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07. ¡HEY, CAPITÁN!

La relación con sus padres no era para nada mala; el trabajar en un colegio tan importante y prestigioso les hacía estar cada vez menos en casa, pero eso no impedía que se llevaran de maravilla.

Sus padres lo había adoptado a los dos años y desde entonces le hicieron saber que aún cuando no compartieran sangre el amor entre ellos era igual o más intenso que el de cualquier otra familia; jamás intentaron ocultarle la verdad de su adopción, tampoco tuvieron problema con explicarle porque él tenía dos papás y ninguna mamá como el resto de sus compañeros, y más de una vez le hicieron saber que si en algún momento quería conocer a sus padre biológicos ellos no se opondrían.

Su relación estaba basada en la confianza y el amor, por lo cual dejar varias horas solo en casa al adolescente no implicaba ningún problema para los hombres; ya estaban acostumbrado a ello a decir verdad.

— Volveremos en la tarde a la hora de la comida, si sucede algo no dudes en marcarnos, también tienes el número de Nemuri. —le recordó Shouta mientras tomaba su abrigo y el de su esposo quien se mantenía demasiado ocupado estrangulando a su hijo en un abrazo—. No tomes demasiado café, no adoptes ningún gato en nuestra ausencia y si sales de casa lleva contigo tus antialérgicos.

Hitoshi asintió perezosamente. Sus padres se habían despertado realmente temprano para salir a casa de su amiga y apenas estos se fueran él volvería a su habitación a dormir.

— Vamos 'Zashi. —besó la frente de su hijo y arrastró a su esposo a la salida.

— ¡Adiós Toshi, se un buen niño!

— No sea dramático, serán diez horas.

— ¡Diez dolorosas horas!

— Dramático.

Y después de reír con las disputa de sus padres volvió a su misión de dormir. La mañana era fría por lo cual fue un completo alivio sentir las cálidas mantas cubrir su cuerpo después de estar fuera de la cama por unos minutos.

Durmió por un par de horas más y cuando despertó solo fue para bajar al primer piso y tomar un tazón de su cereal favorito y desayunarlo mientras veía tierra de osos y tarareaba las canciones.

Al terminar se fijó en la hora, recordando que aquel día debería de verse con el capitán de su equipo rival para arreglar las estupideces que su equipo había hecho y que ponía el partido programado en riesgo.

Subió a su habitación, tomó una ducha rápida y se vistió con un hoddie y un pantalón negro, añadiendo una bufanda de un tono morado pálido al notar el cielo nublado tras la ventana.

Realmente no quería salir de su casa, si no fuera fundamental arreglar el problema no dudaría en quedarse un par de horas más en la sala con un maratón de malas películas navideñas -aunque no estuviera ahí cerca de ser navidad-.

Estaba comprobando que llevara todo lo necesario cuando el timbre de la casa llamó su atención; abrió la puerta y miró al rubio al otro lado.

— Hola, Kaminari.

— ¡Hola, Toshi!

¿Cómo alguien podía tener tanta energía a esa hora y con ese clima?

— Mierda, olvidé mencionarte que hoy no podré entrenar contigo, cierto?

— ¿No puedes?

— No, debo salir a resolver unos asuntos.

— ¿Asuntos con la mafia?

— ¿Qué? Por supuesto que no.

— Que bien porque la mafia me da miedo; ¿podría acompañarte?

— ¿Acompañarme? —el rubio asintió—. Seguro, pero será demasiado aburrido.

— No importa, pasaremos tiempo juntos. —se encogió de hombros mientras el mayor tomaba las llaves y salía de su hogar.

El camino hacia el parque donde se verían ambos capitanes estuvo lleno de teorías de parte de Kaminari de porque los patos podrían dominar el mundo mientras Shinso se limitaba a reír discretamente.

Jamás le dejaría de impresionar la forma en que funcionaba la mente de ese niño.

— Pero los osos son buenos oponentes. —concluyó.

— ¿Los osos comen patos?

El rubio lo pensó por varios segundos, tomándose demasiado enserio al pregunta.

— No lo se, debería entrevistar a un oso.

— Te prohíbo acércate a menos de cinco metros de uno oso.

— No te preocupes, tome clases de defensa personal contra animales salvajes.

— ¿Eso existe?

— Sip

Hitoshi dudo si sería bueno preguntarle más sobre el tema, honestamente el pequeño rubio solía ser aveces intimidantemente misterioso.

A lo lejos vio una cabellera platinada, reconociendo de inmediato al capitán del equipo rival esperándolo.

— Espera aquí, no tardaré. —le pido al menor—. No te alejes demasiado y no pelees con ningún tipo de animal.

Denki asintió obedientemente.

El pelivioleta caminó hasta reunirse con el chico y saludarlo brevemente antes de comenzar la ya esperada discusión.

— Seré directo, Shinso; no tengo nada contra ti, eres un buen capitán y un maravillosos contrincante, pero tu equipo es una mierda. —Hitoshi no pudo objetar nada ante eso—. Desde el último partido le advertí a Bondo que se alejara de Kemy pero aún así el imbecil no escucho. Si no sacas al bastardo del juego nosotros nos negaremos a siquiera pisar tu escuela.

