40
A las cinco y media de la tarde, sin hacer mucho realmente, decidieron tomar una siesta, o eso fue lo que le dijo Haerin a Danielle.
Esperó pacientemente a que la mayor se quedara dormida y cuando notó su respiración relajada, se levantó en silencio, tomando otra ducha y vistiéndose con un pantalón de buzo y una sudadera ancha.
Arropó a Danielle antes de salir, y ya en la puerta de su casa, caminó menos de diez pasos hasta llegar a la vivienda de su vecino.
—Haerin —Sejong habló con sorpresa, pareciendo, francamente, aliviado de verla. Traía puesta una musculosa negra, con unos pantalones parecidos a los de Hae, y llevaba moradas ojeras bajo sus ojos. Estaba cansado, al igual que ella—. Estaba preocupado, joder, pasa —se movió, saliendo del trance y cerró la puerta después.
Haerin lo miraba con ojitos perdidos.
—¿Y tus abuelos?
—Durmiendo la siesta. ¿Y Danielle?
—Durmiendo la siesta —respondió, y soltó una risita débil, aunque la borró cuando vio los preocupados ojos del tatuado.
—¿Sigue contigo? ¿Te hizo algo? —la tomó de los brazos, revisándole el rostro—. No sabes las veces que pensé en tocarte la puerta. No pude dormir, extraña. Me estaba volviendo loco.
La menor cerró los ojos unos segundos, disfrutando el tacto de esos ásperos y largos dedos, y sobre todo, disfrutando el tener a alguien que la cuidase. Ella pasó día y noche cuidando a Danielle, y recibir esa atención ahora se sentía bien.
Quería largarse a llorar, pues tenía que contarle la verdad de todo lo sucedido, y sabía que al muchacho no le gustaría oír que perdonó a Danielle sin pensarlo y terminó cayendo en sus redes ahora con, probablemente, el triple de intensidad.
—Lo lamento... No quería que lo de anoche se saliera de control. Nunca esperé que ella... —recordando el dolor que Danielle fue capaz de provocarle, su voz se rompió y el conocido ardor de garganta le irritó los músculos—. Ella... Al inicio fue difícil, pero pude acostarla. Luego, al día siguiente... No te gustará oírlo, extraño —sorbió su nariz, alzando el rostro para conectar sus miradas. Las lágrimas ya habían humedecido sus mejillas y no se sintió lista para admitir lo estúpida que fue, y siempre sería con Danielle.
Sejong suspiró antes de abrazarla, apoyando su mentón en la cabecita de Haerin.
—Bien, déjame prepararte una bebida caliente y me cuentas. Ven —le tomó la mano, dirigiéndolos a la cocina, y luego de Haerin tener un té en mano y él un café cargado, fueron a la terraza para conversar.
Por supuesto que Sejong se molestó con su reciente amiga cuando le contó todo lo sucedido, pero fue más que eso: en el fondo, Sejong sintió lástima por Haerin.
Se conocían hace poco, muy poco de hecho, y Haerin, en cualquier otro caso, le hubiera parecido desagradable que un casi extraño la regañara por las decisiones que tomaba en su vida personal. Es decir, se conocieron en un bar, ¿qué tenía que andar opinando ese tipo tatuado?
Pero no fue así. Es más, lejano a aquello, Haerin oyó atentamente las palabras de Sejong, sus opiniones y consejos. Para la chica, Sejong era alguien quien deseaba escuchar.
—¿Qué haré contigo, extraña? —dijo Sejong, apagando el cigarro y pasando un brazo por el hombro de Haerin, que rió con tristeza y apoyó la cabeza en su hombro, sin saber qué responder en realidad.
Se quedaron allí, en silencio, viendo el agua correr dentro de la piscina. Solo dos personas con problemas distintos intentando sobrevivir.
***
Haerin tenía planeado estar no más de media hora donde Sejong, pues no quería que Danielle se despertara y estuviera sola, pero no contó con que, con los cálidos brazos del alto muchacho, sus párpados caerían débilmente, llevándola al profundo sueño.
Sejong la tomó en brazos, procurando ser delicado, y la llevó hasta su sofá en forma de L, dejando a Haerin el la parte larga y él sentándose en la parte pequeña, estirando la cabeza hacia atrás mientras la de la menor se apoyaba en sus piernas.
Se quedaron dormidos juntos, y todo hubiese sido tranquilo si el celular de Haerin no hubiera comenzado a sonar. El primer llamado no fue atendido, el segundo tampoco, pero en el tercero, Kang se levantó de golpe, mirando con horror el nombre de Danielle en su pantalla.
Contestó, despertando así a Sejong, que la miró con preocupación y algo de confusión.
—¿Haerin? ¿Dónde estás? —la voz de Danielle se oía intranquila, y un tanto alterada.
