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Capítulo 47

Historia  Original de LYSDijoElRM














GULF

El ejercicio me cansó, y la
ducha me dió sueño, así que
me tiré en la cama, y dormí un poco.

Cuando me desperté, revisé mi celular para ver si Yaya había contestado alguno de mis mensajes, pero no fue así.

Era raro, a ella le gustaba
hablar mucho, y ahora, ni
siquiera contestó mi "¿qué tal
tu día?"

Pensé en llamarla, pero una
llamada entró antes. Era Mew y dudé un poco en si atender. Hoy él me preguntó
algo, y en lugar de responder,
simplemente me quedé estático.

Convertí lo que debería ser
un momento bonito, en uno
incómodo.

Él no volvió a mencionarlo,
cambió el tema, y seguro lo
hice sentir fuera de lugar.

Pero no quería que se sintiera fuera de lugar, yo.. No quería que él pensara que, si también lo decía, lo decía sólo porque él lo dijo.. O bueno, preguntó si debía decirlo.

—Pensando en –¡cierto, la
llamada!

Atendí.

—Osito

—¡Hola, gatito!

—¿Cómo estás? ¿Nada salió
mal? ¿Pudiste hablar con tu
papá?

—Todo salió bien... Él lo intenta, y tiene razón, debo hacerlo también. Sólo que a veces, cuando trato de decir cosas buenas, cuando trato de pensar en todo lo bueno que han hecho por mí, las cosas malas vuelven a atravesar mi cabeza y.. Ah, lo intento, lo juro.

—Lo sé pero es un proceso,
osito, no te abrumes. ¿Quieres venir a casa hoy?

—Oh.. De hecho, te iba a invitar a una pijamada.

Me senté –¿Dormir en tu
casa?

—Más bien, en la casa de Mike. Nos invitó.

—Bueno, debo preguntarle a
mami si me deja, pero no creo que diga que no. –me levanté. —Te veo allá o ¿quieres que pase por ti en mi bici?

Escuché una pequeña risa.

—No te preocupes, le diré al
chófer de mi padre que nos lleve. Sólo avisame si te deja.

Ah, cierto, él tiene dinero. Él rico humillando al pobre.

—Bueno, eso haré~ Nos vemos.

—Adiós, bebé.

—Beb-. –colgó. —No soy un bebé... –puchereé.

Salí de mi habitación para ir
a la de mi mami y me detuve cuando iba a golpear.

¿Eso era un llanto?

Imposible, las mamás no lloran. ¿O sí?

Golpeé —uhm, ¿puedo pasar?

Escuché ruidos en el interior, y después —Claro, hijo, pasa.

Entré —Mami, ¿estabas llorando? —me acerqué.

Me miró desde su cama, alzó sus cejas y apretó los labios,
pensando.

Los ojos y la nariz roja, me
notificaron que mi pregunta
fue por demás estúpida.

—Sí, sí, para qué mentirte, ¿no? Incluso aún lo hago estiró sus brazos, dándose por vencida.

—¿Por qué lloras? –me senté.

Nunca la había visto llorar,
esta clase de expresión en ella, era nueva. Entre una cara de tristeza y esa sonrisa que no quería dejarse ganar.

—Ah porque soy una boba,
sólo eso.

Negué —Tú no eres una boba. Eres la persona más lista que conozco.

Una lagrima cayó y soltó una
risa aireada —¿Entonces por
qué sigo llorando por el mismo idiota aún después de tantos años?

—¿Por papá?

—No conozco otro idiota, lo
siento. Ay, perdón, no debería estar hablando así de él.

—¿Por qué no? Si él te daño.

—Porque es tú padre.

—Pero te lastima –eso me
hacía enojar, —Es un idiota.

—No. –fue firme —No, él es
un buen padre y veo lo mucho que se esfuerza siempre en mejorar. No es un idiota en eso, ¿okey?

—¿Y eso que importa? Te
lastima.

—Yo misma me lastimo, creyendo en él. Pero eso es
asunto nuestro, no tuyo. No debería estar hablando de estas cosas contigo, eres
nuestro hijo.

—También puedo ser tu
amigo –tomé sus manos —Tú
siempre fuiste mi amiga.

—No. Yo soy tu madre, no tu amiga. No puedo ser las dos cosas. El hecho de que me respetes y busques mi aprobación para todo, es porque he puesto un límite
entre nosotros. Soy la madre, eres mi hijo.

—Pero... Siempre me has
apoyado, me escuchas y me
ayudas en todo.

—Es lo que hace una madre,
Gulf. Con tus amigos irás a fiestas, jugarás videojuegos, harás travesuras y te meterás
en problemas. No puedo ser tu amiga, porque no puedo fallarte de esa forma. ¿Entiendes eso?

—No lo veo así, tu... De igual
forma no soy esa clase de
chico, no me interesan las
fiestas y eso. Realmente
prefiero quedarme aquí y
escucharte desahogarte. Mirate, lloras y yo ni siquiera lo sabía. –llevé mi mano a su mejilla.