— Entiendo tu enojo y se de antemano lo idiota que es Bondo, pero no puedo sacarlo de la jugada; es de los mejores jugadores y lamentablemente el único suplente que juega en su posición está indispuesto para el día del partido.

— Entonces no debiste molestarte en venir hasta acá, porque sin esa condición no hay forma de que el partido siga en pie.

— Obligaré a Bondo a pedirte disculpas; le daré más tareas en el club o lo suspenderé por unos días, pero no podemos cancelar el partido; tú sabes lo importante que es.

— Lo lamento pero-... ¿Kaminari?

— ¿Kaminari? —Shinso frunció el ceño al oír al mayor pronunciar el nombre de su amigo; giró a ver donde el chico estaba viendo y se encontró con el rubio a unos metros de él viendo a una ardilla escalar un árbol.

— ¡Satori!

— ¿Se conocen?

— ¿Ustedes se conocen?

Ambos capitanes miraron al menor. Denki solo se encogió de hombros.

— Creo que conozco a muchas personas.

— ¿Ustedes vienen juntos?

— Por supuesto. —Denki camino hacia Shinso y lo tomó del brazo—. Vengo a proteger a Toshi de patos y osos malvados, aunque no me dijo que se vería contigo.

— No sabía que lo conocías.

— Conocí a la novia de Satori el año pasado y luego ella me lo presentó. —explicó antes de regresar la vista al pelinegro—. Por cierto, ¿cómo se encuentra Kemy san? Hace mucho que no la veo.

Hitoshi se mordió al lengua para no contestar: "Ah, su novia lo engañó con un tipo de mi equipo por lo cual ahora estamos discutiendo el futuro de un partido importante, ¿quisieras ira perseguir la ardilla mientras terminamos con esto?"

— Ella y yo ya no estamos juntos.

— No pregun-

— ¿Por qué?

— Se metió con otro tipo cuando aún estábamos juntos. —explicó viendo fijamente a Hitoshi durante la respuesta. Denki al notarlo tardó varios segundos en interpretar la mirada.

Su boca se abrió en forma de "O" y soltó un poco su agarre del brazo del mayor.

— Oh, no, tranquilo, no lo mal interpretes. —se apresuró a decir Satori al notar como el ánimo del rubio caía a pedazos—. Fue con un miembro del equipo de Shinso. Hitoshi jamás te haría algo así.

El pelivioleta frunció el ceño. "Te haría".

¿Por qué había dicho "te haría"?

¿Acaso él pensaba que ellos...?

— Espera, ¿tú crees que nosotros-?

— ¿Entonces ella te engañó con tu rival? —preguntó Kamianri recibiendo el asentimiento del más alto.

Shinso bufo.

Al parecer entre los planes de esos dos no estaba el dejarlo terminar una oración completa.

— Olvídala, Satori. Alguien que usa el amor para herir a otros no merece las lágrimas de un corazón roto. No te desveles ni luches por ella cuando ella no haría lo mismo por ti. Dolerá, pero olvidarla es lo mejor.

Ambos mayores miraron con cierto grado de asombro al rubio.

Definitivamente. Shinso amaba como funcionaba la mente de Kaminari.

— Te has vuelto muy sabio, niño. —alago el peligris con una sonrisa—. Espero que no se deba a un corazón roto.

Denki con las mejillas sonrojadas bajo la mirada sin negar ni afirmar nada.

Hitoshi quiso preguntar el porqué.

— Creo que en ese árbol hay un par de ardillas bebés. —señaló, llamando por completo la atención del rubio quien en menos de un minuto ya estaba delante del tronco mirando a los rodadores correr por las ramas. Satori aprovechó esa distracción para volver a dirigirse a su oponente—. Es tierno como se divierte hasta con las cosas más pequeñas del mundo.

— Y no lo has visto jugar con una botella.

El mayor sonrió.

— Pensé que salías con el otro rubio.

— ¿Otro rubio?

— El de ojos bonitos, ya sabes.

— ¿Monoma?

— Si, el.

— Solo somos amigos, y tampoco salgo con-

El celular del mayor sonó y lo interrumpió.

Bien, está claro que ese día el mundo había conspirado en su contra para no dejarlo hablar.

Satori miró la llamada entrante y colgó antes de guardar el celular.

Hitoshi decidió no preguntar.

— Bien, Shinso, supongo que nos veremos en el partido las siguiente semana. Tengamos un juego limpio.

Lo miró sorprendido. No hacía falta preguntar que le había hecho cambiar de opinión porque la misma razón se encontraba justo ahora persiguiendo un cuervo por todo el parque.

— Cuida a ese niño. —agregó con una sonrisa—. Y dale una buena recompensa por el favor que te hizo.

El tono pícaro y el guiño de ojo hicieron que las pálidas mejillas de Shinso se colorearan. Antes de irse pudo escuchar la risa de Satori resonar.

Al llegar al lado del rubio pudo notar que este tenía las mejillas y nariz sonrojadas por el frío, además de que el cuervo había volado a lo alto de un árbol y el menor lo seguía esperando abajo.

Se quitó la bufanda y la enrollo desordenadamente alrededor del cuello del menor.

— No te enfermes. —fue lo único que dijo antes de girarse y caminar de regreso a su casa, fingiendo que el carmín en sus mejillas era por culpa del mal clima en Japón.

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