38
Danielle no se presentó nunca en la casa de Hanni.
Las chicas la habían llamado y escrito repetidas veces para saber dónde se encontraba, pero Danielle no contestó.
No fue sino hasta las 12 p.m. que supieron algo de la australiana, y es que a través de las historias de Instagram de los hermanos Yoon, Hanni supo que Danielle se encontraba con ellos.
Furiosa (y preocupada), hizo el intento de abandonar su propiedad para ir en busca de su amiga, mas Hyein y Minji lograron controlarla. Ellas también estaban inquietas, pero ambas novias habían bebido bastante y no era un buen momento para que alguna manejara.
—Estará bien, unnie. Dani sabe cuidarse —le había dicho Hyein en un intento de calmarla.
Aunque en el fondo, ninguna de las tres percibía las cosas bien, sintiendo la fiesta vacía sin la presencia de Danielle y Haerin, que parecían haberse puesto de acuerdo para actuar ajenas.
—¿Y sabes hacer de todo?
Por otro lado, Haerin hablaba cómodamente con Sejong, esta vez en su patio. Por supuesto que era una mentira que sus familiares vendrían a cenar, solo que aún no se sentía lista para regresar a la rutina normal. Si se juntaba con sus amigas, probablemente Danielle también estuviese, y como le dijo el tatuado, lo mejor era mantener distancia hasta que sus emociones, por sí solas, comenzaran a disminuir. No es que pensara que le dejaría de gustar Danielle, pero el mayor tenía razón: si menos la veía, menos la pensaba, y por ende, mejor se sentía.
Sus padres, como casi todos los fin de semanas, se habían ido y volverían el lunes por la tarde, así que tenía la libertad de tener a Sejong en su terraza, frente a la piscina, con un marlboro rojo en la boca.
—No sé si de todo, pero conozco bastantes recetas —Haerin asintió jugando con su cabello, poniendo una expresión vergonzosa—. ¿Qué ocurre? ¿Quieres que te prepare algo?
—No...
—¡Si quieres! —comenzó a burlarse, mientras la otra se tapaba el rostro y le reclamaba—. ¡Eres una alcohólica, Kang Haerin!
—¡Claro que no! —negó—. Solo... Digo, si tengo un amigo barman... ¿no debería aprovecharlo?
Sejong estalló en risas mientras Hae se levantaba de su asiento para golpearlo en los costados.
—¡No te burles! —lloriqueó.
Luego de unos segundos de más carcajadas, Sejong la tiró de la playera y la sentó sobre el apoyabrazos de su silla.
—Está bien. ¿Qué desea la princesa? —dijo con mofa, cómodo con ella.
Esa era la palabra para describir su relación. Comodidad.
—Mmmhhhh... Un mojito.
—Vaya, con gustos internacionales, Kang.
—¡Déjameeeeeeeee!
—Está bien, está bien, y sí, puedo prepararte un mojito. Pero tendría que ir a casa por el ron y esas cosas. ¿Me esperas?
—No te preocupes, ya he comprado lo necesario, pasé al supermercado cuando salí de la escuela.
—Así que ya tenías planeado todo, eh —molestó, posando una de sus grandes manos en la espalda de la menor para que no cayera.
—Puede ser... —asintió, poniendo ojitos inocentes.
Y así, entre bromas y chanzas, fueron a la cocina.
Ella lo miraba hacer su obra maestra desde el mesón, sentada con los pies balanceándose en el aire.
—Mira, prueba esto —se acercó, llevando una cuchara con limón a su boca. Haerin lo bebió sin preguntar y Sejong carcajeó cuando hizo una mueca, temblando por lo ácido del sabor.
—¡Eres un tonto, pensé que era una mezcla rica!
—¡El limón es rico!
Agradable. Agradable era estar así con él, con su amigo. Eran amigos, ¿no?
Sí, eran amigos.
—Ahora sí —dijo tiempo después, revolviendo una última vez el cóctel—. Pruébalo, quizás esté un poco fuerte para ti.
Cuando Haerin se acercó al sorbete, la puerta de su casa sonó repetidas veces.
Los chicos se miraron, Haerin asustada creyendo que podrían ser sus padres y si veían a un muchacho de tatuajes a solas con ella, la matarían.
—Iré a ver quién es —susurró, pero Sejong la detuvo.
—No, yo iré. No suena confiable.
Los golpes seguían, intensos, y parecía como si quisieran atravesar la madera.