—Creí que dormías, o de otro
modo no me habría puesto a
llorar –apoyó su mano sobre
la mía.

—¿Por qué ocultarías tu
lanto?

—Es algo que los padres
hacen. Si ustedes nos ven llorar, fallamos.

—¿Fallar?

—Si quienes deben protegerlos son así de vulnerables, ¿qué les queda a
ustedes?

—Protegerlos entonces.

Me miró con ternura y tiró de mi para abrazame —Ah, Gulf, tienes el corazón tan grande que no llega sangre a tu cerebro.

—Uhm.. No veo la forma en
que eso suene bonito.

—Es bonito, creeme –se
separó y tomó mis mejillas
entre sus manos —Mami ya está mejor, ¿okey? No debes preocuparte. ¿Querías decirme algo?

—Sí, que te amo.

Sonrió —Aw, bebé. –abulté
mi labio —¿Qué va mal?

—Mew también me dijo bebé, creí que nos diríamos
por nuestros apodos.

—¿Osito y Gatito? –asentí

—Bueno... A Veces nos
sentimos tan empapados en dulzura, que tenemos que decir la palabra que represente lo más dulce y puro que conozcamos. ¿Qué más dulce y puro que un bebé?

Asentí, creyendo entender —
¿Y decir.. "te amo"?

—Tú dime, me lo acabas de
decir.

—Eres mi mami, decir te amo, suena correcto para mí.

—¿Y qué me quisiste decir con "te amo"?

Tomé sus manos entre las mías y las apoyé entre nosotros —Que confío en ti,
que te quiero muchisimo, que estaré por siempre para ti, y perderte me dolería más de lo que puedo describir o pensar. Qué eres lo más maravilloso que tengo, y siempre lucharé porque las únicas lágrimas que derrames, sean de felicidad.
Deja ya de llorar por esenidiota de mi padre.

Mordió su labio en medio
de una sonrisa —Esa es unna
buena descripción de la
palabra, Gulf. Te amo, hijo, te juro que lo intentaré. –suspiró y movió su mano —Ya es mucho caramelo, ¿a qué venías?

—¡Cierto! Me invitaron a una
pijamada, puedo ir?

—¿Dónde es?

—En casa de Mike. Eh, ¿Mike D'Angelo? El chico rubio de la otra vez.

—Ah, todo bien, pero ¿dónde
es?

—No sé.. Mew vendrá por mí.

—¿No quieres que yo te lleve?

—No, no. Descansa, él le dirá a su chófer o algo así.

—Yo te llevo, y pasaremos por Mew. Si hay algún accidente, quiero saber que
pude evitarlo, no conozco a este chófer. –me levanté
cuando ella se destapó.

—Eh, bueno, le voy a decir.
–asintió y salí de su habitación para ir a la mía.

Es verdad, sí es una madre.

Pero aunque quiera negarlo,
es también mi gran amiga.

MIKE

—Logramos que te dejara,
pero él siempre tiene que
ganar, ¿eh? –me estiré para sacar algunos bouls del mueble.

—No importa Miky, ¡ganamos! –gritó con emoción —Qué él me lleve, es sólo un precio minimo. Seguro quiere ver que en verdad hay más gente.

—Pero si los invitamos frente
a sus propios ojos. –Mierda,
en serio tenían que poner los bouls aquí arriba. Puse el celular en mi pecho —
¡Mamá! —nada —¡Papá! — tampoco —¡¿Por qué guardan los recipientes arriba de un mueble?!

—Porque casi no se usan, deja de gritar. Si no llegas, usa el banquito.

Mamá entró y tomó el
pequeño banco para subirse a él y.. No, ella no llegaba ni con él. 1,55 muchachos, pero no se lo mencionen, con la falta de altura, también viene la falta de control temperamental.

Realmente se estiró, pero no
llegó.

—¿Cómo llegué para
guardarlos ahí?.. ¿Estamos en problemas?

Rodé los ojos —Iré por papá.

—No, deja que voy yo, ¡¡Chaow!!

—Pero para eso sigo gritando
yo.

—Sí, mi amor, ¿qué pasó? –
papá llegó corriendo a toda prisa. Qué buen servicio.

—No llego, Chaow. Por dios,
¿quién puso esas cosas ahí?

—Tú me dijiste que las pusiera bien alto porque querías dejar de comer cosas en la cama.

—Bueno, hombre de 1,87,
bajalos porque Mike los necesita. –dió un salto del
banquito.

Papá resopló, y sin ningún
esfuerzo, bastardo suertudo,
alcanzó los bouls.

—¡Gracias! –los sostuve, hasta dejarlos en la mesada.

—Ahora, se van a ir a la cama
y me dejarán la sala para mí y mis amigos.

—¿Siempre voy a tener que
corregirte eso? Es tus amigos y tú.

—¿Cuál es la diferencia? Creí
que el orden del producto no
altera al factor.

