05. ¡HEY, CAPITÁN!
La primera semana se había cumplido, Denki ahora sabía botar el balón correctamente e incluso había aprendido a caminar con él sin patearlo o tropezar.
Las marcas en sus brazos y piernas eran testigos de sus entrenamientos, y las ojeras bajo sus ojos también eran las pruebas de las noches de estudio y práctica en su habitación.
Pero Hitoshi no se quedaba atrás, las actividades del club y la escuela también comenzaba a cobrarle factura y ahora era casi imposible mantenerse despierto; cualquiera que lo conociera bien podía ver el cansancio en su mirada y las ojeras ahora más oscuras acentuándose bajo sus ojos.
Ambos estaban a punto del colapso y apenas habían terminado con el rebote; aún quedaban tres semanas más y miles de cosas que aprender.
— Creo que podemos pasar a algo más. —dijo Shinso, observando como Denki realizaba la segunda vuelta a la cancha con una velocidad moderada y sin perder el ritmo del balón—. Iremos trabajando en la velocidad del rebote mientras practicamos el robo de balón, incluso aprenderás lo que es una finta.
— Yo no quiero robar nada, ademas, no necesito tinta.
Y si ambos no estuvieran demasiados cansados, hubieran hecho varias burlas a ese mal chiste, sin embargo solo se limitaron a parpadear uno frente a él otro antes de caminar al centro de la cancha.
Parecían ir en piloto automático, demasiado cansados como para pensar en sus acciones.
— Solo debes intentar quitarme el balón. —explicó, con voz más perezosa de lo normal—. Y cuando lo tengas debes evitar que yo-
No pudo completar la oración porque Kaminari ya le había arrebatado el balón de las manos. Tardó uno segundo en procesar la situación y cuando lo logró volvió a tomar la pelota.
— Debemos estar en movimiento, no tiene caso de este modo. —caminó hacia la canasta y apenas dio el primer paso el balón fue nuevamente robado de sus manos— Kaminari.
— Estabas en movimiento.
— No me refería a eso.
— Hitoshi, ahora mismo mi cerebro está trabajando con la reserva, de la reserva, de la reserva de energía. No esperes mucho.
Shinsou suspiró, ya sospechaba que no era el único muerto caminante en ese patio.
— Vamos, buscaremos algunas bebidas energéticas. —le hizo una señal con la cabeza hacia el interior de la casa mientras dejaba caer el balón y rebotar por el piso.
Denki lo siguió sin muchas quejas, sin embargo le sorprendió el hecho de que el mayor se desviara de la cocina y subiera las escaleras a la planta superior.
Observó todo a su alrededor, un poco más despierto por el cambio de escenografía y completamente interesado por las fotografías que colgaban en las paredes del pasillo; fue solo cuando llegaron a una puerta abierta cuando se detuvieron.
— Pasa —le dijo Hitoshi, haciéndose a un lado para dejarlo entrar primero.
Kaminari tardó unos segundos en darse cuenta de que estaban en su habitación... y tal vez su corazón brincó más de lo debido dentro de su pecho.
— ¡Que adorable! —gritó, sin poder evitar arrojarse sobre el gato de felpa de un metro sobre la cama del chico—. Quiero dos de estos.
— Son del tamaño de un niño pequeño, ocuparían toda tu cama.
— No me molestaría dormir en el piso. —contestó, sin dejar de abrazar el peluche.
Hitoshi bufo con gracia y se acercó a un mini refrigerador en la esquina de su escritorio, al abrirlo miles de botellas de diferentes colores aparecieron.
— ¿Lima, naranja, cereza o frutos? —preguntó—. También hay café helado.
— Cereza, gracias. —respondió—. ¿Tus padres te dejan tener un refrigerador en tu habitación?
— Mi padre Shota dice que mi padre Hizashi es peligroso con bebidas energéticas, azúcar y cafeína en sus sistema, así que las mantiene lo más lejos posible; aunque pensándolo bien tu tampoco deberías tomarlas; ere igual o peor que el.
Pero para cuando termino de decir aquello el rubio ya había bebido mitad del jugo rosado. Se tendría que enfrentar a las consecuencias después.
