Al día siguiente.

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—No entró porque alguien no lo dejó —despegó su vista del celular y miró a Haerin sentada en la silla de su escritorio, que se avergonzó inmediatamente.

—¿Acaso querías que pasara? —reclamó, aunque con un lindo sonrojo adornando sus mejillas.

Danielle rió empujando la silla para tener a Haerin enfrente y negar con la cabeza.

—Claro que no, Kang.

Cuando Dani le dijo a sus amigas que no se preocuparan por esperarla, pues creyó que su ex novio se demoraría en la charla, Haerin se quedó a una distancia prudente mirándolos con ojos entrecerrados. Ese día Danielle la había invitado a su casa, así que la menor tuvo que esperar a que Kyuhyung se fuera a su auto para irse ellas dos solas al hogar de la extranjera.

—¿Qué quería? —cuestionó una amurrada Haerin, llegando a su lado.

Danielle aguantó sus ganas de robarle un beso por lo adorable que se veía toda celosa, y caminaron a la residencia Marsh que no quedaba muy lejos.

Cuando la mayor le contó que él las estaría esperando en su domicilio para pasarle una sudadera, Haerin se volvió un pequeño gato gruñón, preguntándole por qué tenía guardada las prendas de su ex novio y, además, cuando estaban los tres en la entrada de la residencia, Haerin no se despegó de ella, susurrándole al oído que le dijera a Kyuhyung que la esperara afuera mientras ella iba por la sudadera, impidiéndole entrar.

Ahora se avergonzaba por actuar tan celosa, y ni siquiera se entendía a sí misma. Ella casi nunca sentía celos, entonces, ¿qué estaba pasando?

Tan simple como su maldito periodo. Le llegó en la mañana y debía admitir que se le descolocaban un poco los cables con la menstruación.

Cuando se lo confesó a Danielle, esta se rió en su cara y recibió un buen golpe en el estómago.

A veces, las cosas nunca cambian.

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desaparecía 4 meses ahr