Se cruzó de brazos —¿Me
tomas el pelo?

—¿Qué?

—También lo estás diciendo al revés. –aclaró mi papá.

Miré hacia arriba, pensando..

El orden del producto... Factor... ¿Por qué estaría mal?

—¿Realmente estás aprendiendo algo en las
particulares o sólo estás
perdiendo el tiempo?

—Uuuh, difícil pregunta.

—¿Se te hará más fácil si te
pateo el trasero?

—¡Estoy esforzándome!

—Más te vale. –el timbre
sonó —Uh, ¿será Frank?

—Chaow, ve a ver. –el soldado en guerra, obedeció a su coronel como siempre.
O como me gusta llamarlo, pollerudo.

—Yo no invité a Frankie.

—Se invitó solo –se alzó de
hombros.

Fruncí el ceño y fui a la entrada, no necesitaba a un
veiteañero en una pijamada de adolescentes.

Efectivamente era Frank.

—¿Por qué viniste?

—Hola, hermanito, también
me alegra verte.

—Para nada fue lo que dije.

—Bueno, fue lo que escuché.

—Ya que van a pelear, yo y
Boonsri nos vamos a nuestro
cuarto. Exito en tu noche, Mike. –se fue hacia la cocina.

—¿Lo dijo al revés? –pregunté confundido.

—¿A qué cosa?

Negué —Ah, no importa. Bueno, me vas a decir a que
vienes o que?

—O qué.

—¡Frank! Mira que estoy dejando de lado el hecho de que me mentiste y no dejaste a Drake en la cárcel. Yo cumplí mi parte, y te dí el beso.

Puso las manos en sus bolsillos.

—Entonces si sabes que soy
mentiroso, ¿de qué te sirve
preguntar mis intenciones si no vas a estar seguro de si mentiré o no de nuevo? Y si realmente te molesta que no cumplí mi parte del trato,
gustoso estoy de devolverte
el beso que me diste –dió un
paso hacia mí.

—¡No, atrás, atrás! No lo quiero de vuelta, quédatelo. –
me alejé.

—Me has dado muchos besos antes, no sé por qué ese te
costó tanto.

—A, era un niño entonces; B,
hiciste que te lo diera frente a Drake. Él me humilla y seguro se burló de ello.

—C, come y dale un abrazo a tu hermano –estiró sus brazos.

Rodé los ojos y crucé los míos.

—Vamos, ¿tan mal hermano
soy?

—Eres el hermano más genial del mundo, pero el más fastidioso también. –me acerqué y nos abrazamos.

—Gracias por decirme Dioso.

—Yo no-

—Fue lo que oí.

Sonreí con mi cara enterrada
en su pecho. Okey, mi fasti-Dioso, tienes toda la razón.

MEW

Golpeé la puerta de la
habitación de papá e ingresé
cuando me lo pidió.

—¿Papá? ¿Querías verme? –él estaba anotando algunas
cosas en su libreta.

—Sí, hijo, ven. –me acerqué a él y tomó mi mano —¿Tú sigues pensando en irte de
casa cuando seas mayor?

—Aún no descarto la idea,
pero... ¿Por qué?

Estuve pensando, esta casa
quedará tu nombre y el de
Best cuando Cherreen y yo ya no estemos, pero ¿qué tal si tambien tuvieran otra? Es decir, si nosotros vivimos
largos años y ustedes quieren
formar su propia familia, no
sería bueno tener una casa
aparte?

—Supongo que sí, ¿a dónde
quieres llegar?

—Te voy a regalar una casa,
hijo.

Me impresioné tanto, que solté su mano —¿Cómo? Eso es mucho.

—No lo es. Tengo lo suficiente ahorrado y mucho más. Lo único que pido a cambió, es que si alguna vez Besie estuviera en problemas, no lo desampares y le permitas vivir ahí también. No lo sé, quizás algún día decide que no quiere vivir con nosotros, que quiere independizarse o lo que sea. Quiero que me prometas que él tendrá tu apoyo en todo.

—No hace falta que me des
una casa para eso –me sentí
ofendido —Besie es mi hermano, yo jamás lo dejaría
de lado. Guárdate tu casa.

Se levantó —No, no lo
malentiendas. No es un
chantaje o algo así. Sólo quería saberlo, necesitaba
oirlo, no es una condición.
Gracias por decir eso.

—Oh... Bueno, perdón por
reaccionar así.

—Está bien, no te preocupes.
¿Entonces?

—Me gusta la idea. Pero no
quiero pensar que lo haces
por alguna clase de redención conmigo, en serio ¿tú quieres comprarme una casa?

—Y es una hermosa casa. Pero no voy a mentirte, hay
intenciones egoístas detrás de esto.

Fruncí el ceño —¿Cuáles?

—Sunan Urassaya. Quiero
humillar por completo a Sunan Urassaya, y quiero que lo hagas conmigo.

Sonreí sin pensarlo.

—Estoy dentro.

En el próximo un reencuentro con el pasado.

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