—¡Lo lamento! —le dio una mirada tranquilizante a su amigo—. Perdón...
—¿Dónde estás...? —volvió a preguntar, más relajada.
—Fui a comprar, ya estoy cerca —mintió, pues sabía que si le contaba de Sejong, sería peor—. Llego en cinco.
Cortó luego de una despedida y observó a Sejong con culpabilidad.
—Evitaré reproches, tranquila —el chico supo lo que sus ojos transmitían y la ayudó a levantarse—. Solo cuídate, ¿si?
—Gracias, Sejong.
—Avísame cuando se vaya, te iré a ver.
Haerin besó su mejilla en un acto sincero, esperando que entendiera lo mucho que le agradecía.
Tal cual dijo, a los cinco minutos estaba nuevamente en su casa, subiendo las escaleras para encontrarse con la chica de sus más lindos sueños y peores pesadillas.
—Hola... Lo siento, no quería que despertaras sola.
—Está bien, Hae. Solo... me asusté.
Danielle la invitó a acostarse con ella, dejándole un pequeño espacio.
Haerin agradeció que no cuestionara qué había comprado o dónde había dejado las supuestas compras, pues no tenía cabeza para inventar más excusas.
Si bien las cosas entre ellas estaban calmadas, un tema que no dejaba de torturar a la menor, no lo pudo dejar pasar.
Y estaba decidida a obtener respuestas.
—Danielle —la llamó—, tenemos que hablar, y esta vez en serio.
Danielle pasó saliva, sabiendo que en algún punto aquello saldría a la luz.
—No quiero que huyas, o cambies el tema porque ya lo he evitado lo suficiente solo por ti.
—Hae...
—No, Danielle, hablo en serio.
—Está bien, te escucho.
Haerin no pensó que sería tan fácil, y ahora que tenía la oportunidad, no sabía por dónde comenzar.
¿Quizá por cómo la trató esa noche en la discoteca? ¿O tal vez preguntándole qué era a lo que tanto le temía a admitir que le gustaban las chicas?
Sí. Eso haría.
—Me niegas, me niegas desde que nos conocimos, desde nuestro primer beso. Niegas tus sentimientos hacia mí, y solo porque soy una chica. ¿Por qué? —fue directa, ya cansada de la larga espera para poder expresarse y de los problemas que surgieron entremedio.
—Yo... No, no niego mis sentimientos, te dije que te amaba.
—Danielle, por favor. Sabes a lo que me refiero —evitó rodar los ojos—. Públicamente me niegas.
—T-tengo miedo...
—¿De qué? Todo tu grupo de amigas son lesbianas o lo que sea —hizo una mueca—. Y nadie, aparte de ti, ha demostrado odiar las relaciones entre mujeres. ¿Es por tus padres?
—No es solo por mi papá... —especificó—. Es... No sé qué es lo que sucede conmigo, Haerin. Me gustas, te amo —aclaró—, y cuando estoy contigo me siento absurdamente feliz, pero... p-pero si es con otros... Me da terror. Todo este tema de que tal vez me gusten las chicas —Haerin frunció las cejas por ese "tal vez", pero prefirió ignorarlo—, me atemoriza tanto que hasta me cuesta respirar —intentó no llorar—. Esa noche en la discoteca... fue horrible. Sentía que todos me estaban observando, todo se movía... Sentí náuseas. Quería desaparecer. Es como... es como si el mundo no dejase de dar vueltas y vueltas...
No pudo evitarlo, y el corazón de Haerin dolió al oír su confesión. No podía culparla del todo, ella tuvo la suerte de aceptar su orientación sexual con facilidad, pero sabía que no era así para todos.
—Pero... ¿por qué? ¿Por qué tanto miedo?
—No lo sé, Haerin. Tal vez... tal vez aún no lo descubro —apretó su mandíbula—. Y también me da miedo descubrirlo.
Danielle limpió una lágrima que rodó por su mejilla y Haerin lo pensó un poco antes de estirarle los brazos, ofreciéndole un nuevo abrazo. La mayor lo aceptó y sollozó en su pecho con angustia, pero luego de unos minutos con ese olor floral de Haerin rodeándola, pudo sentirse un poco mejor.
Ahora el dilema lo tenía la coreana. ¿Qué hacía si la chica de la que estaba enamorada no se atrevía a decírselo al mundo? Ni siquiera a sus amigas más cercanas. Siempre dijo que jamás en la vida podría estar con una chica del closet, pues la amarraban a ella al fin y al cabo, pero... ¿estaba dispuesta a alejarse de Danielle, o sería capaz de esperarla?
Por ahora, quisiera o no, necesitaba de la australiana y alejarse no estaba en sus planes.
No iba a abandonarla.