—Vamos los dos —afirmó y aceptó la mano que le extendió el mayor.
A pasos lentos y con la cabeza agachada por cualquier cosa, caminaron hasta la entrada.
—¡HAERIN!
Una palabra, una sola palabra que logró cambiar todo lo agradable de esa noche.
En ese momento, todo se fue por el desagüe.
—¡ÁBREME!
Danielle se asomó por la ventana, dando justo con Haerin y un tipo que no reconoció. Su mirada viajó de él hacia ella, y viceversa.
La australiana lucía rara, descompuesta, y un mal presentimiento le revolvió el estómago a Haerin.
Sin darse cuenta, soltó la mano de Sejong y abrió la boca, intentando decir algo, pero las palabras quedaron atascadas en su garganta.
—¡Haerin, ábreme! —volvió a gritar, toqueteando el vidrio—. ¿Quién es él? ¿Por qué no me abres? ¡Haerin!
La coreana salió de su estado de shock una vez Sejong habló.
—¿Es... Danielle? —le susurró, su mandíbula apretada y la tensión ejerciendo en los músculos de su espalda.
Que mala primera impresión. Aunque con todo lo que le contó su amiga, ya se había formado su propia opinión.
La menor asintió, sin poder moverse.
—¿Quieres que la saque de aquí?
Haerin volteó su cabeza a la extranjera, quien desesperada seguía gritando un montón de cosas poco entendibles.
—Yo...
—¡Haerin!
—Tranquila, escúchame —Sejong actuó rápido, viendo cómo el pecho de la niña comenzaba a subir y bajar con rapidez—. Respira, recuerda nuestros ejercicios de respiración.
Con dificultad le hizo caso, intentando ignorar la voz que tanto le gustaba fuera de su casa.
¿Por qué le hacía eso? ¿Por qué Danielle era tan egoísta?
—¡Sé que me escuchas! ¡¿Quién es él?! ¡¿Por qué no abres?!
—La voy a sacar de aquí —el alto apresuró sus pasos, furioso, dispuesto a acabar con aquello.
Era sencillo, Sejong, con su aspecto macabro, amenazaría a Danielle y si era necesario, la tomaría en brazos y se la llevaría las cuadras que fuesen necesarias para que dejara de atormentarla. Haerin sabía que el chico estaba dispuesto a eso.
Pero cuando volvió a mirarla, sus ojos suplicantes, llorosos, mientras decía su nombre esta vez con tormento y en tono bajo, algo nuevo se rompió en Haerin.
No podía dejarla allí.
En un acto impulsivo se aferró al brazo del pelinegro, impidiendo que siguiera avanzando.
—N-no hagas nada, yo me haré cargo.
—Pero Haerin... —susurró.
—P-por favor... Sejong —él la miró con inseguridad, pero no insistió—. Sal por a-atrás, mañana... mañana te escribiré.
Sus oídos permanecieron sordos hasta que lo escuchó salir.
En ese momento, su cuerpo, bajo ningún efecto de ninguna sustancia, se sintió lleno de cosas inexplicables.
Se acercó a la manilla, sin poder respirar, y le abrió lentamente, pensando en las miles de posibilidades de lo que podría ocurrir.
—Oh, Dios mío, Haerin —la más alta saltó a sus brazos, hundiéndose en su cuello, aspirando el olor que tanto le hacía falta. Nunca nadie la abrazó con tanta fuerza—. N-no... no sabes cuánto te he extrañado.
Haerin, por un segundo, quiso devolverle el gesto, pero no se traicionaría así.
La empujó lejos, con sus ojos vidriosos al igual que los de Danielle.
—¿Qué... qué ocurre contigo, Danielle? ¿Estás loca?
—No, yo... y-yo...
—Tú nada. ¿Qué haces aquí?
—Haerin, por favor...
—R-responde.
Un nuevo cambio ocurrió. Haerin vio el momento exacto en donde los melancólicos ojos de la chica cambiaron, a unos casi rojos. Vacíos. Como los de un monstruo.
—¡¿Por qué no mejor que dices quién mierda era ese tipo y qué hacía aquí, eh?!
—¿D-disculpa? —fue tanta su impresión que se trabó.
—¡¿Ahora resulta que tienes novio?! ¡¿Quién era él?! —la tomó de los brazos con agresividad, y Haerin mentiría si dijera que no se asustó.
Esa no era Danielle.
