12. ¡HEY, CAPITÁN!
Kaminari intento mantener el equilibrio sobre el borde que rodeaba las plantas en el parque, evitando caer y pisar el suelo; mientras a su lado Hitoshi se mantenía atento por cualquier posible accidente que el rubio pudiera tener,
Al lado izquierdo del mayor caminaba Monoma, silencioso y disfrutando su cono de vainilla.
Al fin había encontrado la manera de callarlos.
— Escuche que tuviste problemas con Satori el otro día. —comentó Neito después de unos minutos de silencio.
— No fue nada, al final se solucionó.
— ¿Entonces el juego sigue en pie?
— Así es.
— Competirán contra Ryonan, supongo que comenzarán a entrenar arduamente desde ahora.
— Si, los entrenamientos se intensificarán, pero al final solo será un partido amistoso.
— Ambos están peleados por el título del mejor equipo en la prefectura; aunque el partido no sea nada oficial todo el mundo los voltearán a ver.
— Supongo. —suspiro—, pero no importa si- ¡Denki!
Ambos se detuvieron en seco al ver como el menor perdía el equilibrio y caía directo al piso. Se acercaron rápidamente mientras el menor con una mueca de dolor intentaba reincorporarse.
— ¿Se te terminaron las pilas? —se burló Neito después de cerciorarse de que estuviera bien. Fingir desinterés era una de sus especialidades.
— Cállate oxigenado.
— ¿Estas bien?
— Si, solo resbale.
— Oh Dios, hay sangre. Tu tiempo termino; Hitoshi despídete antes de que sea demasiado tarde. —el mencionado fulminó con la mirada a su amigo pero igual se arrodilló al lado del menor y comprobó que el líquido rojo salía de la raspadura de su rodilla y otras pocas gotas de las pequeñas heridas en sus manos—. No fue un gusto conocerte, pero asistiré a tu funeral por compromiso.
— Neito ¿podrías ir a comprar una botella de agua?
— ¿No quieres que esté para tomar tu mano cuando lo peor suceda?
— Neito...
— Bien. —rodó los ojos—. Pero no esperes que elija tu outfit para el funeral.
Shinso lo ignoro y en lugar de responderle le ayudó a Denki a levantarse.
— ¿Seguro que estas bien?
— Si, eh tenido caídas peores.
— ¿Más que caerte en un lugar público y sangrar?
— Aunque no lo creas si.
Hitoshi sonrió, haciéndole una seña para caminar a la banca más cercana.
— Te descuide por un momento, lo siento.
— ¿Me estabas cuidando?
— Bueno, nos conocemos desde los siete años, se lo propenso que eres a los accidentes.
— Dios, que vergüenza. —apoyó los codos en sus rodillas y cubrió su rostro con las manos; a su lado escuchó a Hitoshi reír.
— ¿Te avergüenza que nos conozcamos desde niños? —preguntó divertido.
— Me da avergüenza que conozcas mi lado patético.
— ¿Patético?
— Ese que regala conejos, llora porque rompen sus orejitas de oso y se cae hasta con su propia sombra.
— ¿Ese es tu lado patético? —se encogió de hombros—. Creía que era el lado lindo.
Denki se escondió más entre sus manos evitando que Shinso pudiera observar su sonrojo.
— Que deprimente es que mi lado lindo sea el mismo que el patético. —lloriqueo.
— Bueno, a mi me da mucha ternura.
Y si Kamianri no estuviera tan ocupado calmando su corazón y ocultando su sonrojo de seguro hubiera notado el leve rosado que manchaba las mejillas de Hitoshi.
La llegada de Monoma fue un alivio para ambos pues estaban seguros de que a vista de cualquiera parecían dos torpes adolescentes enamorados.
Y tal vez no estaban lejos de serlo.
— Aquí está. —dejó dos botellas de agua en la banca, un paquete pequeño de pañuelos desechables y una caja de banditas con estampados de ranita—. Sigue vivo, que sorpresa.
— Gracias, Neito. —agradeció Hitoshi ignorando el ultimo comentario.
— Ten cuidado, si lo mojas demasiado podría tener un cortocircuitó. Mejor llevémoslo a un mecánico.
— No molestes. —le dijo Kaminari mostrándole la lengua de manera infantil.
Mientras ambos rubios peleaban Shinso se encargó de tomar un pañuelo, doblarlo varias veces y humedecerlo con el agua de la botella; cuando estuvo listo lo puso sobre la rodilla herida del menor.
Y Denki lo golpeó.