Pero lo que Haerin estaba evitando pensar, era en el cansador futuro que le esperaba. Nadie dura tanto en una relación oculta y ella no sería la excepción. Lo sabía, aunque decidió ignorarlo.
El futuro es futuro, y Haerin prefirió quedarse en el presente, como la gente solía decir: vivir el momento.
Aunque vivir el momento y no preocuparse a largo plazo de lo que pasaría entre ellas y cómo le afectaría, ¿no era algo irresponsable? Así como... así como jugar con la suerte, como apostarlo todo sin estudiar las estadísticas.
—Hae...
Danielle había salido de su escondite, mirándola directo a sus ojos, pareciendo buscar algo en ellos.
—¿Qué pasa? —susurró, acariciando su frente con amor.
—¿Quién...? —carraspeó, un poco incómoda por lo que diría—. ¿Quién era ese chico? El de anoche.
Haerin quedó en blanco un momento. Sabía que Danielle tendría curiosidad y le preguntaría, pero seguía sin saber qué responder. ¿La mera verdad? Un tipo que conocí en un bar luego de que mandaras toda nuestra relación a la mierda y que resulta que es mi vecino, oh, sí, y que además me viene a ver la mayoría de los días y que prepara unos tragos deliciosos.
No.
Si Haerin no hubiese estado tan enamorada de Danielle, quizá, ahora mismo estaría locamente enamorada de ese atractivo chico de cuerpo tatuado con aires de tipo malo, que ciertamente, la trataba muy bonito. Pero Haerin estaba cegada por esa tonta Danielle, así que no era el caso, aunque...
Aunque conociendo lo celosa que era la mayor, tal vez no sería buena idea compartirle tanto detalle. Haerin apostaba que, con el descaro que solía tener Danielle, se molestaría mucho con ella y le pediría que no lo siguiera viendo, cosa que Haerin no estaba lista ni de oír (quería ignorar los aspectos negativos de su chica, al menos por el momento), ni de hacer.
No, ella no podría separarse de Sejong.
Pero entonces, ¿qué carajos le decía?
Danielle no quitaba sus ojos de ella, casi penetrando su piel, y aunque la chica intentara parecer relajada, Haerin sabía muy bien que Marsh estaba ansiosa por una respuesta, y una que no les afectara a ellas.
—Mi primo.
¡¿En serio, Haerin?!, se gritó mentalmente.
Se arrepintió de inmediato, algo cansada de las mentiras, mas lo hecho hecho estaba y, aunque no quisiera, fue aliviador ver cómo los ojos de Danielle se relajaban, volviendo a brillar.
—Ayer tuve un problema con la calefacción y como mis padres no estaban, lo llamé a él para que me ayudara.
—Oh —formó un puchero—, nunca me hablaste de él.
—Dani... no es como si nuestra relación fuese de ese tipo. Yo tampoco sé mucho de tu familia y esas cosas.
—Mmh, tienes razón —aceptó con algo de incomodidad, que fue rápidamente reemplazada por una pequeña sonrisa—. ¡Pero eso era en el pasado! Ahora quiero que me cuentes todo acerca de ti y prometo hacerlo yo igual.
Haerin mordió sus labios, admirando lo linda que podía ser Danielle cuando estaba tranquila, en sus brazos, y sobretodo, con esa bella sonrisa que la hacía querer gritar de ternura. Sus ojos hechos media luna eran más que la octava maravilla, y esos lunares que pintaban su rostro compensaban muchas otras cosas.
Se rió suave, estirando sus labios para besarle la boca. Danielle correspondió, metiendo traviesamente sus manos bajo su ropa. Segundos luego, había dado un apretón al pecho izquierdo de Haerin, quien gritó exageradamente.
—¡Danielle Marsh!
Esta carcajeó, volviendo a sus besos.
Horas después, comiendo comida China en la cocina con las manos tomadas sobre la mesa, Danielle volvió a sacar el tema.
—Pídele perdón a tu primo de mi parte, ahora debe tener una horrible imagen de mí.
Haerin soltó una risa falsa, asintiendo con la cabeza. Pero en el fondo, la culpa, por alguna razón, no la dejó tranquila.
¿Realmente le mintió acerca de Sejong solo porque Danielle tenía un problema con los celos? ¿O había algo más que le hizo hacer lo que hizo?
Le dio un sorbo a su bebida con dificultad, no queriendo analizar más esa rara pregunta.
__
¿q opinan del cap? me da miedito que les esté aburriendo la historia o algo, así que sean honestos para mejorar. 😪 tal vez estoy escribiendo mucho y hay pocos tweets, ns.
la vdd es q este fic se alargó harto más de lo que creí, pero no me molesta (creo).
bueno, eso era, mis gays. perdón que les deje una puta nota en cada capítulo haciendo preguntas de mierda, jvkskcmckakkakc.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro