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Capítulo Cinco

Historia Original de LYSDijoElRM












GULF

—Gulfininie –al salir del salón, me encontré con Yaya. Ella notó que tenía puesta mi mochila —Hoy tengo educación física, ¿no vas a esperarme para salir? –preguntó confundida, pues
yo siempre la esperaba para
volver a casa juntos.

—Ah, cierto, olvidé decírtelo.
–me dí un golpe mental —Iré
con Mew hasta casa. Él tiene que hacer una portada, o las chicas de literatura tienen que hacerlo, no sé bien, pero-

—¡Caray! ¡¿Tendrás una cita con él?! –gritó. Giré mi!cabeza hacia mis compañeros
que salían del aula. Me miraron con rareza y se
fueron murmurando cosas.

—¡Yaya! –regañé, tomándola de los hombros para alejarnos de la entrada — Deja de decir eso, es sólo una ayuda que voy a darle, no una cita. Iremos a mi casa para probarme un traje, después saldremos y tomará fotos de mi para su portada.

—Suena cómo una cita para
mi.

—¿Pero qué clase de citas has tenido tú? –pregunté retórico.

—Hey. –Mew apareció.

—¡Mew! –saltó ella.

Aish, Yaya...

—¿Así que van a una cita?

Mew alzó las cejas, sorprendido —En un término netamente literal, sí es una cita.

—¡Lo sabía!

—¡Le estás dando el contexto
erróneo! –volví a regañarla.

—¡Vamos, Gulfininie, dejame soñar!

—Ah, así que así te llamas. –
dijo él. Fue entonces que me dí cuenta de que no le había dicho mi nombre.

—Gu..., perdón, soy Gulf Kanawut. –estiré mi mano
para darle un apretón.

Él la tomó, saludandome.

—¿Cómo es que recién te
presentas? ¡Eres tan raro, Gulfininie!

—Por dios, Yaya, cambia ese apodo.

—¡Jamás!

—Bueno, nos vamos ya, Gulfie? –awawawawawa...

—¿Cómo?

Gulfie, Gulfie, Gulfie, Gulfie,
Gulfie, Gulfie, Gulfie, Gulfie,
Gulfie, Gulfie, Gulfie, Gulfie,
Gulfie, Gulfie, Gulfie, Gulfie,

Detector de cringe: no hay tal.

—Oh, vaya... Ese apodo...

—No te gusta, ya lo sabemos –terminó Yaya, cruzandose de brazos.

—De hecho, ese apodo sí está
bien. –confirmé.

—¡Pero si es igual al mío, sólo
que más corto! –se quejó.

—El tuyo me hace parecer un
bebé. ¿Qué tal si empiezas a
llamarme Gulfie también? Si
no quieres Gulf.

—Bueno, yo... –abultó sus
labios juntos. Sonreí, porque
sabía que iba a acceder.

—Pero..No puede. –Mew dijo aquello muy seriamente. Ambos lo miramos. –Yo soy quien puede llamarlo así.

Ella soltó una pequeña risa
aireada —Perdón, Mew, pero creo que puedo usar el apodo que se me antoje con mi mejor amigo, ¿Okey? –ella estaba molesta. ¿Ya les había dicho que a ella no le agradaba que alguien más
quisiera tener posesión de mi?

—Me vale. ¿Nos vamos de una vez? –tomó mi mano con
delicadeza, pero firmeza a la
vez y caminó, llevándome con él

—Uh, ahm... Perdón, Yaya, nos vemos mañana. –la saludé, mirando hacia atrás y ella otra vez volvió a cruzarse de brazos.

Una vez fuera, me soltó y
caminamos a la par. Por esta vez, ignoré las miradas
estudiantiles que nos dieron
mientras duró.

—Perdón por eso, pero es que Yaya a veces se pone muy pesada –me disculpo.

—Lo sé. En el salón, siempre busca llamar la atención. – Okey, eso claramente no lo sabía.

—¿Cómo es eso? –y claramente estaba interesado.

—Bueno, ella en el aula, es
como... La líder del grupito,
siempre está hablando en voz
alta para que todos escuchen
lo que tiene que decir –eso
sonaba como ella —Y si nadie
le presta atención, ya tiene que decir o hacer algo para volver a ganarla. –él me miró —No creas que la estoy criticando maliciosamente ni nada, es simplemente algo, que en lo personal, me irrita mucho. Fuera de eso, Yaya es una buena compañera. –aclaró.

—Está bien, sé lo que Yaya
puede llegar a ser a veces. Siempre necesita mucha
atención, a decir verdad –reí -
—claro que a mí no me
importa dársela. Fuera de eso, no sé mucho de las cosas que habla o hace con sus amigas –lo miré —sí sé las cosas que puede llegar a decir de ellas cuando se queja de ello conmigo, pero no mucho.

—Entiendo...

Caminamos en silencio por un rato, hasta que preguntó:

—¿Hace cuánto te gusta ella?

—Mm... No lo sé bien, en
realidad, he estado tratando
de que no suceda, quizás fue algo gradual... ¿Cómo decirlo? Es como si ella me hubiera gustado siempre de esa manera y recién me diera
cuenta ahora. Bueno, no ahora ahora, pero sí hace un tiempo.

—Es así como sucede,
supongo. ¿Se conocen desde
hace mucho?

—Desde que éramos niños.
Casi nos criamos como
hermamos.

—Ya, por eso te resultó dificil
aceptar tus sentimientos.

Sonreí hacia él —Exacto, eso
mismo. –de algún modo, era
fácil hablarle. Quizás porque
entendía lo que yo quería
decir. —Y tú alguna vez te
has enamorado?

Mew todo el rato fue mayormente inexpresivo,
incluso desde que lo conocí.

Pero ahora, su rostro se había
arrugado un poco, como si
sintiera algo de... ¿Asco?

—Creeme que sí, y no –entiendo muy bien cómo. El
chico era un total desastre y un patán conmigo. Soy un
tóxico, lo admito –alzó sus
manos.

Me reí por eso —No te
preocupes, todos tenemos un
nivel de toxicidad en nuestro
ser.

—Amén.

Llegamos a mi casa y saqué la
llave para abrir.

—¿No están tus padres?
preguntó.

—Nop. –abrí la puerta y entré, dándole paso. — Bienvenido a mi cueva.

Él entró y cerré —¿Están
trabajando? –siguió su
pregunta mientras nos
dirigíamos a mi cuarto, en el
segundo piso.

—Mami sí, pero papá no vive en esta casa. Ellos están
separados.

—Ah, ya veo. –llegamos a –la puerta de mi cuarto y lo ví sonreír.

—¿Qué?

—Es sólo que me dió ternura
lo de "Mami"

Me puse rojo —Bu-Bueno, es
mi mamá, o ¿no? –abrí la
puerta y entramos.

—No te pongas así –se burló
—Es lindo que aún la llames
de esa forma.

Arrojé mi mochila por ahí —
¿aún? ¿Acaso uno deja de
decirle así?

—Bueno –él apoyó la suya en mi cama —No tan así, simplemente uno crece y su
madre es más una amiga que
una madre.

—Una madre nunca deja de
ser una madre. ¿Cómo le dices tú a la tuya?

—Aye.

—Uh, es un lindo nombre.

—¿Ya ves? Con el nombre tan bello que tiene, ¿por qué la llamaría de un modo tan
genérico? Todo llaman así a
sus mamis.

—Por qué siento un poco de
-burla en eso?

—No es así –aclaró mediante
una risa. –Ten, prueba la ropa. –me lo extendió.

—Okey –lo tomé y lo dejé en
la cama. Puse mis manos en el borde de mi remera y pretendí sacármela, pero él me detuvo.

—Hey, espera. –lo miré —¿Vas a cambiarte así sin más? ¿No te molesta que yo esté aquí?

—¿Por qué? –Dudo mucho que Mew. —No tengo nada que tú no tengas –me burlé.

El se sentó en la cama. —Bueno, tienes toda la razón.  Entonces espero que no te
importe que imagine que estás en medio de un striptease mientras te cambias.

—Para nada –reí, sacándome
la remera. De hecho, tenía
mucha confianza en mí cuerpo. Mew comenzó a cantar "You can leave your
hat on". Reí, llevando mi
cabeza hacia atrás y arrugé
mi remera en un bollo,
arrojándosela a la cara.

You can leave your hat
on! –canto, tomando mi
remera y empezando a girarla en el aire.

Y, por qué no? Estabamos
bromeando, así que comencé a mover mis caderas y tal. Pero qué idiotas, tan metidos en nuestro juego que:

—¡Gulf, por dios!

Miré hacia la puerta abierta.

—¡¡¿Mami?!!

Mierda.

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