— No importa lo que digas idiota, al menos yo no- ¡mierda! — gritó al sentir el ardor en su rodilla lastimada; como acto de reflejo golpeó al responsable, en este caso, Hitoshi.
— ¡Felicidades, lo mataste!
— ¡Toshi, lo siento, lo siento!
— Descuida, estoy bien.
El mayor llevó su mano al pómulo derecho donde había quedado un rasguño como consecuencia del manotazo -casi bofetada- que Denki le había proporcionado.
— Wow, que relación más tóxica. —siguió burlándose el rubio cenizo—. Por favor, Hitoshi, no me digas que eres masoquista.
— Monoma, ¿quisieras ir a buscar el árbol más verde de todo el parque?
— ¿Para qué?
— Solo ve.
— Aaah, ya entendí, quieres que los deje solos . —le guiñó uña ojo—. Entonces me voy, tórtolos. —volvió a guiñar en dirección a Shinso y a Kamianri le mostró la lengua.
— Ignóralo. —pido el mayor tomando al caja de banditas—. Le pedí que se fuera para que no siguiera diciendo tonterías.
— En verdad lo siento, Toshi, juro que nunca pensé en golpearte.
— Lo se, fue un accidente; ahora quédate quieto mientras limpio la herida.
— Pero-
— Enserio, niño, no estoy molesto. —le sonrió y Denki guardo silencio, no porque quisiera sino porque la sonrisa de Hitoshi podía callar a cualquier ser humano en el mundo.
Shinso se arrodilló frente a él, limpiando la herida y colocando dos banditas sobre ella, después le obligó a limpiarse las manos con el restante del agua y a ponerse más banditas sobre las cortadas; misteriosamente Kaminari se mantuvo callado en todo el proceso, exceptuando las veces que soltaba soniditos de dolor ante el contacto con su piel lastimada.
— Déjame ayudarte. —pidió Shinso, tomando su mano y quitándole la tirita con dibujitos de ranitas.
Denki tembló al toque.
Hitoshi siempre encontraba la manera de hacerlo temblar.
— ¿Como te puedes hacer tanto daño en una sola caída? —preguntó, separando los delgados dedos del menor y enrollando la tirita sobre el corte.
— No lo se. —se encogió de hombros—. Soy torpe, supongo.
— Te degradas mucho, ¿no crees?
— ¿Eh?
— "Patético", "torpe", "deprimente"; no deberías usar esas palabras en ti mismo.
— No es como si importara.
— Importa. —aseguró—. A mi me importa.
— ¿A ti...?
— ¡Hitoshi, una ardilla se robó mi helado!
— ¿Qué?
— Una ardilla se robó mi helado. —repitió Monoma
— ¿Y como sucedió eso?
— Prefiero no dar detalles.
Shinso rodó los ojos, coloco la última bandita alrededor del meñique del menor y soltó su mano.
— Vayamos por otro helado y a casa ¿si?
— ¿Puedes ir tú a cómpralo? —le preguntó el rubio cenizo con voz suave y pestañeando repetidas veces para dar una apariencia inocente.
El mayor bufo pero no se negó.
— Volveré en un minuto, no se maten.
— Espera, Toshi. —lo detuvo Kaminari.
Shinso giró; el menor se levantó en las puntas de sus pies, quedando más cerca de él y pegando una de las banditas en su pómulo arañado.
Denki no lo noto, pero Hitoshi pudo sentir una corriente eléctrica recorrerlo de pies a cabeza.
— Listo. —sonrió pequeño en forma de disculpa antes de regresar a la banca y acomodar todo lo que usaron con anterioridad.
Hitoshi tardó varios segundos en salir de su trance pero al final se volvió a girar para ir en busca del helado de su amigo.
Apenas el mayor estuvo lo suficientemente lejos Neito se acercó al rubio.
— Oye, rata eléctrica.
— ¡No me-! —guardó silencio, mirando el papel que Monoma le extendía—. ¿Que es esto?
— Mi número. Quiero... necesito hablar contigo sobre algo. No le digas a Hitoshi.
— ¿Por qué debería ocultarle algo a-?
— Oh, Dios, ¿cuánto puede tardar alguien comprando un helado? —lo interrumpió, fingiendo que el último minuto no había sucedido— Iré a buscarlo, trata de no electrocutarte a ti mismo mientras no estemos.
Monoma se fue a la misma dirección que su amigo y Denki se mantuvo en su lugar mirando el papel previamente entregado, verificando que en efecto, se trataba de un número telefónico.
¿Pero por qué debería ocultárselo a Hitoshi?
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