de que aquellas palabras eran un equivalente a un "buena suerte".
Denki sonrió satisfecho.
— ¿Y tu ya pensaste en lo que haras?
— ¿A que te refieres? ¿De la camisetas? pienso plasmar la foto más humillante de ti en el partido, si te caes costaran el doble.
— No sobre eso, tonto.
— ¿Entonces?
— Cuando se vaya Hitoshi; por alguna rara razón eres su mejor amigo, aun cuando no entienda como es que te soporta por más de diez minutos seguidos.
— Mira quien lo dice, rata eléctrica. —rodo los ojos—. Yo aun no comprendo como es que ustedes dos siendo completos opuestos terminaran juntos.
— Las maravillas del amor, mi querida bruja malvada, son las maravillas del amor.
— Iugh.
— Deberías dejar al amor entra en tu territorio. He oído que hay más de tres mil especies de serpientes, tienes una gran variedad para escoger.
— Idiota.
— Por favor, debe de haber alguien que al menos llame la atención de tu gélido y diminuto corazón, ¿no?
— ¿Y eso que te importa?
— ¿Eso es un "si"?
— Es un: "si no te callas te pateare"
— Déjame adivinar. —fingió pensarlo, aunque ya había un gran candidato en su mente—. Definitivamente no es nadie de mi salón.
— Asco, no.
— Y tampoco del tuyo.
— ¿Cómo estas tan seguro?
— Conozco tu orgullo, serpiente.
Monoma rodó los ojos y lo dejó continuar.
— Entonces... si mi gran y maravillosa inteligencia nos se equivoca, la persona que te está moviendo el cascabel
— Iugh, terrible analogía.
— Es... —continuó, ignorando la interrupción anterior— la misma persona con la que no dejas de mensajearte y que por más que sea rival de Hitoshi no puedes insultarlo.
Neito, prediciendo cuál sería el resultado de esa deducción se apuró a intentar callarlo, pero Kaminari no dejaría pasar la oportunidad de burlarse un poco del rubio.
— ¡Satori! —dijo, causando un sonrojo en las mejillas ajenas.
— Cállate. —gruño, confirmando cualquier teoría que tuviera Denki.
— ¿Acaso la serpiente oxigenada esta enamorada?
— Juro que te pateare.
— Esto lo debe saber Hitoshi.
Y antes de poder sacar su celular para enviarle un mensaje al mencionado, una patada lo tiro al piso y Monoma se sentó sobre su cadaver.
Bien, tal vez se lo había ganado.
— Durante el partido tendrás sólo segundos para pensar tu próximo movimiento, debes de ser más rápido que tu oponente y no dejar que lea tus pensamientos. —le explico Hitoshi botando de un lado al otro el balón. Denki con la mirada pegada en la pelota buscaba él momento correcto para arrebatárselo—. El entrenamiento a el juego real no son nada parecidos; hay más presión y menos tiempo, debes obligarte a sobrepasar a tus límites.
Y antes de que el mayor pudiera predecirlo, el niño rubio ya tenía entre sus manos el balón.
Sonrieron.
— ¿Qué tal estuvo eso?
— Muy bien, a decir verdad.
— ¡Ja! Cada día te vez más como un perdedor a mi lado.
— Que lindo. —dijo con sarcasmo. Denki le regresó el balón y volvió a botarlo—. ¿A que hora debes de estar en tu casa? Podemos practicar un poco el bote antes de que te vayas.
— Cuando estoy contigo mis padres me dejan llegar a la hora que sea. Al parecer eres algo así como una "buena influencia".
— ¿Eso creen?
— ¿No lo sabias?
— En realidad jamás me detuve a pensar en que pensaban tus padres de mi.
— ¡Dios, Toshi! Ellos te aman, de hecho, la vez que fuiste a mi casa y te quedaste atrapado en el sótano en realidad eran ellos intentando secuestrarte.
— Eso jamás pasó.
— Pero hubiera estado genial.
Hitoshi no recordaba haberse quedado encerrado en el sótano de los Kaminari en un intento de secuestro —más porque los Kaminari no tenían sótano— pero estaba tan acostumbrado a la loca manera en que funcionaba el cerebro de Denki que solo pudo reír ante la falsa historia.
— Pero hablando enserio, mis padres sí que te adoran. Siempre han creído que eres demasiado maduro y responsable para tu edad.
— Eso no es cierto.
— ¡Sabias deletrear "dinosaurio" a los siete! ¿Quien carajos sabe eso a los siete años?
— Todo el mundo.
— Mentiroso.
— No es como que fuera un genio por saber deletrear.
— Lo eras.
— Era más sorprendente que te supieras el nombre de al menos sesenta pokemones .
— ¡Todo el mundo se sabe el nombre de al menos sesenta pokemones!
— ¡Claro que no!
— Oh, Dios, paren de pelear, parecen un matrimonio.
Ambos giraron a ver al rubio cenizo que cruzaba la puerta de cristal. Monoma sostenía tres latas de soda en la mano y fingía una mueca de aburrimiento ante la discusión.
— ¿Cómo logras entrar a mi casa sin activar las alarmas?
— No te conviene saberlo, Toshi.
Caminó al patio y les entrego una lata a cada uno. Cereza para Denki, naranja para Toshi, lima para el.
— ¿Tiene veneno? —preguntó Kaminari viendo con desconfianza su bebida.
— El tuyo si.
— Lo sabía.
Shinso rodó los ojos mientras los tres abrían las latas, a lo lejos el sol comenzaba a ocultarse pintando el cielo de naranja.
— Hagamos un brindis. —propuso Neito, después de reírse por un buen rato de que la soda de Kaminari lo haya mojado al abrirla. Si la agito un par de veces antes de entregársela jamás lo confesaría.
— ¿Un brindis por qué? —preguntó su mejor amigo.
— Por qué mañana me volveré millonario.
— ¿Millonario?
— Si, Hitoshi, no te lo había comentado pero decidí volverme un emprendedor.
— ¿Y cual será tu novedoso emprendimiento?
— Camisetas. —miró de reojo como Denki bufaba—. El día de mañana me haré millonario vendiendo camisetas con la derrota de Kazume plasmada en el pecho. Así que brindemos por lo genial que soy.
Denki tardó un segundo en comprender las palabras del rubio, al entenderlas no pudo evitar sonreír y chocar su alta con la de los demás.
Las latas chocando y el atardecer pintando el cielo eran lo único que necesitaban en ese momento.
Posiblemente mañana estaría muriendo de nervios, pero justo ahora sólo quería sonreír y beber su soda de cereza; nada más que eso.
Aunque...
— Pensándolo bien, no te mereces esto, trae acá. —Monoma le arrebato la bebida antes de que pudiera darle un sorbo.
— ¡Hey, regrésamela, rubia oxigenada!
— Nop.
— ¡Dámela!
— Nop.
— ¡Hitoshi!
El mencionado se paró frente a ellos viéndolos amenazadoramente.
— Paren de pelear.
— ¡El empezó!
— ¡Eres insoportable!
— ¡Tu lo eres más!
— ¡Al menos yo no me quedo atorado en los árboles!
Denki abrió la boca en forma de "o" viéndolo indignado.
Miró a Hitoshi quien lo veía con una ceja enarcada intentando ocultar su diversión.
Eso no se quedaría así.
— ¡Monoma una vez saltó por la ventana de su salón!
— ¡Kaminari se electrocutó con una planta!
— ¡Monoma incendió el laboratorio!
— ¡Kaminari se ahogó con un chicle!
— ¡Monoma chocó con una puerta cerrada!
— ¡Kaminari hace trampa en el uno!
— ¡Monoma está enamorado!
— ¡Idiota!
La diversión desapareció del rostro de Shinso, su ceño se frunció y miró al rubio.
Monoma decidió huir.
Denki hizo un puchero. Se había llevado su soda con él.
— ¡Monoma ven aquí! —gritó el mayor aunque el mencionado ya había escapado al interior de la casa—. Tú no te muevas de aquí, hablaremos de cómo demonios te puedes electrocutar con una planta cuando termine con esto.
Y después, con su faceta "hermano mayor" activada, salió corriendo en busca de respuestas.
Tal vez Kaminari no tendría una soda de cereza y un atardecer para celebrar, pero al menos tendría el sufrimiento de Monoma como recompensa.
Mañana sería la gran apuesta, pondría un fin a esa travesía y al fin, como lo prometieron silenciosamente, hablaría con Shisno sobre lo que pasaría con ellos.
Finalmente había llegado el momento.
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