— Ahh. —suspiro, dejándose caer sobre la cama y abrazando nuevamente al gato—. Comienzo a sentir mis cerebro menos líquido.
Hitoshi decidió dar un trago a su propia bebida antes de responder a eso. Se sentó en la silla del escritorio y escucho al rubio parlotear de lo mágico que sería trabajar en una fábrica de gatos gigantes. Cuando su celular en la mesa de noche sonó avisando un nuevo mensaje lo tomó y se percató de la larga conversación en el chat del equipo que se había perdido y que al parecer se estaba tornando seria, le pidió un minuto al menor para contestar y este asintió perezosamente, negándose rotundamente a soltar el animal de felpa.
Inasa
¡No pueden cancelar sólo porque el idiota de Bondo se acosto con la novia del capitán!
Tamera
¿El entrenador Takagi sabe de esto?
Bondo
¡Yo no me acoste con su novia, idiota!
Inasa
No me llames idiota, idiota
Arima
¿Quisieran centrarse en lo importante?
Si el partido se cancela estaremos en problemas
¿Se les ocurre una solución?
Idiotas
Tamera
Bueno...
Inasa
Bueno...
Bondo
Bueno...
Y no fue necesario que el resto d el equipo terminara de escribir pues ya sabía lo que esos idiotas querían.
Bufo con molestia.
" Yo me encargaré" escribió y mando. Siempre que había problemas con otros capitanes, por más que él estuviera fuera de ellos siempre terminaba dando la cara por su problemático equipo.
Recibió un montón de emojis y stikers de gatos como agradecimiento, guardo los que no tenia y luego dejó el celular a un lado, disculpándose con el rubio por la tardanza que le había conllevado leer la extensa conversación y entenderla.
Pero no recibió repuesta.
— ¿Kaminari? —volvió a llamar, sin obtener nada nuevamente.
Se levantó y se acercó a la cama.
Y Wow... es que... enserio Wow.
¿Como era posible que el niño dormido en su cama y el rubio que no sabía deletrear basketball fueran la misma persona?
Kaminari con el semblante tranquilo, los ojos cerrados, la respiración lenta y mitad del rostro escondido en el gato de peluche dormía plácidamente abrazando al animal de felpa.
Y siendo sinceros Hitoshi se planteó en verdad -pero en verdad- reclamar el espacio libre a su lado. Acostarse a su lado y buscar esas horas de descanso que bien le hacía falta no sonaba nada mal.
Y tal vez lo hubiera hecho si la vocecita en su interior y el sonido de su celular no lo hubieran detenido.
Tomó una manta y cubrió al rubio, asegurándose al menos unas tres veces que todo pedazo de piel expuesta estuviera cubierta.
Dio un último visitado al cuerpo sobre su cama y luego bajo a la planta principal con el celular en la mano.
Mientras más lejos estuviera de la tentación, mejor.
El primer mensaje era de su padre Shota, avisándole que al regresar a casa, después de terminar con sus asuntos, él y su padre Hizashi comprarían pizza para comer; le respondió con un stiker de un gato rodeado de corazones que sabía de antemano que su padre no entendería del todo.
El segundo mensaje era de un número desconocido, sin embargo no tuvo que indagar mucho para saber de quien se trataba.
Satori, el capitán del equipo rival, estaba pidiendo verlo personalmente pues al parecer el idiota de Bondo se había metido en un problema bastante grande; y aún en contra de sus sentidos de supervivencia acepto y acordaron un lugar para verse en dos días.
Dejó el aparato sobre el mueble más cercano y se tiró sobre el sofá.
La idea de dormir en su cómoda cama -aun con el rubio invasor a su lado- no le parecía tan mala justo ahora.
Sin embargo, aquella voz en su cabeza que le exigía mantener la distancia seguía deteniéndolo y el sofá bajo él parecía más incómodo que nunca.
Suspiro.
El cansancio en verdad lo estaba afectando, de otra forma no encontraba ninguna explicación lógica del porqué todo su cuerpo quería subir las escaleras y reclamar su lugar al lado de Denki.
Era el cansancio, si, eso era, no había otra explicación, ninguna otra.
Aunque...
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