—¡Suéltame, suéltame! —desesperada por no reconocer a la mujer frente a ella, intentó patearla, deseando estar lo más lejos posible. ¿Qué le había ocurrido en esa semana?—. ¡Suéltame, hija de puta! ¡No te debo ninguna explicación! ¡Eres tú la que no deja de comportarse como una idiota! ¡Lárgate de mi casa ahora mismo!
—¡No me iré hasta que me expliques!
—¡Llamaré a la policía!
Pasaron dos minutos enteros donde no dejaron de gritarse y darse empujones, comportándose como animales salvajes, dos extrañas luchando por lo inexplicable.
Pero el drogado y débil cuerpo de Danielle no resistió mucho más.
—H-Hae... Haerin, por favor... dime quién era él —se cayó de rodillas con las lágrimas bordeando su mandíbula—. D-dime que n-no me olvidaste... por favor...
Haerin observó cómo se aferraba a sus piernas, desmoronada a sus pies.
Sabía que la muchacha se metió alguna estupidez en el sistema, pues vio los mensajes de sus amigas comentando que estaban preocupadas por ella, que se juntó con unos hermanos Yoon con fama de tener contactos peligrosos, dealers, y esas cosas.
Sabía que no estaba limpia.
—Por favor, Haerin... dime que me sigues queriendo...
Estaba sudada, su rostro pálido y sus lágrimas bajando sin control.
Haerin, aunque intentó, se rindió, con terror a que Danielle pensara cosas erróneas.
¿Cómo podría no quererla? Si se había vuelto su mundo entero. No solo la quería, la amaba con alma y pasión.
Estaba enamorada de Danielle Marsh.
Se arrodilló junto a ella, ambas temblando y llorando, perdidas en la una y la otra.
—Por supuesto q-que te quiero, Danielle. Yo... t-te a-amo. T-te amo demasiado.
La vida volvió a los ojos de la mayor, pareciendo iluminar la casa completa, acabando con el frío que las hacía tiritar. Tomó las mejillas de Kang con los dedos ardiéndole y unió sus labios en el beso más trágico de su corta historia.
Danielle se aferró a ella, deseando estar así por la eternidad.
—Yo también te amo, Haerin —susurró sobre sus labios, mientras sus lágrimas se mezclaban y el sabor salado y amargo llegaba a sus papilas gustativas.
Haerin tuvo que sentirse bien por esas palabras, pero solo se rompió un poquito más, sabiendo que ahora, definitivamente, sería incapaz de alejarse de la chica.
La había amarrado con esa confesión, que daba igual el daño que le provocara.
Pasaron mucho tiempo en el suelo, arrodilladas y sin soltarse. Mareadas por sus besos y sus pieles rozándose.
—Ven, vamos a la cama —le susurró la coreana, tomándola de las manos y comenzando a caminar a su habitación.
Danielle se desplomó en el colchón, cansada y adolorida, y Haerin le tuvo que sacar los zapatos y meterla bajo las sábanas.
Cuando ambas estuvieron dentro, Marsh se pegó a su pecho, abrazándola como koala.
—Perdóname... por todo, Haerin —murmuró antes de cerrar los ojos—. Te amo mucho. Lo siento.
Kang aguantó las nuevas ganas de llorar y solo se dedicó a hacerle cariños en el cabello, intentando que no le afectara tanto toda la dramática y dolorosa situación que acababa de vivir.
Una vez Danielle se quedó dormida, analizó lo destruida que esta lucía, como un zombie o como un animal recién envenenado.
—¿Qué es lo que te haz hecho, Danielle...? —susurró, dejándole un beso en la frente.
¿Qué es lo que nos haz hecho?, era la pregunta correcta.
Las había arruinado de la noche a la mañana, y no sabía qué ocurriría cuando se levantaran.
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OK, yo les dije, esto no iba a ser un au como "poto + luna = haerin", esta wea iba a ser dramática y con ganas, jfkakd.
este capítulo en especial es todo dramático, pero tienen que entender que es porque está ambientado en otros temas, como las drogas, la adicción a una simple persona, el no poder decir que no, etc.
entonces, díganme TODAS sus verdaderas opiniones de la historia. ¿está todo muy raro? ¿está bien, está mal? ¿qué creen que pasará? CONFIESEN. 😭
bueno, lo último: hijos de puta, ninguno me respondió lo de la nota anterior. ¿les muestro o no les muestro al tipo que tengo en mente para sejong?
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